Alicia pasó la tarde en casa sin ser capaz de mirar a su madre a la cara. Se fijó que caminaba con dificultad y, al sentarse, lo hacía con el máximo cuidado.

 
“No me extraña” pensó “Con el rabo que gasta Frank ha debido romperla por dentro…”
 
En cambio Claudia soltaba de vez en cuando algún comentario sarcástico sobre el estado de su madre, al parecer le había dicho que había sido haciendo yoga…
 
“Si, claro… La postura del perrito…”
 
Pero al parecer Claudia se lo había creído… Realmente no tenia motivos para no hacerlo.
 
Esa noche, mientras Alicia jugaba con Manolo, no podía dejar de pensar en lo que había visto por la mañana. Su madre había sufrido. Al menos al principio, por que después no había dudas de que lo había disfrutado. ¿Frank le pediría lo mismo a ella?
 
Se estremeció de arriba a abajo, se le puso la carne de gallina al imaginar aquella enorme polla forzando su culo, abriéndose paso por un lugar que nadie había tenido permiso a investigar y, aunque le daba pánico que eso sucediera, una parte de ella estaba deseando saber que se sentía. Extrajo el consolador empapado de su coño, separó y levantó sus piernas para abrirse paso y situó la punta sobre su ano. Cerró los ojos, respiró hondo y empujó suavemente. El consolador era grande y al vencer la resistencia inicial de su culo, se le escapó un gritito de dolor. Rápidamente se tapó la boca con una mano. Intentó introducirlo un poco más, despacito y con calma, pero era como si su culo se estuviese desgarrando al paso de Manolo.
 
Sacó el juguete de su culo e intentó calmarse. ¿Por que no podía? Si Frank quería… Si Frank intentaba… Sería imposible… La polla de Frank era más grande que el consolador, ¿Como había sido capaz su madre?
 
Lo intentó de nuevo embadurnando el consolador con un poco de crema hidratante que tenía en la mesilla, esperando que actuase de lubricante. Cambió de posición, se puso a cuatro patas y con el culo en pompa apuntó de nuevo a su ojete. Apretó los dientes cuando vio su culo forzado de nuevo, pero no paró esta vez, aguantando el dolor comenzó a introducir el juguete casi hasta la mitad, una vez había vencido la primera resistencia, el resto entraba con mas facilidad, aunque el dolor no disminuyó. Cuando notó que había introducido por completo el aparato, lo sacó y se quedó tendida en la cama. No quería moverse. Le dolía horrores, ¿Se suponía que tenia que disfrutar con eso?
 
“Tu madre ha disfrutado” Se dijo a si misma. 
 
Nuevamente la envidia y los celos la atacaron. Miró el consolador y vio que tenía algo de sangre. No era mucha, pero eso la convenció de no volver a intentar nada esa noche.
 
 
 
—————–
 
Al día siguiente, casi al final de la mañana mientras estaba en clase,  su móvil vibró  de nuevo. Era Frank otra vez. 
 
– Hola Ali. ¿Te gustó lo de ayer? 
 
– ¿Ahora que quieres? ¿Otra vez quieres que vuelva a ver como enculas a mi madre? 
 
– No, no,  no te preocupes por eso. Hoy no quería espectadores 😉 
 
A Alicia le llegó una foto. Miró alrededor por si alguien le prestaba atención y, notando un ligero cosquilleo en el coño,  la abrió. 
 
Se veía la espalda y el culo de su madre en primer plano.  Al parecer Frank estaba sentado en el sofá y Elena estaba sentándose sobre él, empalándose ella sola con la enorme polla del chico. 
 
– Eres un cerdo… ¿Por qué  nos haces esto? – La cara de la chica se había puesto roja. 
 
– ¿Que por qué? Como si no lo disfrutaseis… Ha sido tu madre la que me ha pedido repetir, parece que ayer le gustó mucho que la diera por el culo y creía que hoy lo podía hacer mejor aún. 
 
A la chica le daban ganas de tirar el móvil al suelo. 
 
– ¿Y que coño la has obligado a tatuarse? ¡A mi madre! 

 
– ¿Obligado? Yo no la he obligado a nada, es un pequeño símbolo que representa que es mi zorrita,  y que le encanta serlo. Ahora estábamos planteandonos  que tal sería anillarle los pezones. Está  encantada con la idea… 
 
– ¡Deja a mi madre en paz! 
 
– ¿Tienes celos de ella? ¿Te habría gustado que ayer fuese tu culito el que hubiese estrenado? No te preocupes ricura, tendremos tiempo para todo… 
 
La chica recordó cómo la noche anterior había insertado a Manolo en su culo…  Solo por…  Solo por ver que se sentía… Por si acaso en algún momento ella lo hacía… No lo había hecho para prepararse para Frank,  o eso quería pensar… Aunque no quería admitirlo,  si que había comparado el tamaño del juguete con el de la polla del chico.
 
– Tengo ganas de ver si tu culo tiene tanta hambre cómo el de tu madre… – Seguía escribiendo el chico. 
 
– ¡Señorita Alicia! – Se escuchó a voz en grito. Era el profesor. – ¿Sería tan amable de leer eso tan interesante que tiene en su móvil? 
 
– ¿Q-qué…? ¡No! – Toda la clase la miraba ahora. 
 
– Así todos podremos saber que tiene ahí que es más importante que el temario que estoy explicando. – Alicia guardó el móvil rápidamente en el bolsillo, negando con la cabeza. – Por favor, deme el móvil y continuemos con la clase. Al final de la hora se lo devolveré después de tener una charla con usted. 
 
– N-No…  No le voy a dar mi móvil. 
 
– Entonces haga el favor de irse de la clase y dejar de molestar. 
 
Alicia recogió sus cosas y salió, roja de la vergüenza. 
 
– ¡Imbécil! – Escribió al chico. – Por tu culpa me han echado de clase. 
 
– Yo no he hecho nada, pero gracias a eso tienes algo de tiempo libre… ¿Que te parece si pasamos un buen rato?
 
Alicia se dio cuenta de que aunque no quería admitirlo, aunque le asqueaba lo que ese chico estaba haciendo con su madre y con ella, en el fondo lo estaba deseando. La sola idea de dejarse poseer por Frank la comenzó a excitar. 
 
– Pero antes quiero saber si has sido una buena zorrita. No quiero perder el tiempo. 
 
Alicia sabia perfectamente a lo que se refería, después de las dos últimas veces,  esta vez si se había puesto tanga. 
 
– Hoy si. – Contestó de manera escueta. 
 
– ¿Hoy si, qué? 
 
– Hoy si que me he puesto tanga. – Estaba deseando que se la tragara la tierra. 
 
– Así me gusta, que vayas aprendiendo. Pero no me fío. Mandame una foto. 
 
– ¿Cómo? 
 
– ¿No sabes leer? Mandame una foto tuya en la que vea que llevas tanga. Si no, ni te molestes en venir por aquí. 
 
– ¿Estás loco? 
 
Frank no volvió a contestar. Le daba igual, no pensaba hacerlo. 
 
Se dirigió al servicio a lavarse un poco la cara y se quedó mirándose en el espejo. 
 
“¿A quien quieres engañar? Sabes perfectamente que lo vas a hacer…” 
 
Debía estar volviéndose loca, ese chico ejercía una fuerte influencia sobre ella. Miró a los lados para asegurarse de estar sola, bajó sus shorts negros hasta la mitad del muslo y, dándose la vuelta para que se le viera el culo a través del espejo, se sacó una foto. 
 
– ¡Oh! ¡Perdona! No sabía que… 
 
Una chica había entrado en el baño y salió de allí azorada, al ver la tarea de Alicia. Ésta rápidamente subió sus pantalones de nuevo y salió de allí. Cuando estuvo fuera del edificio envió  la foto. 
 
– Buena chica. – Contestó Frank. – Ahora ven a mi casa, que tienes la comida preparada. 
 
Recibió una foto de la enorme polla de Frank a continuación. Estaba completamente empalmada, apuntando al cielo. Su entrepierna se humedeció aún más. 

Había aparcado en el fondo del parking, que ahora estaba lleno de coches pero no había nadie. Nadie excepto una oportuna chica apoyada en la puerta de su coche, fumando. 

 
– Perdona, – Dijo Alicia, impaciente. – ¿Me permites? 
 
La chica del coche la miró con desdén mientras echaba el humo del cigarro hacia su cara. 
 
– Hola, ¿Eres Alicia? – Preguntó mientras la examinaba de arriba a abajo. 
 
Alicia no la conocía. Era una chica guapísima, alta y delgada, ¿Era de su facultad? No recordaba haberla visto… Tenía el pelo largo y liso cayendo sobre sus hombros, una nariz respingona y rodeada de pequeñas pecas que la daban una apariencia algo aniñada. Llevaba una camisa que dejaba entrever unas tetas no demasiado grandes y unos vaqueros de pitillo que realzaban su culo y sus piernas. Unas cuñas de 10 centímetros hacían que esto ultimo destacase todavía más.
 
– Si… Soy Alicia… ¿Quien eres tu?
 
La chica sonrió, echó el cigarro al suelo y lo apagó, separándose del coche y acercándose a Alicia.
 
– Encantada de conocerte. Yo soy Rebeca.
 
Acompañó su nombre de una fuerte bofetada que hizo perder el equilibrio a Alicia.
 
“¿Rebeca la exnovia de Gonzalo?”
 
Sin darle tiempo a reaccionar Rebecca se tiró encima suya y comenzó a golpearla, gritandola.
 
– ¡Eres una zorra! ¡Te has tirado a mi novio! ¡Te voy a matar, puta!
 
Alicia a duras penas podía defenderse, la sorpresa le había dado demasiada ventaja a su contrincante, y además, Alicia no es que se hubiese pegado muchas veces en su vida…
 
– ¡D-Dejame! ¡Te lo puedo explicar!
 
– ¡Me ha dejado! ¡Por tu culpa me ha dejado! ¡Me las vas a pagar!
 
Los golpes llovían sobre la cara de Alicia. ¿Como  esa chica tan delgada podía tener tanta fuerza? Se limitó a intentar cubrirse la cara para evitar mas golpes, y entonces alguien gritó a lo lejos.
 
– ¡Eh! ¿Que está pasando ahí?
 
Rebeca paró de golpear y levantó la cabeza.
 
– Como vuelva a ver que te acercas a Gonzalo, lo de hoy te va a parecer un juego de niños.
 
Y diciendo eso salió corriendo.
 
Alicia fue vagamente consciente de que el que había gritado llegaba a su lado y pedía una ambulancia. Después cayó inconsciente.
 
———-
 
Cuando despertó, estaba en una cama de hospital. Frank estaba sentado en un pequeño sofá a un lado de la cama, al sentir que la chica se movía se levantó rápidamente.
 
– ¡Alicia! ¿Que ha pasado? – Nunca le había visto así, estaba compungido y mostraba abiertamente su preocupación. – ¿Me oyes? ¿Te encuentras bien?
 
– Eh… Creo que si… – La chica hizo una mueca de dolor al incorporarse. – ¿Estas tu sólo?
 
– Si. Tu madre se quedó toda la noche, le dije que se fuera a descansar. Ahora en un poco viene tu hermana. El chico que llamó a la ambulancia dijo que había una chica dándote una paliza… ¿Que pasó?
 
– Si… Era… Era Rebeca… La ex novia de Gonzalo. – Apuntilló al ver que el chico no tenía ni idea de quién hablaba. – Decía que por mi culpa le había dejado.. Y yo… Yo…
 
Alicia rompió a llorar y Frank la acogió entre sus brazos.
 
– Sshhh, tranquila – Susurró a su oído. – Ya ha acabado todo. Sólo te tienes que preocupar de recuperarte rápido, ¿Eh? – La chica nunca había visto ese lado tierno de Frank, y era… reconfortante. – Voy a ocuparme de todo. – Estaba completamente serio y no había sombra de duda o burla en sus palabras.
 
Mientras hablaba llegó Claudia.
– ¿Por fin te has despertado? ¡Todos aquí preocupados por ti y tu durmiendo! Anda que…
 
Claudia dio un cariñoso achuchón a su hermana, hacía mucho tiempo que no se daban una muestra de cariño tan evidente. “Debía haber estado muy preocupada por mí.” Pensó Alicia.
 
– Puedes ir a descansar Frank, ya me quedo yo con ella. 
 
El chico echó una última mirada a las dos jóvenes y se fue dejándolas a solas.
 
– Gracias por venir, hermanita.
 
– No digas tonterías, ¿Quien más te iba a aguantar a parte de mí? – Alicia sonrió a su hermana. – Y que… ¿Que pasó? ¿Por qué alguien querría hacerte esto? No te han robado nada…
 
Alicia tragó saliva y le contó todo lo que había pasado con Gonzalo y cómo éste había dejado a su novia por ella. Omitió todo lo relacionado con Frank y, por supuesto, con su madre.
 
—————-
 
Claudia despertó en su cama bastante cansada, hacia dos días que su hermana había despertado y desde que estaba ingresada había dormido bastante poco. Por suerte no había tenido ninguna lesión grave y sólo querían mantenerla en observacion, por si acaso.
 
Cuando apartó las sábanas cayó al suelo el consolador con el que había estado masturbándose la noche anterior. Una sonrisa apareció en sus labios al pensar en lo que estaba a punto de hacer, desde que había empezado a pensar en ello vivía en un estado de excitación constante.
 
“Ahora solo falta que me avise Frank” Pensó.
 
El chico había estado durmiendo en su casa desde que su hermana estaba ingresada, para que ella o su madre no estuviesen solas en casa. Pero hacía un tiempo que había salido.
 
Como si estuviese programado y no fuese casualidad, su móvil sonó. Era un mensaje de Frank.
 
– El conejo ha entrado en la madriguera.
 
La sonrisa de Claudia se hizo mas pronunciada aún.
 
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