Viviana 4

Luego de terrible cogida yo no podía más, pero además me dio un poco de miedo comprobar que ella no tenía límites.

Le dije: “suficiente por hoy, andá a tu casa, date un buen baño y recomponte que tenés que buscar a tu hijo”.

“Tenés razón, gracias por todo, me hiciste gozar como loca, hacía tiempo que no disfrutaba tanto”

Agarró su ropita y se iba así en bolas y toda marcada a su departamento, “¿no te parece que te tendrías que poner algo?”

“Si, debería, pero no tengo ganas; me calienta pensar que quizás me cruce con algún vecino” y se fue nomas así.

Me fui a bañar y me tiré en la cama, dormí algunas horas, cuando me desperté era de tardecita. Llame a Viviana a su departamento pero no atendió, me quede algo preocupado.

Fui a la facultad, salí de clase como de costumbre cerca de las 11 de la noche, llegué a casa y la volví a llamar.

Estaba despierta: “hola mi macho, gracias por llamar, ¿querés venir a cogerme?”

“¿No estás cansada?”

“Si bastante, pero con tal de que me eches un buen polvo se me pasa todo”

“ Mejor no, lo dejamos para mañana”

“ Bueno, pero voy a estar toda la noche pensando en vos”

“ Mejor así, si querés te podés hacer la paja, pero sin acabar” y colgué.

A la mañana temprano toco el timbre, tenía un sacón liviano, se lo quitó y abajo estaba con una musculosa 2 talles más chica de su medida, claramente sin corpiño y con una mini bien cortita.

Me acerqué y le dije mostrame el culo, se levantó la pollerita dejando su orto al aire, tampoco traía bombacha, apenas se notaban las marcas del día anterior. La di vuelta, levanté la camiseta, en las tetas blanquísimas se notaban un poco más, pero también estaban casi curadas.

“Casi no tenés marcas” afirmé.

“Si, tengo muy buena cicatrización, lo cual sumado a unas buenas cremas hacen que rápidamente desaparezcan, así que podés seguir sin miedo”

Me estaba azuzando para que le siguiera dando, pero tenía otros planes: le entregué una lista de artículos que debía comprar en la farmacia; incluía dos docenas de preservativos, lubricante íntimo, un aparato para enemas y le dije que además debía ella agregar un par de cosas de similar uso.

Junto con el papel le entregué un grabador de periodista portátil para que lo lleve en su cartera y grabe la conversación, por supuesto la hice ir sin el sacón.

“ ¿En que farmacia comprás habitualmente?”

“En la grande de Rivadavia”, contestó.

“ Muy bien en esa siempre hay mucha gente, asegurate de hablar fuerte para que lo capte el grabador”

Colorada de vergüenza y temblando salió de casa a hacer las compras, mientras aproveche para orinar por segunda vez desde que me levante en un balde.

Regresó en unos 20 minutos, la cara toda colorada, la respiración agitada y los pezones queriendo romper su musculosa, me entregó la bolsa con las compras y se desnudó inmediatamente yendo hacia el dormitorio.

Cuando entré estaba en la cama, con las piernas, abiertas esperándome, le dije “ponete boca abajo” y coloque una almohada debajo de su estómago, saque el aparato de enemas llené el recipiente con el contenido del balde o sea mi pis y lo completé delante de ella orinando un poco más, para que supiera que iba a ingresar en su orto.

Colgué el irrigador y coloque la cánula en su ojete, el liquido comenzó a bajar y llenar sus tripas, mientras esto ocurría puse el grabador a reproducir. Había estado realmente guarra en la farmacia, se la podía oír perfectamente pidiendo los artículos y haciendo comentarios soeces con la dependienta de forma que no quedaran dudas de su uso.

“¿Te calentó hacer esa compra?”

“¿No te das cuenta?, estoy que me muero !!, por favor ponémela de una vez que no aguanto más!!!”

“ Ya va, esperá unos minutos que se termine el enema de pis, ¿Qué sentís al escucharte nuevamente? “

“Es maravilloso, vuelvo a revivir las sensaciones del momento, cuando empecé a pedir las cosas se fue haciendo un silencio y todos los clientes y el personal pararon la oreja para escucharme; aproveché y seguí levantando la voz, tratando de ser lo más explícita posible, eso sumado a mi ropa hizo que todos me miraran como lo que soy: una verdadera puta”

No me puse a explicarle otra vez que no era puta, que ella no cobraba, sino que sin esperar más le saqué la manguera del enema y en la misma posición que estaba se la metí por la concha.

Estuve un buen rato cogiéndola así, con mi cuerpo encima del suyo, aplastando su panza contra la almohada, al principio gozó como yegua luego de todo lo ocurrido, pero después de un rato el enema comenzó a hacer efecto y sentía unas ganas de cagar insoportables.

Me pidió si podíamos parar un instante, que necesitaba ir al baño; por supuesto que no la dejé;
“¿Qué te pasa, no querías coger y ahora que recién empezamos te querés ir?”

“ No mi amor, pero no puedo retener más el enema que me hiciste y voy a hacer un desastre”

“ Aguantá, aún tengo cuerda para rato y no se me canta parar ahora” dije serio, en realidad yo me había puesto un poco de Xilocaina gel en la pija para poder durar mucho más tiempo sin acabar, además me había puesto un forro de los que ella compró.

Así que seguimos un buen rato, ella se retorcía de dolor y hacía lo imposible por no cagarse, yo mientras pensaba en cualquier cosa, para tardar lo más posible.

Finalmente acabé y le dije, “bueno ya podés cagar, pero en el balde”, no se hizo rogar, se bajó disparada de la cama y allí mismo se acuclilló sobre el balde y largo todo, algo cayó en el piso.

Desde abajo me miro agradecida y sonriente, yo serio le dije, “ensuciaste el piso, tenés que limpiarlo”, inmediatamente se puso a lamer el piso dejándolo impecable.

“Bueno, ya que te gusta tanto te dejaré beberte el resto” y le serví un vaso grande con el balde.

Sin dudarlo se lo bajó casi de un trago, “tenía sed, gracias, ¿puedo?” dijo tomando ella el balde.

“Todo tuyo” respondí, Viviana llenó nuevamente el vaso y lo bebió con mucho morbo, luego se mojó las manos las pasó por su cara, su pelo, sus tetas mientras se relamía.

Me sorprendí al tirarme sobre ella y meterle mi lengua hasta la garganta, pero me salió de adentro, me dieron unas ganas locas de besarla. Tenía un gusto raro en su boca, no me importó, le chupe con desesperación las tetas y se la volví a meter sin haberme quitado el condón.

Cuando acabé por segunda vez me lo quite, le hice un nudito y lo dejé en la mesita de luz.

Esa mañana fue de mucha acción, pero sólo sexual, sin más castigos, después de haberse aguantado un buen rato el enema de orina en sus intestinos mientras la cogía a lo bestia y luego beberse todo lo expulsado, nos relajamos y seguimos cogiendo largo rato, creo que en total me eché seis polvos, en ella era difícil contarlos porque una vez que empezaba prácticamente estaba todo el tiempo en un orgasmo continuo.

Entre una y otra cogida charlábamos contándonos lo que más nos gustaba a cada uno, era el momento ideal porque en esa situación, podíamos hablar sin vergüenza sobre nuestros más secretos deseos.

Así fue que me contó que se había asustado un poco cuando la mandé a la farmacia porque pensó que en la lista habría bisturíes, suturas, agujas y ese tipo de cosas, que a mi ni se me habían ocurrido, así que pregunté: ¿alguna vez las usaste?

“Si varias, con las agujas de inyecciones no tengo problema, yo misma me he puesto muchas en los lugares más sensibles, pero me dan miedo los cortes porque si no se sabe, se puede cortar una vena o arteria importante y es peligroso” y agregó “aunque es supremo sentir la sal en una herida recién abierta”

Yo no salía de mi asombro, pero traté de disimular y dije “quedate tranquila, nunca te haré nada que te ponga en riesgo”

“Lo se y por eso entre otras cosas, te quiero tanto”

Me sugirió como al pasar que le gustaría que la colgase, me dijo que la sensación de sentirse completamente indefensa cuando era azotada la calentaba aun más, tome nota.

Me preguntó si yo sabía hacer una picana eléctrica, que eso también le gustaba, pero sólo había probado una vez porque le daba miedo que el partenaire no supiera lo suficiente y la electrocutara, le contesté “ dame unos días y te va a sorprender lo que te haré gozar, conozco bastante del tema”.

“ Te tomo la palabra, si necesitás plata para comprar algo avisame, yo pago”

“Para eso no, pero me gustaría comprar una videocasetera para ver películas porno”

Aunque ahora sea lo más común del mundo, en aquella época los videos eran algo nuevo, ella había escuchado algo pero nunca los había visto. Le encantó la idea y me dijo “mañana mismo la compramos, ¿y donde se compran las películas porno?”

Le expliqué que había videoclubs donde se podían alquilar todo tipo de películas y algunos tenía una sección “para adultos”, iba a averiguar donde había alguno cerca. Finalmente esto me trajo una sorpresa inesperada, pero eso viene más adelante.

Seguimos garchando suave, casi como una pareja común y compartiendo nuestros secretos más perversos, en realidad era yo el más interesado en saber, quería conocer lo más profundo de su mente y sus motivos para así poder satisfacerla. Al mismo tiempo sus historias eran un afrodisíaco natural que me excitaba cada vez más.

A boca de jarro le pregunté: “¿alguna vez cogiste con un perro?”

“Varias, la primera tendría 13 o 14 años, estaba sola en casa, era verano y llevaba un camisón finito, estaba en la cocina tomando algo y me dieron ganas de hacerme una paja. Me corrí la bombachita y me empecé a meter los dedos cuando por la puerta que da al jardín entró Patán, un perro mestizo que mamá había adoptado. Se acercó y empezó a olerme la concha, lo deje hacer y al ratito estaba dándome una chupada increíble, me saqué todo y me puse en cuatro, en bolas en el medio de la cocina. Me montó rápidamente y con mi mano guié su pija para que me pudiera penetrar cuanto antes, fue hermoso, los perros cogen a una velocidad impresionante, una vez que la tienen adentro bombean a mil.”

“Después de ese día traté de repetirlo cada vez que podía, pero fueron pocas. Mi madre salía poco y no podía arriesgarme a meterlo en mi cuarto estando ella.”

“ Ya más grande tuve varias experiencias, algunas bastante bravas como cuando me ataron las muñecas y las piernas estando en cuatro y largaron varios pit-bulls que estaban recalientes: hacía varios días que los tenían encerrados cerca de una perra en celo; se me vinieron al humo mordiéndose entre ellos para ver cual me cogía primero, el más macho se me subió y además de penetrarme como lo que era, una bestia, me dejo toda la espalda y los costados de las tetas sangrando con su garras. Luego siguieron los otros, cuando me soltaron no podía ni caminar y chorreaba sangre como una canilla abierta, desde esa vez solo cojo con perros si les cubren las patas delanteras”.

Seguíamos en la cama cogiendo y estas historias le ponían sabor picante al grato momento, de hecho no parábamos para hablar sino que charlábamos mientras garchabamos, todo esto quedó grabado y escucharlo después, en frio, fue muy divertido, se entrecortaba la voz con los suspiros, los quejidos y hasta los gritos de placer. Desde ese día empecé a armar una audioteca sexual.

Vivi me mencionó otras dos cosas que también le gustarían: que repita el mear en un balde para que ella lo tenga disponible cuando venga agregando si me animaba también mis heces y que la podía entregar a quien yo quisiera para que se la cojan sean uno o varios hombres, mujeres, animales o todo junto.

Se imaginan que cuando me decía estas cosas yo no podía parar de cogérmela de todas las formas posibles, cuando se me bajaba un rato lo pija después de una acabada le metía varios dedos en su concha y culo, alternada o simultáneamente, ella no paraba de gozar y me incitaba a más, así fue que conseguí meter mi mano entera dentro de sus dos agujeros inferiores, en la boca no le entraba…

Esta vez pudimos terminar a tiempo, se dio un baño en casa y se fue a buscar al nene al jardín, cuando se iba le di el preservativo con mis dos acabadas, le dije: “un chicle para el viaje”. Sin dudarlo se lo metió en su boca y empezó a mascar “uhm, que rico !!!, ¿me preparás más para mañana?” y se fue con el sacón colgando del brazo.

Esa tarde no fui a trabajar, busque información sobre calidad y precio de VHS en algunos negocios. Estuve averiguando en una revista que se llamaba “Segunda mano” donde había un video club con filmes para adultos, encontré uno a 15 cuadras de casa, hacia allí fui.

Quedaba en una galería chica y poco concurrida, al fondo estaba el negocio, no era muy grande, me atendió un hombre gordo, viejo, bastante desagradable de aspecto pero muy amable, le dije el tema que me interesaba y respondió: “está en el lugar justo, pase por acá”, subimos por una escalera caracol por la que él apenas pasaba y me encontré en el entrepiso con una cantidad de películas casi igual a las que había en la planta inferior.

La diferencia era que estas eran todas XXX, se veían en las cubiertas imágenes que dejaban muy poco a la imaginación, “¿le interesa alguna temática en particular?”, “sado” respondí “es esta estantería”; me quede atónito, había no menos de 200 videos sobre el tema, se podían ver hombre y mujeres ataviados con cuero, en oscuros sótanos siendo torturados de mil formas posibles.

El hombre notó mi asombro y dijo, “recibo el mejor material directo de Europa y Asia, también tengo producción amateur nacional” indicando una serie de videos con portadas en blanco donde sólo se veía escrito a mano el tema.

Elegí una de estas y una alemana, pregunté como me hacía socio, “no hace falta, le cobro una seña y cuando me las trae se la devuelvo descontando los días de alquiler, así mantenemos el anonimato, mucha gente sobre todo mujeres así lo prefieren”. Me gustó la operatoria y me hizo pensar en algunas ”maldades” para Viviana.

A la otra mañana cuando llegó Viviana la estaba esperando ya vestido, fuimos a un local de electrónica y compramos la videocasetera, pagó en efectivo, aproveche y le dije “me debés $200“, ni pregunto porqué, me los entrego inmediatamente.

Al salir dijo: ” bueno ahora tenemos que conseguir las películas”,

-“ ya está hecho, para eso son los doscientos pesos”

-“ que estamos esperando entonces, vamos rápido”, parecía una criatura con juguete nuevo

Llegamos a mi casa, desembalé la máquina y la conecté al televisor que estaba en mi cuarto, puse la película alemana, empezamos a verlas entusiasmados como dos chicos …

Continuará

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