El poder es como una droga, cuando uno tiene lo que desea en el momento en que lo desea, la perspectiva con la que vemos el mundo, da un giro de 180 grados, y esto fue lo que me pasó después de que obtuve el poder de controlar las mentes de las personas.

Si ustedes leyeron mi anterior relato, seguramente ya saben acerca de la magia del caos, y de las posibilidades que me brindó el practicarla, obviamente seguí sigilizando algunas cosas, pero con mi nuevo poder había cosas que eran más fáciles de conseguir, había deseos que no necesitaban tiempo para cumplirse.

Después que se marchó Estela, me volví a acostar y me quedé dormido. Al despertar por la mañana, tuve mucha hambre, pero para mi sorpresa no tenía nada en mi alacena, con tanto estudio olvidé que debía comprar comida. Revisé mi cartera para ir a comprar algo al supermercado y estaba vacía, me había gastado todo mi efectivo.

Pensé que quizá tendría algo en mi cuenta, así que me bañé, me vestí y salí rumbo al cajero automático, la verdad en ese momento, todo parecía normal, no me sentía extraño, y de hecho no tenía presente lo que había pasado el día anterior con Estela lo que me preocupaba era desayunar. Llegué al cajero, y para mi sorpresa solo tenía 7 pesos en mi cuenta, me había acabado todo mi dinero, y aun faltaban varios días para que me volvieran a depositar la beca.

Realmente me sentí mal en aquel momento. ¿Cómo iba a comer? Pensando en mis problemas, me fui a caminar por una de las calles más transitadas de la ciudad, por ella hay muchos restaurantes, bares y cafés, mientras veía por las vidrieras todo se me antojaba y me daba más hambre. Y fue cuando vinieron a mi mente los sucesos de la noche anterior y de lo qué pasó con Estela. Así que era momento de comprobar si aún tenía mi poder de controlar las mentes.

Me senté en una banca y comencé a observar a la gente que caminaba, les inspeccionaba, buscaba detalles. Hasta que vi a una mujer guapa, de algunos 40 años, muy elegante y bien vestida, obviamente tenía una posición socioeconómica alta. Mentalmente le ordené:

-Tropiézate, pierde el equilibrio y cae al piso.

Y pasó, aun tenía el poder, ella se tropezó y cayó al piso. Yo corrí hacia ella y la levanté, mientras que con la mente le ordené:

-Confía en mi, y dame las gracias invitándome a desayunar a un buen restaurante.

-Joven hay que tonta soy, muchas gracias –dijo ella-.

-No se preocupe, ¿se encuentra usted bien? ¿Se ha hecho daño?

-Estoy bien, solo que me tropecé con los tacones y perdí el equilibrio.

-A todos nos pasa, bueno, perder el equilibrio, pues no todos usamos tacones.

-Ay joven, déjeme agradecerle.

– No se moleste.

-En serio, déjeme invitarle a desayunar.

– Bueno si insiste.

Fuimos a un restaurante que quedaba a una calle de ahí. La verdad yo me moría de hambre y pedí un desayuno completo a la mexicana, ella solo pidió fruta y yogurt. Mientras desayunábamos conversamos acerca de nuestras respectivas vidas, obviamente con mis poderes hice que ella se sincerara más de lo que comúnmente lo haría en una situación normal. Se llamaba Martha, y estaba casada con un rico empresario de la ciudad, aunque aparentaba unos 40 años, realmente tenía 50. En verdad estaba muy bien conservada, y era muy bella, tenía el cabello teñido de castaño claro, sus ojos eran verdes, unas apenas perceptibles arrugas se dibujaban en su rostro. Tenía un buen cuerpo para su edad, y una sensualidad que solo ciertas mujeres poseen a esa edad, o más bien diría que por esa edad.

Ella llevaba un traje tipo ejecutivo con tonos negros y blancos, pero un collar de oro y perla, así como una pulsera y aretes a tono le daban un toque muy femenino y elegante. De cuerpo no estaba nada mal, bueno de hecho era muy atractiva, tenía pechos grandes que no se distinguían muy bien por la chaqueta, pero su cadera ancha y su trasero redondo y bien ejercitado se marcaba por la falda que traía puesta, de piernas bien torneadas y cubiertas con medias, remarcaban su buen gusto para vestir rematados con unos zapatos de diseñador a tono.

Martha era muy agradable al momento de conversar. Hablamos de todo un poco, pero después de verla detenidamente, nació en mi un interés en mi que iba mas allá de los meros formalismos. Quería ver que tan potente era mi poder, así que le ordené mentalmente:

-Martha, en éste momento comienza a acariciar mi pene por debajo de la mesa sin darte cuenta.

Y como si todo estuviera normal, ella seguía conversando, mientras su mano se dirigió a mi entrepierna y comenzó a acariciarme el pene por encima del pantalón. Entonces le dije mentalmente:

-Martha sin darte cuenta desabotonate la blusa y déjame ver tus pechos.

Y ahí en el restaurante, ella estaba con la blusa desabotonada, y masajeandome el pene por debajo de la mesa. Era una escena muy graciosa, pero la verdad me estaba poniendo muy caliente, así que le ordené que se volviera a abotonar la blusa y que pagara la cuenta, era hora de pasar a juegos un tanto más íntimos. Le ordené que se ofreciera a llevarme a mi casa. Así que abordamos un taxi. Con Estela tuve cierta consideración , pues es una persona que conozco y a la que aprecio mucho, pero Martha era prácticamente una desconocida mi trato no iba a ser tan condescendiente.

Al llegar a mi apartamento ella mostró la intención de despedirse y no bajarse del taxi, así que le ordené mentalmente:

-Paga el taxi y baja.

Ella mostró en su rostro cierto sentimiento de no saber que estaba pasando, pero lo hizo, pagó y bajó del taxi. Así que esta vez sin juegos, le ordené que me siguiera dentro del apartamento, y ella desconcertada me siguió.

Ya dentro comencé a decirle:

-Bueno Martha, seguro te estarás preguntando cómo es que has parado aquí. Bueno, creo que mereces saber la verdad, puesto que voy a cambiar tu vida. Verás, acabo de adquirir un gran poder, el poder de controlar las mentes y las acciones de las personas, por eso es que bajaste del taxi, cuando era evidente que ya querías marcharte, por eso me seguiste hasta aquí.

Mientras yo decía esto en su rostro se iba dibujando el miedo, así que le ordené que no fuera a gritar y si quería hablar que lo hiciera en voz baja, que no intentara huir. Yo tomé asiento en la cama y ella me dijo:

-¿Por qué me haces esto?

-Por pura casualidad Martha, por pura casualidad, hoy necesitaba que alguien me invitara a desayunar y ahí apareciste tú. Al principio solo te use para mitigar mi hambre, pero al pasar ese tiempo contigo, la verdad, me dio hambre de otro tipo de cosas.

-¿Qué me vas a hacer?-dijo ella con un tono de temor en su voz-.

-Pues no lo se aún, pero si estás ansiosa por saberlo, ¿por qué no comenzamos? Primero que nada, quítate la ropa, pero hazlo lentamente, ¿sabes? De forma seductora.

Con el miedo en su rostro, ella fue quitándose primero su chaqueta, y desabotonandose la blusa, mientras hacia esto una lagrima comenzó a rodar por su mejilla y yo le dije:

-No, no, por favor Martha sin llorar, tienes prohibido llorar o quejarte, entre más te metas en tu papel, mejor va a ser esto, tanto para ti como para mi, así que sonríe y haz lo que te ordeno con convicción.

Ella se limpio las lagrimas y siguió desabotonando su blusa, dejando semi-descubiertos sus pechos dentro del brassier que les cubrían, mientras lo hacía comenzó a mover su cuerpo de forma sensual, como si bailase, se notaba la experiencia seductora de Martha, y como comenzaba a mostrar sus armas de batalla y de seducción. Con unos movimientos sensuales de cadera, comenzó a bajar su falda, hasta dejar sus pantaletas en exhibición, mientras que con la mente comencé a ordenarle:

-Martha lo estás disfrutado, realmente te está gustando hacer esto, te entregas por completo a este rol de ser mi puta, de darme un espectáculo digno de ti, así que entra en tu papel y goza el momento, asume lo que eres en este momento y dedícate a ser mi esclava obediente y complaciente.

En ese momento ella se giró y me dio la espalda mientras su baile iba subiendo el nivel de sensualidad en sus movimientos, y aun que su cuerpo ya no era el de una colegiala, quedaba mitigada la carencia en la maestría seductora de la experiencia. El vaivén de sus caderas resaltaba la belleza de sus nalgas, había una bella simetría en sus formas a las que muchas seguro envidiarían, quizá era fruto de la genética, quizá fruto del ejercicio, pero lo que era evidente es que en su baile había fuego. Mientras ella continuaba bailando y asumiendo la dinámica del juego del que era presa, desabrochó su sostén y lo dejó caer y se volteó de nuevo hacia mi, dejándome ver en exhibición sin censura su par de grandes pechos, un par de frutos ya maduros pero no por eso menos bellos, obviamente Martha siempre ha guardado un especial cuidado de su imagen, y aquel par de melones, aun conservaban cierta dignidad enaltecida ante el paso del tiempo. Martha se acercaba hacia mi, y aún que en su mirada pude detectar cierta inconformidad con lo que hacía, el lenguaje de su cuerpo era otro, el cual estaba entregado a mi disfrute y también disfrutaba de tal acto.

Ella caminó hacia mi con sus pechos en reacción marcando el ritmo de sus pasos, y al pararse solo a unos metros frente a mi, volvió a darme la espalda para seguir con su baile, un movimiento de caderas, ya esta vez, cerca de mi, frotaba su culo sobre mis piernas y el bulto de mis genitales, dándome un masaje que hizo que mi verga se pusiera erecta al instante. No cabe duda que en Martha había encontrado una experta.

Mientras el movimiento de sus caderas sobre mi ropa me iba poniendo muy caliente, ella tomó las orillas de su pantaleta y comenzó a bajarlas al ritmo de su baile, mientras me dejaba ver aquel monumento a la feminidad que escondía bajo su ropa interior, se agachó por completo para terminar de sacarse sus pantaletas y me dejo ver aquella bella flor que entre sus piernas emergió, con algo de vello estéticamente depilado para dar un aspecto agradable. No cabía duda que Martha era a sus 50 años un tesoro escondido que ahora me iba a dar el gusto de disfrutar.

Martha se volteo cara a mi, y antes de que yo le ordenara algo ella se lanzó sobre mi, poniéndome sus enormes pechos en la cara, y dándome un apasionado beso en la boca.

Al mirarla de nuevo a los ojos pude ver no ya a la Martha obligada, sino a la Martha convencida y entregada al momento, no se que tan reprimidos haya tenido sus deseos, pero en aquel momento Martha era un desfogue de sensualidad y pasión, me desabotono la camisa y fue dejándome su labial carmesí por el pecho, mientras sentada sobre mis piernas continuaba meneando sus caderas y poniendo a mi pene más y mas tieso.

Sus uñas largas y arregladas iban con el recorrer de sus manos por mi cuerpo, bajando hasta mi pantalón, el cual desabrochó, para sacar mi dura verga al exterior.

Sin quitar su mirada de mis ojos, ella fue retrocediendo, mientras bajaba mi pantalón y mi ropa interior, hasta que tuvo frente a su cara mi pene, el cual primeramente besó un par de veces, para después recorrerlo con su lengua varias veces más, al final comenzó a introducirlo por completo en su boca hasta su garganta, y su conocimiento de las artes amatorias fue evidenciándose más, dándome una de las mejores felaciones que hasta el momento me habían dado.

Martha me estaba prácticamente consumiendo, se le veía entregada en su tarea, incluso sin que yo le ordenase cosas, y lo mejor de todo parecía disfrutarlo. Obviamente de seguir así iba a hacer que me viniera en seguida, así que le ordené que se detuviese. Y la tumbe sobre la cama, y sin ordenárselo, ella misma fue abriendo sus piernas, hasta mostrarme su vagina lista, a la vez que ella le dedeaba con una mano, mientras con la otra se masajeaba uno de sus pezones.

En ese momento le pregunté:

-Martha lo estas disfrutando.

-Si –respondió-.

-¿Ahora que quieres Martha?

-Que sigas.

-¿Que siga con qué?

-Fóllame

-¿No te escuché, Martha, qué quieres?

-Quiero que me folles.

-Pídemelo.

-¡Cógeme!

-Ruégame, quiero escuchar cómo eres tú la que ruegas por sexo.

-Cógeme, fóllame, por favor, quiero que me cojas –comenzó a gritar ella, ya un tanto desesperada y ansiosa, mientras masajeaba su vagina con sus dedos-.

Aunque todo esto había comenzado por mi manipulación, esto había desencadenado que el deseo de Martha saliera a flote, se sentía sinceridad en su ruego. Yo, iba pues, a darle gusto. Acerque mi boca hasta sus pechos los cuales comencé a lamer y chupar, a la vez iba colocando mi parada verga en la puerta de su vagina, pero cual fue mi sorpresa, cuando fue ella misma la que lanzó su cadera hacia adelante, haciendo que mi verga entrara hasta lo más profundo de su húmeda flor. Aquel tesón realmente me puso muy caliente, Martha estaba decidida a que aquello fuese intenso, así que no me contuve y comencé con embestidas fuertes, mientras ella comenzó a mirarme a los ojos, dejándome en claro que lo estaba disfrutando y su total entrega a mi. En ese momento le dije mentalmente:

-Martha saciate, haz aquello de lo que tienes ganas.

Martha en ese momento puso sus manos en mis hombros, y me dio la vuelta, tumbándome de espaldas a la cama, quedando ella en la posición de la amazona, y comenzó a tomar el control del ritmo, moviendo sus caderas de una manera frenética, pero a la vez de forma muy placentera, mientras seguía dando sus sentones rítmicos sobre mi pene, fue bajando su rostro hasta comenzar a besar mi cuello, y encajar suavemente sus uñas en mi pecho, después en mis hombros, alternando los tenues aruñones con caricias suaves.

Martha era fuego, realmente aquello era fantástico, y antes de que pudiera ordenarle que bajara el ritmo, o que cambiásemos de posición para alargar el primer acto, no pude resistir y me vine, soltando un chorro de semen dentro de ella, acompañado de uno de los orgasmos mas fuertes que había sentido hasta el momento, en aquel momento, antes de dejar mi mente en blanco por el placer, le ordené que tuviese el orgasmo mas fuerte de su vida. En ese momento el rítmico baile que tenía sobre mi verga se interrumpió por una serie de espasmos que comenzaron a recorrerle todo el cuerpo, mientras iba bajando la velocidad a su vaivén, y un liquido blanquecino salía a chorros de su vagina y nos bañaba a ambos de sus jugos. Y en aquel trance post coital ambos caímos cansados, yo tirado en la cama y ella acostada sobre mi, con su cabeza recargada en mi pecho. El silencio se hizo presente por algunos minutos, hasta que Martha habló:

-Tenía años sin sexo, y casi una década de no hacerlo con mi marido, de un tiempo para acá él se ha centrado más y más en sus negocios, y aunque nunca ha dejado de cubrir sus otras obligaciones en casa, si me ha descuidado a mi, se que en un inicio me forzaste a esto, en esté momento estoy muy confundida, no se si odiarte por lo que me has obligado a hacer o agradecerte por esto.

Guardé silencio por un momento y después dije:

-Martha tu marido se lo pierde, y después de lo que has demostrado el día de hoy, no creas que te librarás tan fácil de mi, descuida que tendrás acción mas seguido, desde ahora y para siempre serás mi puta, serás mi esclava y te gustará, tu me entregarás tu cuerpo, tu voluntad y tu obediencia, y yo en cambio te haré sentir placer, te haré sentir de nuevo querida, útil, bella, valiosa, desde ahora eres mi sierva fiel, y yo tu amo, no te negarás a nada que te pida u ordene, y en cambio recibirás sentimientos de plenitud, una autorealización nueva a mi servicio. Martha desde hoy eres una mujer nueva, entregada en cuerpo y alma a mi, no vuelvas a sentirte triste, que yo soy tu alegría, no vuelvas a sentirte vacía que yo ya te he llenado de mi, olvida tus antiguos prejuicios, olvida tu antigua moral, ahora el único bien que existe para ti es obedecerme, ahora tu única felicidad es servirme. Martha para ti este es un nuevo comienzo.

Mientras yo decía esto en el rostro de Martha había un cambio, podía ver en sus ojos verdes como se iba reprogramando en lo más profundo de su ser toda su persona. Y aquella mujer de cincuenta años cerró sus ojos y cual si fuera una infante se abrazó a mi fuertemente. Después volvió su rostro hacia mi y pude ver en sus ojos una mirada totalmente nueva, una mirada de devoción, una mirada que me abría la totalidad de su alma a mi voluntad. En ese momento, mis fuerzas habían regresado y volvimos a tener sexo, un par de veces más.

Después de saciar totalmente las ganas, vi mi reloj eran casi las 2:30 pm., ya era tarde y a las 4.00 pm. tenía clases, así que le ordené a Martha que se vistiera y arreglara, y que esta noche me invitara a cenar a su casa con toda su familia, que dijera que yo era un viejo amigo. Yo ya estaba haciendo planes para su marido, pues el futuro no solo iba a depender de follar desconocidas, había que forjar también otro tipo de empresas.

Despedí a Martha en la puerta de mi casa, no sin antes pedirle que me dejara efectivo y que me diera la dirección de su residencia. Ella tomó un taxi, y fue a su casa, yo me di un baño y me fui a la universidad.

Sin embargo en mi mente, los planes se iban haciendo cada vez más ambiciosos e iba perfilando como podía sacar el mayor provecho de mi don, para saciar mi necesidad de alimentar mi ego y de medir mis limites.

Si deseas ver que mas pasa con mis dones y los usos que les daré, puedes revisar mi siguiente relato.

Teo Bosh

Continuará…

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teobosh.relatos@gmail.com

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