El Pequeñín

 

Lo que parece ser una salida familiar aprovechando el fin de semana largo se convierte en un festival de peleas. Sebastián simplemente no soporta a sus hermanos mayores, Oscar y Víctor que no lo dejan en paz. Carolina que es la mayor, trata de mediar en el asunto pero incluso ella le hace algunas burlas, así que la relación entre hermanos es difícil en el mejor de los casos.

 

A Sebastián le enfurece que lo llamen pequeñín, y en realidad lo es. Es algo bajo en estatura comparado con sus hermanos y algunos compañeros de curso, algo gordito también, sin embargo no le dicen pequeñín por ello, se lo dicen por otra razón, mucho más humillante. Sebastián tiene un severo complejo de inferioridad y un severo problema de auto confianza, la causa, su miembro es chico, bastante chico para alguien de su edad.

 

Desde que se volvió conciente de su “problema” ha intentado de todo para solucionarlo, cremas, masajes, tónicos, maquinas extrañas solo por mencionar algo. Lo peor fue que sus hermanos se enteraron de ello cuando se metieron a su pieza a buscar un juego, desde entonces no lo han dejado en paz, y si eso no fuese suficiente sus hermanos están en el mismo colegio y se han encargado de dejarlo en la más absoluta vergüenza frente a los demás, se aprovechan que ellos le llevan tres años de ventaja y están en 4º medio. Su hermana mayor Carolina, en un principio lo apoyo, pero todo termino el día que hizo un comentario frente a sus amigas y estas se burlaron de Sebastián, desde entonces en contadas ocasiones le dirige la palabra, y eso solo por que lo obligan.

 

Aprovechando un feriado largo Sebastián y su familia fueron a visitar a sus abuelos que poseen una pequeña hacienda, antes disfrutaba ir a ese lugar, ahora con todos sus problemas y con sus hermanos cerca simplemente lo aborrece. “Vamos niño no te eches a morir” le dice la empleada de la casa que trata de animarlo con deliciosos postres, es una excelente cocinera, pero a Sebastián no lo anima nadie y se la pasa solo, totalmente alejado de los demás.

 

A duras penas tolera los almuerzos que es en la única ocasión en que la familia esta junta, incluso así se hace complicado, el día anterior luego de un chiste por parte de Oscar, Sebastián le arrojo un vaso y por poco lo golpea, de hecho Sebastián dijo que prefería dormir en el establo antes que compartir una habitación con sus hermanos, así que le dieron una pieza para él. Hoy en la tarde se hará un asado, estarán todos pero Sebastián ya dijo que no ira, no quiere estar con nadie.

 

Viene de regreso a la casa cuando ve a una señora de edad que camina difícilmente con unos paquetes que se ven bastante pesados, Sebastián se le acerca y le ofrece ayuda para llevarlos hasta su hogar. “Gracias jovencito”, la anciana le dice donde vive. Ambos caminan por un polvoriento sendero hasta una casa que más parece una cabaña, Sebastián recuerda haber visto este lugar, entonces se le viene a la memoria las historias que le han contado, que dicen que ella es una loca, bruja y cosas así, “son mentiras nada más” le responde la anciana con una sonrisa.

 

Su casa es pequeña y esta llena de objetos raros, hay un fuerte olor a incienso. “¿Y no estas con tu familia?” le pregunta la anciana que le ofrece un vaso de jugo, “no gracias, a mis hermanos no los quiero cerca” responde con cierta molestia, “¿Y por que, se supone que los hermanos se apoyan entre si?”, a Sebastián esto le hace gracia y le relata parte de la historia de tormentos que ha sufrido, aunque sin decir la razón. La anciana se muestra extrañada y le pregunta a Sebastián, luego de un tira y afloja con bastante vergüenza le da a entender el por que, ella lo descifra de inmediato y ve la tremenda preocupación que eso le causa.

 

“Le agradezco el jugo, pero ya debo irme” dice Sebastián que se pone de pie, “espera un momento”, Sebastián se voltea y la anciana revisa un mueble, esta lleno de pequeñas botellas con líquidos de distintos colores. De entre todas saca una, más pequeña y de color azul brillante y se la entrega Sebastián, “esa dosis es considerable para un adulto, en tu caso solo tres gotas y debes diluirlas en un vaso lleno con agua o jugo para amortiguar el sabor que es bastante fuerte, bébela antes de dormirte y en la mañana notaras la diferencia”, Sebastián no entiende nada, “¿pero que es esto?”, “algo que te ayudara a resolver tu problema”, él la mira sin creerle, “en serio, es una poción difícil de preparar y muy valiosa, pero veo que la necesitas así que es tuya en recompensa por tu amabilidad”, Sebastián esta incrédulo y se despide de ella, pensativo regresa a la casa.

 

Mientras su familia disfruta de un asado y unas copas él esta encerrado en su habitación, mira la botella y no sabe que creer. La destapa y la olfatea, su olor es terrible y la cubre de nuevo. Duda si intentarlo o no, ha probado tantas cosas que ya no sabe que hacer, pero finalmente se decide, “por que no, a estas alturas no tengo nada que perder”, baja a la cocina y regresa con un vaso con jugo de naranja, ya es de noche así que se dormirá pronto.

 

Destapa la botella y cuenta las gotas con sumo cuidado, “una, dos, tres…”, el golpe en la puerta lo asusta y la botella se resbala de sus manos y cae dentro del vaso, “¡Sebastián, quieres comer algo antes de irme a dormir!” le pregunta Isabel, la empleada, “¡no, muchas gracias!” le responde. Rápidamente saca la botella pero su contenido se derramo por competo en el jugo. Sebastián se rasca la cabeza y piensa si lo bebe o no recordando la advertencia que le hicieron, “¡o que más da!” y se lo bebe todo de una vez.

 

A pesar del jugo de naranja el sabor es extremadamente fuerte y tose bastante, siente que su garganta le arde y por poco vomita, pero al cabo de un rato ya se siente mejor y el mal sabor desaparece. Se queda despierto un momento y se sienta en la cama mirándose su diminuto miembro a la espera que algo suceda, pero nada. Sebastián entonces se siente cansado, muy cansado y sus parpados se vuelven extremadamente pesados y cae dormido de una vez.

 

“¡Sebastián, Sebastián despierta estas ahí!”, los golpes de en la puerta lo hacen despertar, su cabeza parece que va a explotar como si se tratara de la peor de las resacas. “¡Ya, ya desperté!” grita de vuelta, “¡esta bien jovencito, pero ya es tarde ve a desayunar a la cocina!” le dice Isabel. Sebastián se frota los ojos y trata de despertar por completo, poco a poco vuelve en si, recuerda lo de ayer y lo que bebió anoche, de inmediato se pone de pie y se baja sus pantalones, ni siquiera se alcanzo a poner pijama.

 

“¡¡¡¡¡¡¡¡¡Siiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!”, su grito se escucha por toda la casa, él esta eufórico, con una sonrisa que le llega de oreja a oreja, sale corriendo y se mete al baño donde se mira frente al espejo, los resultados son espectaculares, ni en sueños se imagino algo así. Si antes se sentía casi castrado ahora se siente como un semental de primera, aun si su miembro ahora esta flácido su tamaño es considerable, muy grande, mucho más grueso que antes, en realidad esta irreconocible. “¡Esto es fantástico!”, dice extasiado.

 

Mientras se viste se siente un hombre nuevo y totalmente realizado, pero esta más hambriento que nunca y con su enorme sonrisa llega a la cocina donde Isabel lo nota de buen humor, “vaya amaneciste feliz, ¿Qué te paso te ganaste la lotería?” le pregunta la señora en broma, “¡no exactamente pero es algo muy similar!” responde de forma enigmática.

 

Isabel esta asombrada, Sebastián se manda media docena de huevos, tres tazas de café y casi un kilo de pan, “parece que no te han alimentado nunca” le dice asombrada, pero a pesar de semejante desayuno Sebastián se siente bien y lleno de confianza sale al patio, donde las burlas y bromas de sus hermanos ni siquiera lo hacen ruborizarse, simplemente eso de “pequeñín” ya no es para él, aunque mantiene silencio acerca de su nuevo “tamaño”, no tiene intenciones en dejar que lo fastidien de nuevo.

 

Su buen humor se hace evidente, todos lo comentan y no cae en las provocaciones de los demás, por primera vez en un buen tiempo el almuerzo es tranquilo y sin insultos de un lugar a otro. Por la tarde se va a bañar al estero y regresa temprano a la casa para darse una ducha.

 

En la cocina hace bastante calor aunque hay una aroma irresistible, busca a Isabel para pedirle un par de toallas, hasta que la encuentra detrás de la mesa agachada buscando algo bajo un mueble. Sebastián la mira un instante, el trasero de Isabel se dibuja a la perfección bajo su delantal y sus muslos se asoman de manera insinuante, de pronto ella se incorpora y lo mira, “que bien que apareciste, ayúdame aquí”, Sebastián reacciona y se acerca, Isabel le explica que se le cayeron unas llaves ahí debajo.

 

Ella se inclina un poco y Sebastián aprecia sus pechos a través del escote de su delantal. Pero se hace el desentendido y con algo de esfuerzo recupera las llaves, “gracias te pasaste” le dice ella que se sienta en una mesa y usa un diario como abanico. Isabel le comenta que esta preparando un costillar de cordero y tiene el horno a plena potencia, por eso tanto calor. Isabel se pasa las manos en su rostro y se abre un poco su delantal mientras se refresca echándose aire. Sebastián se da cuenta que ella usa solo su delantal y ropa interior, mirando sus piernas llega hasta sus calzones que se ven claramente, a pesar de ser una mujer madura de 45 años, Isabel tiene un encanto que Sebastián nunca había apreciado antes.

 

Isabel le habla, pero él no la escucha, solo la mira, sus ojos cafés, su cabello castaño ondulado y ese gran culo que posee, Isabel es realmente atractiva. Sebastián siente algo en sus pantalones, pero no le pone atención, él solo se fija en las piernas de Isabel y en lo que se esconde bajo ese delantal. De pronto Sebastián se da cuenta que ella guarda silencio y que lo esta mirando, pero no a sus ojos. Sebastián reacciona y mira hacia abajo, para su total desconcierto su miembro esta totalmente erecto y su erección es enorme, muy evidente, de hecho su verga parece que se va a salir por los pantalones cortos, luego Isabel lo mira a los ojos y él nota algo extraño en su mirada, sin saber que hacer Sebastián recoge sus cosas y se va rápidamente al baño.

 

Ya bajo la ducha Sebastián aprecia su miembro erecto, él mismo esta desconcertado, parece un verdadero tronco, dura y gruesa. Aprovechando el momento de calma Sebastián decide ponerse a trabajar y se hace paja pensando en Isabel, se lo frota con sus manos y la siente como reacciona ante el masaje que le da, nunca había se había sentido tan bien haciéndose una paja.

 

“Veo que necesitas ayuda”, Sebastián escucha una voz femenina a su lado y una mano le toma su verga, asustado reacciona y se pega a la pared, Isabel esta ahí y lo mira a él y a su miembro, “¿Cómo entraste, esta con llave?”, Isabel le enseña una llave maestra. “Por lo visto estas feliz de verme” dice ella que se saborea sus labios, “¿y dime, sabes usar semejante herramienta?”, Sebastián mueve la cabeza de lado a lado, “¿si quieres te podrían enseñar?” agrega ella con una voz muy insinuante.

 

Ante la atónita mirada de Sebastián Isabel se empieza a desnudar, deja sus zapatillas aun lado y se desabrocha lentamente su delantal, uno a uno botón a botón y luego lo deja caer al piso quedándose solo con su ropa interior. Su sostén es de color blanco y con encajes, ella se lo desabrocha y lo tira hacia un lado, sus senos no son grandes pero si firmes, son preciosos. Luego ella se da media vuelta y se inclina mientras se saca su calzón, ella le muestra el culo a Sebastián, sus firmes nalgas y sus tersos muslos. Sebastián no sabe que hacer, pero su miembro esta más tieso que nunca.

 

Isabel se mete a la ducha y se hinca frente a él, con sus suaves y expertas manos atrapa su verga y le hace un masaje, las pajas que Sebastián se hace no son nada comparadas con esto, Isabel sabe muy bien lo que hace. “Impresionante, nunca antes había visto algo así” le dice ella que sigue sobandole su miembro, Sebastián solo suspira se siente en las nubes, apenas le sale la voz cuando Isabel le pregunta si le gusta lo que ella hace.

 

“Probemos” dice, y Sebastián siente algo calido envolviendo su verga mira hacia abajo y la ve desaparecer en la boca de Isabel, ella se la esta mamando. Cuantas veces Sebastián soñó con una mujer haciéndole una mamada es difícil saberlo, pero ahora él se derrite. Isabel se la chupa y la acaricia con sus labios, mientras la tiene en su boca se la frota y juega con sus testículos, lame su enorme y roja cabeza y la mete en su boca de nuevo para seguir chupándola, “nada mal jovencito, nada mal” dice ella para luego volver a su trabajo.

 

“Veamos que más sabes hacer”, Sebastián se deja completamente, esta tan excitado y tan sorprendido que simplemente se deja llevar por la experiencia de Isabel. Ella le da un beso en la boca y frota sus pechos sobre Sebastián, lentamente lo empuja y lo hace sentarse en la tina. Isabel se le pone encima y sujeta su miembro, lo guía hasta su coño y se va sentando sobre el. “¡Aaaaah, es, es grueso, duro, es fantástico!” exclama ella, Sebastián suspira profundamente a medida que el coño de Isabel cubre su miembro, ella lo besa y mete su lengua en su boca, lo recibe entero y mueve sus caderas para sentirlo mejor, “¡vaya que son escasas las vergas como esta!” le dice al tiempo que se empieza a mover.

 

Sebastián esta ahí, sin moverse y sin hacer nada mientras Isabel le cabalga encima, el sonido del agua es opacado por los gemidos de ella que deja escapar a cada instante. Sebastián mira sus pechos agitarse y tímidamente extiende sus manos y se los toma, “¡eso es acaricia mis pechos!” le dice ella que se lo sigue montando. Isabel se muestra fogosa y desinhibida, muy diferente a como es normalmente. No le da tregua, le da con todo a Sebastián, ella se lo folla bien follado y somete a una dura prueba al muchacho y su nueva “herramienta”.

 

Al cabo de varios minutos Sebastián siente una serie de espasmos recorriendo su cuerpo, Isabel lo siente también y pronto un fuerte chorro en su coño, Sebastián se corre en ella. Isabel se pone de pie y se asombra al ver la cantidad de semen que brota, blanco y espeso. Ella se la mama otra vez, esta impresionada al ver que la verga de Sebastián sigue erecta y dura, tras chupársela un rato una nueva descarga de semen le cubre el rostro y sus senos. Isabel se saborea y degusta.

 

“Eres toda una máquina, pero aun tienes mucho que mejorar”, con toda normalidad Isabel se viste de nuevo mientras Sebastián la mira desconcertado como sin entender o creer lo que ocurrió. Isabel le da un beso y sale del baño mientras Sebastián se queda bajo el agua con cara de estupido.

 

Esa noche Sebastián durmió mejor que nunca, al despertar por la mañana Sebastián no sabe si todo fue un sueño o no. su miembro aun esta ahí y con el tamaño que tanto le gusta. Se viste y baja a la cocina con el resto de su familia, todos parecen desconocer lo que sucedió en el baño e incluso Sebastián no sabe si ocurrió o no. Isabel aparece radiante, con una gran sonrisa y su simpatía habitual. Ambos se miran a los ojos y ella le hace un guiño, entonces Sebastián lo entiende, si ocurrió.

 

El resto de la mañana él se queda en el patio y acompaña a sus abuelos, cada vez que se topa con Isabel ella solo lo mira, hablan de cualquier cosa pero no comentan nada de lo sucedido. Sebastián se dirige al baño a lavarse las manos antes de almorzar cuando Isabel le cierra el paso y lo pone contra la pared, “a las 5 de la tarde, en el establo, no faltes” le dice como dándole una orden y después un beso, mientras ella lo besa, Sebastián siente como le soba su miembro por un instante, luego Isabel sigue su camino.

 

Disimuladamente sale de la casa a la hora estipulada, no quiere llegar tarde a su primera “cita” y tras lo sucedido en el baño esta más que ansioso aun y su “pequeñín” se lo hace saber poniéndose sumamente duro. Con fuerza empuja el añoso portón del establo y camina en silencio buscando a Isabel, ella ya debería de estar ahí pues la vio salir unos minutos antes que él lo hiciera. Tras avanzar unos pasos la ve, con su delantal de empleada y su cabello tomado, esta donde se guarda la paja. Ansioso Sebastián se abalanza sobre y ambos caen en el pajar, “¡Oye, oye contrólate!” le dice Isabel que lucha por sacárselo de encima, Sebastián luce desconcertado, hasta desilusionado, “pensé que lo íbamos a hacer” le recrimina.

 

Isabel se ríe, lo que no ayuda en mucho a la autoestima de Sebastián, al verlo algo apenado Isabel le toma el rostro y lo hace mirarlo a los ojos. “escúchame bien, ponme mucha atención” parte diciendo ella, “lo vamos a hacer, pero deberás controlarte”, Sebastián luce desconcertado, “lo que tienes aquí abajo y que se carga sobre mi vientre ahora es una maravilla, pero debes saber usarla adecuadamente y eso también se aplica a otras partes de tu cuerpo” agrega ella después, “¿no entiendo?” responde Sebastián, sin embargo Isabel se muestra comprensiva con él.

 

“Muchos hombres creen que por tenerla de ese tamaño son unos reyes en la cama, pero no es así, a las mujeres, o casi todas, nos importa más que la cantidad, la calidad”, Sebastián la escucha atentamente. “Y eso mi joven amante superdotado implica usar no solo tu verga, también tus manos, tu boca y tu lengua. Si aprendes a besar a una mujer, a tocarla y a lamerla, las tendrás rendidas a tus pies”, Sebastián entiende ahora de que habla Isabel.

 

“Dame un beso” le dice Isabel a Sebastián, él se sorprende un poco ya que ciertamente no sabe besar. Torpemente se acerca a Isabel y trata de repetir lo que ella hizo en el baño el día anterior y junta sus labios y los presiona con algo de fuerza. “Nada mal, pero debes ser más sutil”, Isabel le enseña la manera correcta, como mover sus labios y envolver los de su pareja, como presionar con su lengua y él le va tomando el ritmo, ella le dice donde poner las manos y como deslizarlas delicadamente desde las caderas o la cintura hacia lugares más sensibles.

 

Durante varios minutos estuvieron así, besándose, abrazados con Sebastián metiendo su lengua en la boca de Isabel y viceversa. Ella le enseña a tocarla, a subir sus manos y sentir los pechos de una mujer, como acariciarlos, frotarlos con delicadeza, maximizando la excitación. Sebastián aporta lo suyo, la besa en el cuello cerca de la oreja, sube y baja por el, al mismo le va abriendo su delantal y la puntea delicadamente presionando con su notable miembro su culo.

 

“Muy bien, muy vas aprendiendo” le dice Isabel encantada por la forma de besar de Sebastián. Ella deja que él le abra su delantal, el como desvestir es algo muy importante también. Sebastián lo hace lo mejor que puede, Isabel sabe que con practica lo hará mejor. Se aparta su sostén y Sebastián le chupa los pechos, envuelve sus pezones delicadamente, se los besa y se las lame de forma sutil, pero excitante. Ella se recuesta sobre su delantal y deja a Sebastián actuar por su cuenta, solo lo corrige cuando es necesario, “eso es, sigue así, delicioso” le dice, mientras Sebastián sigue adelante y va metiendo su mano entre los muslos alcanzando su sexo.

 

“Espera, no tan fuerte, más despacio, así, eso es así, muévete con sutileza”, Isabel siente las caricias de Sebastián en su coño, lo controla, calma sus ímpetus y le dice como hacerlo, como rozar sus dedos contra su clítoris, como debe moverlos alrededor del mismo, como presionarlos sobre su vagina y Sebastián demuestra ser un alumno destacado. Isabel lo empuja hacia abajo, él desciende por su vientre hasta llegar a su pubis, con su boca lo envuelve por encima del calzón, a ella le gusta, lo disfruta y aprueba el actuar de su alumno.

 

“Ahora deberás lamer bien mi coño, si aprendes a hacerlo las chicas se van a rendir a ti”, Sebastián sin saber mucho comienza a deslizar su lengua sobre el sexo de Isabel, la reacción de ella, un profundo gemido seguido de espasmos en su cuerpo le indica que lo hace bien y sigue adelante. Sebastián hace sus lamidas más intensas, presiona con fuerza y hunde su lengua en el coño de Isabel, no le da tregua y la retorcerse sobre la paja, la hace delirar, realmente él sabe como darle sexo oral a una mujer.

 

Con un hilo de voz ella le dice que use sus dedos, que la masturbe con los mismos, Sebastián lo hace, los hunde en su coño y juguetea con su clítoris, lo siente húmedo y ardiendo, la folla con sus dedos e Isabel se derrite ante sus caricias, “¡eso es, así, dale con ganas, chupa mi coño vamos no pares!”, ella esta fuera de si, sorprendida por lo rápido que aprende su joven alumno.

 

Ambos se besan de nuevo, Isabel muy satisfecha hasta ahora y como buena maestra evalúa bien a su alumno, “ahora vas a cogerme, mete ese gran miembro tuyo en mi sexo”. Sebastián lo sujeta y lo guía hasta el coño de Isabel, ella lo tiene tan lubricado luego de el sexo oral que le dio que no tiene problema alguno en penetrarla, ella lo abraza y lo rodea con sus piernas, “¡ahora, presiona, con fuerza!”.

 

Sebastián arremete, hunde su miembro y la bombea con fuerza, ahora es Sebastián quien la folla. Los besos de ambos son más ardientes que nunca, sus lenguas se cruzan a cada instante en medio de sus jadeos y gemidos, “¡es increíble, me llena entera!” exclama Isabel al sentir el movimiento de semejante miembro dentro de su cuerpo. Ella cambia de pose, se recuesta de costado con Sebastián detrás, ella sujeta su miembro y él la penetra de nuevo, se mueve rítmicamente y le masajea sus pechos, la besa en el cuello y se mueve más rápido cada vez, Isabel sigue gimiendo descontrolada, es increíble la forma en que Sebastián la folla y como se siente su miembro.

 

Sebastián toma el control y la pone en cuatro, le devora nuevamente su coño y se lo hace con sus dedos, a Isabel le encanta, pero más aun cuando Sebastián la penetra así, en su pose favorita que le den por detrás. La toma firmemente de sus caderas y la bombea bien duro, sus pechos se mueven de un lado para otro, él arremete con todo y su miembro se mueve con vigor, su grosor, su textura y su longitud hacen gozar a Isabel, ella deja escapar toda su fogosidad de mujer madura.

 

Con sus piernas separadas se le monta encima dándole la espalda, se empala firmemente sobre Sebastián, le cabalga encima y él le frota con sus dedos su clítoris, alo que le gusta bastante, en medio de sus ardientes gemidos le pide que le siga dando con todo, que no se detenga, que no le de tregua, a ella le gusta el sexo duro, que la follen con fuerza, con intensidad y pasión, Sebastián, a pesar de su inexperiencia, le da todo eso y más.

 

Isabel le pide que se corra sobre ella, Sebastián se pone de pie y literalmente la baña con su semen, Isabel lo frota sobre todo su cuerpo y se la chupa hasta sacarle la última gota, Sebastián esta rendido.

Ambos regresaron discretamente a la casa, Sebastián comió como nunca en la cena, el esfuerzo de follar así le provoca un apetito atroz y en la noche cayo rendido en su cama de una vez.

 

Al día siguiente su familia se prepara para regresar a casa, a Sebastián le gustaría quedarse un día más para estar con Isabel, pero no lo dejan. En privado se despiden y le dice que no olvidará lo que ella le enseño, “así espero, tiene mucho talento y con esto”, ella le aprieta su verga ligeramente, “puedes tener a las mujeres que quieras”. Con un ardiente beso se despiden, ahora besa con más personalidad y pasión, “volveré en cuanto pueda” le dice él, “¡te estaré esperando!” le grita ella.

 

Enfilan en el jeep por la carretera, Sebastián va con una sonrisa enorme y ni siquiera le presta atención a sus hermanos, “¿y tu pequeñín de que te ríes tanto?”, “yo, de nada, solo que esta visita fue mejor de lo esperado”.

 

 

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