Me llamo Marta, tengo 25 años y me he casado hace unos meses. Estoy completamente enamorada de mi marido, Santi, al cual adoro. A pesar de ello, durante nuestro noviazgo le he sido infiel en alguna ocasión. Cuatro veces para ser exactos. Todas ellas han sido situaciones inesperadas y no buscadas. Estoy arrepentida de ellas y no pienso repetirlas. Me conformo con mis lecturas de relatos para dejar volar mi fantasía. De todas formas dejo aquí mi pequeña aportación:

La pasada primavera estábamos preparando nuestra boda, que fue el septiembre pasado. Contratando el restaurante, música, vestido, fotos, etc. Una de las tareas era repartir las invitaciones a toda la familia y amigos, y nos habiamos propuesto darlas todas en mano. El inconveniente es que nosotros vivimos en Barcelona, pero nuestra familia está un poco repartida. Santi tiene unos tíos en Alicante, y ese era el desplazamiento más complicado. Cuando lo íbamos a preparar, Santi me dijo que ya no teníamos que ir, que había hablado con sus primos y que iban a venir dentro de 2 semanas al concierto de Estopa. Así que nosotros también sacamos la entrada para ir con ellos.
Yo a los primos de Santi sólo los había visto una vez. Fue precisamente en otra boda y tampoco es que hablásemos mucho ese día. Para Santi, la llegada de sus primos era un acontecimiento. Tienen unos 30-32 años y, como son más mayores, siempre han sido un poco la referencia para mi novio. Habla de ellos con admiración y les tiene mucho cariño. Yo, con los rollos de la boda, tenía muchos asuntos pendientes y lo que quería era darles las invitaciones y no enredarnos mucho.
En fin, el día del concierto Santi se empeño en que quedásemos 2 horas antes para ir a tomar unas cañas y picar algo. Yo quise escaparme de ello, pero Santi me pidió que fuese. Además sabía que él quería que fuese muy guapa. Está muy orgulloso de mí y quería “lucirme” ante sus primos. Me puse una minifalda oscura, un top sexy color beige con el cuello asimétrico que dejaba ver un hombro (a Santi le encanta), y cazadora de cuero. Hacía un poco de frío y no era plan ir sin medias, así que me puse unas medias de color marrón oscuro. Soy una chica alta, morena y siempre digo en broma que mis medidas son perfectas 92-60-90. Tetas bien puestas. Piel blanca y suave. Sin puntos negros ni nada feo. Culito bien redondo y algo en pompa. Como les gusta a los chicos.
El caso es que cuando llegué, ya estaban ellos liados con copas y no con cañas. Por el cachondeo que se traían no debían ser las primeras. Tom, que así se llamaba el primo más mayor, se empeñó en que yo me tomase también copa, y me pedí un ron con limón. Notaba como sus ojos se centraban en mí, y me sentía halagada. Tom es muy alto. Medirá quizá 1,90 m. Carlos, el otro de los primos, es más o menos como Santi de alto, y además se parece mucho más a él en todos los aspectos. Es más tranquilo, más dócil. Sin empargo, la personalidad de Tom era avasalladora y lo arrastraba todo. Contaba chistes en voz alta, o historias que le habían pasado con sus amigos o con las diferentes chicas con las que había salido. A pesar de estar yo allí, eran bastante picantes y sus descripciones detalladas y morbosas. Yo notaba que cuando contaba cosas guarras me miraba directamente a mí, pero no le di importancia. Era muy divertido. Santi estaba feliz de estar con ellos y orgulloso de tenerme a mí allí y me pasaba el brazo por la cintura según estaba sentado en su taburete.
Habían pedido unas pizzas en ese pub y, mientras esperábamos a que viniesen, Tom se encargó de pedir una ronda más. A mí, que aún no me había tomado ni la mitad de la primera copa, me conminaron a que me la bebiera entera del tirón y lo hice. Con la segunda copa fui más comedida e hice que me durase toda la “cena”, pero antes de irnos pidieron otra ronda. Ellos llevaban ya cuatro, más alguna caña anterior, y yo 3 casi sin cenar así que me notaba casi flotando. Menos mal que convencimos a Tom para no beber más, pues aún había que ir en coche al pabellón donde se hacía el concierto.
–         Es que ya no estoy acostumbrada a beber –dije yo-
–         Pues tendrás que ir acostumbrandote que ya verás en tu despedida de soltera –dijo Tom-
–         Jo, no me lo recuerdes… que me da pánico jajaja
–         Conociendo a sus amigas, no sé si la dejaré salir de casa –dijo Santi-
–         Jajajaja serás capaz de dejarme sin despedida
–         Por si acaso te deja sin ella, si quieres podemos hacer esta noche tu despedida de soltera… jaja qué morbo -bromeó Carlos-
–         Síii, jajajaja, nosotros haríamos de boys –añadió Tom-
–         No gracias, sois muy amables pero prefiero a mis amigas jajajajaja
–         Jajajajaja, lo que son es unos cabrones–dijo Santi-
–         Joer Santi, encima que evitamos que pruebe esos boys tan cachas y depilados… mira que si le gusta y te hace depilar a ti… -bromeaba Tom-
–         Piénsatelo que la oferta sigue en pie… toda la noche –dijo Carlos guiñando el ojo-
Llegamos al coche de Carlos. No sabría decir el modelo, pero era un todoterreno moderno y bonito que aún olía a nuevo. Santi, que es un apasionado de los coches, se sentó delante con Carlos, y Tom y yo nos quedamos en la parte de atrás. Tom detrás de Carlos y yo detrás de Santi. Todos íbamos con el puntillo divertido. Especialmente yo, que no estoy muy acostumbrada a beber y casi no había comido pizza por la dieta que seguía para entrar en el vestido. Sin darme cuenta, se me había subido la minifalda un poco más de lo normal. Tom miraba frecuentemente a mis piernas y entonces me di cuenta. No se me veía nada, sólo la parte superior de los muslos con las medias marrones, pero cuando fui a colocarme la falda ocurrió algo extraño: justo antes de hacer el gesto de colocarmela, él me dijo “qué pendientes más bonitos” y acercó su mano a ellos observándolos entre sus dedos. Mis pendientes eran largos, como con pequeñas plumas y piedrecitas marrones a juego con la ropa. Una monada. Al ir a bajar mi mano la sujetó suavemente y me dijo “déjame verlos por favor”.
Normalmente soy muy cuidadosa con los contactos físicos aunque sean inocentes, pero en este caso no me pareció nada grave que sujetase mi muñeca. Es el primo favorito de Santi y, por tanto, casi familia mía. Para él es como su hermano mayor. Un segundo después había soltado su mano, y me despojé del pendiente dejándoselo ver, y acomodándome mejor en el asiento. Salvada la incomodidad que tenía de que mi falda estuviese algo subida, estaba tranquila, relajada, riéndome de las bobadas que decían, y contenta de haber acertado con mi ropa y complementos.
–         Qué bonitos son –dijo él- tan suaves…
–         Me los ha regalado Santi
–         Ummm Santi sabe lo que hace para conquistar a una chica… ¿sabes que yo le he enseñado todo lo que sabe? –dijo divertido-
–         Jajaja todo todo no, contestó Santi. Algo he aprendido yo solito… vamos y con la ayuda de Marta…
Tom se puso a hacer cosquillas con las plumas del pendiente en la oreja de Santi, que estaba sentado en el asiento del copiloto.
–         Jajajajaja paraaaa que sabes que no soporto las cosquillas…

–         Entonces se lo hago a Carlos –dijo Tom- bueno no, que va conduciendo… pues a Marta… No te muevas

Con cuidado y delicadeza, acercó el pendiente a mi mejilla. Allí estaba yo, obediente, recibiendo las cosquillas de las plumas de mi pendiente sobre mi mejilla y notando estoica como bajaba a mi cuello y mi hombro descubierto. No pude evitarlo. Se me puso la carne de gallina y me dio un escalofrío. Por un momento noté que mis pezones se habían excitado bajo la tela del sujetador y que Tom, con cierta caballerosidad, sólo miró de reojo.
–         Anda, trae, dame el pendiente, que me hacen cosquillas
–         ¿Entonces por qué te los pones?
–         Porque son preciosos… -dije en un gesto coqueto-
–         Jajaja ¿tú también eres de las de “para estar guapa hay que sufrir”?
–         No séeee, quiero estar guapa pero sin sufrir nada
–         ¿Sin sufrir? Ummmm entonces irás sin depilar….  qué curioso, con lo fina que pareces
–         Jajaja te aseguro que sin depilar no va… no saldría de casa  –saltó Santi divertido y en plan “soy el dueño y sé de lo que hablo”-
–         Jaja Santi… veo que has aprendido a elegir a la mejor chica… -comentario que me halagó- has aprendido bien a tus maestros… jajaja puede que los hayas superado.
–         Es verdad, aunque vosotros no os podéis quejar… -dijo Santi-
Tom dejó de hacerme caso, pero siguió diciendo chorradas a Santi sobre lo que tenía que hacer en la noche de bodas. Que luego, cuando no esté yo, se lo explicaría como cuando era pequeño.
–         ¿No te ha contado cuando me pidió observar lo que le hacía a una chica un día en la casa del pueblo? –me dijo- jajajaja tuve que dejar la puerta entreabierta y una luz encendida…
–         No me ha contado nada, jajajaja, ¿qué pasó? Santí –Pregunté yo divertida y mirando inquisidora a Santi-
–         ¿Sabes que parte de la chica era la que quería ver en concreto? Jaja entonces no se llevaban depilados…
–         ¡Calla Tom! Jajaja -espetó Santi que le subían los colores- ¡no es para estar orgulloso! ¿qué tendría? ¿10…. 12 años?
–         Vale, vale, me callo… Por ahora, que un día contaré a Marta para que sepa con quien se casa… un día quedamos a tomar café y te lo cuento jajajaja –dijo en broma guiñándome el ojo, para añadir haciendo una carantoña a Santi- que nooooo, que Santi es el mejor de la familia…. y el más guapo!
A veces nos cruzábamos la mirada Tom y yo. Me producía una sensación extraña el coqueteo con Tom en el coche. No sé si por estar presente Santi, por la intensidad de las miradas a los ojos, por el papel de líder que Tom tomaba por naturaleza, o por el puntillo que todos llevábamos… en fin, el viaje fue muy divertido, pero casi respiré cuando conseguimos aparcar. Estábamos en una explanada alejada del pabellón. No sé por qué, pero al bajar le di un súper abrazo a Santi con un beso largo e intenso.
–         Ummmmm qué rico beso! ¿Esto a qué viene?
–         ¿no puedo besar a mi futuro maridito?
–         Jajaja claro que sí, pero tengo que unirme a mis primos

Carlos y Tom se habían alejado un par de metros y estaban haciendo pis entre los coches. Al llegar Santi, los tíos que son unos cerdos hacen comentarios de sus miembros. Presumían de cual es más grande y Tom dijo “que lo decida Marta”. “Jajajaja lo que me faltaba por oir… dije yo… sois unos cerdos ¡vamonos!”. En realidad yo también tenía ganas de ir al baño, pero no me atrevía a hacerlo allí, y esperé a llegar al pabellón. Había mucha gente. Nada más entrar me fui a los baños de chicas, y ellos me tuvieron que esperar casi un cuarto de hora.
–         Menos mal que has vuelto –dijo Tom- Santi ya estaba mirando por si tenía que buscarte sustituta –Santi se puso rojo, delantándo sus miradas-
–         ¡jajajaja no seas malo! –dije yo algo molesta por ver a Santi mirando a otras-
–         No lo soy, mira a Carlos, ya ha empezado en casting… vamos Carlos, que hay que coger sitio.
Carlos, que casi no había abierto la boca en el viaje, se quedó un poco hablando con unas chicas de al lado. Santi dejó de hacerlas caso viendo mi cara de disgusto. No sé cómo lo hizo, pero noté que Carlos apuntaba en su teléfono el número que le daba una de las chicas… Dios mío, estos primos son peligrosos. Nos fuimos a la zona de pie porque a ellos les hacía ilusión. Menos mal que los tacones de hoy eran cómodos. Nos tuvimos que poner en la parte de atrás, casi al final del todo. Nos colocamos juntos Santi y yo, Carlos a continuación de Santi, y Tom, como es muy alto, dijo que se quedaba detrás de nosotros para no molestar. Punto para él.
Lo cierto es que Tom llevaba un tiempo en su mundo. Se había quedado un poco apartado. Seguro que está ligando con alguna chica pensé. Y miraba para atrás. Jo, qué curiosidad me había dado por saber qué hacía.
Santi, haciendo el papel de anfitrión, estaba empeñado en ir a por bebida y que todos beban. Yo, antes que quedarme sola entre sus primos y otro grupo de chicos un poco macarras que había, le dije “¡Voy contigo!”. La decisión fue un poco inconsciente porque para llegar a la barra del bar era complicado. Aunque Santi iba delante, tuvimos que rozarnos con la multitud. Ya se sabe lo que pasa en esos sitios tan llenos. Roces inocentes y no tan inocentes. Y la ropa que llevaba no era la ropa más adecuada. Odio esta situación, pero es lo que hay. En fin.
Pedimos un mini (vaso de un litro) de Ron Brugal con cocacola, que me encanta. El vaso estaba muy lleno. Para evitar que se cayese le dimos un par de largos tragos. Santi, que estaba un poco torpe por la bebida, apretó demasiado el vaso de plástico, y se rajó. Entonces tuvimos que beberlo rápido para no echarlo a perder. Yo ya me notaba un poco borracha y no quería beber mucho más, pero para evitar que Santi lo hiciera, me lo bebí casi todo. No debí hacerlo, casi un litro de ron con cocacola era demasiado para mí. Santi pidió otro mini. No iba a volver con las manos vacías a sus primos. Así que otro trago largo para evitar que rebose y esta vez lo llevé yo.
Otra vez pasar entre la gente, con el inconveniente de que ya estaba tocando Estopa y todo el mundo saltaba y se movía a nuestro alrededor. Roces y algún pisotón. Y yo con las manos ocupadas cuidando el vaso para que no se cayese, y caminando entre la gente detrás de Santi. Casi llegando a nuestro sitio, noté unas manos dentro de mi falda, subiendo por mis muslos hasta mi culo. ¡Joder! Me estaban metiendo mano descaradamente. Eran unos macarras que estaban situados cerca. Dudé unos segundos si decir algo o no, para evitar peleas. Ese momento fue aprovechado por ellos para tocarme a fondo. Uno me apretaba el culo, y otro había metido su mano entre mis muslos y empezó a frotar mi sexo sobre las medias. Confieso que sentí una punzada de placer y de morbo pero ¡qué hijos de puta… no lo podía consentir!. Un tercero dijo rozando mi oido con sus labios:
–         ¡Qué buena estás! quédate con nosotros
–         Dejadme en paz … ¡¡¡¡Hijos de puta!!!!
–         ¿Qué pasa? –dijo Santi dándose la vuelta borracho y enfadado, intuyendo lo que pasaba-
–         Tu zorrita que nos ha llamado hijos de puta –dijo uno de los niñatos-
Santi soltó el brazo en un rápido puñetazo, rozando levemente a uno de ellos. No le hizo nada, pero se armó un tumulto. En menos de 5 segundos estábamos rodeados de 5 ó 6 niñatos insultándonos y amenazando con pegar a Santi. Entonces aparecieron su primos y, apartandonos a Santi y a mí, se enfrentaron a los chavales que se acojonaron al verlos. La verdad es que Tom era un gigante y estaba bastante fuerte. Unas pocas amenazas resolvieron la situación, y nos retiramos a nuestro sitio. Menos mal. Fue un mal rato. Quizá no debí haberme alejado y no decir nada cuando me tocaron. En ese momento el corazón me latía a mil por hora. Santi estaba cabreadísimo.
Carlos y Tom quitaron hierro al asunto:
–         Es lo que pasa con una novia tan guapa, que a todo el mundo le gusta -dijo galante Carlos-.
–         Anda, vamos a ver el concierto –dijo Tom-
–         Son unos hijos de puta… dejadme ir para allá -insistía el inconsciente de mi novio algo borracho-
–         Santi, no seas gilipollas, no dejes que esos cabrones nos jodan el concierto y la noche –Carlos ponía la nota sensata-
–         ¿Qué te han hecho, princesa? –Preguntó Tom-
–         Me han tocado el culo al pasar…
–         Bueno, nada que no tenga remedio… ¡ESTOPAAAAAA! –dijo Carlos-
Me encantó su actitud. La de ambos. Normalmente odio que me llamen “princesa”, pero en ese momento reconozco que me gustó. Estaba nerviosa y me sentía bien, protegida por ellos, y envuelta en sus palabras cariñosas. Milagrosamente, el mini de Ron con Cocacola no se había derramado, y todos bebimos. Especialmente Santi y yo, para calmarnos un poco. Al rato ya estábamos bromeando sobre el episodio y disfrutando del concierto. Estos episodios luego se convierten en anécdotas que siempre se recuerdan. Lo cierto es que lo estábamos pasando bien. Saltando y riéndonos. A veces, cuando menos esperas pasártelo bien es cuando mejor te lo pasas. Y ahora estábamos todos un poco desmelenados. Hablando entre nosotros y cantando las canciones a gritos. Los primos de Santi eran súper majos.
Esa fue la mejor parte del concerto, porque después de varias canciones, Santi que iba muy borracho necesitaba urgentemente ir al baño. Yo también estaba muy afectada y también tenía que ir al baño, pero con lo que había pasado antes con los macarras, no me atrevía a acompañarle. Así que Carlos dijo que él le acompañaba al WC. Nos quedamos solos Tom y yo, y seguíamos cantando y saltando entre la gente. Ya estaba un poco afónica. Ahora no me importaban los roces, al contrario, en mi estado me gustaba sutilmente (eso pensaba yo) rozarme con Tom. Iba muy borracha y además había tanta gente que no se podía estar de otra manera. Tom bromeaba casi todo el rato. Me tomaba de la mano y decía:
–         jajaja así todo el mundo creerá que eres mi novia
–         No sé yo, eres un poco mayor para mí… -decía yo para picarle-
–         Mejor, así todos piensan que “algo sabré hacer” para haberme ligado a una chica tan guapa y tan joven –decía mientras me guiñaba el ojo-
–         ¿Ah sí? ¿Y qué es lo que sabes hacer? Jajajaja
–         Luego te lo explico jaja
Y seguíamos bailando y cantando. Casi todo el tiempo él estaba detrás de mí. Me tomaba de la cintura para bailar un poco y en un gesto como si me protegiese. Después de lo ocurrido con aquellos chicos, yo me sentía bien así, resguardada. El hablaba a mi oído rozándome con sus labios y yo, aunque lo hubiera entendido a la primera, le decía “¿qué?”, para que lo volviese a hacer. Me encantaba la sensación. Me sentía desinhibida por la bebida y aunque sabía que no podía pasar nada entre nosotros, me sentía bien con sus contactos. Mis pezones estaban marcados casi permanentemente en mi top. Creo que él lo notó porque me dijo otra cosa que en ese momento me hizo gracia
–         Te voy a subir a mis hombros para que veas bien el concierto.
–         Jajajaja no seas loco, que llevo falda
–         Mejor
–         ¿Mejor?
–         Sí, así entro en contacto casi directo con algunas partes de tu cuerpo… jaja
–         Jajajajaja eres un guarro –dije yo divertida… me hacían gracia sus ocurrencias-
Entonces empezaron a tocar las baladas. Hay una especialmente bonita de Estopa que se llama ya no me acuerdo“ya no me acuerdo… si tus ojos eran marrones o negros… que botón de tu camisa desabrochaba primero….“. Apagaron las luces y toda la gente sacó su mechero y se puso a cantarla moviéndo los brazos. Precioso el espectáculo. Tom, que seguía detrás de mí con la mano en mi cintura, cantaba en mi oído. Sus labios me rozaban la oreja, cosa que es mi punto débil y siempre me ha puesto muy muy tierna. En ese momento estaba super caliente. Tanto que dejé que la gran mano de Tom se introdujese por la cintura en mi top y acariciase directamente la piel de mi tripa o mis costillas. Me electrizaba. Estaba derretida y pegaba mi espalda a él bailando al mismo ritmo suave.
Qué momento. Él se sentía autorizado y con su mano me acariciaba cada vez un poco más alla. Bajaba a la cintura de mis medias y se colaba un poquitín en ellas rozando el elástico de mi tanguita, para luego deslizarse justo encima de mi ombligo y atraerme hacia él. La melodía de la canción lo envolvía todo. Yo me dejaba llevar, aunque sabía que como su mano bajase un poco más, o subiese hasta llegar a mi pecho, tendría que deternerle. Pero él jugaba exactamente con los tiempos. Sabía como mantener mi deseo sin forzar más la situación.
Mi mente era una mezcla de sensaciones. Por un lado me moría por que su mano siguiese y me envolviese el pecho. Por otro, pensaba en Santi y me entraban remordimientos. En cualquier momento aparecería y no podía hacerle una putada. Sin embargo, pese a que hacía un gran esfuerzo por disimularlo, mi cuerpo me había traicionado hacía rato y estaba completamente entregado a Tom. Estaba muy excitada. De repente me di cuenta de que tenía el culo y la espalda apoyados en él, bailando suavemente. Él mantenía la mano izquierda dentro de mi ropa acariciando mi piel, y la derecha sobre mi cadera haciendo que mi culito rozase sutilmente su bulto. Madre mía, estaba fatal. Él, sin acceder a ninguna parte sexual de mi cuerpo había conseguido que notase mi tanga empapado bajo las medias. Traté de separarme un poco por decoro, pero él no me lo permitió y me mantuvo pegadita.
Una parte de mí no quería que terminase nunca la canción, pero menos mal que lo hizo. Nos abrazamos cara a cara casi un minuto. Ufffff, que sensación pegar mi pecho al suyo. Todos los asistentes estaban emocionados. Yo, además, entregada. Otra vez rock y marcha por parte de Estopa, y al fin llegaron Carlos y Santi. Menos mal, aunque Santi iba muy mal. Había vomitado y se le notaba casi ido. Como el concierto ya estaba acabando, decidimos irnos.
Carlos se hacía cargo de Santi, que andaba como uno autómata. Tom abría camino entre la gente, y yo iba detrás intentando sostenerme yo misma de pié. Quise detenerlos a la altura de los baños porque tenía muchas ganas de hacer pis, pero se habían adelantado ya. Me notaba muy mareada. Les seguía como podía. Se me había subido la bebida y tenía miedo de quedarme atrás y perderlos. Además, mi mente daba vueltas a la situación. Me había excitado enormemente por la acción “inocente” de un casi-desconocido que además era el primo mayor de mi novio. Por fin salimos del pabellón y nos encaminamos hacia el coche por los parkings, pero nuestro coche estaba aún lejos y yo no aguantaba más:
–         Oye… chicos… esperadme un momento por favor –dije-
–         ¿Qué quieres Marta? –Dijo Tom sin detenerse-
–         Tengo que hacer pis
–         Es que si nos paramos, Santi se va a quedar inconsciente y lo vamos a tener que llevar en brazos
–         Es que no me aguanto
–         Carlos sigue tú anda que me quedo yo con la niña
No sabía si protestar por lo de niña, pero tenía tantas ganas de hacer pis que lo dejé pasar. Me puse entre unos coches y le dije “¿me esperas ahí?”, “vale “ contestó. Me agaché, subiendo mi faldita y bajando mi ropa. Ufff mi tanga estaba pegado al cuerpo, qué sensación separarlo. Estuve mucho rato porque tenía muchas ganas y cuando ya terminaba miré hacia atrás. Tom estaba junto donde le había dicho que me esperase pero como es tan alto me estaba viendo de pleno. Jo, qué corte me dio. “Date la vueltaaa” dije con voz de niña. “Vamos pesada que no es el primer culito de niña que veo”. Delante de su mirada me limpié con un kleenex y me subí la ropa.
–         Vamos Marta.
–         Jo, me has visto…
–         Lo siento
–         No está bien mirar desnuda a la novia de tu primo
–         Me detuve justo donde me dijiste. Además, no se ve nada, ¿no ves que está oscuro? –se defendió él-
Eso me tranquilizó. Tampoco tenía muchas ganas de guerra. Lo que quería es que pasase el tiempo a ver si se me pasaba la borrachera que llevaba. Y claro, que Santi también se recuperase. Aunque yo creo que él hasta que no durmiese no se recuperaría. Nos encaminamos hacia el coche. Unos segundos más tarde me preguntó Tom casi en un susurro:
–         Por cierto ¿ahora todas las chicas lleváis el coño depilado?
–         Jajajaja ¡¡que malo eres!!! –me sonrojé, pero me hizo gracia cómo jugaba conmigo-
–         Jajajaja vaaaale, no niego que lo soy…. es broma, es verdad que casi no se ve nada
Al llegar al coche, Carlos sujetaba a Santi para que siguiese devolviendo. Saqué mis pañuelos del bolso y me dispuse a mimarle y a cuidarle. No es que yo estuviese en mucho mejor estado, pero al menos estaba consociente. La verdad es que él había vomitado todo y ya se había quedado a gusto. Ahora casi se me quedaba dormido. Decidimos irnos y llevarle a casa. Tom le colocó en el asiento del copiloto porque “así iba más sujeto”. Así que Tom y yo otra vez atrás. Carlos conduciendo y poniendo música y Santi dormido roncando. De repente, me dio por recordar que esta mañana yo pensaba que iba a ser un día tranquilo, así que me puse a reir yo sola. En fin, todo puede enredarse más.
–         ¿De qué te ríes tú? – dijo Tom-
–         jiji no, de nada…
–         ¿Cómo que de nada? –contestó divertido mientras sus dedos me hacían cosquillas en la tripa.
–         Jajajaja
–         Ummmm, no quieres hablar. Habrá que hacerte hablar por la fuerza…. ¡Por la fuerza de las cosquillas! Jajajaa
–         Jajajaja nooo, por favor… seré buena, pero cosquillas noooo –contesté divertida-
–         Anda ven aquí, que el que voy a ser bueno voy a ser yo -dijo Tom mientras pasaba su brazo por mis hombros y yo apoyaba mi cabeza en su pecho-
En ese momento la situación era relajada. Típico momento de cariño y camaradería que ocurre en una buena borrachera.
–         Voy, pero porque vas a ser bueno… –dije-
–         Aún no me has contestado a la pregunta de antes –susurró en mi oido-
–         ¿a qué pregunta?… –pregunté inocente- ahhhhhhh ya lo sé –yo sola caí en que era la relativa a mi sexo depilado-
Ahora la conversación era entre Tom y yo. Eran prácticamente susurros. Carlos conducía a su aire y yo no tenía nociones de por dónde íbamos.
–         Bueno, no contestes… me hago una idea –dijo él-
–         Jijijiji qué malo
–         ¿Soy malo? Pues no sabes lo que se me está ocurriendo…
–         Miedo me das, jiji… anda dime –dije yo cavando mi propia tumba por mi curiosidad-
–         Es una maldad. Un capricho. Súbete la faldita un poco… como en el viaje de ida –esta vez me hablaba directamente al oído-
–         Nooo ¡estás locoooo! –contestaba yo también susurrando-
–         Dame ese gusto anda
–         No, jijiji
–         Venga nena, sabes que me tienes loquito por tus huesos –insistía esta vez besándome levemente la oreja por detrás- Hazlo
–         Vale, pero no voy a hacer nada más –contesté mientras él seguía pasando sus labios suavemente detrás de mi oreja-
Con más vergüenza que otra cosa, subí mi falda dejando a Tom una magnífica visión de mis muslos casi enteros. La verdad es que estaba super caliente. Estar abrazada a Tom, y tenerle besando y susurrandome en el oído no ayudaba nada.
–         Qué guapa eres Marta… guapa… sexy… -me susurraba al oido-
–         Anda no seas malo… dijiste que te ibas a portar bien…
–         Sí, pero sólo después de que me des un beso
–         Muak –Se lo di en la mejilla-
–         No, ese no, uno de verdad.
–         ¡No puedo! –susurré-
–         Venga, que no se va a enterar nadie…
–         Que noooo, que soy la novia de tu primo… no puedo
–         Pero sí quieres
–         Jijijiji eso no te lo voy a decir
–         Sí quieres…. Venga, sólo uno. No seas tímida. Si no se va a enterar nadie. Mírame.
Entonces volví su cara hacia él, y en ese momento me besó en los labios. Le dejé hacer unos segundos y luego me quise desprender, pero él me sujetó suavemente la cabeza. Suave pero con firmeza. Pasó sus labios a mi frente, a mis mejillas, a mis párpados… en suaves besitos. Jo, no me esperaba un gesto tan dulce, y cuando volvió a posar sus labios en los míos sólo pude responderle. Nos besamos suave y dulcemente para ir poco a poco incrementando la intensidad del beso hasta hacerlo salvaje y duro. Nunca está bien valorado un beso, pero para mí, un hombre que besa bien es enormemente atractivo. Sólo con el beso, Tom consiguió que me evadiera de la situación y que me sintiera deseada y especial.
Entre beso y beso me decía mil palabras de amor. No sólo era lo que decía, sino cómo lo decía “eres preciosa”, “eres una súper chica”, “me tienes loco desde que te vi”…. “tu boquita… preciosa”.
Mientras tanto, sus manos se habían metido dentro de mi top y acariciaban mi piel. Hacía años que no me sentía tan caliente ni tan deseada. Tan bien acariciada. No tenía prisa. Sabía que tenía que pararle cuando llegase a mi pecho, pero él se recreaba bordeando mi sujetador, pasando a mi espalda, o pasando sus manos a mi culito por encima de las medias.
Aún tuve un arranque de cordura y le dije “por favooooor, para” pero mi voz ya era débil “que me caso en septiembre”. Pero él no escuchaba. Hacía su labor con suavidad, y precisión. Me tapaba la boca con sus labios y me daba un beso que no podía resistirme a continuarlo e introducir mi propia lengua en su boca. Estaba en éxtasis. Si no, no habría seguido su juego, pero ya no tenía voluntad. No sé en qué momento soltó mi precioso sujetador rosa sin tirantes, pero cuando me quise dar cuenta sus manos manejaban mis pechos con la misma precisión de todos sus movimientos anteriores.
En ese momento sabía que estaba perdida. Mis pezones son muy sensibles. Grandes y rosados, pero sobre todo no puedo resistirme ante alguien que sepa tocarlos y tratarlos. Él lo hacía como nunca nadie me lo había hecho. Suavemente, tiraba de ellos para dejarlos deslizar entre sus dedos. O los aplastaba un poco. O dejaba rozar las yemas de sus dedos casi imperceptiblemente, pero haciendo que se me pongan duros y salidos como nunca. O los presionaba fuerte, bordeando el límite del dolor. Luego pasaba su mano gigante sobre mi pecho de nuevo dejando que el pezón le arañe la palma. Mientras tanto, su boca sobre la mía. Y yo entregada recorriendo con mi lengua todos sus rincones.
Yo había perdido la noción del tiempo, aunque sospechaba que Carlos daba vueltas sin saber a donde. Mi mano se puso sobre sus vaqueros. A la altura de su culo. Pero él hizo una cosa que me descolocó. Me quitó la mano y me la puso directamente sobre mi coñito. Sobre las medias. “¿Cómo está? Marta”. Mi mano se movía sola. Suavemente, saciando la sed de caricias que tenía todo mi cuerpo. “He preguntado que como está, Marta”. Tuve que bajar la cabeza, y con un hilo de voz contesté “mojado”.
Entonces, con sus manos tomó el tejido de mis medias a la altura de mi coñito y rasgó la tela. La rasgó lo justo y necesario y volvió a poner mi mano, esta vez sobre mi húmedo tanga y la piel desnuda de mis ingles. “tócate para mí”…. “nooo”… “vamos Marta, hazlo, cielo”. No necesitaba que me insistiera mucho. Mantenía mi mano en el camino que ya conocía sobradamente. El camino de mi lindo y delicado coñito. Entonces hice algo que jamás en mi vida se me habría pasado por la cabeza: comencé a masturbarme obedientemente, mientras él me observaba y continuaba jugando con mis pechos. No sé en qué momento había subido mi top que estaba arrugado sobre mis tetas que estaban a la vista.
–         Quiero que te corras para mí, Marta
–         Ufffff, no debería hacer esto
–         No es nada malo, Martita… y quieres hacerlo, mira cómo estás –decía mientras pasaba suavemente sus dedos sobre mi pezón erecto- ¿quieres o no?
–         Sí quiero… -acerté a decir pues había pasado el momento en el que estaba tan cerca del orgasmo que mi mente ya no regía-
No sé por qué, en ese momento, el hecho de no intentar penetrarme me hacía fantasear con que todo lo que estaba pasando no suponía una infidelidad hacia Santi. Lo cierto es que mis dedos trabajaban mi chochito que estaba tan húmedo como no acertaba a recordar. El coche se había detenido, pero yo no me había dado cuenta.
–         Me voy a correr ¿puedo? –no sé por qué le pedí permiso, pero lo hice-
–         Espera que quiero verlo bien, enséñamelo Martita –dijo encendiendo la luz interior del coche-
Me orienté hacia él y aparté mi tanga de delante de mi sexo. Estaba ida y hacía lo que él me pedía. Se lo mostré. Era como una flor abierta. Excitádísimo y brillante por la humedad.
–         Espera –dijo él y rompió mucho más mis medias, haciendo el agujero más grande.
–         Ufffff –Me excitó su actitud, el sonido de la tela rasgándose-
–         Ahora echate para atrás que quiero saborearte Martita.
Obedecía como una autómata. Recosté mi espalda en la puerta y eché el culo hacia delante ayudado por él. Tom tapó de nuevo mi sexo con el tanga, y puso su boca abierta sobre ello. Estaba caliente y húmedo porque notaba como él, entre mordisquito y mordisquito aportaba saliva a mi centro. Joder qué sensación. Siempre habia tenido la fantasía que alguien ponía su boca sobre mi sexo con la ropa puesta, pero mira por donde el único que lo había hecho era Tom.
–         Quiero que juegues con tus tetas Marta
–         Síiii
–         Pero sé más dura con ellas… vamos tira de tus pezones que estás muy guapa….
Apartó entonces mi tanga y su lengua me penetró bastante profundo. Joder, no sé lo que me hacía pero creo que introdujo dos dedos en mi ser, a la vez que su lengua me recorría longitudinalmente toda la raja… ya no podía más:
–         OOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
–         ¿Qué me haces? Cabrón
–         OOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHHHH Me corro, me corroooooooo
–         Vamos sonríe que estás muy guapa
Él seguía trabajando mi coño sin descanso. Nunca me lo habían hecho tan bien. No entendía por que me hablaba.
–         Sonríe Marta ¿te gusta? Vamos dílo ¿te gusta?
–         Me encantaaaaaaa JODEEEEER OOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHHHH….
No sé cuanto duró, pero sí que fue largo largo. Intenso como nunca. Ya me estaba relajando, cuando Tom dijo “ahora te toca a ti, ven”, y se sentó en el coche de nuevo soltándose lentamente los vaqueros. Mis ojos estaban deseando que descubriese su miembro, mientras me arrodillaba en el asiento trasero del coche disponiéndome para chupársela. Por la forma que hacía sobre los calzoncillos parecía grande. Cuando la sacó me pareció inmensa, y me abalancé hacia ella introduciéndola en mi boca. Creo que llevaba toda la noche deseándolo.
–         Espera un poco ansiosa… anda sonríe a la cámara
–         ¿qué?
Levanté la cabeza y vi que Carlos estaba grabándome con el teléfono móvil. Joder. ¿qué hacía yo con la polla de un tío en los labios, en un coche aparcado quien sabe donde, con mi novio dormido en el asiento de delante de mí y otro tío grabándome? Ufffff. Y encima en ese momento sólo quería meterme ese trozo de carne en la boca. En mi descargo sólo podía decir que precisamente Santi era el que me había metido en la boca del lobo. Me ha hecho arreglarme y beber… me había puesto en bandeja de sus primos. Ahora estaba cachondísima y borracha, y sólo quería que me hiciesen de todo. ¿Quién sabe el tiempo que llevarían grabándome? Por eso me decían que sonriese y que estaba guapa. Por eso habían encendido la luz del coche. Ya todo me daba igual. Y sí, sabía que luego me arrepentiría, pero en ese momento abri mis labios mirando a la cámara y me metí esa gran polla hasta donde pude. Como habían dicho antes “era mi despedida de soltera”….
–         Muy bien Martita enséñanos lo que sabes hacer –dijo Carlos-
–         Gggggffffffffffff
–         Así, mira a la cámara –Tom me tomaba del pelo suavemente y me orientaba la cara al teléfono móvil, que grababa a pocos centímetros de mi rostro-
Cerré los ojos y me concentré en lo que hacía. Oía como hablaban entre ellos. Decían que Santi se había quedado corto,  que yo era aún más viciosa de lo que les había contado. Y Tom añadía, “sí dijo que era una auténtica zorrita, pero en lo de chuparla se ha quedado corto… ¡cómo lo hace! muy bien Martita”. Carlos añadió: “pues dice que se lo traga todo todito, vamos a verlo jajaja”. Aún en mi estado de embriaguez y calentura, esos comentarios me tocaron la fibra. Me daba rabia lo de Santi… será cabrón, mira que contarle a sus primos como soy yo en la cama. No sé, me sentí como traicionada y me desinhibí aún más. Ahora pensaba que la verdad es que Santi se lo merecía. Por imbécil.
Carlos salió del coche y abrió la puerta que tenía yo a la espalda. Dijo divertido a Tom “Joder, no sabes la imagen que te estás perdiendo”, y añadió “¡qué culo tienes Marta!”. No es por presumir, pero mi culo redondito siempre ha llamado la atención de los hombres. Carlos comenzó a amasarlo y a darme algunos azotes. Eso me pone mucho, y más en la postura que estaba: De rodillas, a cuatro patas sobre el asíento, esmerándome en hacer una mamada antológica a Tom y con el culito totalmente expuesto. Entonces me subió la minifalda y me bajó las medias y las braguitas, dejando al descubierto toda mi intimidad. Yo pensaba…. “Ójalá me folle ahora”. Sólo pensaba eso. Pero él se tomaba su tiempo. Debía estar haciéndome fotos y grabándome porque notaba como me abría los labios, y como masajeaba mi sexo produciendome escalofríos.
–         ¿Estás contenta con tu despedida de soltera, Martita? –dijo Carlos recordando nuestra conversación de hacía unas horas-
–         Síiii –dije en un gemido-
Según contestaba a todo lo que me preguntaban, me di cuenta de que me sentía una auténtica puta. Era una locura, pero lo había tomado como mi despedida de soltera. Es verdad que siempre he fantaseado con la idea de hacer un trío con dos hombres y que dispongan de mí a su manera. Supongo que esto les pasa a más mujeres, y nunca se tiene la ocasión. En ese momento yo ya me dejaba hacer de todo. No podía oponerme, el sexo dominaba mi cuerpo. Llegada a este punto de entrega, ya me daba todo igual. De perdidos al río. Carlos me dio una palmada bastante fuerte sobre mi culito desnudo. Me sorprendió y se me escapó un gemido. Entonces siguió y me dio varias… 5 o 6
–         ¿te gusta Marta?
–         Gggggffffffmmmm –dije sin poder sacar la cabeza del regazo de Tom-
–         No puede hablar ahora jajajaja –Dijo Tom-
Pero Carlos seguía masajeándome hábilmente el coño. OOOhhhh pero cómo lo hacían tan bien. Estaba a punto de correrme otra vez. Necesitaba que me penetrara. Lo necesitaba:
–         ¡Fóllame por favor!
–         Venga, termina lo que estás haciendo… -dijo Tom obligándome a chupar su polla otra vez-
–         Espera que la quiero oir bien…
–         ¡Fóooollame!
Carlos dio la vuelta al coche y, abriendo la puerta trasera de nuestro lado, se puso a grabarme justo enfrente de mí, mientras con su otra mano se abría su cinturón y su pantalón y sacaba un grueso miembro….
–         Jaja tendrías que verte los ojos como te brillan al mirarme… A ver Martita, dime exactamente qué haces y qué quieres que te haga.
–         Jajajaja qué cabrón eres Carlos –dijo Tom impidiéndome que sacase su polla de mi boca para hablar- ahora te lo cuenta, pero primero tiene que pasar por maquillaje jaja
Sospechaba que lo que me iba a hacer era correrse en mi cara y, en lugar de sentirme menospreciada, lo deseaba. Deseaba con todas mis fuerzas darle placer.  Me sentía sometida. Usada. Borracha. En sus manos. Y cabreada con Santi, que roncaba al lado sin saber nada. Nunca había experimentado esa sensación pero ahora no podía oponerme. Lo deseaba. Ahora me estaba ayudando de mi mano para pajear la base del miembro de Tom, mientras con la lengua se la pasaba por todo su glande y su frenillo, deslizandola y saboreando todo el líquido preseminal que de allí salía. Él había echado la cabeza hacia atrás y notaba que estaba a punto de correrse.
–         Bueno, pues voy a enfocar primero al primo Santi que va a hacer unas declaraciones…. Santi, la familia está encantada con tu prometida ¿tienes algo que decir?
–         …. –Santi sólo roncaba-
–         No puede hacer declaraciones. La emoción le embarga.
Carlos bromeaba continuamente, estaba desatado. Así, un poco borracho se notaba que también podía ser el alma de la fiesta. Volvió otra vez a ponerse detrás de mí. Sujetando mis caderas y tirando de ellas hacia atrás me hizo sacar mis pies del coche. Yo estaba un poco insegura hasta que mis zapatos tocaron el suelo. Imaginad como estaba, con medio cuerpo dentro del coche, y medio cuerpo fuera. Con las medias bajadas hasta las rodillas, y la falda subida. Tom se movió hacia mí en el asiento del coche y me lancé de nuevo a su polla para meterla en mi boca.
Carlos también se lanzó, y noté como su polla se apoyaba sobre mi anhelante coñito. “Por favor que me la meta” pensaba. Menos mal que en ese sentido los tíos son bastante previsibles. Empezó a abrirse camino dentro de mí y, a pesar de lo lubricada que iba, me entro cierto miedo pensando en lo grueso de su miembro. No me dio mucho tiempo tampoco porque en varias entradas y salidas me la clavó hasta el fondo. Ufffffffffff, qué sensación. Creo que pegué un alarido. Tuve que levantar la cabeza de la polla de Tom para respirar, pero éste no estaba de acuerdo con ello y, una vez más, empujó mi cabeza de nuevo hacia abajo.
Carlos se había transformado. Ahora era un hombre casi violento y me hacía un mete-saca lleno de energía. Decía “Vamos pequeña, esto era lo que querías…. soñabas con ello… pues ya lo tienes” y según decía esas palabras me embestía salvajemente sacando su polla para volverla a incrustar en mí hasta el fondo de mi ser.  Las sacudidas de Carlos y sus palabras nos activaron aún más (si eso era posible) y Tom, entre gemidos, empezó a descargar dentro de mi boca:
–         Ahhhhhhhhhhhh Uuuuffffffffffffffffffffff
–         Ahhhhhhhhhhhh Uuuuffffffffffffffffffffff
Yo tragaba ansiosa todo lo que salía de allí. Cómo podía salir tanto, y Carlos me daba azotes en el culo… “cómo te gusta esto Marta…. Vaya despedida”. Yo no podía hablar, sólo empujaba hacia atrás para que la polla de Carlos no saliera de mí. Carlos comenzó a jugar con mi agujerito trasero y eso me asustó. Nunca me lo habían hecho por ahí y se lo reservaba a Santi…
–         No el culo no, por favor… follame el coño…. Haré lo que queráis….
–         Calla Martita… -dijo con firmeza- y si te relajas es mejor –no paraba de acariciarme el ano-
–         Por favor –suplicaba- haré lo que sea, cuando sea….
–         Tranquila, que sólo voy a acariciártelo ¿quieres?
–         Eso sí, pero sólo eso –dije con voz de niña pequeña-
–         Jajaja -rió Tom-
Lo cierto es que no sé lo que me hacía, pero a la vez que me follaba intensamente, uno de sus dedos empapado en saliva se había introducido ligeramente en mi culito y activaba unos puntos súper sensibles que ni siquiera sabía que existían. Me puse muy excitada. Yo sola me clavaba en la polla, que me partía en dos y movia mi culito lo que podía. Tom, que juguetaba con mis pezones y tiraba de ellos, dijo:
–         Vamos Martita, se una buena niña y córrete para nosotros… vamos cielo, mira a Santi qué contento está de lo bien que te lo pasas… “Santi, menuda novia más cachonda tienes, la hemos tenido que dar la bienvenida en la familia…”
No sé lo que me pasó en ese momento, pero la sola mención a que Santi estaba presente en ese momento desató algo en mí y empezaron a brotar corrientes eléctricas desde mi coño que ardía recorriéndome todo mi cuerpo:
–         AAAAAAAHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGGG
–         AAAAAAAHHHHHHHHGGGGGGGGGGGG Cabrones qué me hacéis….
–         AAAAAAHHHHHHHHHHGGGGGGGGGGG
–         Tú te lo has buscado Martita, decía Carlos mientras me embestía con más fuerza aún… ¿No era lo que querías….?
–         Síiiiiiiii cabrones… soy vuestra….
–         Pues toma, princesa… te vas a quedar bien llenita -dijo Carlos dándome un azote y empezando a producir espasmos de su grueso pene llanando mi vagina-
–         Uuuuuuuuuufffffffff
–         Aaaaaaaahhhhhhhmmmmmmm
Jadeaba y gemía ostentosamente. Nunca me había sentido así. No sospechaba que el sexo entre personas corrientes pudiera ser tan salvaje. Estábamos gritando todos. Carlos vaciándose en mí, haciéndome sentir en mi interior su líquido caliente, y provocándome un nuevo e intenso orgasmo que enlazaba con el anterior sin siquiera haberlo terminado. Carlos me tenía sujeta por las caderas y su polla llenándome completamente mi ser, y Tom me acariciaba el pelo cariñosamente. Poco a poco nos íbamos todos relajando, cuando los tres nos vimos sorprendidos, pues sentimos a Santi moviéndose.
–         ¿Qué hacéis?… –dijo con una voz completamente de trapo-
“¿Qué hacemos?” Pensamos los tres unas décimas de segundo antes de que Carlos sacase de golpe su miembro de mi coñito, Tom se echase hacia delante para abrazar a Santi impidiendo que pudiese girar su cabeza hacia atrás, y yo subiese apresurada mis medias, bajase mi top y tratase de recomponerme.
–         Primo, te quiero mucho –dijo Tom que sabía exactamente lo que había que hacer y le abrazaba-
–         Me da vueltas todo… quiero ir a casa. Llevame Tom –Santi seguía muy borracho, en un estado completamente desvalido-
–         Ya estamos cerca, hemos tenido que parar a que Carlos mee que no se aguantaba –le tranquilizó Tom-
–         ¡¡Meón!! Jajajajaja –dijo Santi con su voz de borracho-
–         No seas malo Santi -dije yo acariciando cariñosamente su nuca con la misma mano que segundos antes estaba en la polla de su querido primo, aquél que ahora le abrazaba-
Carlos se puso al volante y, casi sin hablar, dirigió el coche a nuestro barrio. La noche estaba acabando de una forma extraña. Inesperada hacía unos pocos minutos. Yo empezaba a darme cuenta de lo que había hecho y tenía una mezcla de sensación de culpa y de alivio por notar que Santi no se había percatado de nada de lo ocurrido. Uf, menos mal, menos mal, menos mal…. Por otro lado aún notaba corrientes en mi coñito y juntaba mis piernas para hacerlas durar. Inconscientemente presionaba un poco mi regazo.
Nos acompañaron a casa. Por suerte, porque Santi no podía andar sin caerse, y yo estaba muerta de miedo de que él notase el olor a sexo que mi cuerpo desprendía. Mi ropa impregnada de semen de ambos primos, mi boca con el regusto de Tom… ¿Quién lo hubiera dicho? Se despidieron cariñosamente de ambos y nos dejaron allí a Santi y a mí. Ambos perjudicados, pero por distintos motivos. En cuanto acosté a Santi, me dí una ducha larga y caliente pensando en lo que había sucedido.
Por suerte o por desgracia mi “extraña relación” con los primos de Santi no iba a terminar ahí. Pero eso lo contaré en la siguiente entrega.
Muchas gracias por leer hasta aquí, y por vuestros votos y comentarios.
¡Esta vez voy a necesitar ideas para continuar…!
Carlos
diablocasional@hotmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *