Viviana 5

La película alemana era sobre una esclava sexual, aparecía colgada de pies y manos mientras era azotada por un tipo con una capucha que le tapaba la cara, ella tenía también como una máscara de cuero que cubría sus ojos y boca. La calidad de la imagen no era muy buena pero se veía claramente como se iban formando las marcas sobre su piel, debía tener algo en la boca porque sólo se oían quejidos apagados.

Yo había visto hacia años algunos cortos en super 8 pero sólo había gente cogiendo en situaciones más o menos comunes, nada como esto, le pregunté a Viviana si ella lo conocía: “si, pero en vivo, nunca había visto una película”

En la siguiente escena la chica estaba parada, atada de pies y manos a la pared con unas bandas de cuero y seguía siendo castigada por el verdugo, luego este le colocaba en los pezones y los labios vaginales unas pinzas metálicas con dientitos y de estas colgaba pesos que estiraban la carne, continuaba luego con los golpes de fusta.

Así seguía con los tipos de tormentos más diversos, en algún caso cambiaba el torturador por una chica, pero siempre “actuaba” la misma esclava. A la mujer se la veía quemándole con un cigarrillo el perímetro del ano, una vez que completó el círculo se ocupó de introducir de la peor manera posible un consolador de importantes dimensiones y romperle el orto sin ningún miramiento.

Luego se entretuvo “depilando” a la muchacha usando para ello una vela encendida, quemaba su vello púbico dejando la piel enrojecida, también dejaba unos segundos la llama debajo del los labios y del clítoris…

Mientras veíamos estas escenas Vivi, que ya estaba en bolas, se comenzó a masturbar ferozmente, metiéndose los dedos en concha y culo, pellizcándose los pezones, estaba recaliente.

Con el doble espectáculo, el de la tele y el cuadro en vivo, me le tiré encima para cogerla con ganas, pero me paró en seco y me dijo: “antes pégame, haceme doler, insúltame, quiero que me trates como a la perra de la película”. Con las ganas que yo tenía ahí nomás le encaje un par de cachetadas bien fuertes, sabiendo por supuesto que con eso no la iba a dejar satisfecha.

Seguí escupiéndola en la cara, ella abrió bien grande la boca para que le escupa adentro, agarré un cinturón de cuero crudo y le di unos cuantos cintazos en las tetas y en la concha, respondió dándose vuelta y levantando el culo dejando claro por donde quería que le diera. La complací con una serie de latigazos mucho más fuertes que antes, el lugar es menos sensible.

La hice dar vuelta nuevamente, tome el encendedor de cigarrillos y reproduje la depilación “ a fuego” que habíamos visto hace un rato, esto le encantó, gritaba que siguiera cuando ya no quedaban pelitos por quemar, así que busqué alcohol medicinal, froté su concha roja con este y le prendí fuego, las llamas duraron más de lo que esperaba y me asusté, pero ella seguía diciendo: “dame más, puto de mierda, maricón, cobarde, haceme gozar más fuerte o tenés miedo, cagón?”

Nunca hubiera imaginado que me animaría, pero después de lo que había visto que soportaba la chica de la película y el incentivo de Viviana, la hice levantar el orto, puse una almohada debajo para que la concha quedara bien hacia arriba y le eché un chorro de alcohol adentro de la argolla, nuevamente lo prendí con el encendedor, esta vez duró mucho más.
En cuanto se apagó se la metí de una mientras ella gritaba sin parar, no se si de placer o de dolor, no me importaba. Acabé pronto como era lógico, hervía de calentura, ella lo notó, me hizo girar y quedo subida arriba mío mirándome, “¿ aguantas otro sin sacarla ? ” preguntó con una sonrisa, “ yo si, ¿ y vos? contesté al toque, “yo podría seguir todo el día, cada vez me va arder más la concha y eso es lo mejor”, mientras me cabalgaba como una posesa.

El segundo polvo tampoco tardo mucho en llegar, se bajó y me la empezó a chupar, enseguida estuvo otra vez bien dura, se puso en cuatro mirando hacia la tele y se la volvió a meter en la concha. Así que yo seguía cogiéndola y mirando la película al mismo tiempo, estaba terminando con las tetas de la chica atravesadas por cantidad de agujas hipodérmicas y otras más grandes, plateadas, como punzones.

Se la saqué un instante, puse el otro film y volví a mi tarea, la otra película trataba de un viejo que era humillado y torturado por dos minas mucho más jóvenes, vestidas con ropa sexi. El hombre estaba desnudo con un antifaz y las chicas a cara descubierta le hacían todo tipos de atrocidades, se le sentaban en la cara y lo orinaban, le pisaban los testículos, se paraban encima de su pecho con tacos agujas, lo pateaban y escupían. Junto con estas caricias lo insultaban (la película era española por el acento) le decían que era cornudo, que mientras él estaba acá a su mujer se la estaban cogiendo unos negros con una polla enorme y la iban a preñar.

A mi no me gustó, no me calentaba ver al pobre tipo tan maltratado, pero me sorprendió la malicia demostrada por las chicas, no se les movía un pelo cuando realmente hacían sufrir al viejo sin ningún tipo de misericordia. Le pregunté a Viviana si eso no le llamaba la atención y dijo: “ no, para nada, siempre la mujer es mucho más dura en el sado, a mi también, las cosas más fuertes que me han hecho siempre fueron mujeres”

Ese dato si me calentó, le empecé a dar con más energía y a pegarle unos cachetazos en las nalgas, agradeció mirándome con su mejor sonrisa lujuriosa y relamiéndose los labios. Termino la película española que obviamente era casera, tomada con una cámara fija todo el tiempo, duraba una media hora. Nosotros seguíamos cogiendo con nuestra propia calentura sin prestarle demasiada atención a la pantalla, acabamos ambos una vez más y nos dimos el beso más apasionado que se pueda imaginar, estábamos felices.

Dijo: “te amo, estoy loca por vos, me quiero venir a vivir y que pasemos todo el día cogiendo como animales”, me quedé callado como un boludo, no sabía que decir. En realidad yo también tenía con ella una calentura absoluta, cuando no estábamos juntos me la pasaba pensando que podía hacer para agradarle más y muchas veces eso terminaba en una paja furibunda, pero me sorprendió con su afirmación y me asustó: no estaba preparado.

Por suerte rápidamente añadió: “ si no fuera por mi hijo ya lo habría hecho, la estoy pasando muy bien con vos, pero juré cuidar a Maxi antes que nada y voy a cumplirlo”, respire aliviado y le dije: “ya estamos cerca de la hora de salida, lávate un poco y anda a buscarlo”. Cuando salió del baño
pregunté: “¿podrá ir vos a devolver las películas esta tarde?, tengo que trabajar y después facultad”, “ si, el nene siempre duerme una siestita a la tarde, puedo dejarlo un ratito y devolverlas”
Bárbaro, le entregué los dos videos y la dirección del videoclub, cuando salía le ordené: “anda con una mini bien cortita”…

CONTINUARA

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