A la noche al llegar a casa había un papelito debajo de la puerta, me pedía que llevara la casetera a su departamento, la desconecté y subí al tercer piso.

Me abrió entusiasmada, vestía una bata, le di un beso y me puse a conectar la máquina en el televisor que estaba en el living, mientras ella servía dos whiskies con hielo, trajo unas cinco o seis películas, “¿tantas?” pregunté sorprendido, “ así tenemos para un par de días” respondió sonriendo con picardía.

– “¿Cómo te fue con el dueño del videoclub?” dije como al pasar,

– “Sos un hijo de puta” respondió riéndose, “sabías que me iba a hacer subir por esa escalerita y me iba a ver hasta las amígdalas desde abajo”,

– “¿ Te pusiste bombacha?”

– “ Si, pero una tanga bien chiquita que me deja todo el culo al aire, además es transparente”

– “ Me imagino la fiesta que se habrá hecho el viejo, y después flor de paja, jaja”

– “Eso seguro, subió detrás de mi y me estuvo mostrando con muuuuucho detalle todos los géneros que tenía, me ayudo a elegir y no me quiso cobrar, dejamos sólo la seña ya pagada”.

– “ Bueno, la próxima vez te lo podés coger y capaz que nos regala los videos” afirmé serio.

– “ ¿En serio querés que me lo coja?, si vos me lo pedís no tengo problema, pero tendría que ir de mañana para tener tiempo”

– “Veremos” contesté enigmático, por dentro no estaba tan seguro si me gustaría que otro se la cogiera.

Terminé de hacer las conexiones y puse una película para probar que todo anduviera bien, ella se sacó la bata y quedó con un babydoll negro transparente y una mini tanga, estaba hermosa. Se sentó en el sofá con un whisky, dándome el mío e invitándome a hacer lo mismo, empezó la película, era de de zoofilia, sin muchos preámbulos aparecía una mujer de mediana edad chupándole la pija a un perro de buen tamaño y haciendo que se le parará una tremenda poronga roja.

Dije: “bueno, listo, ya tenés para entretenerte toda la noche” y amagué irme.

– “ ¿Me vas a dejar sola?, yo preparé todo para pasarla bien juntos” respondió con una carita que parecía un cachorro abandonado.

– “ Bueno, me quedo un rato y después me voy”, apareció su sonrisa de inmediato

– “No te vas a arrepentir…” afirmó con un dejo de suspenso.

Mirábamos un poco la película mientras nos besábamos, nos acariciábamos, ella sacó mi poronga del pantalón y me masturbaba suavecito, de vez en cuando le daba una chupadita y seguía. Me puse a hacer lo mismo, jugaba con su clítoris y le metía un poquito los dedos, cada tanto me arrodillaba un ratito entre sus piernas y se la chupaba un poco, cuando empezaba a gemir paraba y seguía mirando el film, que por cierto era bastante lento y aburrido.

Así estuvimos un rato y nos fuimos calentando, más por nuestras acciones que por la película, en eso me dijo: “ esperame un segundo” y salió hacia la cocina; volvió con una bolsa: “mira lo que te compré”, había una buena colección de verduras cuyo uso dejaba poco a la imaginación, todas tamaño de mediano a muy grande.

– “¿Con cual querés que empiece” preguntó con picardía.

– “Sorprendeme” respondí con sorna, y me sorprendió.

Yo esperaba que tomara un pepino o una zanahoria mediana para ir entrando en calor, no fue así, agarró una berenjena que asustaba, nunca pensé que eso le pudiera entrar a alguien sin producir un terrible desgarro.

La acarició casi con dulzura, comenzó a pasarle la lengua por toda la superficie dejándola húmeda y brillante, su concha ya estaba bien lubricada, de eso yo podía dar fe. Se acerco a la video sacó la película que estaba y puso otra en su lugar: “esta nos va a gustar más”.

En el film que era amateur aparecían 5 o 6 mujeres con antifaces, algunas desnudas y otras con ropa erótica torturando a dos esclavas muy jóvecitas, dos chicas rubias, bonitas que soportaban todo tipo de vejámenes infringidos por las viejas quienes, sin ningún tipo de piedad, gozaban como yeguas maltratando a las casi niñas. No pude evitar imaginarme que cualquiera de ellas podría haber sido Viviana en sus inicios.

Ella volvió a lo suyo, se sacó la tanguita, se sentó en el sofá con los pies sobre el asiento y las piernas bien abiertas y se metió varios dedos en la argolla mientras miraba la pantalla, tomó la berenjena y la puso en la entrada de la concha, la fue haciendo girar al mismo tiempo que la iba empujando hacia adentro, sus labios se ensancharon y casi mágicamente una buena parte, la más ancha, estaba adentro.

Pegó un pequeño grito cuando eso ocurrió pero ahogado porque a pocos metros estaba su hijo durmiendo, recordando eso me dispuse a “ayudarla”, me senté en el piso entre sus piernas y comencé un mete y saca con la verdura, ella se moría por gemir pero debía callarse, yo disfrutaba de su placer y la tortura de no poder expresarlo como sabía que le gustaba.

Seguí sin darle respiro hasta que tuvo su primer orgasmo en medio de convulsiones y jadeos reprimidos; abrió los ojos y me dijo: “gracias, lo disfruté mucho”, contesté serio “¿y desde cuando vos podés gozar primero y sin pedir permiso?…”

“Perdoname, tenés razón, me dejé llevar, además todavía tengo la concha supersensible y no me pude aguantar”. Nunca supe cuanto había de real en su arrepentimiento o era adrede para que yo la castigara, pero el resultado sería el mismo.

Me puse a pensar que podía inventar sobre la marcha, en primer lugar la mandé al balcón, que ya empezaba a convertirse en un lugar de castigo, por supuesto como estaba con el babydoll y la berenjena metida en su intimidad; esta vez me di cuenta que el balcón tenía luz, prendí el artefacto, así llamaba más la atención el lugar y era más probable que alguien la viera; “si querés podés pajearte con la berenjena pero mirando para fuera así los vecinos pueden reconocer a la puta que vive enfrente”, “y esta vez sin acabar” agregué.

Mientras ella cumplía con mi orden, sin haber demostrado el menor rechazo por ello, se me ocurrió revisar su dormitorio, sentí un placer morboso abriendo sus cajones, mirando su ropa interior, tratando de encontrar consoladores o algo relacionado al sexo, pero no hallé nada especial, sólo sus bombachitas muy eróticas, Seguí con mi inspección y encontré en su placard una mini bien cortita escocesa y una camisa blanca finita, se me ocurrió una idea.

La hice entrar, le saqué la berenjena de su sexo, chorreaba, luego de que la lamió hasta limpiarla por completo le di la ropa para que se vista y la mandé a hacerse dos trencitas, quedo preciosa, tenía una carita redonda casi infantil y con esa ropa parecía realmente una adolescente, muy sexi por cierto, completé el conjunto con los zapatos de taco más alto que encontré, no tenían mucho que ver pero le hacían unas piernas y un culito parado preciosos.

Reinicié la película que había detenido apenas empezada, nos sentamos en el sofá y está vez prestamos más atención, realmente no había compasión en el trato dado a las muchachas: las pateaban, escupían en su bocas, retorcían sus pezones como para arrancárselos, las flagelaban con todo tipo de objetos, introducían en sus agujeros inmensos consoladores y hasta sus manos, las orinaban sentadas sobre sus caras.

En un momento hicieron un concurso: las dos muchachas debían hacer acabar a dos de las amas, la que lo lograba primero ganaba, la que ganó fue obligada a mantener un secador de pelo prendido al máximo de temperatura durante 10 minutos en la concha de la perdedora, luego de algunos minutos no quería seguir: los alaridos que daba la otra eran aterradores, la convencieron asegurándole que si se detenía, ella tendría que soportarlo por 20 minutos…

Viviana miraba entusiasmada, no podía evitar tocarse de vez en cuando, le dije “te vestí así para que recuerdes la secundaria, pero en lugar de tus amigas ahora estoy yo”

– “Vos vas a ser más suave, los hombres siempre lo son” respondió desafiante.

– “No te creas, ese es también un prejuicio feminista”

– “Ojala sea cierto” volvió a insistir, quería probarme.

Busqué en la bolsa un pepino de muy buen tamaño, quería que fuera lo más grande posible pero que por su forma fuera fácil de introducir, la hice parar, metí unos 5 cm del pepino en su culo, puse mis manos sobre sus hombros y la empujé fuerte para que cayera sentada de golpe en el sofá.

Logré mi objetivo, pego un terrible grito contra su voluntad cuando se le metió entero dentro del orto (y en seco), quedo sorprendida, casi sin poder respirar, sonreí mientras le decía “de nada y es sólo el principio”.

– “¿Puedo ver si el nene sigue dormido?” preguntó casi suplicando, evidentemente esa era su única preocupación.

– “Pero rápido”

Unos segundos después, estaba de nuevo en el living con cara más tranquila, dispuesta a seguir toda la noche como había propuesto; fui al baño, encontré fácilmente su secador de pelo, volví sonriente con él en la mano, no hacía falta ser muy inteligente para adivinar lo que seguía.

– “Sentate en el sofá y abrí bien las piernas”, obedeció sin chistar

Enchufé el aparato, lo puse en potencia máxima y metí la punta del caño en su concha, a medida que iba pasando el tiempo se le hacía más difícil quedarse quieta, se empezó a retorcer y a emitir pequeños ruiditos, transpiraba mucho pero no decía nada.

Debía ser dolorosísimo, a diferencia de las chicas de la película Vivi había sido “depilada” con fuego y alcohol en la mañana y acababa de introducirse una enorme berenjena en la concha, ella misma había dicho que la tenía supersensible, yo seguía impertérrito con mi tarea, pero, para ayudarla un poco, le masajeaba y le daba besitos en el clítoris.

Esperaba que en pocos minutos pidiera por favor que parara, no ocurrió, se sentía incluso olor a carne quemada, ella seguía con la misma actitud. No aguanté más, saqué el secador, ella suspiró aliviada, se la metí inmediatamente, literalmente hervía, incluso me quedó la pija irritada por algunos días.

Cogimos como animales, creo que acabé varias veces con la pija adentro, ella no paraba de gozar, no estoy seguro si me quede dormido o me desmayé.

Continuará

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