Beatriz se despertó el domingo de madrugada. Tener que presentar las noticias los fines de semana a las 8 de la mañana tenía ese inconveniente. Se levantó, medio somnolienta, y al momento se acordó de todo lo que había pasado en el plató de televisión y el camerino el día anterior.
El micrófono inalámbrico estaba en la mesilla de noche.
La sensación de vergüenza vino con toda la crudeza. Su compañera se había dado cuenta que lo había utilizado como un consolador. Y seguro que el rumor se iría extendiendo rápidamente entre sus compañeras y el personal del estudio. Sí, aquel juego que había empezado con Alex, su dominante admirador secreto, se le iba de las manos. Y a pesar de todo, de la vergüenza pasada, de la ansiedad que le provocaba pensar que tenía que ir a trabajar bajo la mirada incrédula de sus compañeros, todavía recordaba lo excitada que había estado obedeciendo a Alex, siendo exhibida como mercancía, y como gracias a ese micrófono había tenido en mejor orgasmo en mucho tiempo.
 No lo podía evitar, aquel juego tan peligroso la ponía completamente cachonda, y hoy seguramente montaría otro numerito subido de tono. Deseaba chatear con Alex, para que le fuese ordenando que ponerse, que hacer, y que la exhibieran como una golfa en directo, ante miles de ojos que la estarían esperando en las teles de sus casas.
Se conectó al chat, pero para su desilusión, Alex no estaba conectado. Sin embargo, se metió en varios foros sobre mujeres guapas y presentadoras, a ver que comentarios había provocado el salir primero con el body escotado, y luego sin el sujetador.
Los comentarios eran tremendos.
“Como estaba de calentorra Beatriz hoy. Menudas tetas, y para que las viéramos bien, luego se quitó el sujetador”
“Es que está pidiendo a gritos una buena polla…yo me ofrezco de voluntario”.
 “Si se llega a mover un poco más, se le hubiese salido los pezones del escote…que lástima, nos quedamos sin verlos.  Aunque es casi lo único que no se le vio”
“Seguro que además del sujetador, también se quitó las bragas. Que pena que no la veamos de cintura para abajo”
Beatriz empezó a excitarse con lo que leía, y cuando más borde, mejor. Era tan delicioso sentirse tratada como un objeto de deseo, nada más que un objeto, por todos aquellos hombres. Sentirse como un cuerpo bonito destinado sólo para el placer.
Miró también las capturas de pantallas colgadas en el foro. Realmente estaba seductora y atrevida con aquel body pegado como una segunda piel que dejaba poco para la imaginación, con el sujetador negro debajo. Pero en las otras fotos, sin el sujetador,  ya no era atrevida, era claramente indecente. Sus pechos se mostraban casi al natural, con aquel poco de tela que prácticamente no ocultaba nada. Sus pezones casi estaban fuera,  empujando la tela con fuerza, como cimas de volcanes. No era de extrañar los comentarios, porque parecía realmente una hembra en celo.
Puso uno de los videos colgados, y desde que luego que era espectacular. Se movía ligeramente hacia delante y atrás, mientras daba las noticias, jugando nerviosamente con el bolígrafo en una mano, y cada vez que se movía hacia delante y juntaba los brazos, una pequeña parte de la aureola de sus pezones duros se asomaba por aquel escote que tapaba tan poquito.

 Aquello era más de lo que ella había creído enseñar. ¿Que pensarían de ellas sus espectadores, cuantos habrían quedado hipnotizados viéndola enseñando tanta carne? Se estremeció de placer, pensando incluso cuantos la habrían  grabado, para verla una y otra vez. Algunos incluso se estarían masturbando con lo que habían visto…no lo podía evitar, todos aquellos pensamientos la excitaban más y mas.
Se vistió muy sexy, con un tanga rojo, de encaje, y una minifalda blanca tan corta que hacía tiempo que no se ponía de lo atrevida que era. Tenía ganas de exhibirse al máximo, no lo podía evitar. ¿Qué sujetador ponerse? Su mente calenturienta repasó mentalmente su colección de sujetadores. Sí, tenía uno que era completamente pornográfico, más propio de una puta en busca de clientes que otra cosa. Lo había comprado en un impulso cuando lo vio, pero luego no se había atrevido a ponérselo nunca.
Fue al armario y lo cogió.
Era también de encaje rojo, pero lo que lo hacía tan indecente es que realmente solo tenía dos medias copas, que simplemente sostenía los pechos por abajo. Los pezones con sus aureolas, y la totalidad de los pechos quedaban al aire, completamente expuestos, sin tapar. La única función del sujetador era apretar los pechos desnudos hacia arriba, haciéndolos más bonitos, sin ocultar nada. Aquello era lo más atrevido que se  había puesto nunca…la vagina chorreaba con solo la idea de ponérselo y en las situaciones comprometidas en las que podría meter. No dudó ni un segundo más, aquella era la ocasión perfecta, para que la viera su admirador. Se lo puso, y luego se colocó un top rojo encima, sintiendo sus pezones endureciéndose contra la tela. Se miró en el espejo. Estaba para hacer perder la cabeza a cualquier hombre que la viera. Realmente iba a juego, porque la tela blanca de la minifalda deja además entrever la tonalidad rojiza del tanga.
Ya tan temprano, pensó, y me arde el coño de gusto y de deseo. Este Alex sabía como excitar a una mujer como ella. Se moría de ganas de que se la follaran a conciencia.
Se puso unos zapatos de tacón y cogió su bolso. Guardó dentro el micrófono, dándole vueltas en la cabeza como se lo devolvería a su compañera y que le diría. Además, metió dentro uno de sus consoladores favoritos, un soberbio cilindro de acero suave y superficie estriada, de cuatro centímetros de grosor y veinte centímetros de largo, con un mango estrecho, para que su vagina se cerrará bien entorno a él y quedara bien inmovilizado dentro de ella, y un botón para que vibrara y le mandara oleadas de placer. Hoy sí iba preparada para cualquier cosa.
Cuando llegó al estudio de televisión, todo estaba en marcha como siempre. El guarda de seguridad y el personal por los pasillos la saludaron con una sonrisa, quizás más amable y marcada que normalmente. Ella saludó y devolvió las sonrisas, pensando nerviosamente que todos habían visto como había dado las noticias el otro día, e incluso el rumor del micrófono podría estar circulando ya por ahí. No ayudaba nada en desmentirlo lo descaradamente vestida que iba hoy por la mañana. Notaba como los hombres la miraban con deseo, como se clavaban aquellos ojos en sus piernas, en su culo, en sus pechos, cómo la desnudaban con la mirada, con ganas de meterle mano… le encantaba aquella sensación. Y todo gracias a Alex. La poca tela del tanga rojo estaba ya encharcada.
Entró en su camerino. Su compañera todavía no había llegado, así que puso el micrófono en su sitio, para que ella lo encontrara con facilidad. Todavía no quería pensar en que le diría ella luego. Mejor no pensarlo siquiera.
Estaba todavía sola, y se dispuso a encender su ordenador portátil. Se moría de ganas de hablar con Alex, de escandalizarse con lo que le pidiera ponerse, de pensar en la locura de todo aquello, de entregarse para ser exhibida como carnaza,…y la sensación maravillosa de hormigueo corriendo por su cuerpo al hacerlo, el placer de entregarse para que aquel hombre la mangoneara. Encendió y el ordenador, y se conectó al chat.
Estaba tan pendiente de aquello, que no se dio que había una pequeña caja de cartón en su mesa. Un paquete de correo urgente, más bien pequeño. Lo miró con curiosidad. Iba a su nombre, no había duda. Pero en el remitente ponía sólo Alex. El corazón se le aceleró y la adrenalina empezó a correr libre por su cuerpo.
Se moría de ganas de abrirlo, pero pensó que tendría que esperar a que él le diera permiso. En condiciones normales lo habría abierto sin dudar, pero si Alex decidía que ropa tenía que ponerse, también tendría que esperar instrucciones respecto al paquete. Si, estaba empezando a pensar como una sumisa obediente, a seguir entregando su voluntad y sus acciones a aquel hombre que no había visto nunca. Le encantaba.
Alex todavía no estaba conectado al chat. La estaba haciendo sufrir impacientemente…y aquello también era un dulce tormento.

Apenas unos momentos después entró  su maquilladora.
– Buenos días, Beatriz, estás todavía más preciosa que ayer…Te mereces que te ponga a tono con lo seductora  que vas.
En unos minutos tenía su pelo corto y rubio perfectamente peinado, con el rimel puesto haciéndoles unos ojos preciosos y penetrantes, resaltando el azul de su mirada. Ella no dejaba de mirar  todo el tiempo el paquete sobre la mesa, muriéndose de ganas de saber que había dentro, pero al mismo tiempo sufriendo por si había algo que la pusiera en una situación más comprometida que la de ayer.
– ¿De que color te pinto los labios?- se preguntó la maquilladora- Creo que lo que te quedaría bien hoy es un rojo pasión…
Cuando acabó, Beatriz parecía la encarnación del deseo.
– Ufff, estás adorable, parece más que vas a una cita con un amante que a presentar la noticias.
Cuando se fue, Beatriz miró el reloj. Quedaban a penas 15 minutos, y no sabía nada de Alex. En unos minutos tendría que salir al plató. Tenía el estómago lleno de mariposas revoloteando, sin acabar de creerse lo que estaba haciendo, de atreverse a salir cada vez más indecente en su programa de noticias.
Por fin el chat se puso en marcha.
“Buenos días, zorrita”
El corazón de Beatriz se desbocó. Ahora empezaba la función, ella como una obediente alumna dispuesta a hacer todo lo que decía su maestro….o mejor, pensó con gusto, como una esclava dispuesta a obedecer en todo momento a su dueño. Él ya no la llamaba ni siquiera Beatriz. Ella era una zorrita, y lo había aceptado desde el principio.
“Buenos días, Alex”
“Ya falta poco para que salgas en la tele”
“Sí, apenas cinco minutos”
“¿Has pasado buena noche”
“Más o menos…la he pasado pensando en ti…y en lo que haces conmigo”
“¿Y te gusta, zorrita?”
“Si, Alex, me encanta….”
“Bien. ¿Te han entregado un paquete?”
Beatriz tragó saliva.
“Si, Alex”
“¿Lo has abierto?”
“No, Alex, pensé que no debía de abrirlo sin tu permiso”
“Muy bien, zorrita, parece que eres lista y cual es tu lugar en esta relación. Como premio te diré que ropa te pondrás hoy”
“Gracias, Alex”
“Hoy te pondrás el segundo de esos bodys negros que más me gustan. Hazlo”
“Si, Alex”
Era como ella temía, pero  en el fondo lo esperaba ardientemente. Se fue a la percha del vestuario y lo cogió, con el corazón sin dejar de latir fuertemente ni un momento. Se quitó el top rojo y se miró con gusto otra vez en el espejo de su camerino. Sus tetas eran sencillamente impresionantes, gracias a la operación de cirugía estética que se había hecho hacía poco.  Firmes y grandes, una talla más de la que tenía antes, y una turgencia como si tuviera veinte años otra vez, no más de cuarenta, con areolas oscuras y redondas, terminadas en dos pezones largos y puntiagudos.  Eran pechos que se burlaban de la ley de la gravedad, que miraban de manera insolente y descarada hacia delante, desafiantes. Y aquel sujetador que no tapaba nada los realzaba en toda su gloria.
El realmente no era un boda, sino una camiseta  negra, de manga larga y tapado hasta el cuello. No mostraba ni un centímetro de su piel. Pero el tejido era de una elasticidad inmensa, y cuenta más se estiraba, más fino se volvía y más se transparentaba todo. Y ella se había preocupado de comprarse una talla menos de la que le correspondía. Cuando se lo puso, notó como sus pechos tiraban con fuerza de la tela elástica, estirándola hasta que parecía que la tela se iba  romper en cualquier momento.
Jadeando, nerviosa, se miró en el espejo, con la boca abierta. La imagen era apabullante.
La tela negra era más o menos espesa por sus hombros y el cuello, pero a la altura de los pechos la tela se había estirado tanto que la visión era impactante. El tejido parecía un simple velo, ligero y oscuro. No es que se intuyera algo…es que casi se veía todo. Se veía el sujetador rojo, se veía el dibujo de los encajes del sujetador, se veía que solo sostenía sus pechos erectos y desafiantes, se veían las pecas de su cuerpo, se veían sus pezones oscuros, sin cubrir, que parecían que iban a perforar la piel en cualquier momento….La excitación la tenía loca, su vagina estaba otra vez ardiendo, y sin poder contenerse deslizó la mano por debajo de la falda. Con avidez lo metió dentro del tanga y empezó a acariciarse el clítoris. Su jugos se escapaban, sin que nada los retuviera, se sentía húmeda y lujuriosa. ¿Cómo iba a salir así a dar las noticias? La sensación de desastre, de ser una víctima camino del matadero la excitó hasta el infinito. Sí, entregarse para que Alex dispusiera de su cuerpo, hiciera con ella lo que quisiera, hacerla sentir todo aquel placer perverso…no quería otra cosa en su vida.
 

Respiró profundamente varias veces. Apenas quedaban ya un par de minutos para salir al plató.

“Ya me lo he puesto, Alex”
“Seguro que estás preciosa, espero verte dentro de unos minutos. Me satisface mucho que seas tan obediente y sumisa, zorrita”
Beatriz se atrevió a preguntar.
“¿Quieres que haga algo con la caja, Alex?”
“Jajaja…¿tienes curiosidad, eh?”
“Si, Alex”
“Ya sabes el dicho…la curiosidad mató al gato…pero si haces algo, luego te dejaré abrirla”
“Dime lo que quieres que haga, Alex”
“Quiero en medio de las noticias digas mi nombre..”
Beatriz suspiró aliviada. Aquello no parecía tan comprometido. Pero Alex siguió escribiendo.
“Y como ya vas sabiendo cual es tu lugar en nuestra relación, y cual es la mía, me llamarás como me merezco…me dirás Amo Alex”
Beatriz, cerró los ojos, desesperada, asumiendo que estaba dando un paso más hacía su perdición, hacía la entrega total hacia aquel hombre que no conocía. Además, basta equivocarse para salir luego en todos los zappings de todas las cadenas de televisión. Aquello sería tan humillante, vestida además así….aquello era como un suicidio profesional. Pero su coño seguía ardiendo, quería quemarse más y más. La degradación, la humillación y la entrega de su voluntad la excitaban cada vez más profundamente.
“Si, Amo Alex, haré lo que me ordenas”
“Muy bien, zorrita. Seguro que estás deseando meterte un consolador o una buena polla en el coño”
“Si, Amo Alex”
“¿Te has traído alguno hoy?”
“Sí, Amo Alex”
“Si te portas bien, ya veré si te lo dejo usar luego. A si que marchando, zorrita. Te espero luego, cuando hagas la pausa a las 8 y media”
Beatriz se levantó, temblando de angustia y de placer, y salió del camerino. Mientras caminaba por el pasillo, se sentía agobiada con la gente con la que se cruzaba. Solo tenía conciencia de ser un par de tetas sueltas que iban rebotando con cada paso que daba, pegadas a un coño y un culo, casi todo a la vista. La vergüenza la iba matando poco a poco…pero la excitación y la calentura también.
Se sentía como una fulana barata.
 

Antes de llegar al plató, se cruzó con su compañera de camerino, Silvia, la otra presentadora que seguía después de ella. La chica la miró de arriba abajo, con los ojos incrédulos, pero luego se sonrió perversamente, negando con la cabeza.

– Buenas, Beatriz….¿vas a dar las noticias, o vienes de  ligar a un bar de camioneros?
Beatriz, bajo el maquillaje, se encendió como una bombilla, sin atreverse a decir nada, deseando que se la tragara la tierra allí mismo. Para su sorpresa, a pesar de todo, la excitación que le llenaba todo el cuerpo no disminuyó ni un ápice.
– Porque desde luego, no has dejado nada a la imaginación. Pero quizás tengas razón, no hay nada como enseñar bien la mercancía para saber lo que se compra.
Beatriz bajó la mirada, sintiendo que su dignidad como persona se iba perdiendo poco a poco. Siempre había tenido algunos roces con su compañera de plató, y parece que ahora se estaba vengando. Y a pesar de todo, ser menospreciada e insultada por ella hacía que su coño ardiera todavía más.
Su compañera habló en voz alta, para que la oyeran los que pasaban por allí y se quedaban mirando a Beatriz vestida tan atrevida. Se lo estaba pasando de lo lindo a su costa.
– ¿Por cierto, me has devuelto ya el micrófono inalámbrico, ese metálico que parece un consolador, de lo grande y gordo que es…o todavía lo llevas puesto?
Su compañera le miró el tanga rojo que transparentaba bajo la minifalda blanca. Varios de los trabajadores de que estaban por allí se rieron por lo bajo. Aquel cotilleo se había extendido con la velocidad del rayo.
Beatriz tomó una tonalidad de rojo intenso que quedó muy bien con el contraste del body negro.
– No, Silvia, ya te lo he devuelto- dijo Beatriz con un hilillo de voz-, te lo he dejado en tu mesa, en su sitio.
– Ah, eso está mejor. Aunque entiendo que cuando hay una necesidad urgente, se tira de lo que haya a mano. Tengo otro micrófono más grande, por si te viene algo más urgente. Pero me lo pides antes, ¿vale?
– Sí, Silvia, como tú digas-dijo esperando que ella la dejara tranquila.
Beatriz no quería seguir allí, abochornada, y comenzó a caminar deprisa hacia el plató. Pero su compañera todavía no había acabado. Le estaba empezando a gustar esto de machacar y mangonear a Beatriz, viendo además que no se defendía. Mientras se alejaba, le dijo.
– Espero que me lo hayas dejado bien limpio y no pringoso….
Beatriz aceleró el paso, mientras escuchaba algunas risas a sus espaldas. Todavía tuvo tiempo de escuchar a uno de mantenimiento que estaba pendiente de la conversación, hacer un comentario jocoso.
– A mí no me importaría quedármelo pringoso…
Beatriz casi corrió por el pasillo, las tetas sueltas rebotando elásticamente en su fina prisión de tela. Llegó por fin al plató, donde su ayudante de cámara la esperaba nervioso.
– Beatriz, que no llegamos, que casi es la hora ya….-el hombre la miró y se quedó callado un momento-. Beatriz….estás…estás….increíble….-atinó a decir viendo aquella hembra voluptuosa vestida (o casi desnuda) para matar.- Yo no sé que te traes entre manos…pero me encanta. Eres la fantasía de cualquier hombre.
Beatriz sonrió agradecida, feliz del apoyo y la devoción incondicional de su ayudante de cámara. Se sentó derecha en su silla, encendió el pc de su mesa y ordenó sus papeles. Todo lo que tenía decir estaba escrito allí, además de en la pantalla junto a la cámara, por lo que le basta irla leyendo mientras se intercalaban los videos. Ya no había marcha atrás, pensó llena de pánico, faltaban unos segundos, y seguro que después del numerito de quitarse el sujetador ayer, hoy habría una audiencia muy superior a lo normal, y estaba claro que ella no los iba defraudar vestida así. Se miró en un monitor que estaba allí, viendo como la verían ella…y la conclusión es que estar desnuda era casi lo mismo que ir con lo que llevaba puesto
Puso su mejor sonrisa, como siempre, mirando a la lente oscura que como un ojo sin párpado capturaba su imagen, dispuesta compartirla con todo el mundo. Se sentía aterrada por dentro, pero al mismo tiempo le parecía que iba a correrse sin necesidad de tocarse con lo que se estaba atreviendo a hacer.
– Entramos en 5…4….3….2…1..¡dentro!
Ya estaba hecho, ya no había escapatoria.
– Buenos días, señores admiradores….- la ojos de Beatriz se agrandaron con lo que acababa de decir, y puso una sonrisa más grande todavía-, quiero decir, señores espectadores…bienvenidos a una nueva edición de las noticias de la mañana…
El ayudante de cámara se pasó una mano por la frente, nervioso.
Beatriz no podía concentrase en lo que leía. Acababa de ganarse salir en los zappings, y acababa de empezar.
– Hoy la Comisión Europea ha aprobado nuevas medidas anticrisis….
 

Solo era consciente de que su imagen era un primer plano que llenaba la pantalla, en sus pechos apenas cubiertos por la tela tirante, en sus pezones hipersensibles que le mandaban oleadas de placer por todo el cuerpo, en su vagina que era lava ardiendo…

– En otro orden de cosas, hoy en oriente medio se ha presentando el nuevo plan de paz…
Aprendió a vivir con la vergüenza, a sonreír mientras sabía que se exhibía sin reparos para sus espectadores masculinos, mostrando de una manera más que insinuante sus encantos, a hablar como si no pasara nada, como si estar vestida y mostrase como una puta fuera lo normal en ella. Y la verdad es que se estaba convirtiendo en normal, pensó. El placer de degradarse y exhibirse la mataba de gusto.
¿Y cuando iba a decir lo que le había ordenado su amo?
Las noticias siguieron su curso, por Europa, por América, noticias económicas, sucesos, accidentes aéreos…El tiempo iba pasando y Beatriz no encontraba la oportunidad. La angustia de defraudar a su amo empezó a competir con el placer degradante que sentía. Se le estaban acabando las posibilidades. Llegaron a los deportes.
– Hoy los equipos de primera división han hecho un comunicado conjunto sobre…
No, allí tampoco se podía meter. Ya solo quedaba una noticia de cultura….sí, esto prometía, pensó esperanzada.
– Para terminar esta primera edición de noticias les contamos que se ha entregado el premio de novela erótica la sonrisa vertical, que este año ha correspondido a la novela “Placer y morbo en los probadores” escrita bajo el pseudónimo de cochinito feliz.- siendo la otra novela  finalista “Sometiendo a una pareja morbosa”…
 Beatriz dejó un momento de mirar la pantalla, se centró el la cámara que la enfocaba e improvisó.
…escrita por “mí Amo Alex”. El premio fue entregado en el ateneo….
El ayudante miró a la pantalla con el texto y luego a Beatriz, negando extrañado.
Beatriz se sonrió mentalmente. Había escapado de la situación. Se imaginó que alguien mandaría una nota diciendo que ese no era el autor de la  novela finalista..,pero, bueno, ya se preocuparía más delante de eso.
Ya solo le quedaba despedirse. La metedura de pata del principio tampoco era tan terrible, pensó para darse ánimos.
– Les dejo con el pronóstico del tiempo. Volveremos dentro de media hora. Espero que todos usted hayan disfrutado, tanto como yo, con esta primera edición de noticias. Ha sido un placer tenerles pendientes de la información y poder mostrarles con toda claridad y lo mejor que hemos podido los pechos más interesantes…
El ayudante se atragantó.
-…digo, los hechos más interesantes de la actualidad. Hasta luego.
Beatriz se mordió los labios por el desliz, procurando no perder la sonrisa, sintiendo como en un momento se había lanzado al abismo, ella solita, sin necesidad de un empujón.
Pasaron un par de segundos. Eran las ocho y media en punto. Media hora de descanso.
-Estamos fuera- dijo el ayudante de cámara- Joder, Beatriz,.. confundir pechos con hechos, pero mirándote se entiende que cualquiera se confundiría….
Beatriz se levantó, mareada, con el cuerpo ardiendo de placer y de vergüenza. A corto plazo necesitaba que se la follaran ya. A medio plazo, el productor seguro que la llamaría más tarde o más temprano para pedirles explicaciones.  A largo plazo, le esperaba un calvario de comentarios y ver como aquella despedida saldría una y otra vez en todo tipo de programas de zapping. Una humillación casi permanente. Pero lo importante es que había cumplido la orden de su amo, la primera que le daba como tal. Y eso la hacía profundamente feliz, a pesar de todo.
Se fue a paso ligero al camerino, llena de sensaciones contradictorias, dándose cuenta que estaba tirando su carrera profesional por la borda, pero al mismo tiempo sintiendo que estaba descubriendo nuevos mundos de placeres ocultos, intensos y desconocidos. Su compañera Silvia estaba allí, arreglándose, aunque todavía tenía que esperar a que Beatriz diera la segunda edición de las 9.
– No conocía esta faceta tuya, Beatriz.  Me sorprende, y hasta cierto punto me encanta. Lo bueno de todo esto, es que si consigues que te echen, encontrarás trabajo fácil en cualquier bar de striptease…
Silvia se acercó a ella.
– Tengo que reconocer que tienes unas tetas preciosas…no me extraña que te hayas puesto ese sujetador y este camisa elástica…
 

Como quien no quiere la cosa le pasó la punta de los dedos de una mano por el tejido elástico, de arriba abajo, con suavidad, subiendo a la cima de su pecho, deteniéndose un momento en uno de los pezones que parecía romper la tela en cualquier momento. Beatriz se estremeció de gusto, cerrando los ojos.

Silvia, jugó un poco más con el pezón, cogiéndolo y frotándolo a través de la tela con el pulgar y el índice, haciendo que Beatriz soltara un leve gemido de placer.
Luego, sin previo aviso, Silvia se lo apretó con fuerza. Beatriz dio un gritito de sorpresa y dolor. Pero se disculpó al momento. Sí, sentía la necesidad de humillarse ante su compañera.
– Perdona por haber gritado. No lo debería haberlo hecho, con lo bien que me tratas.
 Silvia la miró despectivamente.
– Esto por quitarme el micrófono inalámbrico y hacer cochinadas con él. Eres una guarra…
– Sí, lo soy, pérdoname.
Silvia la miró con curiosidad, asumiendo muchas cosas nuevas sobre su compañera de trabajo.
– Por cierto, mientras estabas dando las noticias, me he fijado que te has dejado abierto el chat de tu ordenador….
El chat seguía conectado. Beatriz se estremeció preocupada. Definitivamente, todo el asunto se le estaba yendo de las manos.
– Estaba conectado un tal Alex, y me puse a charlar con él, ¿no te importa, verdad…zorrita?
Beatriz puso los ojos en blanco. Aquello no podía estar pasando.
– Parece un chico muy interesante…y muy dominante, ideal para mujeres sumisas como tú. Anda habla con él, que te está esperando.
Beatriz se sentó sin saber que pensar.
“Hola, Amo Alex”
“Hola zorrita, lo has hecho muy bien. Me ha encantado la delicadeza con la que has dejado caer eso de “Mi Amo Alex” como autor de la novela finalista. Ha sido sublime.”
“Gracias, mi Amo”
“Que pena que luego hayas dicho eso de pechos en vez de hechos….vas a ser la comidilla de todos una buena temporada, sobre todo yendo tan provocativa e indecente como una fulana”
“Lo siento,  Amo Alex”
“Por cierto, tu compañera Silvia parece una mujer muy interesante, pero es muy distinta a ti. Le he pedido que me ayude para darte tu premio como ayudante, y está encantada de hacerlo. Haz lo que ella te diga, sin rechistar. De hecho tendrás dos premios, porque tu metedura de pata me ha gustado. De momento, enciende la cámara web del ordenador para que te vea. Yo dejaré la mía apagada”.
“Si, Amo Alex”
 Beatriz dejó de escribir, encendió la cámara web del portátil y miró a Silvia, que tenía una sonrisa retorcida.
– Quítate el tanga.
Beatriz se quedó un momento sorprendida, escuchando incrédula a su compañera. Ella, al ver que no le obedecía, sobre la marcha la abofeteó una vez. Definitivamente, esto de putear a Beatriz la ponía a mil.
– Quítate el tanga, ya. No tenemos toda la mañana.
– Lo siento, Silvia.
Se agachó y se lo bajó hasta los tobillos. Estaba pastoso de todos los jugos de la vagina que ya no era capaz de retener.
– Es suficiente, déjatelo ahí, me gusta más así. Dame el consolador que tienes en el bolso.
Con pasos pequeños, Beatriz se acercó a la mesa, lo cogió y se le dio. Silvio lo miró apreciativamente.
– Ufff, parece un torpedo. Está muy conseguido, y estás estrías al girar tienen que dar un gusto enorme…A ver este botón…
Al apretarlo, el consolador empezó a vibrar fuertemente.
– Que bueno…pero si me están entrando ganas de utilizarlo yo…Anda, ponte a cuatro patas en el suelo.
Beatriz la miró otra vez, sin ser capaz de asimilar lo rápido que estaban cambiando las cosas a su alrededor. Su compañera la trataba como si fuera una auténtica esclava sumisa y obediente…y ella se daba cuenta que asumía su papel con facilidad. La vagina seguía mandando un placer inagotable, y la novedad de aquella situación surrealista era una fuente de lujuria hasta entonces desconocida.
Sin dudarlo, se puso a cuatro patas.
Silvia le subió la falda hasta la cintura, dejando expuesto  un culo con  moreno integral bien a la vista. Lo acarició con suavidad unos momentos, y lo agarró con fuerza un par de veces.
– Realmente tienes cuerpo de escándalo, Beatriz, hasta yo me pongo cachonda viéndote.
– Gracias, Silvia.
– Separa más las piernas.
Beatriz las separó todo lo que pudo, hasta poner tirante el tanga que tenía en los tobillos. Se sentía expuesta y lista para ser usada…y la sensación era de lo mejor que había sentido en su vida. Sí, sentirse usada por cualquiera, ser tratada como un cuerpo sin alma, solo para el placer de quien quisiera usarla como le viniera en gana. No había nada mejor en el mundo que lo que estaba viviendo en este momento.
– Así está bien. Agáchate ahora, baja los hombros hasta que toques con la frente el suelo.
Beatriz los hizo, quedando en una situación de indefensión total, con el culo en pompa, dejando su coño y su culo bien expuesto. Sus pechos aplastaban ahora sus pezones contra el suelo. ¿Cómo podía estar haciendo todo aquello, para un completo desconocido? ¿Cómo podía dejar que su compañera de trabajo la tratara así? ¿Cómo era posible que hubiese salido antes a dar las noticias vestida como una perra en celo? No lo acababa de entender, pero todo era tan gratificante…El orgasmo estaba otra vez muy cerca.
 

Silvia ajustó la pantalla del ordenador para que la cámara web la enfocara bien.

– Y ahora vas a tener tu primer premio, zorrita, cortesía de tu amo Alex.
Slivia cogió el consolador plateado, y lo apoyó en la entrada de la vagina. Beatriz sintió un estremecimiento de placer. Silvia apretó suavemente. Estaba claro que con tanta lubricación iba a entrar sin problemas.
– ¿Lo quieres dentro, quieres que te lo meta bien hondo, zorrita?
Beatriz gimió con desesperación. Sí, sí, sí…era lo único que quería más que nada en su vida ahora mismo.
– Sí, Silvia, por favor, mételo, fóllame con él.
– Sabes, esto me está gustando mucho…te lo meteré, si también me obedeces a mí como a ella. Ya se lo he comentando a tu amo Alex, y el está de acuerdo en compartirte conmigo. Siempre que él lleve la voz cantante, claro.
Beatriz estaba desesperada. Necesitaba el consolador dentro de ella, ya.
– Sí, Silvia, te obedeceré a ti también.
Silvia seguía jugando con el consolador probando la entrada de la vagina, apretando el clítoris.
– ¿Que tal si me llamas Ama Silvia, zorrita? Suena muy bien, me gusta.
– Sí, Ama Silvia, te obedeceré.
– Ah, estupendo.
Silvia fue apretando poco a poco el consolador contra la vagina, entrando con suavidad, centímetro a centímetro, mientras Beatriz se derretía de gusto. Ahora mismo, aquello era la felicidad absoluta. Su vagina hervía de placer, las endorfinas saturaban sus terminaciones nerviosas. Silvia siguió empujando el cilindro de metal dentro de su sumisa compañera, recreándose, viendo maravillada lo suave que entraba y salía, como un pistón perfectamente engrasado. Era hipnotizante ver como aquella vagina se tragaba aquel monstruo de metal.  Empezó a moverlo con rapidez, dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera…cada vez más rápido, mientras Beatriz se abandonaba a sus gritos y gemidos de placer. Silvia enterró el consolador hasta el fondo, hasta que solo asomó un poquito de la empuñadora y pulsó el botón. Al momento se escuchó un zumbido fuerte y poderoso desde las profundidades de la vagina. El placer se desbordaba, llegaba como una ola dispuesto a arrasarlo todo. El orgasmo liberador llegó; Beatriz gritó y gritó, sin importarle que la oyeran, sin importarle donde estaba, feliz de que por la webcam su amo viera como se corría como una zorra indecente para él.
Respiro hondo, gruñendo todavía de satisfacción, mientras el placer se iba disolviendo, dejando paso a la tranquilidad. Pasaron largos segundos hasta que se calmó. Faltaban pocos minutos para que dieran las nueve y tuviera que dar las noticias otra vez.  Sin moverse de su posición miró de refilón.
– Gracias…Ama Silvia.
Silvia apagó el consolador, y para tristeza de Beatriz, se lo sacó, dejando su vagina todavía hambrienta de más sexo.
– De nada, zorrita. Súbete el tanga y dale las gracias a tu amo.
Beatriz, temblando, se lo colocó en su sitio el tanga, se sentó en la silla y tecleó.
“Gracias, Amo Alex. Ama Silvia me ha hecho sentir mucho placer”
“Me ha gustado mucho verte disfrutar y correrte. Te has ganado el segundo regalo”
Beatriz miró a Silvia que cogía la caja y se la ofrecía.
– Toma. Tu regalo, te lo has ganado.
Beatriz la cogió, curiosa por lo que habría dentro.

 

(Continuará. A veces, es mejor no ser tan curiosa…)

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *