El olor a esencia de canela se esparcía por el  pequeño puerto fluvial, en su muelle se atrancaban gráciles lanchas que surcaban el corazón mismo de la amazonia ecuatoriana. El murmullo del rio se mezclaba con las cantarinas voces de los turistas, que invadían las tiendas de artesanías, los restaurantes de comida típica, y la playa de arena blanca que llamaba al regocijo.
Los promotores turísticos seguían las pisadas de los visitantes, ofertando  paquetes que incluían  excursiones a la profundidad de la selva. No era tarea complicada persuadir a los extranjeros, ya que habituados a vivir entre rascacielos de concreto, difícilmente se resistían al encanto de la  naturaleza en estado puro.
 Nuestra empresa familiar, La agencia  Kichwas,   ofrecía paquetes integrales que incluían hasta 7 días   de recorrido  por la amazonia,  siguiendo  la  ruta de las cascadas, de los petroglifos y al sur la gran ruta del oro y los deportes de riesgo, toda una belleza natural por explorar; digna región de un país, que ha sido nombrado, el destino verde del mundo.
A las 8 de la mañana, habíamos reunido  21 turistas independientes, y dos grupos adicionales de 35 personas, reclutadas por uno de los hoteles con quienes comisionábamos. El día prometía, prometía mucho.
Mi padre organizaba a los guías asignándoles las lanchas y los recorridos, mientras una de sus asistentes brindaba información  a los curiosos turistas, que se detenían en las puertas de nuestra oficina,  atraídos por la danza autóctona de una hermosa indígena, que con su piel morena y sus movimientos sensuales, hechizaba a los extraños.
Todo iba perfecto, en breve zarparíamos. Tomé  mi mochila, me coloqué las botas de caucho y el sombrero que me protegía del inclemente sol oriental. Estaba acostumbrada a esos trajines, a cargar   costales con provisiones, a organizar grupos y dirigir mi lancha por aquel horizonte que había curtido mi piel mestiza de un tono dorado, distinto muy distinto, de aquel matiz blanco  sonrosado,  de la mayoría de aquellos turistas europeos que relucían como perlas entre nuestros cuerpos morenos.
En cuestión de minutos, un grupo de 16 personas subíamos a bordo de la pequeña chalupa, que cargada de provisiones, como una niña traviesa se agitaba sobre las aguas;  rápidamente agarré al timón, y  Raimi el guía alterno, estratégicamente  se tumbó junto a los turistas. El muchacho era un encanto y en  breve al igual que la selva los tenía cautivados.
De rato en rato las risas rompían el silencio, ésa era la mejor señal de integración y la premonición de una gran travesía. La pachamama auguraba un buen viaje, el inti sol también se mostraba benefactor  y  el espíritu del viento agitaba  las palmas  en señal de bienvenida, como si la selva se alegrara, de que hombres extraños penetraran  su tibio vientre.
Escuchaba las voces de la madre tierra interpretando sus señales, cuando la brisa a más de agitar mi larga cabellera oscura, levantó un aroma  masculino,  que llegó a mi nariz casi al mismo instante en que la calidez de una palma se posó suavemente sobre mi hombro.
_Me gustaría intentarlo, señaló  con entusiasmo, nunca he maniobrado una embarcación, menos aún con una auténtica amazona a bordo…
La  frase había sido pronunciada en un perfecto español, con acento extranjero.
Volteé y me encontré con unos  ojos ladinos de  color claro, que inexplicablemente bajaron a mis labios, sonreí y volví a fijar la vista en el horizonte.
_Nunca  pongo en riesgo a los tripulantes, respondí con serenidad_ pero quizá podría darte una pauta para guiar el timón;  siempre y cuando Nina no se enfade.
_Perfecto, pero… quien es Nina?
_Nina es mi barca, su nombre en  quichua significa fuego, la pequeña está acostumbrada a mis manos, así que  temo que no le agraden las de un extraño.
_Jajaja despreocúpate amazona, Nina me amará, al igual que vosotras también mi esencia es el fuego, respondió  retirando su mano de mi hombro y posándola con suavidad en la curva de mi  cadera.
_Hummm eso está por comprobarse, ya veremos la reacción de Nina…pero por el momento, no te fíes de nosotras, que tanto mi barca como yo, somos peligrosas murmuré en un tono chispeante más que amenazador.
Sonrió abiertamente.
_Debo reconocer que además sois un encanto, lo que sin duda, os hace doblemente peligrosas…
_ Buen intento de halagar español, pero más vale que guardes distancias, las amazónicas no dudamos en cortar orejas o cercenar cabezas, cuando alguien   se toma libertades con nosotras, advertí apartando su mano traviesa de mi cuerpo
_Jajaja cortarme la cabeza, por una mano en tu cadera???? Joder!! Que sería entonces si agarrara tu …
_Mi culo? Inténtalo español, pero debo advertirte que nunca falta una navaja en mi bolsillo y no tienes idea de cuantos usos le puedo dar pronuncié entre divertida y amenazante
Sonrió dejando ver unos dientes blanquecinos tan brillantes como su mirada al responder:
_Hummm contigo me arriesgaría a todo, si en lugar de que me cortaras la cabeza….me la chup…
_Cómo te atreves !!…, que el espíritu de los shamanes  te dé una noche intranquila y te robe vigor sexual
_Jajaja lo siento amazona, me acaba de traicionar el subconsciente;  lo que trato de decir desde hace rato, es que  sueño con navegar, y al parecer el destino ha querido que sea en tu tierra
_El destino siempre es sabio español, en ésta tierra no podrás hallar mejor nauta que yo, así que deberías agradecer a tu Dios nuestro encuentro.
_Jajaja mujer, definitivamente es fascinante tu humildad
_La modestia es  tan solo es una de mis múltiples virtudes, extranjero. Respondí con media sonrisa
_Hermosa, altiva y provocadora, un licor que merezco catar
_Osado, cínico y malicioso, un veneno que no se me antoja probar…
Nos miramos fijamente unos segundos, como si midiéramos fuerzas, pero inmediatamente su ceño se suavizó, dando paso a una sonora carcajada
_Jajaja de verdad no se te antoja probar mi veneno amazona?…porque veo tus ojos chispeantes y tus pezones endurecidos tensando la blusa
_No seas iluso español, tan solo es  el efecto de las caricias del viento,  por si no lo sabias, aquí en la selva la brisa tiene manos y el viento labios… pero reconozco que  eres audaz, ya veremos si con Nina das la talla…
_Con Nina no lo sé,  en esas lides soy un principiante, pero contigo mujer, hizo una pausa para morderse el labio _de seguro, excedo  tus más altas expectativas, así que  por tu bien deja de provocarme susurró detrás de mi oído causándome un respingo
_Jajaja alucinas español, pero  si tuviera intenciones de seducirte,  te  aseguro… volteé a mirarle de soslayo_que me sobran armas para hacerlo…
_Mmmm eso que haces, en España o en el fin del mundo, tiene nombre y apellido: se llama coquetear…seducir…provocar…
_Jajaja interpreta lo que gustes español, pero si quieres aprender a navegar, tendrás que someterte a mis reglas y eso incluye, morder tu lengua viperina.
_Joooo mi lengua a más de viperina, es una experta exploradora, el destino permita que lo compruebes……pero venga, por el momento acepto tus condiciones y la mantendré controlada
_Haces bien español, porque mi navaja es de pocas pulgas y ya clama por darte una lección
_Así? Pues te  aseguro  amazona, que mi “espada” también ansía dar batalla, susurró con malicia
_Es una pena español, pero aquí en la selva, murmuré bajando la vista a su bragueta  _  a  cualquier cuchillo no se le dice espada, ni a cualquier gato se le llama tigre
_Jajaja lo que realmente da pena, es que siendo una amazona, tu instinto no distinga buenas armas, ni buenos cazadores… pero vamos, al menos eres una buena navegante con eso tengo bastante…. por cierto, navegar debe ser como conducir un coche no? preguntó alivianando la charla
_Mmm se puede decir que en algo se le parece…lo primero es cumplir la primera regla: adoptar una posición correcta para…
No acababa de terminar la frase, cuando sentí  su pecho contra mi espalda y su pelvis apretándose suavemente contra mis glúteos. Tensé mi cuerpo perturbada por la cercanía, pero el excursionista con naturalidad cruzó sus brazos, ubicando sus manos  sobre el timón, dejándome atrapada entre la máquina y su cuerpo
_Listo para la primera clase amazona…desde este instante, estoy bajo tus dominios
Me ericé, su  frase  sonó juguetona, el contacto tibio, la sensación inquietante. Indudablemente me alteraba aquel osado turista, me incitaba su desparpajo, pero opté por separarme  los escasos centímetros que  era posible.
El extranjero percibió mi vacilación y antes de que pudiera decir algo, sagazmente añadió:
_Primera regla de navegación: adoptar una posición correcta…listo!!!
_Estás excesivamente cerca, señalé controlando mi turbación, _no es una posición adecuada para…
_Para navegar sí, susurró detrás de mi oreja_ pero si se tratara de otros  propósitos, definitivamente podríamos hallar mejores posiciones…
Me mordí el labio excitada, pero no di tregua a sus insinuaciones.
_Por lo visto se te olvida que traigo una navaja en mi bolsillo…
_Y a ti se te olvida, que mi arma es una espada…
_Jajaja cuídala español, no sea que te la muerda una piraña o te la cercene una amazona
 _Hummm! qué manera  de paralizar mi imaginación… y que conste, que  la culpa es de vosotras, que sois  exuberantes por donde se las mire…respondió acercándose una milésima más hasta rozar la redondez de mi trasero.
Su descaro me causo gracia pero  evité responderle. Algo había de razón en lo que decía, las  amazónicas no somos precisamente estilizadas, la madre naturaleza nos a provisto de carne, de formas sinuosas y de fuego en la piel…
_En breve empezaremos una zona de aguas turbulentas, sujeta el timón que  iré ayudándote a guiarlo.
_ Joder!!!!!! esto está de putamadre!!!
Bajo mi dirección fue realizando maniobras que permitían que la lancha se izara por encima del revoltoso oleaje,  provocando sus gritos de júbilo que afortunadamente eran tragados por el ruido del motor. A medida que tomaba el control de la embarcación,  su cuerpo delgado caía lentamente sobre el mío, causándome una sensación inquietante, que recorría mi cuello, atravesaba mi espalda, y se aventuraba en mis caderas, haciéndome desear aún más cercanía…
Nos quedamos largo rato así, muy juntos, con la mirada perdida en el horizonte, disfrutando del aroma del bosque, del verde de la ribera, del contacto inevitable de nuestras manos y de ese corrientazo en el cuerpo consecuencia de nuestra proximidad.
_Mujer, el aire se percibe distinto aquí, huele a…. no sé cómo definirlo
Huele  a selva, español, a pureza, a naturaleza viva
Sí amazona, pero también a fuego, a piel y a pasión…
El sorpresivo grito de Raimi a nuestras espaldas acabó con nuestros instantes de tregua
_Dayuma!!,..Puedes ayudarme con la exposición de las rutas? preguntó en tono seco
Levanté la mano en señal afirmativa,  y dirigiéndome al extranjero murmuré:
_Mi compañero es un buen navegante, hablaré con él para que tu aprendizaje no concluya aquí
_Gracias guapa, pero con tu compañero definitivamente la clase nunca sería igual, por cierto, soy Santiago, para lo que gustes…  añadió bajando la mirada  a mi escote  y deslizando su índice entre el borde de la blusa y la  curva de mis senos
Me estremecí para su total satisfacción y  antes de que pudiera reponerme, con una sonrisa fresca murmuró:
_Coño!! Solo retiraba esta hilacha de tu blusa, pero como me miras tan feo, la devolveré a su lugar…
 De forma intencionada volvió a rozar  mis senos, sonriendo encantadoramente. Su desfachatez me paralizó, pero lejos de indignarme, contra mi voluntad sonreí.
En breve, Raimi tomó mi lugar en el mando para que pudiera reunirme con  el resto de extranjeros.
 Durante un buen tramo expuse las rutas del recorrido, los potenciales turísticos de la zona, además de entretener a los turistas con nuestras historias ancestrales
Una vez despejadas  las curiosidades del grupo, me arrimé contra la barandilla y eché mano a mi cantimplora
_Bebe español, es un energizante natural vas a sentir como tu cuerpo revive
_No querrás envenenarme verdad?
_Lo mereces pero solo es guayusa, nuestra bebida tradicional, acostumbramos brindarla a los visitantes en señal de bienvenida; todos te la ofrecerán, pero no bebas mucho de ella porque la  leyenda dice que quien la bebe, forma lazos con la selva y ésta un día le obligará a volver…
_Joder!!!
._Quita esa cara  de susto, que solo es una leyenda!
_De hecho no me asusta la leyenda, pero tropezar de nuevo contigo sería un riesgo que no me gustaría correr murmuró guiñándome un ojo
_Vaya que eres un encanto respondí sarcástica.
_Tanto como tú añadió sonreído.
Poco después recomendé a los turistas que procuraran descansar, algunos viajeros se acomodaron  en sus equipajes, otros formaron cadenas   arrimándose unos contra otros; yo tenía intenciones de acompañar a  Raimi, pero aquel turista de acento español me detuvo.
 _Venga niña, que te haré un puesto, señaló acomodando su mochila de forma que pudiera recostar  mi cabeza en ella.
Dudé un poco, pero terminé tumbándome a su lado. Entonces pude ver más que sus inquietos ojos claros.
Por su apariencia tendría algo más de treinta años, era alto, delgado y de  piel muy blanca. Usaba  una camiseta   ajustada  y unos pantalones artesanales que marcaban sus muslos y genitales. Unos mechones castaños caían sobre su frente y pese a llevar una barba de varios días, se le veía imponente. Nariz recta, labios apretados y  unos ojos  camaleónicos que pasaban del color miel al verde claro.
Debo reconocer que  me embrujaba su mirada, incluso a momentos comparaba el verde miel  de sus ojos españoles, con el verde profundo de mi selva misteriosa, ese verde mágico que cautiva, al igual que esos hermosos ojos extranjeros.
_Que parte de mi  ha hecho chispear tu mirada Dayuma? No has dejado de contemplarme, preguntó con una amplia sonrisa
_Jajaja español, no sé  si es más aberrante tu descaro o tu vanidad!!
_Aberrante amazona, aberrante es tu belleza…_susurró, pasando sus dedos por mi mejilla
_Estás en el nuevo mundo español, en la selva la naturaleza es caprichosa con nuestros rasgos respondí deslizando la mirada hacia sus labios
_Caprichosa? yo diría que contigo ha sido,  en exceso  generosa, respondió dibujando con sus ojos mi silueta.
El extranjero exageraba, pero me limité a sonreír.
El recorrido duro varias horas,  entre charla y charla  me enteré que venía de la madre patria a través de  un programa de intercambios culturales,  gracias al cual había permanecido cuatro meses en la capital,  y que precisamente ésta era su última travesía en el país.
La brisa y la buena compañía bendijeron el viaje, y al cabo  de una larga plática, el sueño producto de haber descansado pocas horas se hizo evidente en un par de bostezos.
Casi no tuve conciencia de cuánto  tiempo me quedé dormida,  pero cuando desperté  me percaté que estaba acurrucada en su costado. El  permanecía de lado con su brazo cruzado   por encima de mi cadera y sus dedos jugueteando con las presillas de mi pantalón; a momentos deslizaba su mano acariciando mi espalda, para luego desplazarla  hacia abajo, rozando disimuladamente los limites de mis caderas.
 Era excitante el ligero jugueteo de sus yemas en mi piel, pero era  aun más excitante disfrutar sus caricias en silencio. Gracias a los estímulos mis pezones se endurecieron y una ola de deseo formada en la profundidad de mi vientre amenazaba con arrasar  mi resistencia,  como cuando el cielo salpica de  lágrimas  los campos y las inundaciones despiadadamente arrasan nuestros cultivos.
Pese al verano la inundación había llegado, se desataba en mi cuerpo y fluía por mi sexo…
Fingiendo estar adormecida,  giré y el extranjero aprovechó mi movimiento para ajustarse contra  mí. Sentí su aliento, el calor de su piel, la tibieza de su pelvis, e incontrolablemente mi corazón empezó a acelerarse.
No me atreví a abrir los ojos, no sabía si alguien nos miraba o al igual que nosotros los viajeros descansaban, solo tenía conciencia, de que mi cuerpo agradecía su cercanía. Quizá por eso no dije nada, cuando su mano lentamente se deslizó desde mi cadera hacia mi vientre, desde mi vientre hacia mi abdomen, desde mi abdomen en pequeños círculos hasta bordear mis senos…
Un nuevo movimiento, un nuevo roce,  una palma arriesgándose a tocar  mis senos, un par de dedos rastreando mis pezones; me moví inquieta, tan inquieta como mi alocado corazón.
El cielo sabe que  no acostumbraba a involucrarme con los turistas, pero incomprensiblemente estaba dejando  que aquel extraño  me tocara,  que sus yemas jugaran con mis pezones provocándome placer, sin embargo después unos breves instantes de euforia  simulé despertar. Inmediatamente  dejó de acariciarme y nos quedamos silenciosamente entrelazados, sintiendo tan solo como nuestros corazones recuperaban su ritmo.
Minutos después la quilla se detuvo en una amplia playa nacarada, unos metros al interior, en medio de cedros se divisaba  un nido de cabañas hechas de guadua y paja toquilla, viviendas típicas de los pueblos nativos
_Primer punto del recorrido gritó Raimi, animando a los turistas a bajar_ contacto con la comunidad quichua
El viaje nos tenía hambrientos y luego de consumir platos autóctonos, realizamos varias actividades, en las que  compartimos las costumbres y la cultura de los pueblos amazónicos
Al siguiente día exploramos el valle. Durante un par de días realizamos un recorrido por ríos con rápidos y remansos, cavernas, petroglifos, cascadas, centros de rescate natural, vestigios arqueológicos etc. Las voces de júbilo se transformaban en expresiones de asombro a medida que  los viajantes captaban con sus cámaras la biodiversidad natural, desde la tímida belleza de una orquídea, hasta los imponentes  arboles de madera fina; desde la danza grácil de un colibrí hasta la asesina mirada del jaguar.
Durante el  viaje de aventura era inevitable que nuestras miradas se cruzaran, su fenotipo europeo encandilaba mis ojos y  quizá  justamente por ser  diferentes, a él le atraían  mis rasgos exóticos y mis carnes morenas, sí, las morenas carnes de una mestiza que alegraba su viaje.
En uno de nuestros puntos de pernoctación  como parte de un espectáculo recreativo, realizamos una exhibición   de música y danza autóctona; como de costumbre Raimi y yo formamos parte del grupo de danzantes.
Santiago me miraba fascinado,  me había quitado mi traje de guía y lucía uno étnico que resaltaba mi cuerpo sinuoso. Un brasier hecho de pieles apenas cubra mis aureolas, y  un taparrabos adornado de mullos  cruzaba en mis caderas, dejando  a la luz mis muslos desnudos. Adornos de plumas y cadenas completaban el atavío, que permitía que al son de las flautas y los tambores los danzantes ejecutáramos nuestros movimientos. Mi larga cabellera ondulada seguía mi ritmo sensual y mis grandes ojos cafés se clavaban en el extranjero.
Ninguna presentación me había causado tanta adrenalina, quizá porque pese a haber  danzado para tantos turistas, no había sentido antes que mi cuerpo se movía para uno solo,  para aquel español cuyos ojos claros,  naufragaban en mis caderas. Los demás viajeros se unieron a la danza, pero  Santiago seguía arrimado en la  pared de caña, con un gesto que fácilmente se podía interpretar como: coño!!! qué mujer!!!
_Eres el único que no participa, no te gusta nuestra  danza? pregunté acercándomele
_Guapa no deberías preguntar eso, sabes perfectamente que no he quitado los ojos de tus caderas, es  más, me atrevería a decir que vale la pena cruzar el  Atlántico por bailar contigo señaló  deslizando la vista hacia mis muslos
_Jajaja es el piropo más exagerado que he escuchado!!  y lo más gracioso es que  dices que vale la pena cruzar el océano,  cuando me tienes a un par metros y  no has hecho el mínimo intento por bailar conmigo
_Venga tienes razón, pero es que  en éste momento, bailar no es precisamente lo que se me antoja contigo…murmuró con una media sonrisa que me electrizó de pies a cabeza
Se incorporó y me apretó contra su cuerpo de forma que mis pechos morenos se aplastaron contra su torso. Todo parecía indicar que sus labios se escurrirían desde mi mejilla hacia mi boca, pero Santiago intencionalmente demoraba el beso, que yo me arriesgué  a buscar….
Con sutileza besé la comisura de su boca, para luego deslizar mis labios a su oído, susurrando:
_Quiero beberte español…quiero beber todo tu veneno…
No esperé su respuesta simplemente le besé, introduje mi lengua en su boca, disfrutando de su sabor extranjero. Sus manos  se escurrían en la redondeada forma de mis caderas provocándome estremecimientos, mientras nuestros sexos en un cálido contacto  inventaban movimientos lentos y sensuales. Poco a poco el rumor de los tambores se fue callando dejándonos con el cuerpo caliente y las ganas a medias.
Una vez concluida la fiesta, Raimi aprovechó para  para indicar que tendríamos que pernoctar  a la usanza indígena, por lo  que no dispondríamos de  habitaciones por separado, sino que tendríamos que repartirnos en dos cabañas   y acomodarnos  al estilo cama general.
Raimi salió con su  grupo, mientras yo me mantuve al frente del otro. Colocamos varias esteras juntas, y sobre ellas pusimos colchones de ceibo que permitían cierta comodidad, de igual forma distribuimos frazadas y pedí a los turistas que  se acomodaran como bien les pareciera. Algunos vencidos por el baile y las bebidas fermentadas, cayeron rendidos inmediatamente.
 Generalmente solía recostarme apartada de todos, pero sentí claramente en el otro extremo la mirada de Santiago invitándome a ir a su lado. Lo que el destino quiera me dije, y sacando una  camiseta de mi mochila, salí de la cabaña a cambiarme.
Acababa de acomodarme la camiseta, cuando noté que alguien   estaba sentado en la escalerilla de la cabaña.
_Santiago eres tú?
_No Dayuma, soy Raimi
_Qué se supone que  haces aquí? me espiabas ??
_Solo me fumaba un cigarro. No necesito espiarte… en la fiesta  has mostrado más de lo que hubiese querido ver
_Raimi yo…
_No digas nada mujer, solo escúchame un momento. Crecimos juntos en medio de nuestra selva, tenemos raíces aquí, que  unen nuestros destinos. El extranjero en un par de días se irá dejándote el corazón roto…solo piénsalo, piénsalo mujer. Sin decir más, salió en dirección de su cabaña.
Me tumbé contra la pared, Raimi tenía razón, el español se iría en unos días, dejándome sedienta de  besos y hambrienta de  sus caricias. A veces es tan difícil distinguir lo que nos conviene, a veces una se arriesga por nada, pero hay ocasiones en que definitivamente  no importa el futuro, tan solo esos minutos de felicidad que logramos robarle a la vida, después, después nos quedan los recuerdos y puta madre!!! que esos nadie nos los quita.
Me quedé largo rato contemplando las estrellas, resistiendo el embrujo de esos ojos españoles. Cuando entré a la cabaña, reinaba el silencio;  ya habían apagado el mechero, así que gracias a la luz de la luna que se filtraba por las rendijas de choza, entre sombras pude divisar los cuerpos de los turistas descansando en las esteras y la imponente presencia del español, tumbado contra una de las paredes.
Caminé por detrás de los viajeros hasta media habitación, Santiago completó el recorrido  aproximándose, hasta que nuestros cuerpos quedaron apretados y nuestros labios a punto de un beso. Todas mis dudas se esfumaron en el primer roce de nuestros labios, al segundo, mis brazos se colgaron de su cuello…
_Amazona, mi indomable amazona, has disfrutado  provocándome estos días…
_Solo he seguido tu juego español, no es mi culpa que tu debilidad te ponga al borde de mis redes, susurré mordiendo su oreja
_Jaja hermosa aun no sabemos quien está por caer en las redes de quien…alegó apretando mis pezones hasta hacerme soltar un gemido
_Humm no…nno estaría mal averiguarlo gimoteé restregándome en su sexo
_Aunque corras el riesgo de perder? preguntó deslizando las manos a mi trasero
Como respuesta volví a prenderme de sus labios; los besos eran intensos, calientes, húmedos, tan húmedos que no solo nos deleitábamos en explorarnos con la lengua, sino que intercambiamos abundantemente nuestra saliva.
_Abre la boca, bébeme, bébeme amazona…
Nunca había intercambiado líquidos de esa forma, nunca tan abundante como para que la saliva fluyeran de boca a boca en un juego que me resultaba morboso, aquello que en otras circunstancias me hubiera parecido repulsivo,  ese momento me excitó tanto  que yo misma llevé sus manos dentro de mi camiseta…
_ Dayuma..Dayuma contigo hasta  perder tendría sabor a ganancia…  esta bien así? preguntó estrujando mis senos_ o prefieres que me las coma?
Ahhh…Santiago…sigue…sigue…
_Responde provocadora!! quieres que te manosee las tetas o prefieres que te las chupe?
_Ahhh depende español,  depende de lo que quieras que… yo haga aquí,  respondí apretando sus genitales
_Ohh mujer…
Me puse de rodillas dispuesta a todo. Sus largos dedos españoles se enredaron en mi  cabello mientras  decida le quité los pantalones. Sin pensarlo dos veces deslicé mi lengua desde sus testículos hasta el glande, provocándole gemidos entrecortados que se confundían con las respiraciones pausadas de quienes descansaban a nuestro lado.
 Alcé la vista, en la semioscuridad pude notar sus pupilas clavadas en las mías y sin dejar de mirarle inicie la succión de su miembro. Me Introduje el glande y lentamente su órgano fue desapareciendo en mi boca, en constantes subidas y bajadas. Cuando su cuerpo parecía querer alcanzar la cima del placer, dispersaba la estimulación bucal a  sus testículos, succionándolos con suavidad, a la vez que con mi mano imponía un ritmo que hacía que su miembro debido a la excitación segregara gotas de humedad.
Profundas arremetidas junto al potente balanceo de su pelvis ocasionaban que el placer desfigurara su rostro como si con cada embestida presintiera la llegada de un orgasmo.
_Ohh mujer para…para…estoy por correrme!!
No me detuve pero bajé el ritmo , como una anaconda me enredé en su cuerpo, dejando un rastro de saliva desde su vientre hacia su clavícula, para luego descender por sus costados restregando mis senos en su piel.
Incitada por las imparables caricias que me daba, escupí sobre su miembro para acunarlo entre mis senos, de forma que la humedad le recordara  a mi coño. Constantes movimientos le robaban el aliento y breves minutos después su cuerpo se tensó, me sujetó de los cabellos agitando fuertemente la cadera contra mi boca y en medio de gemidos placenteros vació sus entrañas dentro mío…
_Sobradamente satisfecho, verdad? Murmuré burlonamente mientras saboreaba mis labios
_Jajaja ni follando  dejas de ser engreída, señaló abrazándome por la espalda _definitivamente debería darte una lección, por donde quieres que empiece: tetas, coño o …culo?
_Uffff eres un…
_Un cabronazo que te tiene con ganas no? susurró inclinándose a succionar mis senos_mira nada mas como se te endurecen los pezones
_Ahhhh…Santiago…
_Y qué tal si revisamos el coñito? mmm justo como lo imaginaba, húmedo y  caliente
_Húmedo, caliente y en exceso necesitado de tí …fóllame español!!  quiero que me folles!!
_Así me gustas, bien dispuesta a gozar…te gustaría sentarte aquí? preguntó agitando su miembro_ quieres probar polla española?
Mis gemidos se multiplicaron, la crudeza de sus expresiones junto con el riesgo de que alguien pudiera sorprendernos, me tenía con el deseo a flor de piel, además de húmeda y ansiosa por copular
Me senté sobre su pelvis abrazándole con las piernas, nuestros bocas se juntaron nuevamente en besos desesperados, sus labios recorrían mi cuello, mis  senos y sus caricias terminaban en la profundidad de mi caderas, mientras incendiada de pasión me restregaba sobre su sexo.
No resistí más, hice a un lado la tanguita y yo misma busqué la penetración, con movimientos lentos fui introduciéndola poco a poco, permitiendo que mi orificio se expandiera para recibirla completa. Una vez adaptada, dejándome llevar por mis instintos, como toda una amazona le cabalgué hasta el agotamiento. Mi  melena  se agitaba al ritmo de mis senos y aquellos hermosos ojos españoles, penetraban mis pupilas tan profundamente, como su estaca en mis entrañas…
El dios del fuego se movía en mi vientre y el espíritu de  mil demonios entre mis muslos; vencida por mis propias ganas de guerrear di un último sacudón, que me empujó a la gloria en medio de incontrolables espasmos.
Agotada me refugié en brazos  del español, con ternura acariciaba mi espalda dando lugar a que me repusiera. Al incorporarnos me acarició  los senos y cuando caí en cuenta, ya estábamos besándonos nuevamente con desesperación.
Me arrinconó contra la pared obligándome a sujetarme  de los travesaños; la inclinación de mi cuerpo hacia adelante  permitía que su miembro vagabundeara entre mis labios, a la vez que con sus dedos estimulaba mi clítoris. La sensación era de absoluto placer, más aún cuando inclinándose deslizó su lengua desde los pliegues de mi vulva hasta estrecho canal de mi esfínter. Con pasmosa paciencia cubrió de besos mis genitales, y cuando creí que tocaba el cielo, me agarró de las caderas y con toda la potencia hundió  su  armamento en mi interior.
Después de aquello placer solo placer; su verga entraba y salía de mi coño sin compasión, fuerte, duro, en total compás con el ritmo de mi calentura; mis demonios internos volvieron poseerme y apretando mis carnes me dejé coger a profundidad.  Era imposible aguantar más, mis muslos perdieron fuerza mientras explotaba en un fuerte orgasmo. Casi al instante  los dedos del español se clavaron en mis caderas y en medio de convulsiones dejó su simiente dentro mio.
Sudorosos y agotados nos acomodados en la estera.
_Al fin he dominado a mi amazona, susurró acariciando mi cabello
_Bien podría decirse que fui yo la que subyugó a un español respondí acariciando su vientre
_Jaja nunca te darás por vencida verdad?
_Solo si tu…
No me dejó responder, me volvió a besar esta vez con dulzura, y pegados una al otro, nos quedamos dormidos.
Los potentes rayos  del sol oriental   nos despertaron,  algunos turistas ya se habían levantado y otros preparaban sus mochilas para la salida.
Rápidamente nos vestimos y nos unimos a la caravana a seguir disfrutando…
Durante unos pocos días nos amamos con locura, pero inexorablemente llegó el momento de la despedida…
 El puerto como siempre olía a canela, las risas de los turistas seguían confundiéndose con los murmullos del río, los mercaderes  continuaban ofertaban  recuerdos y uno que otro guía perseguía  las pisadas de los visitantes. Nada había cambiado, nada excepto la tristeza con la que el español y yo nos mirábamos.
_Dayuma yo…
_No digas nada Santiago, odio las despedidas, le dije intentado ocultar mi tristeza
_También odio las despedidas, pero hoy más que nunca susurró abrazándome con fuerza.
 No era necesario decir más, nuestras nostálgicas miradas lo decían todo. Me dio un último beso y se encaminó a la buseta que anunciaba su partida.
Caminó un par de metros y volteándose preguntó:
_Amazona, me das guayusa de tu cantimplora?
Sonreí y le entregué el recipiente.
_He terminado amando vuestra bebida, pero me pregunto si será suficiente con eso?
_No te entiendo español
_Mujer!! que si beberla será suficiente para que la leyenda… me traiga de vuelta
_No lo sé español respondí besándole una vez más _habrá que preguntárselo a la selva….
Bebió hasta la última gota de la cantimplora y entre besos nos despedimos.
Me quedé en la plaza hasta que la buseta desapareció en el sendero. Sabía que no le volvería a ver, el charco es demasiado grande y nuestras diferencias también lo eran; Raimi siempre tuvo razón, el español y yo, pertenecíamos a mundos distintos.
Después de aquella excursión, la selva no me volvió a ver tan impetuosa,  tampoco yo volvía a ver tan hermoso el verde de sus campos, quizá porque en el fondo,  extrañaba el verde miel de esos hermosos ojos extranjeros…
Mi corazón aprendió a sonreí, pero aun así, cuando  guio mi lancha por la indomable  ribera amazónica, en ocasiones la brisa me trae su recuerdo y  aunque no me ilusionan las  leyendas, confieso que una que otra vez,  he oído a las  ninfas de la selva cantando:
Quien bebe agua de guayusa de la mano de una amazona, un día…un día volverá….
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Un comentario sobre “Relato erótico: “El turista español”(POR LEONNELA)”

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