-Ahora que viene el buen tiempo podemos pensar en hacer alguna cosilla – propuso Luisa al resto de amigos que la escuchaban.

-Pues sí, estaría bien – le contestó Ismael. Y a los demás también pareció gustarles la idea.

-¿Pero tú vas a poder, Ismael? – bromeó Esteban – ¡si siempre estás ocupado!

-Anda, cállate, que si tú vienes es sólo porque eres el novio de Maribel – le siguió la broma el aludido y todos rieron menos la propia Maribel.

-Sí, claro – dijo – si viene no es porque seamos novios, es que os da penita – y todos volvieron a reír, distendidos como estaban.

Mientras tanto, apartados del resto, en la cocina de la casa, Montse y Ricardo mantenían una conversación.

-La semana que viene tengo que dar una formación al cliente… – aburría Ricardo a Montse.

-Si quieres voy yo y les entretengo un poco – bromeó ella que no estaba por la labor de tener una conversación seria.

-Sí, y les enseñas una teta – bromeó él.

-Vale, verás qué contentos se quedan – dijo ella alegremente.

-¡Sí, claro! Para eso me la enseñas a mí y que le den por culo a los de la formación – y ambos se rieron.

A Ricardo aquellas palabras le salieron del alma. Y aún siendo una simple broma sin importancia se fijó en los pechos de su mejor amiga y pensó lo mucho que le gustaría que realmente sucediera lo que acababa de plantear jocosamente. Montse llevaba una camiseta blanca de tirantes que se ajustaba perfectamente a su cuerpo dibujando su vientre plano y el bello contorno de sus nada despreciables pechos. El contraste con su piel morena era espectacular.

-¡A ti te enseño las dos! –contestó entre risas rompiendo los pensamientos de su contertulio.

Ricardo era su mejor amigo y aquella contestación no era más que un ‘te aprecio tanto que te mereces más que nadie’.

-¿Y podré tocar? – continuó la broma.

-Bueno… no sé… es que no creo que te gusten…

-¿Y eso?

-Con todo el porno que has visto seguro que las mías no te parecerán muy espectaculares – ironizó.

-Calla, calla… – la interrumpió sin dar mayor importancia al comentario – que el otro día se me estropeó el PC y no puedo arrancarlo.

-¿Sí? ¿Y ahora qué harás sin todo tu porno? – le soltó para intentar hacerlo rabiar.

-Bueno, ahora tendré que conformarme con tus tetas – le replicó hábilmente.

-Sí, claro, pero te las tendré que pasar en foto para que sea como las que tienes en el ordenador – él se rió y continuó con el tono jocoso.

-Bueno, podemos empezar por ahí y luego ya subimos de nivel.

-Pero estamos hablando de fotos, ¿no? Que un video ya sí que es mucho nivel – bromeó Montse divertida con la conversación. – De hecho creo que tal vez tenga alguno en el portátil de casa… – él volvió a reír nuevamente y continuó.

-No, no, mejor empezamos con una foto de tus tetas y luego vamos subiendo el nivel hasta llegar a lo inevitable…

-¡Cochino! – terminó ella entre risas.

Cuando volvieron de la cocina se encontraron con el resto del grupo. Montse se dirigió a Ismael, su novio, lo besó y se sentó junto a él para unirse a la conversación sobre planes futuros. Por su lado, Ricardo se acercó a su chica, Noe, y se intercambiaron miradas cómplices como siempre hacían.

El resto de integrantes de la velada lo formaban los dueños de la casa, César y Luisa, y Maribel, amiga de Montse, y su novio Esteban.

Así, las 4 parejas continuaron la conversación y pasaron el resto de la noche sin llegar a concretar nada. Finalmente resolvieron dejarlo para una próxima ocasión en la que cada uno tuviera tiempo de pensarse mejor qué era lo que podían hacer para el inminente verano.

Un par de semanas después las 4 parejas se volvieron a reunir, esta vez en casa de Ismael y Montse.

-Luisa y yo hemos estado hablando esta semana y hemos pensado que podríamos ir a una casa rural – comenzó Montse.

-¡Oh! Es una gran idea – lo celebró Noe

-¿Pero yo puedo ir o no? – bromeó, como siempre, Esteban.

-Aún no hemos pensado cómo engañarte para dejarte fuera de los planes – le respondió con gracia César.

Los chicos siempre estaban bromeando y si no fuera por ellas seguramente jamás el grupo sería capaz de organizar nada. Así, entre bromas de ellos y propuestas de ellas, fueron planificando la estancia de un fin de semana en una casa rural. Quedaron en volver a verse para acabar de organizarlo todo en otras 2 semanas.

-La formación fue de puta madre – le soltó Ricardo a Montse en cuanto tuvieron un momento de intimidad, sentados en el sofá.

-Sí, no te lo quise decir, pero quedaron muy contentos con la foto que les envié de mis tetas – continuó la broma de hacía dos semanas.

-Sí, ya… ¡que no todo eran tíos, eh!… supongo que algo de mérito también tendré yo, ¿no?

-mmm sobre eso no puedo decir nada sin antes ver la foto del miembro que les hayas enviado.

-¿Me estás pidiendo que te enseñe una foto de mi miembro? No me lo digas dos veces…

-¡Que me la enseñe, que me la enseñe! – gritó divertida sin darse cuenta que la oirían los demás.

Al oír los cánticos se giraron Esteban y Noe, que estaban hablando en la misma sala que ellos, pero algo alejados, en la mesa del comedor.

-Estás loca – le dijo simpáticamente Noe sin darle más importancia y continuando su charla con Esteban.

Y Ricardo prosiguió.

-¿Y quieres que te la mande en erección o en reposo?

Ella se rió alegremente.

-Mándame el ‘antes’ y el ‘después’.

-Podemos hacer una cosa, yo te envío el antes y con lo que tú me envíes te mando el después. Dependiendo de lo que me llegue será más antes o más después – le soltó con toda la intención y ella se rió más todavía. Y tras unos segundos de silencio concluyó – Cuando quieras empezamos.

-Tú primero – le respondió ella rápidamente sin dejar de pensar en ningún momento que aquello no era más que una broma, muy divertida, eso sí.

Él se rió y, algo inseguro, preguntó.

-¿En serio?

-Sí – contestó entre carcajadas – pero no prometo que la envíe yo luego.

Ricardo soltó un gesto de desaprobación y concluyó.

-Entonces nada.

Pero ella insistió, divertida con la situación, aunque él no dio su brazo a torcer.

Mientras volvían a casa Ricardo pensó en la conversación con su amiga. Era cierto que no había sido más que una broma inocente, pero por otro lado sintió un cierto morbo sobre el cual no paraba de dar vueltas.

-¿En qué piensas? – le preguntó Noe.

-En nada, en nada.

-Y… – tras unos segundos – ¿qué es lo que te pedía Montse que le enseñaras?

Ricardo no tenía secretos para su novia y menos con algo tan tonto como aquello. Ella sabía la tan buena relación que tenía con Montse así que ni mucho menos se iba a molestar por algo así, pero instintivamente la mintió.

-Nada, estábamos bromeando sobre una cosa que me pasó en el trabajo.

Noe no dijo nada más y Ricardo no supo con certeza lo que aquel silencio significaba. ¿No necesitaba saber nada más? ¿O se había molestado al intuir que la estaba mintiendo? En cualquier caso, prefirió dejar el tema.

Por otro lado Montse estaba acabando de recoger todo cuando Ismael la llamó para irse a la cama. Ella corrió a los brazos de su novio sin acordarse ni siquiera de la conversación que había tenido horas antes con Ricardo. Pero en ese momento sonó su móvil. Un mensaje. Al abrirlo no pudo evitar una carcajada.

-¿Quién es? – preguntó su novio.

-El tonto de Ricardo – dijo cariñosamente mientras apretaba el botón de enviar mensaje.

“jajajaja ME MEOOOOOO” respondió a la foto que su mejor amigo acababa de enviarle: una foto de sus pectorales junto al texto “ahora te toca a ti ;-P”

Al cabo de un par de días, Ricardo no pudo evitar cierta decepción por la ausencia de foto por parte de su amiga así que decidió contestarle el mensaje: “creo que te has olvidado el adjunto jeje”. No sabía bien, bien que conseguiría con eso, pero al menos el juego era divertido. Al cabo de unos segundos sonó el R2D2 que anunciaba un nuevo SMS: “es que no sé qué enviarte”. A Ricardo le voló la imaginación y le contestó nuevamente: “Mujer, creo que lo justo sería pecho por pecho, no?”. Al instante el robot de la guerra de las galaxias volvió a sonar: “prrrfff”.

Every little thing that you say or do Al poco rato de enviar el mensaje, el móvil de Montse comenzó a sonar I’m hung up. Era Ricardo. I’m hung up on you.

-¿Sí? – contestó.

-Buenas, ¿qué tal?

-Muy bien – respondió contenta como siempre que su amigo la llamaba.

-Te llamo porque nos va a salir más barato que mantener una conversación vía SMS.

Ella confirmó riéndose.

-A ver, ¿qué es eso de que no sabes qué enviarme?

-Hombre, pues eso… no te voy a enviar las tetas a cambio de unos pectorales peludos – se rió.

-¿Qué no te ha gustado mi pecho?

-¡Uy! Sí, mucho – le contestó irónicamente – pero yo te he visto los pectorales un montón de veces y tú a mí no me has visto las tetas, no es lo mismo.

-Vale, se me ocurre algo que sí me puedes enviar porque ya lo he visto…

-A ver… – prosiguió ella, incrédula.

-Podrías, por ejemplo, enviarme una foto en camiseta marcando pezones.

Montse empezó a reírse a carcajadas hasta que se dio cuenta que estaba en el trabajo y que algún compañero ya se había girado para mirarla al escucharla reír.

-¿Y cuándo me has visto tú así? – le preguntó intrigada.

-Bueno, alguna vez en tu piso cuando vas con ropa de estar por casa.

-¡Ay, qué pillín! ¿Y qué haces fijándote en esas cosas?

Ricardo pensó en alguna de las veces que la había visto en camiseta sin sostén y cómo no podía evitar echar un vistazo a aquellos senos que se adivinaban bajo la fina tela, tan fina que incluso se intuía el color oscuro de las aureolas de Montse. Así que decidió desviar el tema para que no fuera demasiado peligroso.

-Pues que sepas que si no me envías foto, yo no te pasaré ninguna más.

Aquella especie de amenaza o advertencia de Ricardo no le dijo nada a Montse. A pesar de lo divertido de la situación no se había planteado en ningún momento un real intercambio de fotos con él. De hecho, estaba convencida de que Ricardo tampoco se lo planteaba así que le agradó la idea de seguir el juego.

-Bueno… –con aire indolente – te enviaré una foto…

Por la tarde, una vez en casa, Ricardo recibió el mensaje que había estado esperando todo el día.

“Aquí la tienes tontito”, acompañado de una foto de Montse haciéndole burla con la lengua, era todo lo que había recibido. “Buah! Qué decepción! ;-P Será mejor que yo suba el nivel” fue lo que le contestó Ricardo y adjuntó una nueva fotografía.

Cuando Montse abrió el mensaje de Ricardo sintió una mezcla entre extrañeza y gracia. Para nada se esperaba una foto de su mejor amigo desnudo únicamente en ropa interior y emulando una postura que pretendía ser sexy. Tras la sorpresa del impacto inicial no pudo evitar ver lo gracioso de la situación. ¡El muy bestia le había enviado una foto en calzoncillos! Se rió y pensó que, a pesar del intento de postura erótica, no enseñaba nada que no hubiera visto ya. Así que el escenario siguió pareciéndole absolutamente inocente.

Tras pensarlo un rato decidió qué podía enviarle para continuar y, supuso, terminar la divertidísima situación. Un primer plano de su trasero envuelto en esos tejanos que tan bien le quedaban podía ser una buena foto. No es que estuviera muy orgullosa de su culo, pero tampoco es que Ricardo pudiera estarlo de su cuerpo pensó con cierta malicia.

Cuando R2D2 le mostró el culo de Montse, Ricardo flipó. ¿Estaba entrando al juego completamente? Pensaba que no, pero ¿y si lo había hecho? Pensó que no podía perder la oportunidad de descubrirlo así que debía encontrar algo que subiera el nivel y no fuera demasiado grotesco para evitar malos entendidos.

Aún estaba en calzoncillos, frente al espejo, cuando se fijó en su entrepierna. La foto de Montse o más bien lo que podía significar le había levantado ligeramente el ánimo con lo que el paquete estaba levemente abultado y se le ocurrió el siguiente retrato. Volvió a mirar la foto de Montse y se bajó la única prenda que llevaba para acariciarse el pene unos instantes, lo suficiente como para tener una buena erección. Volvió a subirse el atuendo colocándose todo bien puesto y se autofotografió el paquete.

Para sorpresa de Montse, con su última foto la cosa no había terminado ya que Ricardo le envió una que aún la sorprendió más. ¿Eso era su paquete? Ahora no sabía si eso era divertido o excesivo. ¿O era morboso? Agradeció que la fotografía hubiera llegado sin texto y se fijó en el buen tamaño del paquete de su amigo. Pensó si estaría en erección y supuso que sí. O tal vez no ya que las fotos engañan mucho. Por un instante pensó en que su mejor amigo se había excitado con todo este juego al que ella no le había dado la menor importancia y se sintió halagada al tiempo que notaba una ligera reacción de sus pezones. Le gustaba sentirse deseada por su mejor amigo.

En ese momento su mente entró en un conflicto. No quería seguir el juego por miedo a lo que pudiera pensar o esperar Ricardo, pero por otro lado sintió curiosidad por saber hasta dónde podía llegar esa situación. Pensó en las palabras que el propio Ricardo le había soltado esa misma mañana “enviarme una foto en camiseta marcando pezones” y se fijó en el espejo donde, bajo su indumentaria, se mostraban sus pezones ya duros como piedras.

Ricardo no se pudo creer lo que estaba viendo. Montse le estaba regalando la inmortalidad de uno de los momentos que esa misma mañana había recordado mientras hablaba por teléfono con su amiga. Ver ese primer plano de la camiseta de estar por casa de ella con los pezones marcados a fuego fue muy excitante. Y pensó nuevamente en las miradas que únicamente furtivas podía dedicarle antaño para ahora poder recrearse con esa visión aunque sólo fuera a través de una fotografía.

Noe estaba a punto de llegar así que Ricardo reaccionó rápido. Se desnudó por completo y se hizo una foto de espaldas intentando dar pequeños pasos para que su amiga no se echara para atrás. Pero por desgracia lo había hecho. El robot que tantas alegrías le había dado esa tarde ya no volvió a sonar. Se moría de ganas de llamarla para evitar la catástrofe. ¿Había perdido su amistad por 4 fotos tontas? Le entró el pánico y el terror fue tal que no se atrevió a llamar y se quedó quieto, inmóvil, esperando que Montse no se hubiera enfadado por aquello.

Cuando el móvil de Montse sonó por última vez Ismael ya estaba en casa así que ella se apresuró a cogerlo e ignorar el mensaje que acababa de recibir.

-¿Quién es? – le preguntó incrédulamente Ismael.

-¡Publicidad de Orange! Qué pesados…

Montse no era la primera vez que engañaba a Ismael aunque nunca era por nada serio. Sin embargo, lo que hoy había sucedido… no debía enterarse, por supuesto. Aunque ella no le dio mayor importancia, él sí podía dársela y con razón, así que evitó el mal trago mintiéndole sutilmente.

Durante el día siguiente Montse esperaba la llamada de Ricardo o que diera alguna señal de vida de algún tipo, pero no lo hizo. Y se sintió extrañamente culpable por lo que había pasado. Aún no había visto el último mensaje y pensó que su amigo estaría inquieto esperando su contestación. Y no se equivocaba. Así que, en cuanto llegó a casa abrió el mensaje y se encontró con el culo de su amigo.

La foto estaba tomada desde lejos con lo que se apreciaba todo su cuerpo. No es que fuera un adonis precisamente, pero tampoco estaba gordo, era un chico corriente, del montón. Sin embargo, tenía un buen culo y a Montse le gustó poder vérselo al desnudo. En ese instante recordó el punto morboso en el que la cosa se había quedado el día anterior y eso, unido al sentimiento de culpabilidad que sentía por no haberle dicho nada a Ricardo desde ayer, la impulsó a contestarle.

Primero se quitó las botas. Cuando sus pies desnudos quedaron al descubierto empezó a desabrocharse los botones del pantalón el cual comenzó a bajarse lentamente descubriendo su culote de color gris claro. Seguidamente se llevó las manos a la camiseta y se la quitó en un rápido gesto quedando completamente en ropa interior.

Cuando R2D2 sonó casi le dio un vuelco el corazón a Ricardo. ¡Montse no se había enfadado! Y lo mejor de todo, aún seguía el juego. Parecía una auténtica diva, recostada en el sofá, en ropa interior, y con una picardía en la expresión que se la levantó de golpe. Montse era una chica espectacular no sólo en cuanto a forma de ser, no en vano era su mejor amiga, sino en cuanto al físico se refiere también. Era morena, al igual que su piel en la cual resaltaban ciertas pecas que eran apenas imperceptibles. Aunque ella no lo admitía tenía un cuerpo precioso respecto al cual nada tenía que envidiarle a ninguna otra mujer. Y sin duda esa fotografía así lo corroboraba.

A Ricardo le dio nuevamente por emular a los modelos de calendario e intentó hacerse una foto mientras se bajaba ligeramente la ropa interior mostrando su pubis medio rasurado. Aunque nuevamente el estilo no fue muy conseguido a Montse le gustó más que la primera pose, seguramente porque a estas alturas el intercambio de fotos era algo más que un juego inocente. A la foto le acompañaban unas palabras “Esto va subiendo de nivel mmm” que para Montse sobraron. Pensó que lo mejor sería acabar con aquello. Había estado bien, muy bien, pero no quería que la cosa se complicara más. Y envió el último mensaje.

Aunque la impresionante foto de Montse cautivó a Ricardo las palabras “Ricardo, ya no más” que la acompañaban le cortaron el rollo por completo. Sin embargo, se centró en el espectacular primer plano de los pechos de Montse. Recordó las innumerables veces que él le hacía broma insinuando que tenía un pecho normalito y cómo ella le recriminaba diciendo que tenía unas tetas preciosas. Sin duda estaba orgullosa de su busto y no era para menos. Aquella talla 95 se veía inmensa en aquella fotografía. Las oscuras y grandes aureolas de Montse eran tan o más espectaculares que las que se insinuaban bajo su camiseta. Y poder observar detenidamente como las tímidas pecas de su piel abarcaban todo su pecho era extraordinariamente placentero. Únicamente la punzada de las palabras que acompañaban a la foto pudo romper ese momento que, en cualquier caso, sería eterno en esa fotografía que guardaría con recelo para siempre. Y se contuvo las ganas de enviar la siguiente imagen.

Un simple “Montse, tienes unas tetas preciosas” fue todo lo que ella recibió. Y aquellas simples palabras le sonaron a gloria a la mujer.

Transcurridas las 2 semanas tras la última quedada, las 4 parejas volvieron a verse nuevamente en casa de Ismael y Montse puesto que en el portátil de estos estaba toda la información que guardaron 15 días atrás.

Los primeros en llegar fueron Ricardo y Noe. Él estaba algo inquieto pues vería por primera vez a Montse tras el intercambio de fotos. Y el saludo de ella no lo tranquilizó precisamente. Su pulso se aceleró cuando su mejor amiga le dedicó esa enorme sonrisa y lo abrazó mientras le besaba la mejilla acercando su cuerpo tanto que pudo sentir cómo sus pechos se aplastaban contra su propio cuerpo. Deseó que no se apartara jamás, pero lo hizo, momento en el cual ambos se dedicaron las cómplices miradas que Ricardo, hasta entonces, únicamente había tenido con su novia.

No mucho más tarde llegaron las 2 parejas restantes. La velada fue menos incómoda de lo que Ricardo se esperaba. Ayudó mucho que Montse no le diera ninguna importancia a lo que había sucedido. Además, el objetivo se había cumplido y esa misma tarde consiguieron organizar todo lo referente a la salida veraniega. Dentro de otras 2 semanas pasarían un fin de semana en una casa rural los 8 solos.

Mientras Montse se agachaba a recoger la servilleta que se le había caído oyó como le decían a su espalda:

-Ese culo me suena – le bromeó Ricardo quien acababa de entrar a la cocina y se encontró con Montse en pompa. Ella se rió.

-Pues no llevo los mismos tejanos – dijo en un tono pícaro mientras se incorporaba en un gesto, a los ojos de él, muy sensual.

Ricardo se acercó a ella y le dijo en voz baja:

-Por cierto, he de reconocer que tienes unas buenas tetas ¿o es que la foto engaña?

-Perdona, pero la foto muestra la realidad, tengo unas tetas perfectas, naturales, redonditas y muy bien puestas. ¿Y a ti cuánto te mide? – concluyó, con aire altivo, igualando la conversación.

-¿El ‘antes’ o el ‘después’? – preguntó jocosamente recordando la conversación que ya tuvieron semanas atrás.

-Antes y después. ¡Va, dímelo! – le insistió divertida. Él se rió y continuó.

-No te lo diré. Si hubieras seguido con el intercambio ahora podrías medirla tú misma – insinuó intencionadamente.

-Mejor me lo imagino a través de la foto de tu paquete – y le echó un vistazo a la entrepierna sin perder el rostro sonriente.

-¡Cobarde! – le susurró él.

-Sí – concluyó, entre risas, con falsa timidez.

Mientras los 2 reían les interrumpió la llegada de las otras chicas. Ambos se callaron instintivamente. Es cierto que Montse seguía sin darle importancia a la conversación y, por tanto, podía ser escuchada por cualquier otro sin malinterpretarse, no era la primera vez que ella y Ricardo se hacían bromas por el estilo, pero el hecho de que esta vez la cosa hubiera llegado más lejos le dotaba de un cierto aire tabú.

Ricardo se marchó con los chicos y lo hizo con la sensación de que el juego se había terminado. Y era lo normal. Él siempre había visto a Montse como lo que era, su mejor amiga y, sin duda, quería a Noe. Si bien es cierto que siempre se había sentido atraído por la belleza de Montse, la cosa no pasaba de ahí, como cualquier otra tía buena con la que pudiera fantasear. Así que se olvidó del tema y se conformó con las fotos que ella le había pasado y que conservaría para los restos.

Y así fueron pasando los días. A medida que se acercaba la escapada a la casa rural Ricardo se iba sintiendo inquieto. Le atraía la idea de volver a ver a Montse y pasar unos días junto a ella. Empezó a ponerse tonto y se dirigió al ordenador que ya habían arreglado. En vez de ponerse cualquier video porno fue directamente a la carpeta intencionadamente oculta con el nombre ‘Intercambio’. La abrió y creó una presentación con las 5 fotos que contenía. Mientras veía las fotos pasar, se bajó las bermudas dejando asomar un pene morcillón… burla… comenzó a masturbarse… trasero… no tardó nada en tener una erección de órdago… pezones… a los pocos segundos su mano empezó a mancharse del líquido preseminal que brotaba de su glande… cuerpo… rápidamente llegó al orgasmo provocándole una sensacional corrida… tetas… cerró los ojos por el placer y divisó en su mente las 5 fotografías… burla, trasero, pezones, cuerpo y tetas. Y mientras se corría supo que debía enviar a Montse un nuevo mensaje.

Montse se quedó anonadada al ver el SMS de Ricardo. Junto al mensaje “Ya puedes medirla” había una fotografía. No se atrevía a abrirla y deseó por lo que más quería que Ricardo no se hubiera atrevido a hacer lo que se temía. No quería seguir con aquello ni que su mejor amigo demostrara tanto entusiasmo. Pensó que tal vez le había dado falsas esperanzas de no sabía qué. Siempre habían bromeado sobre estas cosas, pero al parecer las fotos lo habían enajenado. Abrió la foto con rubor y sus peores sospechas se confirmaron. Allí estaba el ’antes’.

La primera reacción fue de repulsa, pero cuando se fijó más en aquel primer plano empezó a ver cosas que le gustaron. Aunque estaba flácida, la polla de Ricardo no parecía ser de gran tamaño, sin embargo acababa en un bonito glande rosado que parecía bastante grueso. Le gustó. Por lo demás, lo tenía todo bastante bien arregladito, algo que ya se dejó entrever en la foto del pubis de su amigo. La reprobación inicial se convirtió en diversión, le pareció graciosa la situación y pensó en no darle mayor importancia.

Con el móvil aún en las manos le llegó otro mensaje. Al ver el remitente sintió un cosquilleo en el estómago. Por un lado volvió a temer que Ricardo insistiera, pero por otro… no estaría mal ver cómo evolucionaba aquel miembro… Sin embargo no había foto, solo texto: “Que sepas que me he masturbado con tus fotos ;-P pero necesitaría alguna más…”.

Montse pensó que estaba de broma. No podía imaginarse a su mejor amigo haciendo eso pensando en ella… pero fríamente, dadas las circunstancias era más que probable. Y volvió a sentir por parte de Ricardo un extraño atisbo de halago el cual le provocaba placer al pensar en enviarle una nueva foto para deleite de sus manualidades. Sin estar demasiado convencida se dispuso a desnudarse.

¡Una foto de cuerpo entero desnuda! ¡Guau! Ricardo se maldijo por no enviarle antes la foto a Montse. El intercambio se había reanudado y el simple hecho de contemplar ese cuerpazo le llevó al estado de su siguiente envío.

Montse pudo comprobar, tal y como había deseado inconscientemente, la evolución del pene flácido de Ricardo. La nueva imagen era un calco de la anterior sólo que ahora parecía algo más grande, fuerte y vigorosa. Además, ahora la foto estaba ligeramente de perfil y se podía comprobar la leve altivez del miembro sin llegar a exhibirse exultante de lo que dedujo que aún estaba morcillona. Montse de deshizo de tapujos y admitió su inminente excitación repitiendo la foto de su culo, pero esta vez sin ropa de por medio.

Ricardo casi se corre sin tocarse cuando leyó las palabras que acompañaban a la fotografía antes de abrirla: “Ya voy a por todas, espero conseguir el después con esta”. Ricardo pensó que ya lo había conseguido sólo con esa frase. Ansioso abrió el adjunto y se encontró con un culo en pompa que dejaba entrever un apetecible manjar entre las piernas bien cerradas. No la hizo esperar y le envió lo que le había pedido.

Montse no pudo evitar pasar un dedo sobre la fotografía que mostraba la polla desafiante de su amigo mientras se mordía un labio. El muy idiota la había conseguido calentar más de lo que se había podido imaginar. No supo si fueron las fotos, la morbosa situación o la suma de todo, pero se sintió irremediablemente atraída por el tan bonito glande, culminación de aquella traviesa polla del montón. La foto estaba de perfil pero no le era posible calcular el tamaño pues no había referencias. Mas no debía ser gran cosa. Pensó que Ricardo ya no podía ofrecerle nada más así que decidió ser justa y enviarle una foto acorde para que pudiera cascarse la paja, que seguro se iba a hacer, a gusto. “No manches nada” le escribió insinuando con toda la complicidad que el momento permitía.

Y Ricardo a punto estuvo de soltar un chorretón descontrolado a pesar del poco tiempo que había pasado desde su anterior corrida cuando vio el coño abierto de Montse. El primer plano de su sexo le puso a mil. Intentó fijarse en cada detalle. Su pubis perfectamente cuidado con una ligera capa de vello central que se iba difuminando a medida que se acercaba a los laterales. Más abajo, unos labios vaginales abultados que se desplomaban sobre sí mismos y que apetecía chupar para saborearlos. Y, por último, justo encima de los labios, el clítoris al que Ricardo le pareció erecto tal vez debido a la excitación de su mejor amiga. Se miró la entrepierna y vio como el líquido preseminal volvía a hacer acto de presencia anunciado la apremiante corrida. Y decidió que esa sería su siguiente foto.

“Aún puedo aguantar un poco más y… ¿tú no te tocas?” fue la contestación de Ricardo. Ella no pudo evitar una sonrisa. La foto del primer plano del glande con aquel líquido transparente empezando a brotar fue demasiado. Sin duda, si no fuera un móvil lo que tenía en la mano, se lo hubiera llevado a la boca para saborear aquel bonito glande y el líquido preseminal que de él salía. Subió las piernas al sofá y se llevó una mano a su sexo. Pudo notar la humedad del mismo y el hilillo de los primeros flujos que se adhirió a uno de sus dedos cuando retiró la mano.

R2D2 emitió sus penúltimos pitidos. La misma foto que antes, pero esta vez el aspecto era insuperable. El brillo que provocaban los fluidos de Montse se extendía a lo largo de sus labios vaginales que ahora eran aún más apetecibles si cabe. Ya no aguantó más y soltó un par de chorros sin demasiado control. El primero de ellos fue a parar directamente al monitor del PC cuya imagen mostraba los turgentes pechos de Montse. Ahora parecía que se hubiera corrido sobre sus tetas y se apresuró a hacer una foto mientras el semen se escurría por la pantalla. Se la envió a Montse junto al texto: “Gracias. Mira lo que has conseguido, guarrilla! ;-P”

Ricardo se apresuró a limpiarlo todo antes de que llegara Noe. Mientras lo hacía esperaba recibir un nuevo mensaje, pero el inteligente robot no volvió a silbar. Lo hizo cuando Noe ya estaba en casa con lo que prefirió ignorar el mensaje y dejarlo para la intimidad, momento que llegó cuando su novia se acostó. Ricardo se sorprendió. Montse aún le tenía guardada una nueva grata sorpresa.

“Nivel máximo alcanzado. Un beso” era lo que acompañaba… ¡al video! Ricardo se puso nervioso y, totalmente expectante, le dio al play no sin antes bajar el volumen al máximo por si acaso.

Apareció un primer plano de la cara de Montse y Ricardo pudo escuchar, no sin esfuerzos por el bajo volumen y la escasa calidad del video:

-Y mira lo que tú has conseguido…

Y acto seguido la cámara se movió a lo loco de forma que era imposible captar lo que estaba pasando hasta que la imagen se centró en el sexo de Montse. Se la podía apreciar tumbada en el sofá con las piernas abiertas y la mano libre en su coño. El zoom mostraba desde un poco más arriba de su pubis hasta por encima de las rodillas. Aunque la calidad no era muy buena Ricardo pudo apreciar el dedo que su amiga le estaba dedicando. Genial. El video no era muy largo y se terminaba justo cuando empezaban a escucharse los primeros gemidos de su mejor amiga. Sin duda había dejado de grabar para terminar de masturbarse y, presumiblemente, alcanzar el orgasmo.

¿Era posible? Tenía la polla pidiendo guerra nuevamente debido al puto video. ¿3 veces en tan poco tiempo? Ni en sus mejores sueños, pero lo que no consiguiera esa pedazo de mujer… pensó. Se fue a la cama buscando a Noe, tenía ganas de acabar aquello como dios manda, con sexo de verdad, pero su novia, medio dormida, no estaba por la labor. Así que tuvo que desistir y quedarse con las ganas.

Por fin llegó el viernes previo al fin de semana de la casa rural y cada una de las 4 parejas fue saliendo con sus respectivos coches a medida que salían del trabajo.

Los primeros en llegar fueron Ismael y Montse que se encargaron de recoger todas las instrucciones de los dueños de la casa para después hacérselas saber al resto del grupo. Cuando los dueños se marcharon y se quedaron solos llegó la siguiente pareja, Esteban y Maribel.

Los primeros se dedicaron a enseñarles la casa. Un primer piso en el que se encontraba el salón y la cocina. Un segundo piso en el que habían 3 habitaciones. Y un tercer piso en el que estaba la última habitación y el único cuarto de baño. Aunque al lavabo se podía acceder desde fuera tenía una segunda puerta que se comunicaba directamente con la habitación contigua.

-Como hemos llegado los primeros tenemos derecho a escoger habitación así que nos quedamos esta – dijo Ismael mientras enseñaban la del tercer piso ya que era la que tenía el lavabo más a mano.

-¡Sí, hombre! – replicó Esteban – lo decidiremos cuando estemos todos. Yo lo haría a suertes.

-Va… cariño… déjalo, a mi me parece justo – intervino Maribel.

-Te jodes – concluyó Ismael mientras le dedicaba una sonrisa a su amigo.

-Qué mamonazo… – aceptó finalmente Esteban con resignación.

Los 4 estaban en el patio de detrás de la casa cuando llegaron Ricardo y Noe. Al patio se accedía desde el salón de la primera planta. Cuando Ricardo lo vio se maravilló con la piscina que había junto a las hamacas donde yacían sus compañeros. Todos se saludaron.

Ricardo estaba impaciente por ver cómo sería el primer encuentro con Montse desde lo que había pasado, pero la cosa fue más fría que la última vez que se vieron. Esta vez no hubo acercamiento con contacto físico tan evidente. La cosa se limitó a un saludo frío sin un solo roce. Y es que el pobre no sabía cómo iba a reaccionar ella ni cómo esperaba que él lo hiciera.

Montse no le daba tantas vueltas a la cabeza. A pesar de no sentirse especialmente orgullosa de lo que había sucedido, no le daba mayor importancia y esperaba que Ricardo tampoco lo hiciera. Pensaba pasárselo tan bien como siempre y que el incidente ocurrido no cambiara las cosas.

Mientras los 6 hablaban distendidamente como siempre, por fin, llegó la última pareja, César y Luisa.

-Ya era hora… – les bromeó Ricardo.

-Calla, calla, no me hables… – le respondió César haciendo clara alusión a que la culpa de la tardanza era debido a Luisa.

Mientras los 2 últimos integrantes se acomodaban y el resto se disgregaba en diferentes conversaciones, Ricardo y Montse tuvieron su pequeño momento.

-¿Sabes…? esta semana me han pasado unas fotos muy interesantes – le dijo Ricardo intentando evaluar la situación.

-Ah… ¿sí? – le contestó pícaramente Montse – ¿qué clase de fotos? – le siguió el rollo como siempre, quitándole hierro al asunto.

Ricardo se sintió aliviado al ver que Montse seguía siendo la misma de siempre.

-Son las mejores fotos que he recibido jamás – la piropeó – y además, también he recibido un video – ella se rió.

-¡Oh! Vaya… suena bien y…

-¡Chicos! ¿Qué tal si vamos preparando algo para cenar? – gritó César interrumpiendo todas las conversaciones mientras salía nuevamente al patio.

Ricardo y Montse se dedicaron unas miraditas de complicidad y se dirigieron, como el resto, para la casa. Tras la cena, el viernes concluyó pronto pues al día siguiente habría que madrugar para aprovechar al máximo el fin de semana.

El sábado transcurrió normalmente: una visita al pueblo más cercano para comprar, unos baños en la piscina, un poco de sol, una buena comida, unas partidas de cartas, juegos varios, muchas bromas, una buena cena, alcohol, buenas conversaciones… se podría decir que lo más atípico había sido la poca relación entre Ricardo y Montse que apenas se habían dirigido la palabra. ¿Timidez de él o distanciamiento de ella?

A la mañana siguiente, la del domingo, sin ninguna previsión como la que tenían el día anterior, la gente se fue levantando a medida que se lo pedía el cuerpo. El último en hacerlo fue Ricardo que se despertó escuchando los gritos y la algarabía que sus amigos estaban provocando en la piscina. Mientras se desperezaba en la cama, junto a la ventana que daba al patio, pudo escuchar la conversación.

-¿Aún está durmiendo? – preguntó Ismael.

-Parece mentira que no lo conozcas – le respondió Noe.

-Pues entonces nos vamos sin él – añadió César.

-¿Vosotras qué hacéis? ¿Os venís u os quedáis? – se dirigió Ismael a su novia.

-Nos quedamos mejor, ¿no? – le respondió mientras confirmaba con la mirada con el resto de chicas.

-Sí, iros vosotros. Nosotras nos quedamos aquí tomando el sol – concluyó Luisa.

-Está bien – dijo Esteban. Y los 3 chicos se dirigieron al coche para ir a comprar la carne para la parrillada que harían al mediodía como habían concluido.

Tras oír cómo los chicos se marchaban, Ricardo se levantó definitivamente y se dispuso a darse una ducha para lo cual tuvo que subir al último piso. No pensaba tardar demasiado con lo que no se molestó en avisar que estaría duchándose para evitar que alguien subiera al lavabo mientras él lo estaba utilizando. Sin embargo, procuró estar atento por si oía a alguien acercarse ya que ninguna de las dos puertas tenía pestillo.

Ricardo se estaba enjabonando cuando escuchó movimiento por el exterior. Alguien se acercaba. Escuchó como la persona que fuera pasaba de largo y los ruidos comenzaron a escucharse en la habitación. Supuso que era Montse puesto que era su cuarto e Ismael se había marchado al pueblo. Se concentró por si…

-¡Está ocupado! – le dio tiempo a decir justo cuando vio cómo la puerta se habría mientras se llevaba la mano que no sostenía el teléfono de la ducha a la entrepierna para taparse en un acto reflejo.

Tras la puerta, con aire despreocupado, apareció Montse que al darse cuenta de que Ricardo estaba en la ducha reaccionó.

-¡Uy! ¡Perdón!

Y se alejó no sin antes mostrar una sonrisa que no pasó desapercibida para su mejor amigo.

Cuando los chicos se marcharon a comprar la comida al pueblo las chicas se quedaron tomando el sol tranquilamente. Al poco rato Montse se dirigió a su habitación y no fue hasta una vez dentro de la misma que se dio cuenta que Ricardo se estaba duchando al oír cómo el agua estaba cayendo. Pensó en su amigo desnudo, del cual únicamente le separaba una puerta y sintió curiosidad por verle más allá de cualquier excitación que le provocara o las fotos que se habían intercambiado. Simple curiosidad. Así que se dispuso a hacerse la tonta. Una miradita rápida y ya está. Y eso hizo a pesar de escuchar la advertencia de su amigo cuando abrió la puerta.

No había podido ver gran cosa pues Ricardo estaba enjabonado y además rápidamente se tapó las partes con una sola mano, señal de que no había mucho que tapar pensó ella. Se entretuvo haciendo cualquier cosa, esperando su salida.

Cuando Ricardo terminó se dirigió directamente a la habitación de Montse pues sabía que ella aún estaba allí.

-¿Se puede saber qué haces? ¿No me has oído que me estaba duchando? – le recriminó intencionadamente. Ella le sonrió.

-Perdona, ¡eh! No me he dado cuenta… – le mintió.

-¿Pero has visto algo? Ya me entiendes…

-Pues te he visto desnudo lleno de espuma con una sola mano tapando el centro de tu gravedad. Ya está.

-Bueno, ¿pero me has visto la polla o no? – le preguntó intentando averiguar lo que realmente había pasado.

A Montse le chocó oír cómo su amigo se refería a su pene de esa forma tan soez. Al menos, no se lo esperaba.

-Ya te lo he dicho, te he visto desnudo, enjabonado y con una mano tapándote tus partes íntimas.

-Vaya imagen más ridícula – se lamentó. Una cosa era el juego del intercambio de fotos que él mismo había provocado y otra cosa que su mejor amiga le pillara en aquella situación de forma totalmente improvisada.

Ella se rió a carcajadas.

-¡Ridícula no! Divertida sí… ¡y mucho! Buenísima tu cara de medio sorpresa, medio pillo… ¡y con la manita en las partecitas! – y continuó riendo.

-¿Cara de pillo? – le preguntó haciéndose el sorprendido ya que desde que oyó ruidos en la habitación inconscientemente había deseado que Montse echara un vistazo. Y prosiguió – Oye, pues sí que te has fijado en cosas para el poco tiempo que ha durado. Por cierto, ¿y tú qué andabas buscando en el lavabo y mirando directamente a la ducha? ¡Querías verme desnudo! – dedujo para ver cómo reaccionaba.

-¡Sí! La verdad es que he entrado sabiendo que estabas en la ducha – le confesó entre ladinas risas – Pero no esperaba verte, también es cierto, solo asustarte. ¡Pero te he visto! – soltó carcajeando – Buenísimo el momento ducha – y lo miró pícaramente.

-¡Guarrilla! – le dijo riendo también – Tú pídemelo, que yo te la enseño sin necesidad de que me pilles en la ducha – insinuó devolviéndole la mirada, pero ella no paraba de reír.

-Es que ha sido un momento inolvidable – haciendo referencia a lo anecdótico de la situación.

-Bueno, me debes una visión de tu cuerpo desnudo, en la ducha, llena de jabón y tapándote lo que puedas.

Ella no le contestó. Simplemente se levantó y se dirigió al cuarto de baño. Antes de sobrepasar la puerta se giró para mirar a su mejor amigo.

-Me voy a duchar.

¡¿Qué?! ¿Le estaba invitando sutilmente a verla desnuda? ¿O simplemente le advertía para que no pasara? Estaba convencido que no había subido a ducharse así que…

Cuando se decidió a abrir la puerta todo lo cuidadosamente que pudo y asomar la cabeza pudo ver el cuerpo desnudo de espaldas de su mejor amiga. Espectacular. Se acababa de quitar el bikini y se disponía a entrar en la bañera.

-Tranquilo, no es nada que no hayas visto ya – le dijo sin girarse, haciendo clara alusión a las fotos que le había enviado.

Así, mientras ella empezaba a empaparse con el agua que desprendía el teléfono de la ducha, él se acercó cautelosamente. Cuando ella se giró con las manos levantadas mojándose el pelo, Ricardo pudo contemplar los turgentes pechos de Montse y cómo las gotas de agua los recorrían hasta llegar a los pezones donde se suicidaban lanzándose al vacío. También se fijó en su pubis, tan aseado como se adivinaba en las fotos, en el que encontraban la salvación algunas de las gotas que se habían precipitado desde lo alto.

-Creo que con tu irrupción no me ha dado tiempo a ducharme todo lo bien que debería – insinuó Ricardo hábilmente – ¿Puedo? – preguntó vergonzosamente.

Ella le contestó con una sonrisa, expectante. Y no quitó ojo de su amigo cuando este se desposeyó del bañador, única tela que llevaba encima. Vio como tuvo que separar la tela de su cintura para poder liberar su pene totalmente erecto. Nuevamente fue más el halago de ver así a su amigo por ella que la visión de aquel tieso instrumento lo que la convenció de que quería seguir con aquello. Él se acercó y se metió en la bañera junto a ella, a una distancia prudencial.

Ricardo no quiso ni rozarla. Temía que cualquier mal paso pudiera acabar con aquello. Así que, aunque se hubiera abalanzado gustosamente sobre ella para magrearle los preciosos pechos y el resto de su glorioso cuerpo, se contuvo. Y aprovechó cuando ella cogió el bote de gel.

-¿Quieres que te ayude? – le propuso.

-Vale – recibió como respuesta junto a una enorme sonrisa traviesa.

Ricardo se inundó las manos de jabón mientras ella le daba la espalda con lo que se dispuso a enjabonarle la misma. Al primer contacto con su piel sintió una explosión, como si un chispazo se hubiera producido entre ambos. Su polla dio un respingo golpeándola en el culo. Ella reaccionó con condescendencia, girándose para dedicarle una divertida sonrisa y separarlo ligeramente apoyando la mano sobre su pecho.

-Cuidado con eso… Ricardito – le comentó de forma jocosa.

Ricardo masajeó la espalda de su amiga esparciendo el gel por toda su superficie. Hizo alguna pequeña incursión hacia su vientre con sumo cuidado por miedo a acercarse excesivamente y volver a tocarla con la verga.

-Creo que la espalda ya la tengo suficientemente limpia. ¿No crees? – le insinuó morbosamente.

Así que el hombre se envalentonó a bajar a sus nalgas. Ciertamente su culo no era lo mejor de su cuerpo, pero tampoco es que fuera feo, simplemente no desentonaba con el resto. Ricardo ya estaba convencido de que aquello no tenía marcha atrás así que tenía vía libre. Y lo probó llevando una de sus manos a la parte interna de los muslos de Montse. Ella abrió las piernas ligeramente y Ricardo accedió a su coño. Simplemente se limitó a enjabonarlo, sintiendo sus prominentes labios vaginales, pero no pudo reprimir introducir ligeramente sus dedos por la raja que días antes había visto a través de su móvil.

Montse estaba muy excitada. Desde que su amigo le había puesto la mano encima para enjabonarla es como si se hubiera teletransportado a otro lugar. Ya le daban igual sus amigas, su novio, las puertas sin pestillo… Hasta ese momento estaba jugando con el morbo de la situación, con lo mucho que le gustaba hacer sentir cosas a Ricardo, pero en ningún momento se imaginó que él también se las podría hacer sentir a ella, como lo que sentía ahora, cada vez que su amigo pasaba sus hábiles dedos por su entrepierna.

-Ven, que te enjabono los pechos – le dijo Ricardo mientras dejaba de acariciarle el chocho y la giraba para quedarse frente a frente.

Ricardo pensó que estaba cumpliendo un sueño. Las tetas de Montse eran posiblemente la parte de su cuerpo con la que más había fantaseado y ahora se las estaba sobando. Pudo sentir el agradable tacto, el contraste entre la excitante blandura del pecho y la rigidez del pezón. Maravilloso.

Sus cuerpos ya estaban muy juntos de forma que la polla de Ricardo golpeaba de vez en cuando contra muslos, cadera, pubis o labios vaginales de Montse llenándose de la espuma que provocaba el jabón que él esparcía sobre el cuerpo de ella. Así que, cuando la mujer se apartó de él para arrodillarse ante su verga, se la agarró con una mano mientras con la otra acercaba el teléfono para deshacer toda la espuma mostrando el hermoso glande que tanto le había gustado en fotos y que nada desmerecía en persona.

-Creo que ya está bastante limpia – le dijo antes de llevársela a la boca y empezar a hacerle una mamada.

Ricardo tuvo que apoyarse en la pared para no caerse del placer que le produjeron esas palabras y la boca de su querida mejor amiga en contacto con su polla a punto de reventar.

Montse se dio cuenta de que o paraba o aquello se acababa ya, así que se separó de él. Y mientras se levantaba le dijo:

-Ricardo… tienes una polla muy bonita y un glande muy apetecible.

Él se sintió orgulloso ante aquellas palabras y el cálido beso de su amiga le pilló de sorpresa.

Así, con el agua cayendo sobre sus cuerpos fusionados mientras se regalaban mutuamente aquel morreo, Ricardo llevó una mano a uno de los muslos de Montse para levantarle la pierna de modo que con la otra mano pudiera dirigir la polla hacia su sexo.

Y así fue como ella comenzó a moverse sobre el normalito cuerpo de su amigo. Mientras él le agarraba la pierna que tenía levantada era ella la que llevaba el ritmo del vaivén necesario para sentir placer y justo para hacer que Ricardo durara lo suficiente.

Cuando ella llegó al orgasmo casi se cayó al fallarle las fuerzas de la única pierna que estaba en contacto con el suelo. Tuvo que ser Ricardo quien la sujetara haciendo un enorme esfuerzo pues la fatiga también hacía mella en él.

Tras las pequeñas convulsiones de Montse que le hicieron entender a Ricardo que se había corrido y el esfuerzo por sujetarla para que no se partiera la cabeza en la bañera, ella se separó de él y se agachó para agarrarle la polla y masturbarlo con una mano mientras con la otra le sopesaba los testículos.

Mientras Ricardo acariciaba la espalda y el culo en pompa de ella no tardó mucho en correrse soltando los disparos de semen más potentes y numerosos que recordaba. Montse los dirigió de forma que no mancharan nada y todo quedara en la bañera desapareciendo, junto con el agua que aún seguía cayendo, por el desagüe de la casa.

-¿Qué tal, nene? – le preguntó altivamente mientras no dejaba de menearle la polla tras la corrida provocando los últimos espasmos de su amigo con la intención de sacarle un último piropo.

Casi sin aliento para responder, Ricardo le dijo lo que ella quería escuchar.

-Montse… ha si… sido maravillo… so. No es que… yo quiero a Noe, pe… pero… siempre había fantasea… do contigo…

-Gracias – le contestó ella sonriéndole, orgullosa del morbo que le provocaba a su mejor amigo – Pero has de tener claro que esto no va a suceder nunca más.

-Claro, claro – le respondió rápidamente ya algo más recuperado.

Ricardo, por un instante, pensó en lo afortunado que era. Un tío normalito como él jamás hubiera tenido la oportunidad de estar con una tía tan espectacular como Montse y se alegró de que fuera su amiga y le hubiera ofrecido aquel magnífico regalo.

Por su parte, Montse pensó en cómo había acabado todo por una simple conversación jocosa. El único motivo por el que no se arrepentía de lo que había pasado era por su mejor amigo. Y se sintió poderosa al apreciar cómo había hecho feliz a un tío que, en circunstancias normales, no podría aspirar a ella nada más que en sueños.

Mientras se secaban oyeron como alguien se acercaba.

-¿Montse?

Se apresuraron a vestirse con las únicas ropas que llevaban, bañador y bikini.

-¡Pasa! – le contestó Montse a Maribel.

Cuando esta abrió la puerta se extrañó al ver salir a Ricardo, pero no le dio mayor importancia.

-Buenos días.

-Buenos días.

-Tía, ¿qué se supone que estás haciendo?

-Es que al subir me he encontrado con este – aludiendo a Ricardo – y nos hemos puesto a hablar.

-Ok. Oye, ya han llegado los chicos. ¿Bajamos para prepararlo todo?

-Sí, vamos.

Abajo se reunieron los 8 para preparar todo lo necesario para la barbacoa que comerían al mediodía. Tras la misma y tras reposar la comilona, las 4 parejas dejaron la casa para volver a sus hogares respectivos y sus habituales vidas.

Tras el incidente del domingo en la ducha, Ricardo y Montse se esforzaron por aparentar que nada había sucedido. Aunque no fue fácil procuraron evitarse durante un tiempo de modo que nadie pudiera sospechar nada extraño entre ellos.

Por suerte, con el tiempo, las cosas volvieron a su cauce. La relación entre ambos amigos volvió a ser la de siempre y ninguno del resto de la pandilla jamás sospechó lo que ocurrió ese fin de semana en la casa rural ni en los días previos a la misma.

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