EL NUEVO ORDEN

Alicia no podía dejar de mirar las fotos de su madre, ¿Que la estaba pasando? No sentía el rechazo y el enfado del principio, ni siquiera los celos de hace un par de días. Simplemente sentía morbo y excitacion, tenía ante sí el reportaje gráfico de la primera relación lésbica de su madre y eso la calentaba. Mucho.

La noche anterior había vuelto a “sucumbir” a su hermana, Claudia la había usado nuevamente para obtener placer sin dar nada a cambio y ella lo había aceptado como si fuese lo que hubiese de ser. Y a lo mejor era así. A lo mejor estaba hecha para ser usada. Frank lo hacía y a ella le gustaba, ¿Por qué no iba a hacer lo mismo su hermana?

Cuando su madre llegó la noche anterior, ella todavía estaba en el cuarto de Claudia, tumbada boca arriba en la cama y con su hermana sentada sobre su cara, casi no podía respirar, pero le había excitado sobremanera. Facesitting, le había dicho que se llamaba eso. Había permanecido casi 30 minutos en esa posición, con el coño de su hermana en la boca y su ojete en la nariz, perdió la cuenta de cuantos orgadmosntuvo Claudia, lo único que sabía es que ella no había tenido ninguno.

Cuando regresó a su habitación se masturbó furiosamente hasta que se quedó dormida por el agotamiento.

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Los días pasaban y la situación volvía a la normalidad, o lo que se estaba convirtiendo en normalidad en aquella casa. Alicia había vuelto a la universidad una vez recuperada de sus lesiones, y el pequeño juego que se traían entre todos seguía su curso, aunque con pequeños cambios.

Siempre que Frank quería follarse a Elena iba acompañado de Becky para que la rubia la usase para su propio placer. Poco a poco iba introduciendo nuevos juegos y juguetes y Elena había aprendido a disfrutar de ello. Desde fustas y esposas, hasta un arnés con el que la mujer se follaba duramente a la chica. Cuando Frank se corría sobre ellas tenían que limpiarse la una a la otra con la lengua.

Alicia por su parte seguía recibiendo fotos de las peripecias de su madre, pero las visitas de Frank se habían reducido, un par de veces a la semana a lo sumo. Por contra, prácticamente todas las noches iba a la habitación de su hermana para ser usada por Claudia, se había convertido en una pequeña marioneta de su hermana y, extrañamente, eso le proporcionaba mucho placer, estaba empezando a actuar sumisamente ante ella incluso fuera de sus juegos de cama.

Un día, Claudia apareció con un nuevo juguetito, era un vibrador que se conectaba por bluetooth al móvil de Alicia, y era controlado por el de Claudia, desde entonces se lo llevaba puesto a clase y trataba de aguantar las vibraciones aleatorias que le mandaba su hermana intentando que nadie se percatase.

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Un nuevo mensaje de Frank llegó al móvil de Alicia, lo miró ilusionada, aunque algo extrañada, era sábado, y normalmente los sábados Frank disfrutaba a día completo de su madre.

– Esta tarde estaré en tu casa con la zorra de tu madre. Ponle alguna excusa para irte, pero quédate escondida para ver el espectáculo.

La chica se desinfló, realmente volvería a pasar el día con su madre, aunque en el fondo estaba excitada por la idea de ver como se la follaba. ¿Vendría también con Becky?

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Después de comer, como había acordado, hizo que se iba de casa, pero se escondió en su habitación hasta que oyó llegar a Frank. Entonces bajó y desde el quicio de la puerta comenzó a espiar la situación. Efectivamente Becky estaba con ellos, vestida con su habitual atuendo de conejita, con el plug anal con forma de cola de conejo insertado en su culo, estaba a cuatro patas situada tras su madre, lamiendo su culo y su coño mientras ésta, a cuatro patas también, chupaba la polla de Frank.

Alicia comenzó a excitarse ante la visión del lascivo trenecito y llevó la mano a su entrepierna, apartó el tanga y comenzó a masturbarse mientras no perdía detalle de como la polla de Frank desaparecía una y otra vez en la garganta de su madre. La manos de Frank estaban aferradas a la nuca de la rubia, marcando el ritmo de la mamada. Desde la puerta Alicia podía escuchar perfectamente el sonido de chapoteo que producía, así como los jadeos de los amantes.

Becky separó las nalgas de Elena con una mano, mientras que con la otra, tras introducirla en el coño para lubricarlos, comenzó a meter dos dedos en el culo de la mujer. Alicia había visto como Frank sodomizaba a su madre, así que los dedos de Becky no debían ser un problema para ella, aun así, no dejaba de ser una escena impactante para la chica. Elena comenzó a bambolear sus caderas movida por el placer, buscando una penetración más profunda por parte de la joven.

– ¿Que crees que estás haciendo?

Alicia se dio la vuelta sobresaltada, y avergonzada, retiró rápidamente la mano de su coño. Era su hermana.

– Yo…

Ni siquiera supo acabar la frase, no podía desviar la mente de lo que estaba pasando en la habitación contigua. Retomó la masturbación aún estando ante Claudia, total, ella la había visto en situaciones más embarazosas aún.

– ¿No puedes ni acabar la frase? ¿Que ibas a decir? ¿”Yo sólo me estoy masturbando mientras veo como se follan a mi madre”? ¿”Yo sólo soy una zorra cachonda que no puede estar un segundo sin llevarme las manos al coño”?

La chica apartó la mano de su hermana y continuó con la suya, Alicia se sobresaltó, era la primera vez que su hermana hacía algo para proporcionarla placer a ella. Cerró los ojos y la dejó hacer.

– Desnúdate… – Susurró Claudia en su oído.

La chica obedeció y en pocos segundos estaba en cueros ante Claudia. Ésta se situó tras ella, masturbandola desde atrás, mientras seguían observando el trío que había en el salón.

Elena estaba sentada a horcajadas sobre la polla de Frank, que estaba en el sofá. La rubia gemía y gritaba cada vez más alto mientras Frank la ensartaba una y otra vez. Tras ella, Becky follaba su culo con una especie de mordaza que llevaba acoplada un consolador.

– ¿Te gusta lo que ves? – Susurraba Claudia. – A la vista está que te excita pero… ¿Que lugar desearías ocupar? – Esa pregunta descolocó a Alicia, obviamente le gustaría estar en el lugar de su madre, follada por la enorme polla de su macho pero… La imagen de Becky arrodillada y sometida a los deseos de los otros dos,amordazada y “obligada” a darles placer de esa manera tan humillante… – Te gusta ser tan zorra como mamá, ¿Verdad? Que te follen como la perra que eres, tener tu ración de polla todos los días… – El aliento de Claudia en su oído estaba volviendo loca a Alicia, que movía las caderas al compás de la mano de su hermana. – pero… Te pone mas que te usen… Ser el juguete de los demás, como nuestra amiga Becky. Te gusta ser usada y humillada sin que a nadie le importe tu placer…

Alicia cerró los ojos y dejó escapar un suspiro, estaba a cien, sentía como su cuerpo estaba a punto de estallar pero, de repente, Claudia paró. La agarró fuerte del pelo y tiró hacia atrás, obligándola a mirarla a los ojos.

– Veamos que tan perras sois.

Y diciendo esto empujó a Alicia obligándola a abrir la puerta y entrar en el salón.

En cuanto sonó la puerta se hizo el silencio, todos miraron a Alicia entrar desnuda y con su hermana sujetandola del pelo. La chica tropezó y Claudia no hizo nada por sujetarla, con lo que cayó al suelo ante Frank, su madre y Becky.

– ¡A-Alicia! ¡Claudia! ¿Q-Que?… – La mujer balbuceaba todavía con la polla de Frank y el consolador de Becky en sus entrañas. – Esto… Esto no es lo que parece.

– ¿Y que parece? – Preguntó Frank, con una sonrisa de oreja a oreja.

Elena se quedó de piedra al ver la tranquilidad que mostraba, entonces cayó en la cuenta de que Alicia estaba desnuda. Intentó levantarse pero Frank la agarró con fuerza de las caderas, bajándola de golpe y metiendole la polla hasta el fondo. Elena grito de sorpresa y dolor.

– ¿Que está pasando aquí? D-dejame levantarme… – Suplicaba Elena.

– ¿Por qué? Hace unos minutos estabas suplicando por mi polla. ¿Es que ya no la quieres? – Frank la miró con severidad, Elena sabía que esa mirada implicaba mas de lo que aparentaba, que Frank no quería jueguecitos ni quejas.

– N-No… O sea… ¡Si! Si…L-La quiero… Pero…

– Ni pero ni nada, ¿Tienes algún problema con hacerlo delante de la gente? No es la primera vez que lo hacemos, ¿Verdad?

– No…pero…

Alicia recordó unas fotos en las que su madre se la chupaba a Frank en los baños de un bar, con gente mirando. Había otras en las que la sodomizó en un parque al aire libre.

– ¿Pero que?

– Son mis hijas…

– Mejor, así todo queda en familia. Claudia, ¿Tu tienes algún problema? – La chica negó con la cabeza. – ¿Y tu, Ali?

– N-No…

– P-pero… – Balbuceaba Elena, pero Frank la levantó en vilo y la tiró abierta de patas en el sofá.

De un golpe le clavó toda la extensión de su miembro en el coño, arrancando un gemido de la rubia. Comenzó un duro mete-saca que consiguió llevar a la mujer al borde del orgasmo. Alicia giró la cabeza, pero no podía evitar mirar de reojo la violenta follada que estaba sufriendo su madre, veía como botaban sus tetas y como se escapaban de su boca los gemidos de placer.

– ¿No es esto lo que quieres? – Decía el negro.

– SSsssiii..mmmhhhh… – Elena ya había perdido toda noción de raciocinio, su cuerpo era puro éxtasis y pertenecía por completo a aquella pantera que la estaba follando.

– Diles a tus hijas lo que eres. Que sepan quien es su madre.

Elena dudó y Frank sacó su polla de golpe, dejando un vacío enorme en la madura mujer.

– Noooo – Protestó, moviendo sus caderas hacia el miembro de Frank.

– Dilo.

– Soy… Soy una puta. Soy la puta de Frank, soy su zorrAHh! – El chico volvió a meter el rabo de un empellón. Elena se mordía los labios de deseo.

– ¿Veis lo puta que es vuestra madre? Se derrite por una buena polla. Aunque lo que le gusta últimamente es otra cosa…

Frank se llevantó dejando nuevamente a la mujer vacía y ansiosa. Desde la posición en la que estaba Alicia, podía ver perfectamente el coño abierto de su madre.

– Últimamente vuestra madre se ha aficionado a follarse a Becky. Le gusta usarla para su propio placer, ¿Verdad? – Elena aparto la mirada. – Venga, Becky. Ponte en la posición que le gusta a Elena. – La chica obediente se tumbó boca arriba, estirada. – Vamos Elena, no seas tímida, si todo queda en familia.

La mujer se tragó sus sentimientos, sabia que si no hacía caso Frank no querría volver a verla, y estaba demasiado enganchada a el para permitirlo, estaba demasiado sometida a él. Total, era un paso más de todos los que había estado haciendo desde que empezó con el chico. Se levantó y se colocó a horcajadas sobre la cara de la chica, insertándose el consolador que llevaba como mordaza. Con la cara roja de vergüenza comenzó a montar la cara de la chica, primero dubitativa, después alentada por la excitación.

Alicia estaba a cien. La escena que ocurría ante sus ojos la estaba volviendo loca, la manera de actuar de su madre incluso ante sus hijas, la manera de usar a aquella chica sin importarle ella ni lo mas mínimo…

Una caricia la sacó de sus pensamientos, Frank se había situado junto a ella, con su enorme polla al lado de su cara. Alicia la agarró con una mano para dirigirla a su boca. La notó pegajosa. “Esta polla acaba de salir del coño de tu madre” se dijo a si misma. Un cosquilleo bajó desde su cabeza hasta su sexo sólo de pensarlo, primero olió, después probó, después devoró. Era extraño. Extraño y excitante. Era un sabor distinto al suyo y al de su hermana, pero a la vez era similar. Comenzó a lamer cada centímetro para recoger ese peculiar sabor, miró al chico a los ojos y después miró a su madre. Ésta la miraba fijamente, con una expresión mezcla de confusión y excitación. Entonces algo pasó entre ellas, una especie de click sonó en sus cabezas y se vieron la una reflejada en la otra. “Es tan zorra como yo” pensaron ambas, y eso les supuso una liberación y una aceptación de la situación en la que estaban enorme, sobre todo a Elena, que acababa de enterarse de todo. Justo en ese momento Elena de fijo en algo en lo que no había reparado. Su hija tenía un tatuaje igual al suyo, ¿Desde cuando…?

Pero algo interrumpió sus pensamientos porque, mientras eso sucedía, Claudia se había quitado la ropa y se había acercado a su madre. Sostuvo ligeramente las mejillas y besó suavemente sus labios.

– A partir de ahora todo irá mejor en casa, mamá. Cada una será quien realmente es.

Elena la miró a los ojos sin comprender, y observó como su hija alzaba la pierna sobre su cabeza, dejando el coño ante su cara. La mujer estaba paralizada, la situación era cada vez mas bizarra, Claudia, al ver la pasividad de su madre la obligó a enterrar la cabeza entre sus piernas. Tras unos segundos de sorpresa, la chica notó como su madre comenzó a mover la lengua, de manera lenta pero segura. El cosquilleo que le producía, unido al morbo de la situación llevaron a Claudia a un orgasmo casi instantáneo, empapando a Elena.

– ¡Que poco has aguantado! – Exclamó Frank. – Tu madre lleva un rato ya y no se a corrido aun, y tú no has durado más que unos segundos.

– Vamos a remediar eso. – Dijo Claudia, picada por las mofas del negro. No le gustaba que se rieran de ella. – Ven aquí, mamá.

Tiró del brazo levantándola, Elena se dejó hacer, sorprendida de la fuerza de su hija. Ésta la arrojó al suelo al lado de Frank y Alicia, apartó al chico de un empujón y lanzó a su hermana a las piernas de su madre.

– Vamos zorra, enseñale a mamá lo bien que se te da comer coños. – Alicia miraba a su hermana asustada. – ¡Vamos!

Sumisamente Alicia apartó la mirada y la dirigió a su madre durante unos segundos antes de enterrar la cabeza en el lugar por donde había nacido.

– P-Pero ¿Que? – Balbuceaba Elena tratando de detener a su hija.

Claudia se situó tras ella, le sujetó la mano y la tiró del pelo.

– Todos hemos visto lo putas que sois – dijo -, es hora de que jugueis juntas como buena madre e hija.

La mujer suspiró cuando Alicia comenzó a lamer, su lengua se movía con habilidad recorriendo con pausa cada rincón de su coño.

– La he enseñado bien, ¿Eh? – Decía Claudia. – Como podrás comprobar es toda una experta.

– ¿T-Tu?… – Elena intentaba hablar entre los espasmos de placer que le producía su hija. – ¿Vosotras?…

– Si. Nosotras. – Claudia se arrodilló al lado de su madre y comenzó a juguetear con sus pezones. – No te imaginas la de orgasmos que me ha dado mi hermanita mientras tu dormías plácidamente en la habitación de al lado. Le encanta ser tan zorra, igual que a ti. – Remarcó la última palabra con un pellizco que arrancó un gemido de su madre.

Frank se masturbaba lentamente viendo la escena, mientras que Becky seguía en la misma posición en la que la habían dejado. La respiración de Elena se aceleró e, inconscientemente llevó sus manos a la cabeza de Alicia, empujándola contra su coño. Alicia intensificó el ritmo, tenía la cara empapada del flujo de su madre y le costaba respirar, pero no estaba dispuesta a parar, notaba perfectamente las convulsiones que provocaba y quería llevarla hasta el final.

La mujer no tardó mucho en estallar en un poderoso orgasmo que la hizo gritar y revolverse en el sitio. Cerró los ojos, no quería que esa sensación acabase y tampoco enfrentarse a la realidad de lo que acababa de suceder.

– Que bonito espectáculo. – Dijo Frank. – Madre e hija demostrándose todo su amor pero, ¿No os olvidáis de algo?

El chico meneaba su enorme polla ante ellas, rápidamente las dos se situaron ante él, arrodillada la una a la otra y Frank comenzó a llevar su polla de la madre a la hija. Al principio reticentes, después completamente entregadas, lamían y chupaban el caramelo que tenían delante, se turnaban y se compenetraban para no molestarse y dar mas placer a su hombre.

No tardó mucho tiempo en derramar su semen en la cara de ambas, que lo recibieron gustosas con la boca abierta. Claudia estaba preparada para tomar una bonita fotografía familiar, con su madre y su hermana cubiertas de lefa.

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A partir de ese día nada fue igual. Las tres mujeres de la casa comenzaron a tener sexo asiduamente, Claudia era la dominante, Alicia la sumisa y Elena, dependiendo de con cual estuviese, una cosa o la otra. Rápidamente se instauró también esa cadena de mando para la vida habitual y no sólo para el sexo, así pues, Claudia disponía de su madre y su hermana a su antojo. Ellas hacían las tareas de la casa, las hacía disfrazarse, a veces de asistenta francesa, otras de colegialas, otras simplemente iban completamente desnudas…

Frank las visitaba casi todos los días y disfrutaba de ellas tanto como Claudia. La idea de los piercings en los pezones de Alicia le gustó, así que se los hizo también a Elena. Las hacía llevar una cadenita de oro enganchada a los aritos, o unos pequeños cascabeles que le gustaba hacer sonar mientras las sodomizaba…

Al tiempo acabó mudándose allí, y con él Becky. La chica era el escalafón mas bajo de la pequeña sociedad que habían montado, era poco mas que la mascota, no en vano siempre iba vestida como tal y, por supuesto, que no faltase su plug anal con forma de la cola del animal que correspondiese.

Elena asumió su papel con facilidad, así como la verdadera cara de sus hijas, sentía un especial afecto hacia Alicia, puesto que se veía reflejada en ella, aunque no dejaba pasar la posibilidad de castigarla cuando le tocaba dominar, en parte por que sentía un pequeño acceso de celos por Frank, para demostrar que ella estaba por delante.

Alicia acabó la universidad y comenzó a trabajar en un pequeño periódico local. Fuera de casa actuaba con normalidad pero nada mas entrar sabía cual era su rol. Todavía, muchas noches se masturbaba pensando en el momento en el que todo comenzó, la primera vez que vio a su madre y al negro.

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