Vacaciones con mamá (Día 6)

Me despierto más temprano de lo normal y todavía no soy capaz de creerme todo lo que estoy viviendo, especialmente lo que sucedió ayer. Ya no sólo he tenido la suerte de tener a mamá desnuda delante, sino que después de ciertas copas de alcohol y escuchando follar a nuestros vecinos nos lanzamos de lleno y nos masturbamos uno delante del otro a escasos centímetros. ¿No es una auténtica locura? ¿Qué pensará mamá de todo esto? ¿Se sentirá avergonzada?

Miro hacia mi lado izquierdo y ahí está mamá tumbada durmiendo plácidamente. Levanto la sábana y la bajo hasta los pies de la cama, para poder observar ese cuerpo con los primeros rayos de sol que entran entre las cortinas. Puedo disfrutar perfectamente de su cuerpo desnudo. Es increíblemente hermosa. Me gusta tenerla ahí, al lado, así que instintivamente mi otra mano comienza a menear mi polla que ya está a tope, cómo no. Me estoy masturbando delante de su cuerpo desnudo, es increíble. Ya no sé cuántas locuras más cometeré…

De pronto abre los ojos y me mira. Me ha pillado de lleno. Me quedo algo paralizado pues ahora ya no está borracha como anoche y no creo que le guste que me la esté cascando delante de su cuerpo desnudo. Estoy esperando sus gritos, pero ella después de un rato mirándome, me sonríe y después se fija en mi polla que se asoma entre mis dedos. Me pasa la mano por mi flequillo en gesto cariñoso. Se incorpora y se sienta en la cama. Me encanta verla así desnuda y especialmente con esa pose que ha puesto, entre inocente y malvada.

– Buenos días, hijo. Ya estás a tope por lo que veo.

– Sí, mamá, perdona.

– No, tranquilo, no me voy a enfadar, entiendo que todo esto es un lío.

– Y tanto…

– Pero no solo para ti, cariño. También lo es para mí.

– Gracias por tu comprensión, mamá, pensé que te ibas a molestar.

– No, no me molesta, me siento mal por ti, no quiero que sufras.

– Al contrario, no sufro, estoy disfrutando como nunca – añado eufórico.

– Ya, pero puede ser negativo que todo esto pueda ser una frustración.

– ¿Frustración?

– Sí, mi amor, tranquilo, entiendo que estés confuso, excitado, con ganas de tener sexo. Y tengo un plan. – suelta repentinamente.

– ¿Un plan?

– Sí, creo que debes usar eso de una vez. – dice señalando mi polla.

– ¿Cómo? – mi pregunta es de total incomprensión.

– Sí, anoche hablando con Sandra en la terraza… bueno me di cuenta de muchas cosas y creo que le gustas mucho, ya lo sabes.

Por un momento he llegado a pensar que mamá me iba a decir otra cosa que yo quería oír, pero veo que sus planes van por otro lado. Ella continúa contándome ese plan desperezándose del todo y dejándome flipado. Yo sigo con mi polla en la mano y me acaricio lentamente ante su atenta mirada. No parece importarle.

– Sí, hablando con ella anoche, me confirmó lo que le gustas y lo que le atrae esa polla que tienes, además, ya sabes… le dije que follas de maravilla y he pensado que quizás puedas… ya sabes.

– No te entiendo…

– ¡Follártela! – dice de golpe en una palabra que jamás pensé oír de la boca de mamá.

– Pero eso… ¡No puede ser!

– Si, la tienes a tiro. Creo que podríamos trazar una estrategia y por fin estrenarte.

– ¿Con Sandra? – pregunto confundido.

– Claro, está coladita. ¿No te gustaría?

Prefiero no contestar, mientras mamá se queda con la vista fija en mi polla. Al fin se levanta hacia el baño y yo disfruto de su cuerpo y de sus enigmáticos andares. Me sigue pareciendo una diosa.

– ¡Mirón! – me dice.

– Es inevitable.

– Jajaja, no pasa nada tonto. Disfruta que a mí me gusta que me mires así.

Y desaparece tras la puerta del baño. Yo comienzo a hacerme la paja que comencé y reviviendo todas las sensaciones que me tienen aturdido. De pronto mamá asoma la cabeza por la puerta.

– No te masturbes tanto cariño. Resérvate para ese momento – dice de pronto mientras yo me detengo en seco.

Parece que puede ver más allá, incluso a través de las puertas. Poder de madre, debe ser. Es increíble, pero no me puedo creer que ella esté trazando un plan para follarme a Sandra, cuando lo que a mí me apetece es otra cosa… ojo, no digo que no me guste la idea de tirarme a esa rubia tan buenorra, pero no sé, mis miras iban por otro lado.

Después de vestirnos y bajar a desayunar volvemos a la habitación con la intención de prepararnos para ir a la playa, pues allí seguramente estarán nuestros vecinos, ya que no los hemos visto en toda la mañana. Mamá vuelve a quedarse desnuda en un instante y me encanta que lo haga con tanta naturalidad, como si no hubiese ningún obstáculo para hacerlo. Yo también lo pienso y me despeloto al igual que ella.

– ¿De verdad tengo un cuerpo bonito, Víctor? – me pregunta de repente mirándose frente al espejo.

– ¿Bromeas? ¡Estás buenísima! – afirmo categórico.

– Gracias. – me contesta sonriendo.

– Es la verdad. Tienes un cuerpo alucinante.

– Ya, eso dice Sandra, que este cuerpo debería lucirlo y también su marido, que se empeña en que nos desnudemos en la playa…

Por un momento imagino la cara de Toni viendo a mamá completamente desnuda. Fliparía como lo estoy haciendo yo.

– ¿Te gustaría hacerlo? – le pregunto.

– ¿El qué?

– ¿Qué si te gustaría desnudarte en la playa?

– Ufff, no sé, sería algo muy fuerte – contesta volviéndose hacia el espejo.

– Tu cuerpo es increíble, por eso no tengas reparo, serás la sensación de la playa, si es porque te cortas, lo entiendo, claro.

– Estoy hecha un lío, hijo, por un lado me muero de vergüenza con solo pensarlo, pero por otro me gustaría dar ese salto y desnudarme ¿Te gustaría que lo hiciera? – me pregunta mordiéndose el labio de una forma muy sensual.

– ¡Claro que sí! De hecho ya lo estás ahora y es lo mejor que me puede pasar.

– Ya, pero una cosa es estar desnuda delante de ti, como ahora y otra bien distinta despelotarme delante de todo el mundo. Contigo me siento relajada…

Mamá no deja de fijarse en el espejo viéndose reflejada su hermosa desnudez.

– ¿Te gustaría que te viera Toni desnuda? – le pregunto de pronto, sabiendo que ese es un buen reclamo.

– Sí – contesta enrojeciendo.

– Pues hazlo y muéstrale ese cuerpo. – contesto mientras mi polla ha vuelto a alcanzar su máxima expresión.

Mamá me mira a los ojos y a continuación a mi verga en la que se fija detenidamente, como hiciéramos esa misma noche en nuestra paja mutua.

– Deberíamos quitarnos el vello. – comenta repentinamente

– ¿Cómo? – pregunto sorprendido, pues no me esperaba que ella parezca decidida.

– Sí, cariño… sí queremos bajar, debemos rasurarnos.

– ¿Quitarnos todo?

– Sí, nos quedaría mejor. ¿No crees?- añade volviéndose al espejo y fijándose en su pubis.

– Mamá, a mi me encanta así, como lo tienes.

– ¿Y no te gustaría que me lo quitara y llevarlo como Sandra? – me pregunta volviéndose hacia mí acariciando el ensortijado vello de su entrepierna.

– Pues sí, supongo que sí. De cualquier forma te verás preciosa, mamá.

– A ella le gusta llevarlo depilado y a Toni también… además todo el mundo en la playa lo lleva afeitado.

– Ahora mismo estoy tan sorprendido, que no acabo de creérmelo, mamá ¿En serio vas a bajar a la playa y te vas a desnudar? ¿Y encima te vas a quitar todo para que se te vea al completo?

– Jeje, sí, claro. – contesta riendo nerviosa, supongo que al darse cuenta de cómo su rajita va a quedar expuesta ante todo el mundo

– Me dejas alucinado.

– Hijo, sólo nos queda un día de vacaciones. Como tú has dicho, si no hacemos las locuras de este viaje no las haré jamás. Quiero aprovechar el poco tiempo que nos queda y hacerlo: ¡Desnudarme del todo!

– Bueno, eso ya lo estás.

– Sí, pero mostrar mi coño por entero a todo el mundo. Quizás mañana me arrepienta ahora estoy tan excitada de tan solo pensarlo…

Joder, si no lo hubiera escuchado, pensaría que estoy delirando, pero sí, mamá lo ha dicho y claramente, no solo quiere desnudarse, sino que está tan lanzada que está loca por exhibir su coño sin obstáculos y además que está más cachonda que nunca.

– Tendrás que ayudarme a rasurarme y luego te ayudo yo a ti. – Añade dirigiéndose al baño.

– ¿Qué?

– Sí, me tienes que echar una mano, porque yo sola no me veo bien. No quiero que quede ni un pelito.

Cuando regresa a la habitación se queda mirando mi cara de bobo.

– ¿Me querrás ayudar? – pregunta con morrito de niña mala.

Estoy francamente impactado. Ya no solo con ver a mamá todo el día en pelotas delante de mí, exhibiéndose como si tal cosa, algo que está yendo más allá de mis fantasías, sino que me está pidiendo que le eche una mano. ¡Una mano a su chocho!

Mamá extiende la toalla sobre la cama y saca del neceser unas tijeras, un recipiente con agua, crema de afeitar, un bálsamo tipo after shave y una cuchilla. A continuación se sienta sobre la toalla, abre sus piernas al completo y me mira de una forma que me parece más que seductora.

– ¡Vamos, cariño! – dice extendiendo su mano hacia mí con las tijeras.

Sobra decir que mi erección es intensa y ella mira entre orgullosa y excitada ese volumen de mi miembro que sabe a todas luces, es por su culpa.

Cojo la tijera y me arrodillo entre las piernas de ella. La visión no puede ser más increíble y maravillosa. El coño está abierto como nunca antes lo he visto. Se distinguen claramente sus labios mayores, ligeramente inflamados y su rajita parece estar brillando.

– ¡Venga, que no tenemos toda la mañana! – me apura sonriente.

Empiezo a recortar los pelitos de su pubis por la parte de arriba procurando no tocar su piel, pero mi polla no deja de crecer estando en esa tarea que no pude imaginar jamás. Sigo con el traqueteo de la tijera y en alguna ocasión mis dedos rozan su pubis. ¡Dios!

– Es increíble que estemos haciendo esto – me comenta ignorando mis accidentados roces.

Noto que mis carrillos arden cuando subo la mirada fija en sus ojos. Ella también está colorada.

– ¿Lo hago bien? – pregunto.

– Sí, cariño, muy bien. – contesta acariciando mi pelo.

– Es que nunca he hecho esto antes.

– ¿Alicia lo lleva rasurado?

– ¡Mamá! ¿Otra vez con Alicia? – digo dejando de manejar la tijera y mirándola fijamente.

– Perdona hijo, era curiosidad.

– No, no sé cómo lo lleva, la verdad.

– ¿No le has visto el coño todavía?

– No… y ninguno, al menos desde tan cerca. – respondo bajando la mirada y siguiendo con mi tarea.

– ¿Quieres decir que este es el primer coño que tienes a tan poca distancia?

– Sí – respondo aturdido por su pregunta y por el hecho de que lo llame tranquilamente “coño”.

– Pero hijo…

– ¿Qué pasa?

– No, nada. – responde supongo que sorprendida no solo de que siga siendo virgen, sino de que en el sexo esté lo que se dice: “pez”

– Vaya. ¿Y qué te parece este primer coño que ves desde tan cerca? – añade sonriente esperando si cumple las expectativas y vaya si las cumple.

– Me parece precioso, mamá.

– Jajaja…, gracias hijo – responde nerviosa.

– Es algo alucinante.

– Pues por ahí saliste tú, ya ves.

Por un momento se cruzan por mi mente esa frase, pensando en cómo hemos llegado tan lejos y como se están produciendo tantos acontecimientos extraordinarios y ¡Tan deprisa!

Vuelvo con la tarea de la tijera y de vez en cuando mis dedos rozan la parte interna de sus muslos. Ni siquiera esa zona había podido soñar jamás con acariciar y ahora estoy ahí, entre las piernas de mi madre, con todo su chocho bien abierto y afeitándola en ese lugar como si tal cosa.

– Bueno, me lo has dejado bien cortito, ahora empieza con la cuchilla. – me ordena ella.

A continuación toma en su mano una porción del jabón y se lo extiende sobre toda su entrepierna. Se mira para ver si está bien impregnada con la crema.

– ¿Lo tengo todo cubierto?, mejor termina tú de extenderlo. – me dice.

Nos miramos durante un segundo y a continuación acerco mi mano a ese lugar prohibido, mágico, ese que siempre quise tocar. Acerco mis dedos y nada más rozar esa zona, mi polla pega otro espasmo en señal de la excitación que me invade. Qué maravilla tocar esa zona tan suave de mamá y mover la blanca espuma por ese lugar prohibido. Ella no rechista, creo que le está gustando notar mis dedos. Los dos andamos necesitados y cualquier cosa nos enciende más, es inevitable. Miro a sus ojos y los noto brillar, además se está mordiendo su labio inferior. ¡Joder, qué imagen!

La cuchilla empieza a hacer su trabajo por la parte superior de su pubis, y fácilmente se va llevando los pelitos que quedaron y ahora muestran directamente su piel. Tengo que apoyar los dedos de mi mano izquierda sobre esa zona para estirar su piel y poder pasar la cuchilla con la otra mano. Mi madre sigue sin rechistar, pero veo que su chochito está más brillante que al principio. Me lo quedo mirando durante unos segundos.

– ¿Ocurre algo, hijo? – pregunta intrigada por haberme detenido.

– No, nada.

– ¿Por qué has parado?

– Es que tu rajita brilla mucho.

– Ufff, claro, es que me estas tocando por ahí y una no es de piedra, cariño.

– ¿Te está excitando? – le pregunto mirándole fijamente a los ojos.

– Mucho. Pero, anda, sigue… – responde intentando con dificultad, quitar importancia al hecho.

Me encanta la idea de estar dando gustito a mamá con mis dedos, de que ambos estemos desnudos, de que yo me apoye sobre sus muslos, acaricie descaradamente su pubis, de pasar la cuchilla por esa zona infranqueable. A partir de ese momento ya no me noto forzado, sino que lo hago con parsimonia pero con total entrega, acariciando con una mano, quitando los restos de jabón con la otra, pasando la cuchilla lentamente, aclarando con agua y descubriendo la belleza de su sexo.

A esas alturas, el coño de mamá está más que brillante, pues alcanzo a ver cómo se escurren los fluidos que emanan de su coño, cada vez más visible por cierto, hasta que termino del todo dejándola sin un solo pelito. La verdad es que he sido muy cuidadoso y nunca había hecho esto, pero me ha quedado francamente bien.

– He terminado. Creo que ha quedado bien – le digo, aclarando la cuchilla.

– No, hijo, acláralo todo bien con agua, por si queda algún pelito – me dice y noto cierto temblor en su voz.

Echo algo más de agua para un buen aclarado y noto como sus pezones están puntiagudos y sus carrillos enrojecidos.

– Ahora aplícame ese bálsamo para que no se irrite la zona. – me vuelve a indicar casi en un susurro.

Se nota que está muy excitada, tanto que no ha querido esparcirse ella misma el bálsamo, sino que prefiere que lo haga yo y que siga acariciándola ahí abajo. Me esmero al máximo y aplico esa pomada sobre mis dedos y la voy extiendo por toda esa zona inexplorada. Me recreo sobre su pubis, viendo como el líquido va cayendo por su raja y por sus ingles, luego mis dedos continúan, esta vez con total descaro acariciando sus labios mayores, más que inflamados, su rajita que se humedece con ese líquido viscoso toda la zona. Mi pulgar juega metiéndose ligeramente en su coño, apenas unos milímetros pero ella está jadeando más de la cuenta, ya son gemidos, entonces recuerdo aquellas clases de sexología del instituto donde nos contaron lo del botoncito mágico y ahí voy, acariciando con sumo cuidado su clítoris, primero alrededor, para luego más intensamente sobarlo con mi dedo corazón. Entonces mamá se agarra a mi cabeza y empieza a emitir unos pequeños gemidos que van en aumento. Me quedo mirándola, cómo echa su cabeza hacia atrás, como abre su boca y entonces entra en trance. Toda su piel se pone erizada, su boca suelta una gran bocanada de aire y sale de su garganta un sonido que me encanta, una mezcla de gritito ahogado, como si fuera una gatita en celo ¡Joder se está corriendo con mis dedos!

No sé cuánto tiempo pasa, pero por un momento he pensado que estaría así eternamente, deteniendo el tiempo y disfrutándolo como el mejor aprovechado de mi vida. Acaricia mi cabeza, me mira fijamente a los ojos y suspira intentando recuperarse del trance.

– Gracias hijo, lo has hecho muy bien – añade

Por un momento dudo si se refiere al afeitado o a esa pajilla que le he hecho y produciendo sobre su cuerpo un orgasmo brutal.

– Sí, creo que te ha quedado muy bien – añado secándola toda la zona con la toalla.

– ¿No has dejado nada de vello?

– No. Estás limpia y libre de pelitos.

– ¿Y te gusta? – me pregunta todavía con un ligero temblor en su voz.

– Sí, está precioso. Antes también me gustaba, pero ahora se te ve aun mejor.

– Asegúrate que no queda nada ni por el culo ni nada.

En ese momento mamá se levanta de la cama y se da la vuelta, abre los cachetes de su culo y me pone el coño a pocos centímetros de mi cara. Arrodillado tras ella veo su rajita abierta y sus dedos haciendo fuerza para mostrar esa zona al máximo. No le queda ni un pelo, solo una abertura sonrosada. Viendo el agujero de su coño estoy a punto de meter ahí mi lengua, porque está invitándome a entrar, como si fuera la tentadora puerta del infierno. Pero me contengo a duras penas.

– Nada, está precioso, mamá – añado pasando mi dedo por la rajita, haciendo que ella cierre ligeramente las piernas, atrapándome la mano, pues aun tiene el cachondeo encima.

– Gracias hijo has hecho un buen trabajo. – dice dándose la vuelta.

Su cuerpo desnudo con su esplendorosa rajita inflamada coronando esa obra, queda a pocos centímetros de mis ojos que miran flipados esa maravilla.

– ¿Quieres hacer unas fotos? – esta vez es ella la que se me adelanta y se ofrece a posar orgullosa de esa maravilla que es su cuerpo y su sexo completamente depilado.

Con mi móvil empiezo a disparar desde distintas posiciones y ella se divierte y se exhibe de forma que me permite sacar los mejores planos, unas de pie, otras tumbada sobre la cama, arrodillada, jugando con los almohadones, hago algunas fotos en formato “macro” a escasos milímetros de ese coño brillante sin nada de vello.

– ¡Que buenas pajas te harás después con tanto material! – dice con el cachondeo que todavía la invade.

– ¡Mamá! – protesto aunque sin mucho afán.

– ¿Acaso no es verdad? — pregunta ella súper segura estirando la piel de su recién afeitado pubis.

– Creo que sí, mamá. Me estás haciendo tan feliz…

Se me acerca y me da un abrazo muy tierno, pero que estando desnudos para mí representa algo más que fraternal, y me agarro a su cintura para disfrutar de la tersura de su piel pegada a la mía y de ese cuerpazo que ahora es solo mío.

– Venga, te toca. – dice separándose nerviosamente.

Pongo cara de no entender a qué se refiere, aunque sé de sobra de qué van los tiros y que es ahora mi turno de ser depilado al completo en mis genitales.

– Siéntate en la cama, sobre la toalla y abre las piernas. – ordena.

Me quedo en medio de la estancia sin todavía creérmelo, porque no soy capaz de verme entre las manos de mi madre y que me depile mis partes. Es ella quién me quita el móvil de mis dedos y tira de mi mano para que me siente.

– Venga, pesado, que tengo ganas de bajar a la playa y desnudarme. ¿No querrás que me arrepienta?

Esa pregunta es lapidaria y hasta retadora y no voy a ser yo quién ponga en juego ese tema. Me siento en la cama, dejando ante su vista una erección extraordinaria. Mamá se arrodilla entre mis piernas y una de sus tetas roza mi muslo. Suelto un pequeño bufido pues estoy muy excitado y no sé si voy a aguantar mucho tiempo.

– ¿Estás preparado? – me pregunta, mirándome fijamente a los ojos con un brillo especial en los suyos y las tijeras en su mano.

Y así empieza recortando por la parte de arriba hasta dejarme los pelos de mi pubis bien cortitos. El problema viene cuando mi polla le estorba, entonces tras una leve mirada y una fugaz sonrisa me agarra la punta de mi glande con dos dedos de una forma aparentemente natural y sigue recortando con la otra. El hecho de notar sus dedos en mi glande me hace estremecer y todavía no soy consciente de lo que estoy viviendo en ese instante.

– Tengo que aguantarla, que está rebelde. – aclara sonriente.

– Sí, vale. – respondo tragando saliva.

Continúa con las tijeras por diversos lugares de mi entrepierna y de vez en cuando me mira y sonríe.

– Agárrate esto que voy a cortar los pelillos de estos huevos – dice con naturalidad acariciándolos suavemente mientras yo sostengo mi polla y doy otro respingo incluso en un acto de cerrar las piernas pero al rozarme con sus pechos en los muslos esto es lo máximo.

– Ufff – es lo único que puedo decir.

– ¡Pobre, estás a tope, hijo! – dice observando mi empalmada.

– Sí, es que…

– Normal cariño. Luego te alivias, tranquilo.

– ¿Tú lo harás conmigo?

– Anda, calla, guarro. – dice y sigue recortando los pelos de mis huevos.

Agarro mi polla y la pongo hacia arriba para que ella pueda seguir trabajando en la parte baja. De alguna manera se la pongo así para que vea como me tiene, me gusta mostrar mi masculinidad en su máxima expresión. Tras otra de sus sonrisas comienza a estirar la piel de mis huevos con una mano y con la otra metiendo la tijera con sumo cuidado pues no quiere cortarme. Yo creo que en ese momento si me corta, no sangro.

– Que gordos son. – dice cuando pasa su mano a medida que los pelos de mis testículos van desapareciendo.

En ese momento deja las tijeras, pues parece que el trabajo inicial ya está hecho y coge la espuma de afeitar y se hace una bola en su mano con la que empieza a esparcir por mis ingles, mis huevos, mi pubis y roza la base de mi polla que al sentir esas manos vuelve a dar un pequeño respingo. Ella ríe, se la ve nerviosa, juguetona y excitada.

– ¿Preparado para quedarte sin pelitos? – dice mordiéndose el labio en señal de que ella está a tope también.

– Creo que sí.

– Pues déjame, que voy a para allá – dice cogiendo mi polla por la base y arrebatándomela de mi mano.

El hecho de sentir esa mano aferrada a mi tronco es algo indescriptible. Me ha embadurnado de espuma pero noto clarísimamente sus dedos apretando mi verga. En ese momento baja ese cohete apuntando hacia ella y ella se aferra con más fuerza pudiendo notar sus dedos bien cogidos a la base. Mamá abre la boca y después se vuelve a morder su labio. Me fijo en sus pezones y se les nota erectos de nuevo. Ese es el signo definitivo de su máxima calentura

– ¡Qué dura, hijo mío! – dice estrujando mi daga y mirándola con ojos vidriosos.

– Bueno…es normal, me estás dando un buen masaje – contesto a duras penas.

– Si la pillara Sandra… – añade mirándome aunque creo que le gustaría “pillarla” a ella.

– Ahora es tuya. – lo digo y noto como mis carrillos arden al decirlo.

– Oye, cochino, que yo soy tu madre…

Sí, lo dice como si tal cosa, pero a estas alturas de la película ya no tengo yo muy claro cuál es nuestro papel en esta representación, si la cosa es puramente ficción o directamente sentimientos descontrolados por una parte y maravillosos, por otra.

Mamá está sujetándome fuertemente la polla con su mano izquierda mientras que con su derecha está afeitándome el pubis, las ingles y los huevos. Al principio tenía miedo de que me pudiera cortar, pero ahora mismo es tanta mi calentura que me da igual llevarme un tajo, con tal de quedarme así, con la mano de mi madre apretada sobre mi miembro.

En un abrir y cerrar de ojos, pues francamente se me ha pasado volando estoy completamente rasurado. Miro allá abajo y me veo raro, pues nunca me he quitado los pelos. Lo cierto es que la polla parece más grande todavía.

Ella ha soltado mi tranca y esta se queda balanceante por unos instantes pero en total erección. Después de aclararme toda la zona para no dejar nada de espuma, noto sus dedos recorrer cada centímetro de mi polla, mis huevos, mis ingles… me está sobando a base de bien.

– Te ha quedado muy bien. – afirma.

– Sí, mamá, tu también hiciste un buen trabajo.

Ella termina de esparcirme el bálsamo impregnando sus manos con esa crema que noto fría entre mis piernas pero que no reduce ni un momento la gigantesca empalmada que llevo.

– Esto no baja, ¿eh? – me dice ella sosteniéndola de nuevo en su mano y admirando su largura.

– Ya lo creo, tanto tocarme ahí… – digo entrecortadamente.

– ¿Te ha gustado tanto sobeteo? – pregunta con cara de niña mala.

– Joder, ya lo creo, mamá.

– Bueno, entonces estamos empatados, porque tú también me dejaste…

– Cachonda… – le acabo yo la frase y ella sonríe.

– Sí, todavía me tiemblan las piernas.

– A mi me tiembla otra cosa – afirmo chistoso señalando la tremenda erección que sujeta su mano.

– ¿Quieres que te alivie?

– ¿Cómo? – mi pregunta es casi un grito.

– Sí, tonto, ¿Que si quieres que te haga una paja?

– ¿Pero tú? – pregunto lo absurdo.

– Claro. Bueno… ya sé que te gustaría que fuera Sandrita, pero hazte a la idea de que es ella.

– Bueno ahora mismo prefiero que seas tú, pero ¿En serio lo harías?

– Claro, amor. Es lo menos después del gustito que me has dado a mí. – añade y traga saliva dispuesta a empezar con esa tarea.

En ese preciso instante, tras una larga mirada entre ambos, la piel de mi polla es estirada por la mano de mi madre que ha bajado dejando a la vista todo mi glande. Y comienza el espectáculo, haciéndome una paja que no hubiera podido imaginar de ninguna de las maneras. Ella no deja de observar cada movimiento, parece hipnotizada procurando hacer bien su trabajo y vaya si lo hace, porque todo mi cuerpo tiembla a medida que su mano comienza a acelerar el ritmo hasta que veo sus deditos largos aferrados a mi trozo de carne y como suben y bajan haciendo que las primeras gotitas de líquido pre-seminal aparezcan en la punta.

– ¿Que tal cariño? – me pregunta dulcemente y me parece que hasta sensualmente.

– ¿Tú… qué… crees? – digo sin poder controlar ni la respiración.

Su mano sigue agarrando con fuerza y energía mi polla que parece estar hinchándose cuando ella sigue con ese ritmo cada vez más acelerado. Yo empiezo a jadear y ella sonríe al saberse tan habilidosa en ese buen arte de la masturbación. Por un momento ha debido olvidar que soy su hijo y yo no sé si realmente pensar que es mi madre, pero cada vez que lo hago eso me gusta más todavía.

Sigue trabajando con ímpetu sobre mi polla y no parece que lo haga tan obligadamente, ni siquiera se la ve cortada, para mí que le está gustando hacerlo… y yo ya no digamos, pues estoy a punto de correrme cuando mi respiración se agita, mi pulso se desboca, mi cuerpo se transforma y siento un temblor de pies a cabeza.

– ¡Mamá, me corro! – digo avisándola pues sé que la cosa está más que próxima.

– ¡Venga, amor… disfrútalo! – añade en una mirada que me encandila aún más.

– ¡Ya me viene!

En ese momento el orgasmo hace su aparición y noto un preámbulo que nunca antes había percibido. Me da tiempo a mirar a mamá, desnuda entre mis rodillas y como sus tetas siguen el compás del movimiento rápido de su mano. Intento detener el tiempo de nuevo, pero no lo consigo, el orgasmo ya está aquí.

El primer chorro nos pilla a ambos por sorpresa y sale disparado hasta que cae directamente sobre su ceja izquierda, el segundo va a parar a su cuello, el tercero en su pecho y así sucesivamente hasta creo que unos siete espasmos que van decayendo, pero no el placer que hace que gima totalmente extasiado ante esa maravillosa paja.

Mamá no dice nada, tan solo baja el ritmo y sigue con su trabajo de sacarme aun algún que otro temblor y algún que otro chorro que sale con menos ímpetu pero igual de glorioso y placentero.

– ¡Qué potencia, hijo! – acaba diciendo alarmada con los ojos bien abiertos

– Ufff… – solo puedo suspirar

– Aun después de tanta paja, sigues echando muchísimo. ¿Dónde guardas tanto?

Sonrío a mamá y me gusta tanto oírla hablar así, con esa grácil y espontánea manera de expresar las cosas, como nunca antes le había escuchado. Viéndola además, así, manchada de mi semen, me dan ganas de besarla, pero ella se pone en pie en ese momento.

– ¡Cómo me has puesto! – dice mirándose los regueros de semen que adornan su desnudo cuerpo.

– Perdona…

– No, bobo, no pasa nada, da gusto ver ese ímpetu y esa energía.

– No pude controlarlo. – respondo algo aturdido todavía y observando cómo gotea de su ceja uno mis disparos.

– Es normal, no te preocupes, me doy otra ducha y ya está.

Me quedo maravillado cuando se da la vuelta observando su culo y sus andares tan atrayentes cuando desaparece en dirección al baño.

Me tumbo en la cama, mirando al techo con la vista ida y pensando en todo lo que me ha ocurrido y no soy consciente todavía de la maravillosa paja que acaba de regalarme mi madre. Ella está desconocida, no sé por qué, si el viaje, el clima, esa forma de desinhibirse, el querer exhibirse… en fin que yo estoy más que encantado.

Sale del baño y nuevamente me quedo observando esa figura desnuda y ahora más esplendorosa sin ningún pelo en su sexo, mostrando una hendidura divina.

– Cariño, ¿no me queda ningún resto de tu leche por ahí? – me pregunta acercándose hasta donde estoy.

Me pongo en pie y la tengo ahí tan cerca, que me dan ganas de besarla, de acariciarla, de estrujarla.

– No, mami, estás bien limpia.

Se pone frente al espejo de pared y se vuelve a mirar su cuerpo reflejado. Se observa detenidamente su pubis rasurado. Creo que está contenta de verse así.

A continuación se dispone a ponerse el vestido de florecitas, ese que tan bien se ajusta a su anatomía y de nuevo me pide ayuda para bajarlo.

– ¡Ay, hijo, ayúdame con el vestido! – me reclama.

Me pongo tras ella no sin antes volver a deleitarme con su redondísimo culo. Mis manos agarran la tela del vestido intentando empujar hacia abajo.

– No baja, mamá. Es que tienes la piel húmeda todavía y no baja.

– Sigue intentándolo.

Me aproximo un poco más y consigo agarrarme a sus costados pero mis manos han abarcado sus tetas y al notar la suavidad de esos pechos siento una especie de temblor, por no hablar de mi erección que ha vuelto a ponerse de nuevo en su máxima expresión. Ni yo mismo me creo mi poder de recuperación.

– Perdona… – la digo cuando la rozo varias veces las tetas con mis dedos.

– Ahora no te vas a violentar por tocarme las tetas… – añade ella en ese esfuerzo por bajar el vestido.

– No, pero es que tengo que meter las manos debajo.

– No pasa nada, cariño, métemelas dentro, total, después de tocarme el coño a base de bien, no creo que por tocarme las tetas vaya a acabarse el mundo.

Esas palabras me dejan alucinado y a pesar de tener razón en lo que dice, ya que minutos antes, en el afeitado de su sexo, he tocado su coño por todas partes hasta hacerla correrse, no sé porque me corto ahora. Me envalentono y más que ayudar a bajar el vestido, lo que hago es meterla mano a base de bien, ya no me conformo con acariciar sus senos por los costados, sino que le estoy acariciando toda esa masa mamaria, sobándole los pezones y hasta pellizcándolos. He pegado mi cuerpo desnudo al suyo y mi polla parece querer despertarse de nuevo aprisionada entre sus glúteos

– Cariño, no te aproveches… – dice mamá, pero en su voz veo cierto temblor lo que me indica que le está gustando.

Lejos de amilanarme, me vengo a arriba y me he olvidado del vestido, limitándome a acariciar sus pechos con ambas manos y rozando mi piel contra su piel, mi pecho contra su espalda, mi polla contra su trasero.

– ¡Ay hijo, no abuses, que estoy indefensa! – dice con sus manos atrapadas en el vestido por encima de su cabeza.

Aun me entretengo en aplicar dos o tres restregones de mi polla sobre su culo para sentir una vez más esa suave piel rozando mi verga que me parece una de las cosas más increíbles que haya podido sentir.

– Vamos, cariño, no te pases – dice mamá entre hipidos.

Me cuesta mucho despegarme de ella, pero no quiero que estas sensaciones se puedan romper por forzarlas y decido separarme. Al fin logro bajar el vestido y ella se da la vuelta. Por un momento pienso que me va a cruzar la cara, pues reconozco que me he pasado tres pueblos cuando llevado por la emoción he pegado mi cuerpo desnudo al suyo para dejarme llevar con algo más que roces y caricias. Entonces mamá me besa en la frente.

– Hijo, te has vuelto a poner a tope. – dice señalando mi polla que está ya a cuarenta y cinco grados.

– Sí, no puedo evitarlo…

– Pobrecito. – responde con cara de pena.

Su mano acaricia el tronco de mi miembro con suavidad y después con su pulgar acaricia también mi glande.

– A ver si tenemos suerte y conseguimos que te folles a Sandra. – me dice sin dejar de acariciar mi polla con muchísima suavidad.

– Pero… ¿Cómo?

– Sí, cariño, no puedes estar así todo el día. En este viaje tienes que aprovechar para estrenarte y poder meter esto en un agujero que se te ponga a tiro.

Por un momento pienso que habla de su coño, pero luego recapacito y creo que no es eso precisamente lo que pretende.

– Tengo algo pensado que nos puede salir muy bien… – dice segura de sí misma

– ¿Cual es ese plan?

– Lo descubrirás dentro de un rato, tú sígueme la corriente ¿vale? Mañana te follas a esa preciosidad, ya lo verás. – sentencia.

– Mamá, yo no quiero follar con Sandra… – lo dejo caer y al tiempo me doy cuenta que no puedo decirle directamente que a la que quiero follarme es a ella por encima de todo.

– Schhssss, tú déjame a mí, amor, verás que bien.

– Pero…

– No hay peros. Venga, dúchate y bajemos a la playa.

Mamá ha soltado mi polla y se me queda mirando durante unos segundos. Yo también percibo su calor a través de ese sonrojo de sus pómulos Está preciosa cuando se ve tan caliente. Al fin me ducho, me visto y nos bajamos a la playa.

– ¿Nerviosa? – le pregunto cuando estamos a punto de pisar la arena mientras acaricio su cintura.

– Mucho. Y muy excitada también. – añade.

Me quedo callado unos instantes, sin poder asimilar cada momento vivido y ella me mira sonriente. A renglón seguido meto la mano bajo su vestido con mucho disimulo para que nadie me vea y al rozar la desnuda piel de su culo ella se da un pequeño susto.

– ¡Cochino, esa mano! – me dice dándome un manotazo

Parece mentira que después de haberme recorrido todos y cada uno de los rincones de su entrepierna o de sus tetas, ahora se ponga tan fina, pero es cierto que me he pasado y es que no puedo controlar mis instintos.

– Perdona mamá, me dejé llevar, pero es que levantas pasiones…

– No pasa nada, amor. ¿Te puse nervioso?

– Mucho.

– No te importa que tu madre se comporte así, ¿verdad?

– Para nada. Me encanta la mujer que estoy descubriendo. Apenas hace unos días querías ponerte un tanga y hoy…

– Bueno, creo que tú me estas ayudando a quitarme esa venda, al menos en este viaje, creo que aquí debemos ser otras personas diferentes. Y creo que debo empezar a comportarme con más libertad de como he hecho hasta ahora. Si te preocupa que le ponga los cuernos a tu padre, por eso no estés intranquilo. Descuida, que en este viaje no voy a follar con nadie.

Eso es una garantía de que Toni no haga nada, pero claro, nadie es nadie… y yo me incluyo.

Avanzamos hacia el mismo lugar donde habíamos estado con nuestros vecinos en esa playa y allí están ambos esperándonos. Sandra saluda efusivamente a lo lejos, desnuda, naturalmente, al igual que su marido.

– Desnúdate tú primero, ¿vale? – me dice mamá saludando a lo lejos a nuestra vecinos.

– ¿Cómo?

– Sí, que te despelotes tú primero. Quiero ver la cara de Sandra cuando vea tu polla. ¡Le va a encantar!

Joder, ella está tan segura, que me siento algo presionado, no sé si realmente cubriré sus expectativas. Ya no me asusto de oírle decir la palabra “polla” y eso que nunca antes se lo había oído, pero a este paso no voy a quedarme ahí y seguro que descubro muchas cosas inauditas de mamá.

– Hola chicos – dice Sandra cuando llegamos a su altura, poniéndose de pie.

Le planta dos besos a mamá y luego a mí, juntando, cómo no, sus tetas contra mi pecho. No se conforma con darme un par de besos cordiales, no, sino a pegarse al completo con su cuerpo y que yo tenga que agarrarme a su estrechísima cintura. Se me ha puesto mi tranca a tope otra vez. Ahora no sé si será buen momento para quitarme el bañador. Miro a mamá y veo que está Toni pegado a su cuerpo, desnudo, con su polla morcillona y restregándola por encima del fino vestido que lleva ella. Siento celos de nuevo, pero con las palabras de mamá me siento más tranquilo, sé que ese tipo no tendrá su polla dentro. O eso espero.

Me quito la camiseta lentamente, con la buena intención de que mi erección baje ligeramente, pero qué va, aquello está dispuesto a todo y no baja ni un milímetro, menos todavía cuando Sandra se ha sentado sobre su toalla a observar la operación y está con sus piernas completamente abiertas, en una pose que no se le puede pasar por alto a nadie pero que a mí me pone especialmente nervioso. Su coño está abierto, sonrosado y brillante. No me quita ojo cuando me quito la camiseta y deslizo mi bañador bajando por mis piernas mostrando mi tremenda erección.

– ¡Hala! – afirma Sandra al verme a tope y sus ojos se abren afirmando esa sorpresa.

Mi madre sonríe desde su posición sabiéndose ganadora de la primera batalla y Toni también me mira, supongo que sentirá celos igualmente.

– Parece más grande sin pelos – añade resuelta la rubia sin cortarse.

– Sí – interviene mamá – este hombre está siempre a tope y eso que acabamos de follar.

Joder, mi madre me tiene descolocado, es mucho más que una caja de sorpresas. Ya no se corta un pelo y encima habla con esa naturalidad a nuestros nuevos amigos, dejándome sin palabras y supongo que a ellos también. Creo que está poniendo todas sus armas en juego, primero para calentar a Sandra y de paso también a su chico, que también está empezando a despertar a su “cosa”.

Es el turno de mamá para quedarse desnuda ante nuestros amigos, mientras yo aprovecho para sentarme y disimular, aunque es realmente difícil. Ella se ha puesto de puntillas y se estira más de la cuenta. Agarra el vestido por sus costados y se lo saca por la cabeza. Ahora que lo pienso, no le ha costado quitárselo tanto como cuando me pidió ayuda para ponérselo.

El cuerpo desnudo de mamá sin ningún pelo sobre su piel, es algo que llama poderosamente la atención a Toni.

– ¡Joder! – suelta descontroladamente el tipo.

Yo me sonrío, sabiendo que mi madre iba a causar sensación y es la propia Sandra la que lo corrobora.

– ¡Qué cuerpazo, Laura!

Mamá lo agradece con una sonrisa y todos sus movimientos parecen medidos. Cualquiera diría que está cortada, nerviosa o con dudas de ofrecerse así al mundo y ahora viéndola parece disfrutar como una cría. Toda la gente de alrededor también parece observarla y no es para menos.

– Me voy a dar un baño. – dice ella de pronto dando saltitos, girando sobre sí misma, haciendo que sus tetas suban y bajen de forma prodigiosa y a continuación sale corriendo hacia la orilla.

Los tres nos quedamos mirando ese cuerpo que se va alejando y que me tiene completamente loco. Después salgo disparado a su encuentro y justo al llegar al compás de las primeras olas, la tomo de la mano. Me sonríe y pega su cuerpo al mío. Nos fundimos en un abrazo.

– ¡Vaya espectáculo, Victor!, ¡Les tenemos a tope! – me susurra en el oído.

– Ya lo creo y a mí también.

– Jejeje, ya veo – dice acariciando mi verga sabiendo que nuestros amigos siguen mirándonos.

– Ufff.

– Tranquilo, mi amor, que mañana te follas a esa muñequita. – añade refiriéndose a Sandra. – ahora vayamos calentándoles y verás que todo sale rodado.

Ella parece tenerlo muy claro, pero lo que yo tengo claro, cada vez con más fuerza, es que a quien deseo follarme de verdad. Ahora estoy abrazado al cuerpo de la mujer a la que adoro, a la que quiero con toda mi alma… sin embargo no puedo luchar contra algo que es evidente, ella me quiere ayudar como madre y me quiere entregar a Sandra haciendo todo lo posible para que nada salga mal, haciendo cosas impensables, completamente locas. Ya no puedo más que dudar si lo hace por mí, si le gusta complacerme o es por ella misma… ¡Estoy hecho un lío!

Jugamos en el agua y nos tocamos por todas partes. Viendo que ella no se siente molesta, la acaricio sin ningún miedo: en sus tetas, en sus muslos, le acaricio el culo, rozo su coño, pongo mi polla entre sus glúteos, joder estoy flipando en esos juegos en el mar viendo como mamá se deja sobar por todas partes y de que frotemos nuestros cuerpos mutuamente.

De regreso a las toallas donde nos esperan nuestros amigos, veo la cara de Toni, alucinando con mamá, no solo por su figura llena de curvas, sino porque se ha percatado de que es una mujer ardiente, al menos en apariencia y es que para mi fortuna, ¡Lo ha hecho tan bien!

Sandra ha traído unos bocatas y los comparte en un picnic improvisado en aquella playa, en la que disfrutamos de la comida y supongo que cada uno de los cuatro con sus respectivos sueños y fantasías. Para mí todo es increíble, estoy dentro de un mundo para mí desconocido, pero maravilloso, el mar me parece más bonito que nunca, el sol más caliente, los sonidos más armoniosos y todo junto a la mujer de mi vida, que está desnuda a mi lado.

Después de esa buena jornada en la playa y cuando el sol ya está muy metido, decidimos regresar.

– Al final, ¿No habéis visto la muralla ni las ruinas del pueblo? – pregunta mamá de repente mientras nos encaminamos de vuelta al hotel.

– No, no fuimos… a Sandra no le apetecía ver “piedras” como ella lo llama – responde Toni.

– ¡Qué lástima! – contesta mamá

– Ya lo creo. A mí sí que me hubiera gustado verlo – apunta Toni.

– A mi también – afirma mi madre – lo malo es que Víctor tampoco quiere ver cosas de esas.

Yo me quedo un poco alucinado al escucharla, pues no habíamos hablado nada de ver las murallas ni las ruinas en cuestión, pero entonces entiendo su juego cuando veo cómo me guiña un ojo y le sigo la corriente.

– No, claro, no me va ese rollo de monumentos ni piedras. –digo.

Sandra sonríe sabiendo que tenemos otra cosa en común, lógica aparente de nuestra edad. Veo que la trama de mamá está surtiendo el efecto deseado.

– Qué pena, me quedaré sin verlo y mañana es nuestro último día de vacaciones – acaba diciendo mamá con cara triste.

– Es cierto, no tendremos oportunidad de volverlo a ver. – añade Toni

– Pues se me ocurre, que podemos ir juntos. – sentencia ella segura de su plan.

– ¿Tú y yo? – pregunta el hombre sorprendido.

– ¡Claro!

– ¡Sería un placer!

– Genial. – sentencia mamá.

– ¿Y nosotros? – interviene Sandra haciendo que mamá me mire victoriosa con disimulo.

– Pues podéis quedaros en el hotel. No creo que tardemos mucho. En un par de horas lo vemos.

– Me parece perfecto. ¿No te importa cariño? – concreta Toni preguntándole a su chica.

– Para nada, yo me quedo en la terraza tan ricamente a tomar el sol.

– Bien, pues que te acompañe Víctor. – añade mamá.

– ¿Cómo? – pregunta confusa, Sandra.

– Sí, mujer, para que no estés sola. Podéis tomar el sol los dos juntos y nosotros de ruta turística. Luego comemos los cuatro y contamos nuestras experiencias – acaba diciendo mamá ante la sorpresa de todos.

Todo el montaje suena a un clarísimo intercambio, al menos eso deben pensar todos, incluido yo, que me veo en los brazos de esa rubia que ahora parece mirarme con más deseo todavía. El caso es que mamá se lo ha sabido montar y se ve tan segura que nuestros amigos parecen disfrutar con esa idea y es que en el fondo, Toni ve la oportunidad de liarse con una mujer espectacular y al mismo tiempo Sandra, como comentaba mamá, acabará echando ese polvo deseado conmigo. Yo, por supuesto, no voy a rechazar poder tirarme a ese bombón, claro, quizás fueran otros mis deseos, pero claro, uno no es de piedra y se le presenta una oportunidad de oro de perder la virginidad con una mujer preciosa. Me quedo mirando sus ojos y ella me devuelve una sonrisa en un claro mensaje que dice “no vamos a tomar el sol, vamos a follar hasta desfallecer”

Cuando llegamos al hotel y tras despedirnos de nuestra asombrada pareja, nos metemos en la habitación. Mamá se vuelve a quedar desnuda, tirando su vestido sobre la cama.

– ¿Qué te ha parecido? – me pregunta intrigada por mi parecer y al mismo tiempo exhibiéndose de forma sensual ante mí.

– Eres la leche, mamá.

– ¿No te dije que lo tenía todo pensado?

– Ya lo creo ¿Tú crees que saldrá bien?

– Estoy segurísima. ¿Viste la cara de ella, cómo te miraba?

– Sí.

– Está deseando follar contigo.

– ¿Y tú?

– ¿Yo qué?

– ¿Podrás controlar a Toni?

– Sí, hombre, tranquilo. Podré mantenerle a distancia.

– No sé yo. Le has calentado a tope. – contesto quitándome la ropa también y quedar desnudo como ella.

– ¿Tienes miedo, cariño? – pregunta melosa y acercando su cuerpo al mío hasta quedar abrazada como cuando estuvimos en la playa.

Ella tiene que notar mi polla dura entre nuestros cuerpos, no me cabe duda y creo que le gusta sentirla tanto como yo sentir todo su cuerpo desnudo adherido al mío.

– Les hemos calentado a los dos, jajaja – me dice sin dejar de abrazarme y con su boca a pocos centímetros de la mía.

Por unos instantes veo un brillo en sus ojos diferente y su boca ligeramente abierta. Creo que me va a besar. De pronto, se oyen unos ruidos en la terraza que me parecen gemidos. Nos separamos por un momento como si alguien nos hubiera despertado de nuestro sueño.

Me acerco a la terraza y me escondo detrás de la mampara que separa ambas estancias. Asomo la cabeza por una rendija y veo a Toni desnudo, sentando sobre una hamaca y Sandra a horcajadas sobre él. ¡Están follando!

La imagen no puede ser más impactante. Las curvas de Sandra se ven más armoniosas cuando se la ve cabalgar sobre el cuerpo igualmente desnudo de su marido. Puedo ver su culo y como la polla de Toni sale y entra por debajo metiéndose con rapidez en su coño. Me encanta la escena y disfruto ese bonito cuerpo sudado de esa rubia que me follaré mañana. Ella está con sus pies firmes en el suelo y agarrada al cuello de su esposo. Se les oye gemir con toda la pasión. Él la besa en el cuello y Sandra echa su cabeza para atrás totalmente entregada a un polvo frenético.

– ¿Qué pasa? – dice mamá saliendo a la terraza.

– Schssss – le digo casi con mímica y poniendo mi índice contra mis labios para que no hable y no ser oídos desde nuestra atalaya de espionaje.

El cuerpo desnudo de mamá se pega a mi espalda y se asoma junto a mi cara para ver qué ocurre. Estamos mejilla con mejilla mirando por una pequeña abertura que hay en la mampara que separa las terrazas. Recibo gustoso el peso de sus pechos contra mi espalda y noto el calor que emana de su coño contra uno de los cachetes mi culo. Joder, mamá está que arde.

– ¡Mira cómo les has puesto! – la digo susurrando al oído y su cara sigue pegada la mía así como el resto de su cuerpo. ¡Estoy en la gloria!

Ella entonces estira su mano por debajo y llega hasta mi miembro. Lo acaricia suavemente con la punta de los dedos y percibe la tensión y dureza que tengo entre mis piernas.

– ¡Tú también te has puesto…! – añade ella en otro susurro en mi oído.

En ese momento su mano rodea mi polla y comienza a pajearme despacio sintiendo como su cuerpo desnudo se adhiere más al mío. ¡Qué maravilla, qué sensación!

Mamá sigue pajeándome mirando fijamente la escena que ambos vemos desde nuestra posición y que no es otra que nuestra pareja de vecinos follando sobre una hamaca de su terraza. Yo casi no puedo ver nada, porque tengo que cerrar los ojos y poco o nada me importa lo que pasa al otro lado de esa mampara, lo único que me preocupa es sentir cómo la mano de mamá sigue acariciando mi polla tan suavemente y con firmeza a la vez, haciendo un buen trabajo del que parece tener buena experiencia. Por un momento pasa por mi cabeza la imagen de mi padre intentando averiguar cuantas pajas como esta le habrá hecho la deliciosa mano de mamá.

El sonido de los jadeos y suspiros de nuestros vecinos apaga en cierta medida los míos propios que van acompasados con aquellos gracias a la pericia masturbadora de mamá.

Justo en el momento en el que Sandra suspira más fuerte y es presa de su orgasmo sentada sobre la polla de su marido, yo no puedo más y mamá acelera el ritmo para que me corra al mismo tiempo. Así lo hago. El primer chorro sale con fuerza chocando contra la mampara y así todos los demás que va escupiendo mi verga, mientras mamá sigue con su movimiento acelerado. Apoyo mi boca en su cuello para apagar mi orgasmo y para no hacer mucho ruido y poder ser descubiertos.

Lentamente volvemos a la habitación, con una risita floja de mamá sabiendo que ha cometido otra de sus locuras proporcionándome un gran placer y es que ella no debe ser consciente de que el placer se multiplica cuando es ella la que me lo proporciona. Ella sigue creyendo que mis pensamientos están centrados en Sandra y aunque la chica tenga un buen polvo, no lo niego, la que me tiene loco es ella… ¡mi madre!

– ¿Te gustó? – me pregunta mordiéndose la uña de su pulgar en plan juguetón.

No contesto, pero creo que no hace falta que diga nada. Justo cuando ella se gira y queda de espaldas a mí, la ataco pillándola desprevenida. Vuelvo a notar su cuerpo caliente cuando soy yo el que ahora la coge por detrás. Mi pecho queda pegado a su espalda y mi polla vuelve a restregarse contra su culo. Mis manos agarran sus tetas y noto entre mis dedos como su pezón está muy duro.

– ¡Para, Víctor! – me riñe empujando con su culo hacia mí con intención de que me separe, pero con muy poca convicción.

Mi mano acaricia sus tetas y baja por su vientre hasta llegar a su sexo rasurado. No me cuesta descubrir que está empapada.

– Cariño, ¿Qué haces? – me vuelve a reñir.

– Pagarte con la misma moneda. – afirmo.

– ¡No, detente, mi amor!

No hago caso. Mi dedo recorre su rajita y sube lentamente hasta que con suavidad acaricio su clítoris que está inflamado y ella ardiendo.

– ¿Realmente quieres que pare? – le pregunto en el justo momento en el que ella comienza a gemir.

– ¡No, por Dios!

Sé que está a tope, como lo sigo estando yo. Acaricio sin parar su coño, por sus labios, metiendo un dedo y jugando con su botoncito, haciendo que se estremezca. Mi otra mano va de sus tetas a sus caderas, pasando por su culo y mi boca no pierde la oportunidad de morder ligeramente su cuello. Estoy desbocado y ella también.

De pronto parece entrar en trance y en pocos segundos es atrapada por un orgasmo que es ya una mezcla de suspiro y lamento de placer. Pierde el equilibrio y con el traspié caemos sobre la cama con nuestros cuerpos pegados. Mi polla ha quedado entre sus glúteos y aunque parezca mentira está volviéndose a poner dura otra vez.

Mamá me empuja para que me separe, sabe que estamos demasiado calientes y ella tras su enorme corrida, está intentando serenarse y detener algo que sabe no está en absoluto, nada bien.

– Perdona, mamá – digo intentando poner algo de mi parte.

– Tranquilo, mi amor. – responde con su respiración aún muy agitada.

– Es que no quise que te quedaras con ese calentón.

Se levanta y me da un beso en la frente. Yo hubiera preferido que me besara en los labios, pero ha vuelto a convertirse en madre.

– Vamos a dormir, cariño, que mañana tenemos un día muy largo y hay que aprovecharlo bien.

Tras decir eso, acaricia mi verga con dulzura y luego añade.

– ¿Ya la tienes dura otra vez? – pregunta con sus ojos abiertos en señal de sorpresa.

– Pues ya ves que sí.

– ¡Hijo mío, qué potencia! Tranquilo, mañana te follas a esa chica. Parece que lo hace bien.

– Sí, sí que lo hace bien, al menos Toni parecía divertirse.

– Verás cómo tú también la sorprenderás mañana.

Vuelvo a pensar en todo lo sucedido en el día y no puedo bajar mi calentura ni mi deseo cada vez mayor por mamá. No niego que mañana voy a follar aunque no será con ella, pero seguro que paso uno de los momentos más inolvidables de mi vida. Posiblemente lo haré pensando en ella, en mamá.

Juliaki

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juliaki@ymail.com

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