EXPEDIENTES X:
EL REGRESO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS
Parte 2

Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojas, antes de leer esta historia.
Por Sigma
-Bueno, otra semana que termina –pensó la agente Scully mientras bajaba de su automóvil- al menos ya estoy en casa y podré descansar de las locuras de Mulder.
Se dirigió a la puerta mientras sacaba las llaves y entró a su casa feliz de saber que tenía todo el fin de semana para descansar y quizás salir de la ciudad.
-Ah, que gran inicio de un perfecto fin de semana –pensó ya más relajada- pero ese caso aun me preocupa.
Pensaba en el caso de la profesora desaparecida, había dado un giro extraño, justo de los que a su compañero le encantaban, Sydney Fox estaba desaparecida desde hacía días, apenas recuperada su libertad, definitivamente no era normal, algo no estaba bien, lo presentía. Pero decidió descansar y olvidarlo al menos por esa noche, ya volvería al tema en la mañana.
Se quitó su saco, la funda y su pistola, su blusa blanca y sus pantalones formales, finalmente sus zapatillas bajas y su cómoda ropa de interior de algodón. Se metió al baño y se dio una relajante ducha, salió con su bata y rápidamente se desenredó el cabello. Como había comido algo tarde no tenía hambre por lo que directamente decidió ponerse su ropa de dormir: su camiseta y sus pantaloncillos grises y finalmente abrió un cajón de su tocador y sacó la última parte del conjunto, sus zapatillas de ballet rojas.
Se sentó en la cama, levantó un pie y se puso la primera cuidadosamente, acomodando poco a poco sus pequeños dedos en el calzado, la ajustó y luego se puso las cintas alrededor de sus tobillos y pantorrillas despacio como en un ritual, subiendo lentamente, casi acariciando su pantorrilla y al fin las ató con un moño debajo de las rodillas. Repitió con esmero el proceso en la otra. Extendió las piernas y puso los pies en punta brevemente, sin poder apartar la vista.
-Mmm… no se por que me gusta tanto dormir con ellas –pensó algo avergonzada y sonrojada- ¡No sé ni cuando compré estás cosas por Dios! Quizás sea su suavidad, o la elegancia que le dan a mis piernas… oh, espero que no se enteré nadie en el FBI, sería el hazmerreír: Dana Scully, la formal y seria agente, una fetichista.
Sonriente se recostó y se cubrió con las cobijas para terminar de leer su manual, mientras deslizaba sus pies sobre las sabanas lentamente disfrutando la suavidad del calzado en sus piernas, una hora después estaba dormida con el libro a una lado, estaba boca abajo y uno de sus pies con su zapatilla se asomaba fuera de la cama, en ese momento el sonido de un auto estacionándose se escuchó apenas en la distancia, segundos después un perro comenzó a ladrar, pero para Scully eso ocurría muy lejos.
Comenzó a tener un sueño en el que tomaba el sol en un jardín, llevaba puesta una suave y corta bata de seda blanca, el sol la calentaba cada vez más y comenzó a sudar, pero lo disfrutaba, una suave brisa se metió bajo la bata descubriendo sus piernas y refrescándola maravillosamente, la rubia sonrió extasiada y entreabrió los labios.
Mientras dormía, la agente había salido bailando de su hogar y había subido a la parte trasera de la camioneta acercándose al hombre del pasamontañas que sonriente le acariciaba a Scully las piernas lentamente de abajo hacia arriba.
-Hola agente, la extrañé esta semana, pero al fin estamos juntos, es hora de nuestra segunda sesión, tenemos mucho que hacer…
-¡Basta! ¡Maldición, dije basta! –gritó Scully desesperada, pero no le gritaba a X, que la observaba complacido, sino a sus propias piernas que no le obedecían y sobre todo a su cuerpo que de nuevo comenzaba a excitarse.
La agente tenía las manos encadenadas tras la nuca y conectadas a una gruesa gargantilla en su cuello, llevaba puesto un vestido muy similar al de las bailarinas del Moulin Rouge, era color rosa brillante, con encajes y enaguas y un generoso escote cuadrado que casi llegaba a sus pezones, pero la forma de la falda era distinta, en vez de tener un borde parejo como una campana era asimétrico, tras ella el vestido llegaba hasta sus tobillos pero al frente apenas y cubría su entrepierna, cinco centímetros debajo de sus pantaletas negras de encaje y (por supuesto) de corte francés.
Llevaba medias negras de liguero hasta medio muslo, atadas a un corset negro de la viuda alegre que llevaba bajo el vestido, su cabello estaba elegantemente acomodado en un peinado alto, llevaba un lápiz labial rojo brillante, en sus manos atadas llevaba unos guantes negros hasta más arriba del codo, en sus pies llevaba unos botines de color rosa con agujetas y puntas afiladas que forzaba sus pies a estilizarse, tenían tacones de diez centímetros de alto. El contraste entre la cremosa piel de sus muslos y las medias, así como sus labios y su piel la hacían ver muy seductora.
-¡Oh, por favor, no más! –pensó la agente cada vez más incontrolablemente excitada.
Bailaba a toda velocidad la melodía clásica de Orfeo en los Infiernos, siguiendo el ritmo de Cancán levantando alternativamente una y otra pierna tan alto como podía, luego daba giros sobre sus pies haciendo que la parte de atrás de su vestido se levantara mostrando como las pantaletas se metía entre sus firmes nalgas. Luego avanzaba y retrocedía al ritmo de la música y volvía a levantar las piernas.
X estaba sentado en un sillón, observando satisfecho a la forzada bailarina, de pronto comenzó a aplaudir siguiendo el ritmo, y sin poder evitarlo Scully se acercó bailando hasta estar frente al sillón, dando un espectáculo involuntario a su captor, dando giros alrededor del mueble y deteniéndose de nuevo.
-Muy bien agente, estoy complacido con su avance.
-¿Por que me hizo recordar? Es tan…
-¿Excitante?
-Humillante. ¡Me forzó a disfrutar esas endemoniadas zapatillas! –apenas alcanzó a decir antes de lanzarse a bailar alrededor de X.
-Si, bueno, en realidad no es necesario devolverle la memoria, simplemente es más placentero para mí si es consciente de cómo la estoy alterando, sin poder hacer nada para evitarlo. Pero es hora de ponernos serios, tenemos trabajo agente, debo seguirla preparando.
-¡Me resistiré!
-Cuento con ello… de lo contrario no sería divertido.
X se acercó a Scully, se le emparejó y la abrazo de la cintura deteniéndola en su lugar, sus pies estaban fijos pero sus piernas, cintura y cadera seguían moviéndose, rozándose contra el cuerpo del hombre tras ella, sintiendo la dureza tras ella, dando un gemidito involuntario. Despacio, casi con ternura la mano de su captor de introdujo bajo su falda y dentro de sus pantaletas para tocarla. Sus dedos salieron húmedos.
-Ah, muy bien agente, veo que está lista, móntese aquí –dijo mientras aplaudía al ritmo de la música y se sentaba, sin poder evitarlo la rubia se acercó bailando y se sentó en el regazo de X dándole la espalda, pero sin dejar de frotarse contra él al ritmo de la música.
-¡Maldito sea! –susurró la agente mientras apretaba los dientes tratando de controlarse.
-Muy bien, pero creo que es hora de una nueva canción -X levantó un control remoto y al oprimir un botón otra música tomo el lugar de la clásica, una melodía cadenciosa en ingles: Crazy in love de Beyoncé, con los primeros acordes Scully comenzó a mover sus caderas arriba y abajo, momento que aprovechó su captor para arrancarle las pantaletas y bajarse los pantalones, y en un movimiento fluido guió las caderas de la rubia para hacer que se empalara a si misma en su miembro.
-Nooo… no… no… -gimió la agente, sin dejar de mover sus caderas arriba y abajo, involuntariamente cogiéndose a X. Ella trató de moverse un poco hacía un lado o el otro para salir, pero él la tenía firmemente sujeta de la cintura.
-No agente, no ira a ningún lado, quédese aquí –le susurró X. Minutos después Scully ya no podía pensar correctamente, seguía el ritmo sintiendo placer una y otra vez.
-Bien agente ¿o debería decir Dana? Si, me gusta, su nombre es muy bonito –dijo con voz ronca su captor mientras le bajaba el vestido, dejando al descubierto sus blancos senos con pezones rosados- desde ahora sólo responderá a su primer nombre agente ¿entendido?
-¿Cómo? No, no puedo…
-Si puede, y lo hará, es mi voluntad, dígalo.
La cabeza le daba vueltas a Scully, le faltaba aire por lo ajustado del corcet y el calor le impedía pensar, mientras se inclinaba hacía atrás para disfrutar las caricias de X en sus pezones, mientras la penetraba una y otra y otra vez, una de las manos de su captor bajó hasta meterse de nuevo bajo su falda.
Comenzó a acariciarle el clítoris, a ritmo con la cadenciosa música, y empezó a besarla en el cuello, los hombros, sus manos encadenadas trataron de sujetarlo de algún modo pero los guantes no lo permitían. Tuvo un pequeño orgasmo.
-Responderé… solamente… a mi primer nombre… Dana –la canción no terminaba, se repetía varias veces en un bucle interminable.
-Bien, ahora sabrás mi nombre Dana ¿Lista?
-Mmmmm…
-Me llamarás de ahora en adelante Papi ¿entendido? seré Papi para ti.
-No, no… eres un monstruo –susurró la agente
-Ya no, ahora seré Papi y tu serás mi nena, Dana, dilo –repitió con más fuerza mientras la levantaba y le daba la vuelta, volvió a sentarla sobre su regazo pero esta vez de frente.
-Dilo… -repitió X mientras comenzaba a moverla arriba y abajo de nuevo, esta vez viéndola a los ojos.
-No…-su captor usó su mano para sujetarla del cuello, empujándola de la garganta y obligándola a arquear su espalda hacía atrás, y comenzó a besar y morder sus pezones, mientras ella seguía subiendo y bajando sin control siguiendo la música.
-¡Dilo Dana! –le gritó mientras con una mano le sujetaba de la cintura para poder penetrarla profundamente y con la otro le daba varios azotes en sus sonrosadas nalgas, Dana sacudió la cabeza de lado a lado al alcanzar un involuntario orgasmo.
-¡No! ¡No Papi! ¡Por favor no le hagas esto a tu nena! –gimió finalmente la rubia tras lo que se derrumbó sobre el enmascarado descansando su cabeza en el hombro de él, medio despierta, medio entre sueños.
-Bien Dana, fue un buen avance –le susurró al oído casi con ternura y comenzó a acariciarle el cabello- ahora te daré unas cuantas instrucciones más antes llevarte a casa, cada vez me perteneces más.
Scully sonrió ligeramente entre sueños.
El guardia Baxter de la bodega de pruebas esperaba en su escritorio en el sótano del FBI era un trabajo aburrido, pero al menos su vida no corría peligro persiguiendo criminales, y de vez en cuando bajaba alguna linda secretaria o alguna de las raras agentes realmente deliciosas en el edificio.
-Ah, que bien, ahí viene la agente Scully –pensó complacido- ya debe de estar por salir, que pena que ya no disfrutaré su presencia hasta el lunes.
Scully llevaba una caja de evidencias, vestía su clásico conjunto de saco y falda, aunque esta era un poco más corta de lo normal, tres o cuatro centímetros sobre la rodilla, eso le iluminó el día a Baxter, quien sonrió.
-Buenas tardes agente Scully –dijo saludando con un movimiento de cabeza, sin poder evitar mirar sus torneadas piernas en sus zapatillas de tacón bajo- ¿Lista para irse a casa?
-Buenas tardes Baxter, si, ya estoy algo cansada –respondió mientras dejaba su bolsa de mano en el escritorio- ahora vuelvo.
La rubia se dio cuenta de que el guardia no le quitaba la vista de encima, como siempre, sus piernas, sus nalgas, sus senos, siempre miraba algo; normalmente le molestaba muchísimo, pero en esta ocasión decidió mejor vengarse.
-Este Baxter, es un pervertido –pensó divertida- pero ahora verá, le daré una lección, lo torturaré insinuándole lo que nunca tendrá.
La agente entró en la bodega con su caja buscando el sitio apropiado, el primer estante hasta adelante, correspondía al segundo nivel desde abajo, Scully miró de reojo como Baxter seguía observándola.
-Ah, que bien se ve hoy agente –pensó Baxter, justo antes abrir la boca de par en par, en lugar de ponerse en cuclillas la rubia se inclinó para poner la caja en el estante sin doblar las rodillas, dando un espectáculo con sus nalgas y piernas para él.
Luego se dio la vuelta como si nada y regreso al escritorio, Baxter cerró la boca tan rápido que le dolió la mandíbula, la agente se inclinó sobre el escritorio lentamente y recogió su bolsa sin dejar de mirar al guardia, que casi se cae del escritorio cuando vio que Scully tenía desabrochados los últimos tres botones de su blusa, y claramente pudo ver como se insinuaba un brassier negro de encaje.
-Hasta el lunes Baxter –dijo Scully mientras se daba la vuelta y sonreía complacida.
-Ha… ha…sta el lunes agente Scully.
-Llámame Dana –dijo la agente mientras se despedía con un gesto de la mano y la puerta del ascensor se cerraba.
Un rato después Dana se había terminado de peinar tras darse un baño, se quitó su bata y se puso su conjunto para dormir de pantalón y camiseta, pero en ese momento le empezó a parecer feo y aburrido.
-Luego compraré algo más femenino –pensó mientras se lo ponía.
Luego se inclino al último cajón de su tocador sin doblar las rodillas, lo abrió y saco sus botines rosa puntiagudos para dormir.
-Ah, se me olvidaba –pensó y rápidamente se volvió a inclinar a su cajón y sacó un par de medias negras con cinta elástica en el muslo, se las puso con calma extendiendo cada pierna, luego, con extremo cuidado se puso los botines, atando las agujetas para que no le apretaran, luego sujetó uno de los estilizados tacones y jaló de este para ajustarse bien el botín. Finalmente se subió a la cama y se acomodó para dormir, pero antes de cubrirse, no pudo dejar de mirar sus piernas.
-¡Dios esto es absurdo! ¿Por qué necesito ponerme esto para dormir? –Pensó sin poder evitar sonrojarse furiosamente- No se por que me compré estos botines ¡Ni siquiera puedo caminar con estos tacones tan altos! Quizás es por que me hacen sentir tan femenina… ¡Pero esto ya roza la perversión!
Inconscientemente comenzó a acariciar sus muslos, sintiendo la suavidad de su piel, la de las medias, luego dobló las rodillas y comenzó acariciar los botines y sus tacones.
-Mmmm… ¿que estoy haciendo? –pensó mientras su mano derecha se deslizaba dentro de sus pantaloncillos y comenzaba a acariciarse suavemente, en pocos minutos el bulto de su mano bajo el pantaloncillo se movía frenéticamente, mientras su otra mano se aferraba al tacón de su botín rosado.
De pronto arqueó su cuerpo incontrolablemente, cerró los ojos y gimió una única palabra:
-¡Paaaapi! –por un instante abrió los ojos sorprendida por lo que había dicho, pero duró un momento antes de que el pesado sopor posterior al orgasmo la venciera.
Horas después, desde su camioneta negra X observaba atentamente la casa de la agente Scully, pero no tuvo que esperarla mucho, cuando salió de la casa tenía los ojos cerrados pero caminaba como una modelo con altísimos tacones, llevando en sus caderas el ritmo (ultrasónico) de These Boots Are Made for Walkin, de un salto entró en la parte trasera pero siguió bailando dentro para su auditorio compuesto por un solo hombre encapuchado. Después de unos minutos la camioneta arrancó silenciosamente.
-¡Ah… ah… ah… detente… por que me… haces esto… Papi! – Scully odiaba usar esa palabra para dirigirse a X pero no podía evitarlo, era como una compulsión, llevaba las manos esposadas a una cadena alrededor de su cintura, de modo similar a como se encadenaba a criminales peligrosos al trasladarlos, sus muñecas estaban fijadas así al frente de sus caderas.
Estaba en “su habitación” del complejo de X, ahora llevaba puesto un ridículo atuendo juvenil que incluía una camisa blanca de manga corta desabotonada hasta la mitad, una minifalda escolar a cuadros, el cabello recogido en una cola de caballo, los labios pintados de rosa brillante, con una sombra azul en los parpados. En las piernas llevaba unas calcetas blancas hasta debajo de la rodilla y en sus pies una versión erótica de calzado escolar femenino, zapatos negros de puntas redondeadas con una correa cruzando a mitad de su empeine, pero la suelas de plataforma que la forzaban a pararse casi de puntas tenían doce centímetros de alto en el talón.
Estaba forzada a bailar vertiginosamente Toxic de Spears, se movía de un lado al otro por la habitación, sacudía sus caderas sensualmente y bajaba poco a poco doblando sus rodillas, luego volvía a subir, se sentaba en el regazo de X que la observaba atentamente, subía y bajaba para luego alejarse, pero había algo peor.
-Oooh, mi coño está tan húmedo… ¿Pero que estoy diciendo? Eso es tan vulgar… aaah, ¿Qué me pasa? –incrédula vio en un espejo como sus pezones se ponían duros frente a sus propios ojos, marcándose de inmediato bajo su blusa.
-Muy bien Dana, cada vez reaccionas mejor a los estímulos, esa es mi Nena… -le dijo complacido X.
Scully no pudo evitar sentir placer, ni sonreír, ni mirarlo a los ojos y luego decir:
-Gracias Papi… ¡No! ¡Que me está haciendo! Por favor déjeme ir.
-Jejejeje, pero Dana, si lo estás haciendo muy bien, creo que es hora de tomarte como mía definitivamente.
-No, no lo hagas Papi –suplicó Scully, pero X ya estaba levantándose, la tomo de la cintura, la cargó en brazos y se la llevó a un enorme escritorio acolchado con un enorme espejo enfrente, la recostó boca arriba y empezó a manipular sus esbeltas piernas siguiendo la música.
-Mira Dana, controlo tus piernas… -comenzó a decir mientras que se las separaba- y al controlar tus piernas controlo tu coño… -añadió al colocarlas alrededor de su cintura- y al controlar tu coño te controlo a ti –dijo finalmente mientras le arrancaba la minúscula tanga blanca de encaje de su entrepierna y luego se bajaba el pantalón.
-Ahhh, espera Papi –gimió Scully mientras seguía incontrolablemente moviendo rítmicamente sus caderas contra él.
-¿Te controlo, verdad? Dilo para mí, vamos…
-¡No, no lo haré Papi, no los traicionaré! –dijo mientras arqueaba la espalda y cerraba los ojos.
X comenzó a cogérsela, primero con ternura, luego frenéticamente y finalmente de forma salvaje, mientras le seguía susurrando instrucciones al oído y aunque Scully las aceptó casi todas, se resistía a ser su espía.
-¡Si Papi, si, más, dame más! –empezó a gritar sin control.
-¡Di que me obedecerás en todo, di que serás mi espía, dilo! –le gritó a su vez X.
-¡No, eso no… no puedo Papi!
Molesto, el encapuchado la soltó y se dio la vuelta, mientras ella jadeante trataba de recuperarse. De pronto tuvo una idea y la levantó del escritorio.
-Aun nos falta algo más Dana, antes de llevarte a casa –le dijo mientras de un closet sacaba un corset negro ribeteado de encaje, se le acercó y comenzó a ponérselo, la agente intento resistir pero la música que sonaba la mantenía mareada, débil y sumisa– ya que no aceptas este última sugerencia te voy a castigar, te arrepentirás de no haberme obedecido, será un castigo sutil y exquisito diseñado sólo para ti, ya lo verás…
Comenzó a ajustarle el corset cada vez más apretado, forzando sus pechos a levantarse y separarse, y haciendo que su cintura se viera aun más pequeña, pronto su respiración se hizo rápida. Luego la tomo de la cintura, la hizo doblar la cintura sobre el escritorio, dejándola boca abajo sobre su estomago y la obligó a abrir las piernas.
-Muy bien Nena, quédate así –le dijo X, con lo que Scully no pudo evitar un escalofrío de placer y decir las palabras programadas en su mente.
-¡Claro Papi! –gimió mientras movía sus desnudas y rosadas nalgas cadenciosamente.
Instantes después sintió una mascara que le cubría los ojos, y luego las caricias de X por sus piernas, sus nalgas, su espalda baja. Pronto sus manos sacaron sus pechos del corset y comenzaron a pellizcarlos de forma enloquecedora.
-No… Papi, espera –empezó a decir cuando sintió como la embestía, tensando su cuerpo pero estaba tan húmeda que no pudo resistirse, le faltaba oxigeno por culpa del apretado corset que no la dejaba respirar- ¡Oooohhh!
-Muy bien Dana -le susurró mientras ella sentía como la penetraba una y otra vez, y debido a la excitación causada por el hechizo no pudo evitar responder con el movimiento de sus propias caderas- Eso es, déjate tomar, así…
De pronto, la máscara le fue quitada y Scully pudo ver en el gran espejo frente a ella que estaba siendo cogida por una mujer, no por X. Una mujer de piel morena, vestida como doncella francesa, con una falda muy corta, llevaba puesto un consolador doble, de manera que mientras la penetraba, se penetraba a si misma, la mujer levantó la vista sonriente y la agente se horrorizó al reconocerla, pero su cuerpo seguía moviéndose al ritmo de la música.
-¡Es la profesora Fox! –pensó impactada Dana, con los ojos abiertos como platos y la boca en mueca- ¿Pero que hace aquí?
X estaba a un lado susurrando al oído de Scully sugestiones horribles, pero al ver su cara comenzó a reírse.
-Jejeje, ¿Sorprendida Dana? Si, es la profesora, pero yo fui quien la secuestró, fue ella quien encontró las zapatillas, por eso debía conseguirlas –mientras hablaba X retrocedió y comenzó a acariciar las piernas y nalgas de Fox, con cada toque la mujer cerraba los ojos y gemía suavemente- ella fue algo extra, pero necesitaba una carnada para atrapar a una agente del FBI, por eso conseguí a ese pobre indigente para que fuera el secuestrador, tuvo que morir claro pero fue un mal necesario.
-¡Eres un asesino Papi! –la rubia se odiaba a si misma por hablar así pero no podía evitarlo- te odio, eres un monstruo Papi.
Scully trató de apartarse de Fox, usando sus piernas para alejarla, dando un espectáculo para X al tensar y mover sus piernas de forma muy sexy. Pero X, al notarlo, simplemente tomó un control y subió el volumen de la música: Man! I feel like a womande Twain.
-¡Basta, no más! –Gritó la agente- ¡No me haga esto, no soy lesbiana!
-Ah, y no lo serás, solamente desarrollarás un gusto por tu propio sexo, aprenderás a apreciarlo como yo, amarás a otras mujeres, pero sobre todo a ti misma Dana, ese será tu castigo por no ceder, pero ya lo harás, cada vez te será más difícil resistir…
X comenzó a susurrarle de nuevo mientras la rubia trataba ya débilmente de alejar a Fox con sus piernas.
-No… por favor…
-Vamos Dana, no te resistas, mírate, mira que bien te ves, estás hecha para el placer, para coger –comenzó a decirle X mientras le acariciaba las nalgas y la cintura- mira que bella eres, el color de tu cabello, tus labios tan carnosos, estás nalgas me enloquecen…
Scully no pudo evitar ver al espejo, tenía la mirada nublada, su boca entreabierta, sus tetas (a la agente no le gustaba esa palabra pero no podía evitar usarla) aplastadas contra el escritorio y su cintura atrapada en el enloquecedor corset, su piel brillante por el sudor. Tras ella veía a la profesora penetrándola lentamente, sonriendo con excitación. De pronto la rubia ya no podía apartar la mirada.
-Oooohhh
-Muy bien, ya estás entendiendo, ya estás apreciando tu belleza, ahora mira a tu derecha –X la tomó de la nuca y la obligó a voltear, allí había otro espejo- mira tu silueta, tus piernas, tu cintura ¿No son irresistibles? ¿No te encantan?
La profesora empezó a combinar sus acometidas con rápidas caricias al clítoris de la agente.
-¡Dilo, Dana, di que te encanta tu cuerpo, estás enamorada de ti, dilo para mi…!
-¡Siiii… -gimió incontrolable- me encanta mi cuerpo, me excita!
-Bien ahora mira a tu amiga, mira a Piernas –susurró señalando a la profesora- ¿No te gustan también sus labios rojos, sus piernas morenas y esbeltas, su provocativo escote? Es tan bella como tú, así que debes amarla también, y a cualquier mujer bella que conozcas, no serás lesbiana (quizás un poco bi), pero apreciaras la belleza femenina tanto como un hombre.
-No… por favor… -empezó a decir Scully pero Fox comenzó a moverse más de prisa, con una mano sujetó a la rubia de su cola de caballo y la obligó a mirar hacia el frente, a verlas a las dos cogiendo salvajemente, aun así se resistió.
-¡Alto… por… favor…! -pero Fox se inclinó de pronto hacía adelante y le susurró con voz ronca- Vente para mi, vente conmigo, me gustas tanto Nena, dime que también te gusto.
-¡Aaaaahhh!… si… si… ¡Si! –finalmente Scully tuvo un arrollador orgasmo al mismo tiempo que Fox, que en ese íntimo instante sujeto a la agente de la nuca y la beso profundamente en la boca. La rubia lo permitió, para instantes después desvanecerse en un profundo sueño de placer.

CONTINUARA
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!/

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