EL LIANTE
Quizás no he oído bien o a lo mejor este sol que me achicharra me hace alucinar. Miro a mi hijo por encima del periódico y levanto mis gafas de sol sorprendido.

-¿Qué has dicho?

-Digo que menudas tetas se le han puesto a Nuria.

Está sentado en la toalla frente a mí, con la barbilla descansando en sus manos y los codos apoyados en sus rodillas. Contempla absorto a las 2 mujeres que se alejan caminando por la arena hacia el mar.

Yo también estoy sentado. Utilizo una de esas sillas plegables que te dejan el culo casi a ras de suelo cuyo respaldo puedes inclinar lo necesario para leer o echar una siesta. Desde mi posición podría estirar una pierna y patearle el hombro como a una cucaracha.

Giro la cabeza hacia la izquierda. Las olas del mar mueren en la arena por la que caminan ambas mujeres y señalo hacia ellas con el pulgar.

-¿Te refieres a tu hermana?

-¿A cuántas Nurias conoces? –contesta con descaro- Seguro que tiene unos pezones de la hostia. Grandes y oscuros, buf.

Le miro con desconcierto sin saber exactamente si se está refiriendo a su hermana de la manera que yo creo que lo está haciendo.

-¿Cómo crees que tendrá el coño? –continúa diciendo- Yo creo que lo tiene peludito y arreglado con unos labios grandes como a mí me gustan.

-¿C…Cómo?

-Ese cabrón de Nacho se la tiene que estar follando todos los días. Al menos es lo que yo haría si fuera su novio.

-¡Gabriel! Ya está bien. ¡Estás hablando de tu hermana!

Me mira con suspicacia y levanta una ceja.

-A ver si me vas a decir que tú no te habías fijado en los melones que tiene.

-Oye, un respeto que soy tu padre.

-¿Y eso que tiene que ver? Como si tú no te hicieras pajas con ella.

Golpeo con fuerza mis rodillas con el periódico.

-¡Basta ya! Pero ¿qué estás diciendo?

-¿Qué pasa? ¿A ver si ahora me vas a decir que nunca has fantaseado con ella mientras te estás tirando a mamá?

-¿Q…Qué?

-La oscuridad lo cubre todo, hasta la propia vergüenza. De noche, bajo las sábanas, cuando deslizas la polla por el coño de mamá seguro que piensas que es a Nuria a quien se la metes.

Parpadeo sin comprender. Me parece estar viendo un alienígena.

-Además juegas con ventaja porque Nuria es el vivo reflejo de mamá así que no te costará nada imaginar que te corres en ella cuando estás encima de mamá.

Hace una pausa mientras le veo cavilar.

-Yo también me la imagino cuando me estoy follando a Estela –continúa- pero no es lo mismo, mi novia no tiene las peras de Nuria, ni su cuerpo.

-¿Que… que tú…?

-¿Como tiene mamá el coño? ¿Le gusta correrse en tu boca? Tiene que ser una pasada ¿eh?, pensar que es el coño de Nuria el que te estás comiendo mientras mamá se corre en tu boca sin saber lo que estás imaginando.

-¿Qué? Yo… yo no… nunca…

-¿Tienes fotos de mamá en pelotas?

-¿F…Fotos de tu madre desnuda? Nooo, no, no. Que va, nada. Nunca. ¿En mi móvil? Ni hablar, que va. Nada, yo nunca tendría fotos de tu madre desnuda, nunca.

-Joooder, papa. Qué mal se te da mentir. Anda saca el móvil y enséñamelas, venga.

-Que no, que no, que no tengo yo de esas cosas. Además, que no están en mi móvil y no te las voy a enseñar. Será posible el niño este. ¡Que estamos hablando de tu madre! Anda cállate de una vez y déjame en paz que estás enfermo.

Estoy sudando. En menos de un minuto el mocoso éste me ha puesto el corazón a 200 por hora. Sin abrir la boca me ha acusado de incestuoso, me ha faltado al respeto a mí y a su madre y encima ahora me acosa con fotos íntimas de su madre.

Me recuesto sobre mi silla de playa, estiro el periódico frente a mi cara de un manotazo y me oculto tras él dando por zanjada cualquier conversación entre nosotros.

Nunca hubiera imaginado que mi propio hijo pudiera hablar así de su madre y de su hermana, es asqueroso. Lo peor de todo es que me ha hecho sentir sucio a mí mismo. Debo mantener una charla muy seria con este chico uno de estos días. Tanto internet y tanto amigo friki no puede ser bueno.

Tras unos minutos, cuando las pulsaciones de mi corazón vuelven a ser las mismas de siempre, me percato del sospechoso silencio en el que ha entrado el degenerado de mi hijo. Inclino el periódico y oteo sobre sus páginas. Gabriel está concentrado en algo que tiene en la mano, ¡mi móvil!

-¿Qué haces con eso? Trae aquí.

Se lo arranco de un zarpazo y miro la imagen de la pantalla entre el desconcierto y el terror. Una mujer desnuda saliendo de la ducha ocupa toda la pantalla. Mi hijo ha estado viendo las fotos personales que tengo de su madre desnuda y que he jurado con mi vida que no vería nadie. Aprieto el móvil contra mi pecho y cierro los ojos intentando no desmayarme.

-¿¡Pero qué cojjjones estás haciendo con mi móvil!?

-Joe, como te pones. Solo estoy mirando las fotos de mamá. Anda que menudo coño más “de puta madre” tiene. Joooder, y qué polvazo. Ya me la follaba yo bien follada.

-¿Pero tú te estás oyendo? ¡QUE ES TU MADRE!

-¿Y qué? No te pajeas tú con tu hija pues yo lo hago con mi madre.

-¡QUE YO NO ME HAGO PAJAS CON TU HERMANA, JODER!

Me asusto de mi elevado tono de voz. No estoy solo en la playa. Levanto la cabeza y miro hacia los lados temeroso de que alguien hubiera podido oírnos. Solo me faltaba eso. Acerco mi cara a la de mi hijo, frunzo el ceño enfadado y bajo la voz.

-Yo-no-me-pajeo-con-tu-hermana. Y tú tampoco deberías hacerlo con tu madre, enfermo de mierda. Además, estas fotos son privadas y…

-¿Mamá sabe que las tienes?

-Pues, pues, pues claro.

-¿Y sabe que las vas enseñando por ahí?

-¿¡Qué!? Yo no las voy enseñando por ahí. Has sido tú que te gusta hurgar en la propiedad de los demás. Además, ¿cómo has dado con ellas?

-Buf, fácil. Las tienes a la vista, en una carpeta dentro de la galería de imágenes, sin esconder ni nada.

-P…pero si yo las metí en, en… un momento, ¿qué es esta flechita que parpadea…?

Levanto la vista del móvil y le miro fijamente a los ojos haciendo esfuerzos para no mearme encima.

-Gabriel, ¿has enviado algo desde mi móvil?

-Claro, las fotos, a mi correo.

-¿L…las fotos de tu madre desnuda?

-Sí, todas.

¿Todaaaas? Pero, pero… ¡serás cabrón!

-Oye, oye, sin insultar que no es para tanto. Que solo me voy a pajear con ellas.

Si Pilar se entera donde han acabado sus fotos y de qué manera se van a emplear voy a tener el mayor problema de mi matrimonio. Este puto enfermo mental me acaba de buscar un problema de la hostia. Estoy en la cuerda floja y el muy capullo está sujetando uno de los extremos. Estoy en las manos de un tarado sexual.

-¿Que te vas a…? ¡Bórralas inmediatamente, cerdo!

-Ni loco, vamos.

-Esas fotos son de uso privado, son mías, MIAAAS.

-Si es por eso no te sulfures. Te paso las de Estela en pelotas y en paz. Así yo tengo las fotos de mamá y tú tienes las de mi novia, empates.

Se hace el silencio. Me ha dejado descolocado. No sé si he entendido bien lo que me acaba de proponer pero yo no quiero sus fotos, quiero las mías. Quiero que las borre pero, por otra parte, mis fotos están comprometidas. Ya nunca podré estar seguro de que no existan copias por mucho que las borre o me jure hacerlo. Piensa rápido, piensa.

Me tiene cogido por los cojones. Si tuviera las fotos de su novia desnuda igualaría nuestras posiciones. Podría amenazarle con enviárselas a Estela de manera anónima si se le ocurriese traficar con mis fotos.

Gabriel echa mano de su mochila y saca su móvil con parsimonia, lo enciende y comienza a navegar por él. Pasan los segundos y sigo paralizado esperando algo que no sé qué es. Pilar y Nuria volverán pronto del paseo que han ido a dar juntas por la orilla del mar y entonces ya no tendré oportunidad de matar con tranquilidad a mi hijo.

-Mierda.

-¿Qué?

-Me he quedado sin batería.

-¿Qué? ¿Cómo es posible?

Le arranco el móvil de las manos y pulso con energía la tecla de encendido sin que suceda nada. Desmonto el móvil. Quito y pongo de nuevo la batería. Coloco la tapa que la cubre e intento de nuevo encender el puto aparato. Nada.

-Eso es por estar todo el día… chapeando y… chismeando.

-Se dice…

-¡Me da igual como se diga! Ahora tú tienes todas mis fotos y yo no tengo nada tuyo, joder. ¡JODER!

-Tranquilo hombre, tranquilo. Si es por eso te dejo unas bragas de Estela que llevo en la mochila. Te las dejo como “prenda” y cuando te pase las fotos me las devuelves.

-¿Llevas unas bragas de tu novia en tu mochila?

-Sí, aquí están. Mira.

Veo aparecer unas braguitas blancas colgando de la punta de sus dedos. Este tío está fatal de la cabeza. ¿Quién va por ahí con unas bragas de su novia encima?

-Pero… ¿y qué coño voy a hacer con unas bragas de tu novia?

-Anda el otro. Pues olerlas. Como hago yo con las bragas de mamá y Nuria.

-¿Utilizas las bragas de tu madre y tu hermana para…? bueno, es igual –digo dando manotazos frente mi cara-. Lo que quiero decir es que esto no me sirve para nada, no me garantiza que me vayas a pasar las fotos de tu novia.

-En realidad sí. Tengo que devolverle las bragas a Estela antes de esta noche. Si no lo hago se va a preguntar qué he hecho con ellas y tendré un gran problema. Así que a ambos nos interesa hacer el canje.

La explicación de Gabriel tiene sentido además son el único aval contra el mal uso que este puto chaval pueda hacer de las fotos de Pilar hasta que me pase las suyas.

-Cuando lleguemos a casa conecto el móvil al cargador, te paso las fotos y me devuelves sus bragas. Entonces ambos tendremos fotos guarras del otro y estaremos en paz.

Le miro con recelo y asco. Quiero pensar que todo va a ir bien y al final me haré con sus fotos con las que le amenazaré si se pasa de listo. Esas fotos van a ser las únicas que garanticen mínimamente que Pilar no acabe en internet o vete a saber dónde.

-No te vayas a hacer una paja con ellas mientras las tienes, ¿eh? –susurra con una sonrisa de oreja a oreja mientras balancea las bragas delante de mi cara.

En ese momento veo aparecer de soslayo la figura de dos mujeres que se acercan a paso lento. Tomo las bragas con celeridad e intento esconderlas en el bolsillo de mi bañador. Por desgracia, los putos nervios no me dejan ser dueño de mis músculos y me impiden esconder con prontitud la prueba del delito que se atasca a medio camino y queda colgando de mi pantalón.

-¿Qué tal chicos, cómo estáis? –pregunta mi mujer al llegar hasta nosotros.

“Jodido”. Hubiese querido decir. Pero solo puedo sonreír con una mueca de pánfilo mientras abro el periódico sobre mis piernas para que tapen las bragas a medio salir de mi bolsillo a la vez que el hijo puta de Gabriel muestra una cara de alegría mientras se coloca sus gafas de sol.

-¿Qué tal el paseo mamá?

Regala a su madre una sonrisa de hiena mientras escucha atento sus explicaciones como si le interesaran. Pilar no sabe que tras esas gafas oscuras, el pervertido de su hijo, está concentrado en su coño y en sus tetas, observando atentamente el balanceo de sus melones.

Puedo sentir como babosea, como se recrea con la forma de su coño, como estruja y manosea las tetas de su madre con la mirada. Solo le falta babear. Qué contento se debe sentir ahora que guarda su imagen desnuda en su retina.

-¿Vienes al agua papá? –mi hija me devuelve a la realidad.

-¿Qué? eeh, no, gracias. Es que… quiero acabar de leer –y esconder por completo las bragas que cuelgan de mi bolsillo.

-Deja el periódico de una vez. Ya lo seguirás leyendo después –dice mientras intenta arrancármelo de las piernas.

-Que no, que no, de verdad, no me apetece. Luego si eso.

Su rostro se muestra contrariado. No esperaba mi negativa pero enseguida vuelve a sonreír dirigiéndose hacia su hermano esta vez.

-Qué, Gabri, ¿te vienes?

-Eeeee, paso.

-Venga anda –suplica arrodillándose tras su espalda y abrazándole el cuello desde atrás.

-Luego si acaso. Ahora mismo no me apetece mojarme y pasar frío.

Los cojones. Lo que le pasa es que tiene una erección de mil pares de pelotas desde que ha llegado su madre. Y ahora, con su hermana frotándole las tetas a la espalda no tiene valor para levantarse y que todos vean lo marrano que es.

-Venga hombre, chapoteamos un poco y venimos.

-Vaale, está bien.

Dicho esto, se levanta de un salto y se quita la camiseta mostrando un bulto en el pantalón que bien podría ser la torre de Pisa en versión porno. La punta de su polla aprieta contra el pantalón de baño haciendo que éste forme un cono hacia adelante tan grande como vergonzante.

Sonrío al ver lo tonto que es. Ese error táctico le va a hacer perder muchos puntos dentro del sector femenino familiar. Le está bien empleado por cerdo y por ladrón.

Sin embargo, para mi sorpresa y desazón, nadie ve su tienda de campaña. Su hermana ha salido corriendo hacia el agua sin percatarse del bulto obsceno de su hermano, y su madre, que hasta hace un instante se encontraba frente a él, se ha girado de espaldas y está de rodillas sobre la toalla alisándola y quitando los restos de arena.

Para mayor pesadumbre, el muy crápula, aprovechando que su madre tiene apoyadas las manos sobre la toalla, simula cogerla por la cintura y finge follarla a cuatro patas mirándome con esa eterna sonrisa de hijo de puta enfermo sexual.

Hecha la gracia, comienza a caminar hacia el agua donde su hermana se encuentra adentrándose pasito a pasito en el mar.

Giro la cabeza a un lado y a otro sorprendido de que nadie en la playa parezca percatarse de la escena con su madre y del empinamiento de su pantalón de baño. Seguro que si fuera yo el que va con una erección, un roto en el pantalón o la bragueta abierta se enterarían hasta en el polo norte.

– · –

Pilar está tumbada junto a mí recibiendo los rayos del astro sol en su cuerpo. Descansa relajada y feliz, ajena a la realidad que vive en su casa y en su familia. No llega ni a imaginar que su hijo se menea la polla con sus bragas o que, peor aún, posee las vergonzantes fotos que con tanto trabajo y sudor he ido recopilando durante el matrimonio. Me mareo solo con pensar lo que ese mal nacido de Gabriel pueda hacer con ellas.

Apenas distingo a mis hijos chapotear en el agua. Seguro que Gabriel no desaprovecha ninguna ocasión para frotarse con su hermana el muy marrano. ¿Notará Nuria su erección? Ruego por que así sea y le monte un buen pollo.

Mientras tanto intento seguir leyendo el puto periódico pero no consigo pasar de la primera línea. Ya la he leído 12 veces y sigo sin enterarme de nada. Las putas bragas de Estela, la novia de mi hijo, me están quemando en el bolsillo. No veo el momento de sacármelas de encima y esconderlas hasta que se las pueda devolver a Gabriel. Eso si me pasa sus fotos claro, porque si me la intenta jugar pienso putearle dejándole sin ellas. El cisco que le montaría Estela si Gabriel le va con el cuento de que no las tiene sería de campeonato.

Parece que Gabriel y su hermana se han cansado de jugar en el agua y vienen para acá. No espero más. Me levanto y comienzo a recoger mis cosas del suelo.

-¿Qué haces? –Pregunta Pilar.

-Ya he tomado suficiente sol. Me voy a casa.

-¿Ya? Espera a que lleguen estos dos y nos vamos todos juntos.

-Tengo prisa. Os espero en casa.

Con una mano tapando el bulto del bolsillo recorro a paso ligero la playa hasta salir de ella y encamino la acera por la que transito hasta llegar al bloque de pisos donde pasamos el verano.

Llamo al ascensor pero parece que no llega nunca. Seguro que está estropeado o algo. Me canso de esperar una eternidad y subo todas las escaleras lo más rápido que puedo hasta llegar a mi planta que está en el infinito. Saco las llaves y abro la puerta de mi casa con el poco resuello que me queda por culpa de la caminata. Al cerrar la puerta, una vez dentro, siento el alivio de la salvación. Ahora sé qué sentían los soldados que recorrían las playas de desembarco hasta ponerse a cubierto.

Dejo las llaves de casa y el periódico en la mesilla de la entrada, me descalzo las chancletas saco las bragas y las sostengo en mi mano. ¿Dónde las esconderé?

Tengo muchas opciones pero ahora no se me ocurre ninguna buena. ¿La cocina, mi dormitorio, algún cajón del armario…?

Oigo unas llaves en la entrada y veo abrirse la puerta. Por acto reflejo vuelvo a meter las bragas en el bolsillo. Veo con estupor la silueta de Pilar apareciendo en el pasillo a la que le siguen mis dos hijos.

-Podías habernos ayudado a traer las cosas. Qué rápido te has ido –dice ella.

Rápido no, he venido a toda hostia y aun así, solo os he sacado 20 segundos de ventaja, increíble. Me llevo la mano a la frente y me seco el sudor con ella.

-¿Pero… cómo habéis subido tan rápido? -pregunto.

Me mira como las vacas al tren.

-Pues en ascensor como siempre. Cuando hemos llegado nos estaba esperando abajo. ¿Comemos?

-Eh, v…vale, ve haciendo la comida… me voy a duchar. –y a esconder estas putas bragas de adolescente.

– · –

Me he duchado, he comido y ahora estoy sentado junto a mi familia en el sillón viendo la tele y sigo con las putas bragas en el bolsillo de mi bañador sudando como un condenado.

Gabriel se levanta y se dirige hacia la puerta del salón.

-¿Has cargado ya tu teléfono, Gabriel? –pregunto con disimulado desinterés.

-Nop.

-¿Qué? ¿Y por qué no? ¿Se puede saber?

Mi mujer y mi hija me miran extrañadas.

-Ejem… quiero decir –continúo-, que no puedes andar incomunicado por ahí. Imagínate que necesitara llamarte para algo urgente. Carga el teléfono, anda.

-Luego.

-¡Ahora!

-No puedo.

-¿Por qué no?

-No he traído el cargador.

-Te dejo el mío.

-No me vale. Además tengo prisa. He quedado con Estela. Adiós.

-¿C…cómo que has quedado con Estela? ¿Y vas a ir así, sin más?

-¿Y cómo quiere que vaya, con frac?

-¿No tienes que llevarle nada a Estela? ¿…Gabriel?

-Eeeee, no.

Se gira, coge un libro de la estantería cercana y se va hacia la salida.

-Vendré tarde –grita desde el quicio de la puerta.

Me sorbo los mocos y me tomo el pulso con 2 dedos sobre la muñeca. Con este mocoso no llego a la jubilación. Se está choteando de mí. Miro a mi mujer que vuelve a estar absorta en el televisor y pienso en cómo sería mi vida después de la muerte.

No entiendo por qué cojones Gabriel no cumple con su palabra y me pasa sus fotos de una vez para que al menos pueda estar medianamente tranquilo. Sigo mirando la tele absorto en la boba de María Teresa Campanillas presentando su programa de mierda. Nuria se va a su habitación dejándome solo con Pilar. Me encuentro muy mal, como con ganas de vomitar.

Me levanto con lentitud y me dirijo al baño a paso de zombi. Necesito un rato de soledad. Cierro la puerta del baño y me miro al espejo. Me seco el sudor con un pañuelo. Me mareo solo de pensar que este mal nacido de Gabriel me la vaya a jugar. Me tiene cogido por las pelotas pero si hace algo con mis fotos juro por Dios que voy a enviar una cajita a estela con sus bragas y una nota que diga que su novio anda repartiendo su ropa interior a la gente.

Separo el pañuelo de mi cara y lo miro. Me acabo de dar cuenta de que me estoy limpiando el sudor con las bragas que tenía en el bolsillo. Qué asco. Las aparto de mi cara y las miro con detenimiento.

Esas bragas han estado cubriendo el coñete de Estela, la novia pija de mi hijo. La típica chica a la que no se le cae un pedo. El prototipo de supermujercita, supermodelo, superguapa a la que todos los hombres mortales y plebeyos quieren meterle la polla por su culito de estirada. Y yo me acabo de limpiar la cara con ellas.

Me llevo las bragas a la cara de nuevo. Cierro los ojos y aspiro su olor. No sé muy bien por qué pero se me acaba de poner dura. Destapo mi polla y la miro desde arriba. Tengo un buen ciruelo. Acaricio mi falo lentamente con una mano mientras sostengo las bragas en mi cara con la otra. Vuelvo a mirar las bragas y ahora me parecen preciosas. Dejo caer el pantalón de bañador hasta los tobillos, las coloco alrededor de mi polla y sigo acariciándome con ellas. Si mi polla está tocando las bragas y estas bragas han estado en el coño de Estela es como si mi polla estuviera tocando su coño. Se me está poniendo más dura todavía.

Me la meneo con más brío. No soy del todo consciente de que me estoy haciendo una paja con las bragas de la novia de mi hijo. Eso no está bien pero que se joda Gabriel. No me ha pasado sus fotos, tal y como prometió, así que no tengo por qué sentir remordimientos por lo que hago.

Sigo con los ojos cerrados pensando en Estela y en cómo sería desnuda. Esa chica está buenísima y sin ropa estaría todavía mejor. Imagino que soy yo el que la desnuda y la tumba en el suelo. Le lamería sus pezones y su coñete de niña rica y después se la metería. Me follaría a la novia de mi hijo. Sí, me la follaría bien follada. Me siento mal por desearlo pero me da igual.

Estoy tan excitado que me empiezo a correr. Tengo que morderme los labios para no gemir de gusto. Noto salir mi semen que empapa mi mano y las bragas. Ya no hay tiempo para retirarlas así que termino por correrme en ellas. Ya las limpiaré después. Abro la boca y comienzo a tomar aire a bocanadas. El placer y el deseo dejan paso lentamente a la relajación y el agotamiento.

Pasan los segundos con los ojos cerrados y empiezo a sentirme mal por lo que he hecho. No debí manchar las bragas de Gabriel. No debí meneármela con ellas. Ni tan siquiera debí pensar en su novia de esa manera. Cómo puedo ser tan cabrón.

Abro los ojos y me miro al espejo. Lo que veo ya no es a un hombre maduro y culto sino a un crápula y un mal padre. Enfoco la vista en el cristal y me percato de que la puerta del baño que está justo tras de mí está abierta y Pilar está bajo el quicio con la cara horrorizada.

-Te estás masturbando…

Pego un bote de la hostia y me giro encarando a mi mujer e intentando esconder las bragas tras mi espalda, algo bastante inútil teniendo en cuenta el espejo que tengo detrás.

-Eeee…, ha sido un calentón…, no sé que me ha pasado. El calor… supongo.

-Te estás masturbando… -repite como un autómata- con las bragas de tu hija.

-¿¡QUÉ!? Nooo, no, no. Que va. Para nada.

-Te has hecho una paja con sus bragas. – se lleva las manos a la cara.

-Que no, que no. Que no son suyas, de verdad.

Intento subirme el pantalón de bañador que se me ha enredado en los tobillos mientras sigo intentando esconder inútilmente las bragas totalmente pringadas dentro del puño tras mi espalda.

Pilar me toma del brazo y me las arranca de un tirón. Las toma entre sus manos y las despliega mirando con horror todo el semen esparcido.

-Son las bragas que se le han perdido en la playa. Hemos estado un rato buscándolas y mira quien las tenía. ¿Por eso tenías tanta prisa en venir a casa? ¿Para meneártela con ellas?

Abro la boca hasta tocar el esternón con la barbilla. “qué cabróóóón el Gabriel de los cojones”. Me ha dado las bragas de su hermana. El muy cerdo hijo de puta le había robado las bragas a su hermana y me las ha dado diciendo que eran de su novia. Ay Dios, voy a desmayarme.

Pilar me mira con la cara encendida. Sus ojos rojos no anuncian nada bueno para mis próximos 1.000 años.

-Nunca imaginé que fueras tan cerdo. ¿Cuántas veces te la habrás meneado con sus bragas? Seguro que cuando follamos te imaginas que es a Nuria a quien te estás tirando ¿verdad?

-¿Qué?

-¿Y cuando me lames el coño, seguro que piensas que es ella quien se corre en tu boca verdad?

-Pero, pero… -¿está todo el mundo igual de enfermo?

-Ni pero ni leches. ¿Cómo puedes vivir con la conciencia tranquila?

-Yo… yo… pensaba que eran tuyas.

-No vengas con bobadas y afronta la verdad. Eres uno de esos padres que fantasea con sus hijas.

-E…Espera, espera, aquí ha habido un error… -intento retenerla de un brazo.

-¡No me toques! –Grita-. Qué decepción Abelardo, Qué decepción.

-¿Qué pasa aquí, por qué gritáis?

La que faltaba, Nuria aparece por detrás de su madre. Ha salido de su cuarto al oír las voces. Su madre se gira y le muestra sus bragas pringadas de semen.

-El cerdo de tu padre se ha hecho una paja con tus bragas. –Dice casi gritando.

Me tapo la polla y los huevos con una mano mientras continúo intentando subir los putos pantalones que se me han enredado en los tobillos.

-¿¡Qué!? –exclama mientras se hace con las bragas poniendo unos ojos como platos- ¿Las tenías tú? ¿Me habías robado tú las bragas en la playa para pajearte con ellas? ¡JODER!, qué asco.

-Q…Que no, que no, que no es eso lo que ha pasado…

-Dios- continúa al borde del llanto- eres uno de esos padres que se pajea pensando en su hija. Seguro que cuando estás en la cama con mamá fantaseas conmigo mientras le lames el coño. Y seguro que en la playa no paras de mirarme las tetas y el coño detrás de tus gafas de sol.

-Jamás, te lo juro.

-La de veces que hemos chapoteado juntos en el agua. Anda que no habrás frotado bien tu nabo conmigo. Estarás contento papá, estarás contento.

-Pero ¿me quieres escuchar?

-Eres uno de esos asquerosos viejos verdes que se excitan con muchachitas. Como os odio, nunca he podido soportaros. Me das asco papá, asco. No te quiero volver a ver en la vida.

-Pero si yo… -balbuceo.

-¿¡Cómo has podido Abelardo, cómo has podido!? -dice Pilar abrazando a Nuria mientras ambas se alejan de mí odiándome y poniendo cara de haber lamido caca de perro.

Me quedo apoyado en el lavabo con la polla colgando. Tengo la cara desencajada y estoy a punto de echarme a llorar. Trago saliva y mastico con la boca seca. Con toda probabilidad mi mujer se divorciará de mi dejándome en la ruina y mi hija me odiará el resto de mi vida por hacerme una paja con sus bragas, ole mis huevos.

Y toda la puta culpa es de ese hijo puta engendro del infierno satánico del demonio que es mi hijo.

Camino hacia la ducha a paso de pingüino con los pantalones aun en mis tobillos. Me meto tal y como estoy y me pego un buen chorro de agua helada que empapa mi camiseta, mis pelotas y mi orgullo. Bienvenido al final de su matrimonio, señor Abelardo.

– · –

He cenado solo y ahora estoy viendo la tele en el salón sin ningún interés. Mi mujer y mi hija han estado todo el día lejos de mí en la casa, evitándome. No hay mayor soledad que estar junto a alguien y sentirse solo.

A las tantas de la madrugada me canso de mirar la tele a la que no hago ni caso y voy a dormir. Al intentar meterme en la cama mi mujer me frena en seco.

-Abelardo, preferiría que esta noche durmieras en el sofá. Mañana Nuria y yo nos volvemos a casa. Tú te puedes quedar aquí, en el piso de la playa, de momento.

Me quedo helado pero no rechisto. Vuelvo al salón y me tumbo en el sofá con los ojos abiertos. No pego ojo en toda la noche.

– · –

Me despiertan unos ruidos en la cocina. Al parecer he conseguido conciliar el sueño de madrugada y el sopor me ha mantenido dormido hasta bien tarde.

Me levanto y al ir hacia el pasillo veo cruzar a Nuria delante de mí hacia la puerta principal tras la que desaparece. Ni me mira. Me desprecia haciendo como que no existo. Cabizbajo llego hasta la cocina donde está Pilar terminando de recoger algo.

-Pilar, escucha…

-Cállate Abelardo, cállate. De ahora en adelante comunícate conmigo a través de mi abogado.

-¿Cómo? Pero, mujer…

-Ni mujer ni porras. Me voy a divorciar y no quiero saber más de ti. Te voy a dejar en la ruina y le voy a decir a todo el mundo el pervertido que eres.

Intento decir algo pero solo balbuceo. Me desplomo en una silla. Con los ojos rotos por el sueño y el dolor la veo salir por la puerta de la cocina al pasillo y desde allí hacia la puerta principal por donde instantes antes ha pasado su hija. Hundo mi cara entre las manos sin fuerzas para llorar.

Al cabo de un tiempo indeterminado oigo de nuevo la puerta y levanto la cabeza esperanzado de ver la cara de Pilar pero para mi desgracia, bajo el quicio de la puerta, aparece el crápula de mi hijo. Me levanto como un resorte.

-¡Tú! –digo señalándole con el dedo.

Levanta una ceja y mira hacia atrás por si me dirigiera a otra persona.

-Tú, maldito cabronazo. Por tu culpa tu madre se va a divorciar de mí y tu hermana no me va a hablar en la vida.

-¿Y eso? –contesta.

Me pongo rojo de ira, con la vena del cuello inflada como un neumático de bicicleta y con las palabras llenas de reproches acumulándose en mi boca. Comienzo a resoplar a la vez que me tiembla el dedo acusador que sigue apuntando a la cara de Gabriel. Sin embargo pasan los segundos y no acierto a emitir ningún sonido. A ver cómo le explico que me han pillado meneándomela con las bragas que me dio justo cuando me corría en ellas.

Me vuelvo a sentar derrotado y dejo caer mi cabeza de nuevo entre mis manos. Sollozo impotente. Gabriel se acerca, coge una silla y se sienta junto a mí.

-No te lo vas a creer –dice cuchicheándome al oído-. Tengo fotos de Nuria desnuda.

-¿Qué? –este tío es imbécil-. Acabo de decirte que tu madre y yo nos vamos a separar ¿y me vienes con guarrerías de las tuyas? ¡Y ENCIMA CON FOTOS DE TU HERMANA!

-He hecho un intercambio con Nacho, su novio. Menudas fotacas que he conseguido. Éstas dan para 1.000 pajas.

Parpadeo intentando comprender qué anomalía genética cerebral padece este perturbado. Su cara irradia felicidad y triunfo. No me puedo creer que no se dé cuenta de la realidad que le rodea. Pero entonces un “click” suena dentro de mi cabeza.

-Gabriel, ¿qué tipo de intercambio has hecho con nacho?

Se recuesta en la silla y sonríe.

-Le ofrecí fotos de su futura suegra desnuda a cambio de las de su novia –contesta ufano.

-¿Qué has hecho qué?

-Le he pasado las fotos que me diste de mamá. A cambio él me ha dado las fotos que tiene de Nuria. Incluso fotos que Nuria se había sacado a sí misma con su móvil y que no sabe que las tiene Nacho.

-Pero… pero… ¿¡cómo puedes ser tan cabrón!? Esas fotos no puede verlas nadie. YO TE MATO.

-Bueno, bueno, tranquilo hombre, no te sulfures tanto. Si no querías que las viera nadie no sé para qué me las diste.

-¡Yo no te di las fotos! ¡TÚ ME LAS ROBASTE! -Grito agarrando a Gabriel por el cuello.

Me mira como las vacas al tren. No es consciente de lo que ha hecho y si lo es le da lo mismo. Le suelto y me llevo la mano a la frente. Creo que me voy a desmayar.

-Juré a tu madre que nadie vería esa fotos y por tu culpa van a acabar en manos de un montón de gente. Todos, incluido su futuro yerno se van a pajear con ella.

-Y qué más da. ¿No has dicho que os vais a divorciar?

Touché. Menudo sentido de la síntesis.

-Aun así… le sigo debiendo respeto. Y todavía guardo esperanzas de que no me deje.

-Pues quizás sea mejor que lo haga. Creo que mamá no te conviene.

Levanto una ceja. No sé qué hacer. Si matarle ahora o matarle luego.

-Verás –dice sacando el móvil-. Antes del verano estuve trasteando en el ordenador de mamá. Ya sabes –dice giñándome un ojo- para ver si encontraba alguna foto suya desnuda que tuviera escondida.

Pongo cara de asco pero eso a él le da igual. Comienza a toquetear la pantalla del móvil.

-Por desgracia mamá es muy reservada en ese sentido y no encontré ninguna foto que alegrara mis pajas así que tuve que seguir imaginando que me la follaba mientras me la meneaba con sus bragas o mientras…

-Gabriel, por favor. No sabes el asco que me estás dando.

-A lo que iba –continúa como si no me hubiese oído- es que en su gestor de correo electrónico encontré esto en la bandeja de “mensajes eliminados”.

Me ofrece el móvil y comienzo a leer lo que parece son correos entre Pilar y un tal “Felipe V”. Al principio no entiendo o no quiero entender el tema que tratan pero, a medida que avanzo por las líneas descubro una de las peores y más crueles realidades de un matrimonio. La infidelidad continuada.

-Será… puta.

-Ya te he dicho que quizás el divorcio no sea tan mala opción.

Me levanto furioso. La ira me corroe. Mi mujer, tan casta y tan santa es una puta y una mentirosa. Voy de un lado a otro por la cocina resoplando. ¡Venganza! Que enciendan las hogueras. A mí la legión.

Mientras bramo para mis adentros y camino nervioso Gabriel me mira atento.

-¿Quieres ver las fotos de Nuria en pelotas?

-No Gabriel, no quiero ver las fotos de Nuria en tu móvil. ¿Es que no eres capaz de entenderlo?

-Ah… prefieres que te las pase a tu móvil.

-¡¡¡QUE NO QUIERO VER FOTOS DE MI HIJA DESNUDA, JODER!!!!

Por primera vez la luz se hace en el hueco donde una vez estuvo su cerebro y parece comprender. Se pellizca el labio inferior, frunce el ceño y entrecierra los ojos. Por fin ha entendido mi relación con Nuria.

-Ya lo entiendo. No quieres las fotos de Nuria en tu móvil. Mira, te las paso en un pendrive y tú las ves cuando quieras. Cuenta conmigo.

Me rindo. Me giro y salgo de la cocina en dirección a mi cuarto para ducharme e ir en busca de Pilar.

-¿O prefieres un CD? –grita desde detrás cuando abandono la cocina.

– · –

He tenido que coger un autobús hasta casa porque Pilar y Nuria se han llevado mi coche. A mitad de camino recibo un mensaje, es de Gabriel. “He pensado que te envío las fotos y tú luego las guardas donde quieras”.

La puta madre que parió a este degenerado. De repente empiezo a recibir, una tras otra, imágenes de Nuria. Cada cual más subida de tono que la anterior. Miro asustado a mi alrededor temeroso de que alguien me vea viendo fotos guarras o peor aún, fotos guarras de mi hija. Intento borrarlas pero no paran de llegar. Apago la pantalla del móvil con la imagen en la retina de Nuria con las tetas y el coño al aire.

Por fin llego a mi casa. Subo y abro la puerta. Aparece en el pasillo Pilar que se queda de piedra al verme.

-¿Qué haces aquí?

-Tenemos que hablar.

-Sí, pero a través de mi abogado. Lárgate.

-Déjalo ya Pilar. Tú eres la primera que tiene mucho que callar.

-Que yo… -entorna los ojos incrédula- ¡serás crápula! Te pajeas con las bragas de tu hija a la que soñarías con follarte y me dices a mí que…

-Sé lo de “Felipe V”.

Se calla de de sopetón y su cara cambia de color.

-N…No sé de qué me hablas.

-He leído tus correos con el tal Felipe.

-Imposible. Los he ido borrando todos.

Se da cuenta de su error nada más terminar la frase. Se lleva las manos a la boca.

-Mierda, joder, n…no es lo que parece.

-Qué decepción. Y te atreves a juzgarme a mí.

En ese momento Nuria entra por la puerta principal y arruga la cara nada más verme.

-Qué haces aquí papá. Deberías mantenerte alejado de nosotras, sobre todo de mí.

-He venido a hablar con tu madre.

-Pues hazlo por teléfono cuando yo no esté. No soporto a los viejos que se la menean conmigo. Sobre todo si están casados. Seguro que…

-Tu madre me ha estado engañando con otro durante meses. Solo he venido a hablar con ella.

Me mira a los ojos unos segundos.

-Ah, pues… me voy. Os dejo solos.

Se da la vuelta y abre la puerta para irse.

Sin embargo algo dentro de mi cabeza cruje. Algo no cuadra. ¿Qué está pasando aquí?

-Un momento –alzo la voz a la vez que sostengo la puerta para que Nuria no se vaya-. Esa no es la actitud de alguien que se acaba de enterar de que su madre le ha estado siendo infiel a su padre.

Nos miramos fijamente. Sé que guarda un secreto.

-Tú lo sabías. Sabías que tu madre se acostaba con otro.

Nuria mira a su madre pidiendo ayuda.

-Ella no sabía nada -intercede Pilar sin convicción.

-Y una mierda –digo sin apartar la mirada de Nuria-. Consientes que a tu madre se la folle otro como si nada después de me repudiarme a mí por menearme la minga con unas bragas usadas.

Obtengo silencio por toda respuesta. Mi mente cavila a toda máquina.

-¿Qué te ha ofrecido tu madre a cambio de tu silencio?

-¿A mí? No, nada, no –nuevas miradas furtivas a su madre.

-Vaya par de víboras que sois las 2. No merece la pena luchar por este matrimonio ni por esta familia de locos. Me vuelvo al piso de la playa. Ya nos veremos frente al juez.

-Espera Abelardo. Hablemos primero, por favor.

– · –

Estoy tumbado en mi cama con los brazos detrás de la cabeza. Junto a mí, Pilar dormita plácidamente aunque los 20 centímetros que nos separan sean como un océano de distancia. Ella y yo hemos hablado y hemos llegado al acuerdo de darnos un par de días de tregua. Trataremos nuestros problemas en los próximos días. Ahora, al amparo de la noche, no paro de cavilar sobre todo lo ocurrido.

Son las tantas de la madrugada y llevo toda la noche sin parar de pensar. He intentado dormir pero no consigo conciliar el sueño. Pasan horas hasta que por fin parece que el cabrón de Morfeo viene a visitarme. Ya noto como empiezan a pesar los ojos y mi cuerpo se aplasta contra la cama.

Y de repente, zas. Algo golpea dentro de mi cabeza. Me incorporo y me siento en la cama. La madre que me parió.

Me levanto de un salto y salgo al pasillo. Lo recorro en la penumbra de la noche hasta llegar a la mesita que tenemos bajo el espejo de la entrada. Allí, justo donde lo dejé, encuentro mi móvil. Enciendo la pantalla e inicio la aplicación de mensajería instantánea. Tengo 25 mensajes de Gabriel. No me hace falta mirarlos para saber que son fotos de Nuria.

Pulso en la primera de las fotos. Está desnuda, muy desnuda, pero no es eso lo que he venido a comprobar. Paso con rapidez las fotos hasta llegar a la última que vi en el autobús, justo después de apagar la pantalla. Allí está, lo sabía.

Voy encendiendo todas las luces hasta plantarme delante del dormitorio de Nuria. Toco a la puerta con brusquedad y entro. Doy la luz del cuarto justo cuando Nuria se incorpora en su cama.

-¿Qué pasa?

-Esto.

Le planto frente a ella el móvil con la foto en la que aparece tumbada en un sofá de cuero blanco sobándose una teta con una mano y el coño con la otra. Arruga la cara al verla. Una mezcla de asco y enfado torna su semblante. La veo comenzar a hervir. Me odia, va a estallar.

-¿Cómo tienes tú esa puta foto mía?

-¡Cállate! Conozco ese sofá. Sé donde está sacada. Sé con quién estabas.

Su cara se congela en el acto. Ya no hierve. Ya no hay enfado. Ya no me odia, me teme.

-¿Qué pasa? –pregunta su madre entrando en la habitación.

-Tu hija. Vuestro secreto.

Pilar palidece y se mantiene en silencio dubitativa.

-Nuria callaba tu infidelidad porque tú callabas su relación con mi hermano. Mi hermano mayor. 10 años mayor que yo.

Me vuelvo hacia Nuria que se tapa la boca con las manos y tiene los ojos de cordero degollado.

-Follabas con tu tío que casi tiene edad para ser tu abuelo. Sus hijos, tus primos, son entre 11 y 15 años mayores que tú. Si ellos ya son mayores para estar con una chica de tu edad no digamos su padre.

-Papá…

-Cállate –me aguanto un grito o un puñetazo a la pared-. Follas con un viejo, un hombre casado y con hijos pero te sientes violada por mí por unas putas bragas usadas. Menudo par de zorras que sois las 2. Cuando pienso en la bronca que me habéis echado y lo mal que me habéis hecho sentir.

-Eso… con el tío Andrés… fue hace mucho.

-Pues más a mi favor. Más joven eras entonces.

Salgo de la habitación como un disparo. Entro en mi cuarto donde me visto y me preparo para volver al piso de la playa. Quiero estar solo y quizás lo esté para el resto de mi vida.

Al dirigirme a la puerta principal me topo con Pilar y Nuria que están esperándome en la puerta. No atiendo a razones, no quiero saber nada de ellas y abandono la casa. Me subo al coche, arranco y piso el acelerador. Comienza a amanecer cuando por fin llego al piso de la playa.

– · –

Llego al piso de la playa. Después de 2 días sin pegar ojo estoy agotadísimo pero mi cabeza no deja de pensar y de dar vueltas. Me voy a volver loco. No subo todavía al piso y camino por la playa durante toda la mañana. Cuando me harto de caminar y de sentirme observado por los cientos de bañistas subo al piso para comer algo. A media tarde vuelvo a la playa. Camino por la orilla de punta a punta. Una y otra y otra vez.

Se hace tarde. El sol se acerca al horizonte y la luz comienza a desaparecer. Ya no queda nadie en la arena. Subo a casa a paso de caracol. Al llegar al ascensor me paro frente a él y decido subir por las escaleras para alargar aun más mi agonía. Subo una a una, sin prisa, sin ganas de llegar a casa, sin ganas de enfrentarme a mi puta realidad.

Llego mucho antes de lo que hubiese querido. No me importaría subir 500 pisos más. Meto la llave en la cerradura, empujo la puerta y… allí están, las dos.

Mi mujer y mi hija me esperan de pie en mitad de la sala. Juntas, serias, tristes. Me miran esperando mi reacción que no se hace esperar.

-¿Qué coño hacéis aquí? Había quedado claro…

-Espera Abelardo. Escucha lo que tenemos que decir.

Mi hija da un paso adelante y pone su mano en mi pecho para tranquilizarme y hacerme callar.

-Papá, solo escucha lo que te voy a decir, por favor.

Intento mantener la calma. Respiro despacio y profundo.

-No puedo deshacer lo que he hecho pero si puedo resarcirte por ello –comienza Nuria.

-A estas alturas dudo mucho que puedas…

-Mira papá. He tenido un comportamiento deplorable. Tanto fuera de casa como después contigo. Y mamá tampoco lo ha hecho mejor que yo.

Aprieto los dientes hasta hacerlos crujir.

-No –esputo-, desde luego que no.

-Pero mira, la realidad es que tú, en el fondo y después de todo, deseas follarme ¿no? Vale, pues follemos.

-Eh… ¿qué? –se me ha debido meter agua al oído o algo. Acabo de oír a mi hija decirme para follar.

-Folla conmigo. Así te compenso por lo de las bragas y por lo del tío Andrés.

Pilar se acerca por detrás a Nuria y posa sus manos en sus hombros.

-Así de paso también te estarías resarciendo por mi infidelidad –añade Pilar-. Ambos habremos follado fuera de nuestro matrimonio. Lo único destacable es que yo lo hice con otro hombre y tú con tu hija.

Miro a ambas, una por una. No sé a cuál de las dos matar primero. A lo mejor es parte de una broma. Me dan ganas de preguntar si tengo la bragueta abierta o algo.

Contraigo mi cara como si estuviera sufriendo un ataque hemorroidal pero antes de que pueda decir nada, Nuria se levanta la camiseta debajo de la cual solo lleva dos tetas como dos carretas con un par de pezones que me miran a los ojos de tú a tú. Dejo escapar todo el aire de mis pulmones.

-Venga, en el fondo lo deseas –espeta Nuria-. Y todos quedaríamos en paz, ¿qué nos dices?

-Hemos hablado en casa y las 2 estamos de acuerdo en que folléis todas las veces que quieras –apostilla Pilar.

Junto las puntas de los dedos de una mano con los de la otra, apoyo mis labios sobre los índices, cierro los ojos e inspiro profundamente. Ya está bien. Ha llegado el momento de aclararlo todo de una vez por todas. Abro los ojos y dejo escapar el aire suavemente.

-Vamos a ver, Nuria. Yo soy tu padre y te respeto como tal.

Bajo la mirada hasta su busto.

-Tienes un cuerpo bonito, en serio. Aunque sea tu padre también sé apreciarlo.

Apoyo una mano en una de sus tetas para corroborar mis palabras.

-Es tan bonito y perfecto que no dudo de que vuelves loco a mucha gente. Ahora bien. Yo nunca he querido que pienses que te veo de otra manera –continúo.

Apoyo la otra mano en su otra teta.

-Por culpa del incidente del otro día entiendo que creas que anhelaría otro tipo de relación contigo o con tu madre.

Aprieto con suavidad cada teta dándoles un pequeño masaje.

-Se ha creado una confusión que han hecho estos 2 últimos días has sido muy duros para mí.

Acaricio los pezones con los pulgares.

-Tanto mi matrimonio con tu madre como mi relación contigo como padre han quedado en una posición muy delicada. Éste es el momento de aclarar todo este entuerto para resolver el malentendido creado por mi culpa.

Jugueteo con sus pezones que ahora pellizco ligeramente entre el pulgar e índice de cada mano.

-Por lo tanto…

Zas. Me quedo helado. En silencio. Sin articular palabra. Acabo de darme cuenta que durante todo el tiempo que hablaba he estado mirando fijamente las tetas de Nuria en lugar de mirarle a los ojos. Idiota de mí.

Levanto la mirada ruborizado y poso mis ojos sobre los suyos.

-…eh… lo que quiero decir… es que ha habido una confusión enorme con el tema de tus bragas. Nada es lo que parece. Yo… siempre te he visto como una hija, nada más. No sabía que eran tus bragas cuando me pajeé con ellas.

Nos quedamos en silencio. Pilar con sus manos sobre los hombros de Nuria. Nuria con las manos en su camiseta que aun mantiene levantada. Yo con las manos extendidas masajeando sus tetas.

Zas. Otra hostia en mi sentido de la realidad. ¿Qué coño hago sobándole las tetas? Aparto las manos con presteza y las coloco a los costados de mi cuerpo rezando para que nadie se haya dado cuenta. Me pongo colorado y carraspeo antes de volver a hablar.

-Ejem, no sé si entiendes lo que estoy intentando decirte.

Nuria baja la mirada hasta mi paquete. Tengo la polla tan dura que mi bañador forma una tienda de campaña. La punta de mi polla estira tanto la prenda que el elástico del pantalón está despegado de mi cintura un par de centímetros.

Nuria introduce los dedos por ese hueco y tira de la prenda hacia si dejando mi polla, dura como una piedra, al aire, apuntando directamente a su cara. Con la otra mano me coge la polla y la desliza con suavidad arriba y abajo. Mis pelotas se encogen como dos coalas abrazados a una rama.

-Papá, no tienes por qué intentar retroceder en el tiempo hasta los momentos donde éramos una familia modélica. Lo que pasó, pasó y no se puede cambiar.

Me gustaría interrumpirla y empezar la conversación de nuevo pero esta vez de manera convincente. Desgraciadamente no me llega el aire a los pulmones, no tengo voz. Una mano acaricia mis pelotas mientras otra sube y baja por mi polla.

-Tú estás enfadado conmigo por haber follado con el tío Andrés y después haber utilizado una doble moral contigo, pero por otro lado también quieres follarme ¿no? Pues follamos y quedamos en paz.

-L…los, los padres no follan con sus hijas –balbuceo.

-Los buenos padres, sí.

-Precisamente esos son los que no follan.

-Si las hijas lo desean, sí –dice aumentando el ritmo de la paja-. Estoy muy arrepentida y necesito sentirme en paz contigo. Déjame hacer esto por ti, por favor. Deja que me redima.

-Vamos Abelardo, folla con ella. A ella le hará sentirse bien y a mí me aliviará saber que tú también has disfrutado de una relación extramarital.

Miro a Pilar con los ojos casi en blanco. La veo lejana.

-Follar con mi hija –me digo incrédulo mientras poso de nuevo mis manos sobre sus 2 perfectas tetas y las masajeo con suavidad y lascivia.

Sin saber muy bien cómo, sigo a Nuria hasta su habitación y nos plantamos de pie junto a su cama. Se quita la camiseta y deja caer su pantaloncito quedando únicamente en bragas. La miro durante un buen rato de arriba abajo entreteniéndome constantemente en ese par de tetas que no sé porqué me vuelven loco.

Me deshago de mi camiseta y de mi traje de baño quedándome completamente desnudo con la polla más dura que la pata de un santo. Tengo el corazón a 1.000. Siento un vacío en el estomago y los pulmones. Me tiemblan las piernas y el cuerpo entero.

Nuria se baja las bragas despacio. Comienza a asomar vello púbico y mis pupilas se dilatan con cada centímetro que asoma tras ellas. Cuando caen al suelo hago esfuerzos por no arrodillarme ante ella y besarla entre lo más oscuro de su cuerpo.

Se sienta en la cama y se recuesta hacia atrás apoyando los codos y abriendo las piernas ligeramente. La miro con deseo antinatural. Yo no debería estar aquí, nunca he querido estar aquí. Cierro los ojos intentando recordar en qué momento ha pasado de ser mi hija a convertirse en el cuerpo más follable que he visto en mi vida.

Cuando los abro Nuria está tumbada en su cama como la maja en pelotas. Me espera con las piernas abiertas. Subo a la cama y me arrodillo entre ellas. Al mirar hacia abajo veo mi polla gritando guerra. Bajo ella me espera el coñete de Nuria con sus labios cubiertos por un fino vello.

Me paso la lengua por los labios secos.

-¿Puedo besarte el coño?

-Claro –dice abriendo las piernas un poco más-. Seguro que esto es lo que has estado deseando siempre que le comías el coño a mamá, ¿a que sí?

Acerco mi cara hasta sentir su vello en mis labios y me detengo unos segundos.

-Sí. Siempre.

No sé en qué momento paso de los suaves besos y los leves roces con mi lengua a la salvaje comida de coño que le estoy dando. No puedo evitarlo. Cada vez necesito más y más. Mis manos recorren sus piernas, su cadera y suben hasta sus tetas continuamente.

Cuando ya no puedo resistirlo más llevo mi boca hasta sus tetas y devoro uno de sus pezones. Lo meto dentro de mi boca hasta el fondo. Mientras tanto mi polla se desliza por encima de la raja de su coño. Al principio suavemente después con fuerza.

En uno de los envites, la punta de mi polla encuentra la entrada de su coño. Aprieto despacito, un leve empujón, luego otro y otro. Cuando la tengo completamente dentro me levanto y miro entre mis piernas. Nuestros pubis están unidos a través de mi polla que ha desaparecido por completo dentro de su coño. La miro a los ojos.

-T…te la he metido.

Ella asiente y posa sus manos en mi cadera.

-Nuria… te he metido la polla… en tu coño.

-Sí, hasta adentro. Lo veo, y eso que es enorme.

-Nuria, soy tu padre… tengo mi polla… -¿qué cojjjones estoy haciendo?

Estos son los típicos momentos en los que hay que mantener la mente fría y no perder la perspectiva de la realidad. Por desgracia yo nunca he sido muy bueno en nada de esto y por eso me encuentro en esta bochornosa situación, desnudo, encima de mi hija y apuntito de follármela.

Nuria pasa las yemas de sus manos por mis nalgas y un placentero cosquilleo recorre mi cuerpo hasta la nuca. Cierro los ojos y siento sus manos acariciar mi espalda. Noto el calor de su cuerpo bajo el mío y me gusta. Me dejo llevar por el placer y el sosiego unos momentos más al cabo de los cuales ya he decidido no continuar con esto ni un segundo más. Esto se me ha escapado de las manos. Ya hemos ido demasiado lejos, nunca lo debí consentir.

Cuando abro los ojos me encuentro respirando agitadamente, excitado, con mis manos amasando sus tetas. Mi cadera lanza continuados envites hacia ella que recibe mi polla una y otra vez. Joder, me la he estado follando inconscientemente casi desde que se la he metido.

Vuelvo a cerrar los ojos dolorido. Me siento tan ruin. Pero esto sabe tan bien. Intento convencerme de que esto no está mal, que hay cosas peores. Al fin y al cabo todas las partes implicadas estamos de acuerdo. Todos somos personas responsables y cabales. Lo hacemos porque queremos.

A tomar por culo. Me canso de cavilar sobre el bien y el mal. Llegados hasta aquí no hay marcha atrás así que de perdidos al río. Acelero mis envites y golpeo con más fuerza sobre su cadera. Mi polla entra y sale salvajemente y Nuria la recibe con agrado.

Sonríe, está feliz. La misma felicidad de aquel que ve disfrutar a su hijo pequeño de un juguete o del que ve reír a un ser querido. No goza físicamente ni se correrá conmigo pero disfruta resarciendo nuestras deudas pendientes. Feliz de hacerme feliz.

-Me voy a correr.

-Bien –sonríe.

-Me voy a correr…dentro.

Baja las manos hasta mi culo para masajearlo y agarrarlo y terminar empujándome hacia ella al compás de mis envites.

-Joder… mi semen… tu coño… hija… me corro…

No puedo aguantar más y descargo todo el semen de mis pelotas que ahora ella se encarga de masajear con una mano. Aprieta mis huevos con suavidad alargando el placer. Acaricio sus caderas, su culo y sus tetas con suavidad durante los últimos estertores de mi corrida para, al final, desplomarme sobre su cuerpo caliente.

Estoy rendido. Dos días sin dormir me han agotado. Sin embargo, por fin me encuentro en paz con todo el mundo incluida mi mujer a la que ya no odio. Mis labios muestran una sonrisa boba antes de caer en un profundo sueño.

– · –

Amanece. El sol matutino riega mis párpados. Estoy en la cama de Nuria. Ella se ha levantado y ahora me encuentro solo. He dormido una noche completa u 800 años. Me siento en la cama, feliz. No me remuerde la conciencia por lo de Nuria ni me carcome el odio hacia Pilar, bien. Voy hacia el baño que hay en mi cuarto. El mismo fatídico baño donde unos días antes tuve el más bochornoso incidente de mi vida.

Allí, frente al espejo encuentro a Nuria y su madre cepillándose los dientes. Me apoyo en el marco de la puerta observándolas desde atrás. Tan iguales, tan distintas.

Ambas me saludan escuetamente a través del reflejo del espejo. Yo sigo comparando sus cuerpos. Nuria, con sus carnes duras y apretadas, tiene un culo perfecto dentro de esas braguitas. Lleva una camiseta corta que deja ver la parte inferior de su abdomen y a través del cual se aprecian unos bonitos melones.

Pilar lleva un camisón algo ceñido hasta la cintura. Inclinada sobre el lavabo sobre el que se apoya, también se le ven las bragas por atrás. Sus caderas son algo más anchas y sus tetas algo más caídas. Aun así, pese a su madurez, sigue manteniendo un cuerpo espléndido.

Pilar escupe la pasta de dientes en el lavabo y me pregunta mirándome a través del espejo qué tal he pasado la noche. Levanto las cejas y cojo aire dubitativo.

-Bien. He follado con Nuria. Me he corrido. Me he corrido mucho.

-¿Dentro?

-Sí. Me corrí en su coño. Ella me dejó.

Poso la mirada en el culo de Nuria, en sus bragas, e imagino que mi semen sigue ahí dentro. Dentro de ella, de su coñete negro. Sonrío.

Nuria, que también me observa a través del espejo, se percata de donde tengo puesta la mirada.

-Si quieres volver a follar me dices y…

Me ruborizo y levanto la vista. Las dos me miran con curiosidad. Pilar esboza una sonrisa de complacencia. Nuria también esboza ese gesto. Me doy cuenta de que estoy completamente desnudo y tengo la polla dura apuntando al techo. Miro a mi polla, las miro a ellas, vuelvo a mirar a mi polla, levanto las cejas y los hombros.

-Si quieres podemos follar ahora –dice Nuria.

Miro a Pilar dubitativo.

-Te prepararé el desayuno. Tendrás hambre cuando acabes –dice Pilar apoyando una mano en mi hombro mientras sale del baño.

-¿Quieres follarme en mi cama o vamos a la tuya que es más grande? –dice Nuria nada más salir su madre.

-¿Podemos follar aquí?

-¿Aquí, en el baño?

-S…sí. ¿Te importa que follemos de pie? ¿Apoyada en el lavabo?

Nuria se gira, pone sus manos sobre el lavabo y me mira a través del espejo.

-Claro, como tú quieras.

Acaricio su culo duro y deslizo sus bragas hasta hacerlas caer a sus tobillos. Poso mi polla contra sus nalgas y la deslizo dentro de ellas mientras atrapo sus tetas entre mis manos bajo su mini camiseta. Nuria se inclina ligeramente para facilitar mi tarea.

Ya no tengo ni pizca de remordimientos. Solo sé que quiero follármela. Se la meto despacito hasta alojarla dentro por completo y comienzo a follarla. Pienso en pilar preparándome el desayuno. Yo aquí follando con su hija y ella en la cocina sabiendo lo que estoy haciendo.

Agarro sus caderas y veo mi polla entrar y salir entre sus nalgas.

-Dios qué culo tienes, y qué tetas.

-Aprovecha todo lo que quieras. Disfrútame.

Se inclina un poco más. Apoya los codos sobre el mármol sin apartar la mirada de mí. Su ano está a la vista y lo toqueteo con mi pulgar. Pequeño, rosado, precioso. Juego con él e introduzco la yema con suavidad.

-¿Puedo hacértelo por el culo?

La pregunta le pilla por sorpresa. Levanta las cejas mientras coge aire despacio.

-Bueno… Si quieres.

Saco la polla de su coño y pongo la punta en el agujerito. Empujo con cuidado. Entra la puntita. Empujo un poco más. Poco a poco, centímetro a centímetro la meto entera. Pongo a Nuria de pié, pegada a mí, sintiendo su espalda en mi pecho.

La follo con cuidado. Meto y saco la polla con suavidad. Disfruto con cada empellón. Nuria me mira a través el espejo un tanto desconcertada. Aumento el ritmo de manera constante. Le quito su camiseta para poder ver a sus tetas botar arriba y abajo.

-¿Lo has hecho antes por el culo? –pregunto.

-Sí.

-¿Te gusta?

Se toma su tiempo en responder.

-Sí, me gusta.

-¿Te gusta que te folle yo?

Sonríe tiernamente.

-Me gusta si a ti te gusta follarme por el culo.

No puedo evitar poner los ojos en blanco. Empiezo a correrme.

-¿Con mamá también follas por el culo? –pregunta.

-Sssí –contesto como puedo.

-¿Y también pensabas en mí?

Qué cabrona.

-Sssí.

-¿Te imaginabas follándome aquí, en tu baño?

-Sssí, sí, sí -jadeo.

-¿Metiéndomela por el culo?

-Sí… por el culo…

-¿Y qué más te imaginabas?

Casi no la oigo, no tengo suficiente riego sanguíneo cerebral.

-Me corro, Nuria. Me corro. Jod-der.

Apoyo mi frente en su nuca mientras le doy los últimos estertores. Mis pelotas se vacían en su culo. La mantengo pegada a mi cuerpo unos momentos más mientras termino de coger aire.

Saco la polla lentamente. Noto como se desliza hacia a fuera. Doy unos pasos atrás hasta tocar la pared con mi espalda. Me apoyo en ella. Está fría.

Nuria se da la vuelta y apoya su trasero en el lavabo. Me mira de frente, con curiosidad. Mantengo la mirada mientras recupero el resuello. Llevo 2 días son apenas comer y eso se nota en mi forma física. Estoy empapado en sudor. Tanto observarme me hace sentir incómodo.

-Voy a ducharme antes de ir a desayunar.

-Yo también –dice Nuria-. Utilizaré el otro baño.

Me meto en la ducha y dejo correr el agua helada por mi cuerpo. Me tomo mi tiempo antes de salir y secarme. Busco entre los cajones de mi cuarto ropa cómoda para ponerme antes de desayunar.

Al entrar en la cocina las veo allí a las dos. Nuria sentada junto a la mesa bebiendo un vaso de agua. Pilar de pie, terminando de prepararme el desayuno. Me siento enfrente de Nuria e inmediatamente después Pilar se sienta a mi lado.

-¿Bien? –pregunta.

-Pues… la verdad, sí. La he follado por el culo.

La respuesta deja a las dos un tanto perplejas, quizás por mi sinceridad. Pilar mira a su hija y ésta, por toda respuesta, levanta levemente los hombros.

-¿Y…? ¿Te ha gustado? –continua Pilar.

-Joder, sí. Me he corrido como nunca.

De nuevo se hace el silencio solo interrumpido por Nuria.

-Bueno, pues yo os dejo, que me tengo que ir. Vendré a la hora de comer.

-Yo también –apostillo-. Voy a pasear por la playa.

Beso a mi mujer que responde a mi gesto con complacencia. Me levanto, cojo las llaves de casa y voy hacia la puerta principal. Pilar me para antes de salir.

-Esta noche…

-¿Sí?

-¿Vas a dormir con Nuria o dormirás conmigo?

No lo había pensado. Nuria, que nos ha oído, toma la palabra.

-A mí puedes follarme cuando quieras. No tienes porque follarme siempre a la noche. Si quieres dormir con mamá… yo duermo mejor sola.

En ese momento la puerta principal se abre y entra Gabriel, el maldito liante Gabriel. Dejamos la conversación para otro momento. Nuria aprovecha para despedirse de su madre y salir de casa. Yo me quedo unos instantes en el pasillo recogiendo mi móvil y el reloj del mueble del espejo mientras Pilar se mete de nuevo en la cocina.

El camisón y las bragas de Pilar no pasan inadvertidas para Gabriel que le mira el culo con descaro. Me devuelve la mirada y hace el mismo gesto que hizo en la playa. Simula follársela desde atrás poniendo cara de salido.

Le pongo cara de asco y salgo al descansillo donde está Nuria esperando al ascensor que justo acaba de llegar. Sin embargo hoy decido bajar por las escaleras, le he cogido el gusto a recorrer el millón de pisos hasta la planta baja.

Nuestro bloque de pisos está en primera línea de playa. Solo tengo que cruzar la calle y ya estoy pisando la arena. En cuanto siento la arena bajo mis pies una sensación de paz me invade. Comienzo a caminar.

– · –

Gabriel entra a la cocina donde se encuentra su madre lavando los platos en la fregadera. Apoya su trasero en el mármol, junto a ella. Muerde una manzana mientras observa a su madre fregar.

-Fuiste tú quien le dio mis correos a tu padre –dice Pilar sin apartar la mirada del fregadero.

-¿Qué correos?

-Tu padre no sabe ni encender un ordenador y tú eres la única persona con acceso a mi portátil capaz de recuperar unos correos borrados.

Si se suponía que Gabriel debía sentir miedo lo disimuló muy bien.

-Te has buscado un problema hijo. Vas a tener que empezar a despedirte de muchas cosas.

El silencio no disimulaba la tensión entre los dos.

-Oye mamá ¿tú le has visto la polla a Nacho?

-¿Cómo?

-Cada vez que Nuria va su casa se tiran horas. Para mí que se pasa las tardes follándosela.

Pilar mira a su hijo perpleja, intentando asimilar lo que acaba de oírle decir.

-¿Has oído lo que acabo de decirte, Gabriel?

Sin inmutarse, Gabriel continúa hablando.

-Su polla es gorda. Su glande sobresale cuando se le pone dura –continúa Gabriel.

-Pero… ¿de qué me estás hablando?

-Seguro que el muy cabrón le pide a Nuria que se la chupe hasta correrse en su boca.

-Gabriel, por favor.

-¿Tú te lo tragas?

-¿Qué?

-El semen, digo. Que si te lo tragas cuando la chupas.

Pilar parpadea perpleja.

-Estela no lo hace. Si al menos tuviera las tetas de Nuria me correría en ellas a gusto.

-¿Las…las tetas de Nuria?

-O las tuyas. ¿Me enseñas las tetas?

Pilar retrocede un paso como si estuviera oliendo a mierda. Frunce el ceño y la vena de su cuello se hincha. Se avecina tormenta.

-Y el coño. ¿Me enseñas el coño? Quiero vértelo.

-Mira niñato, en cuanto vuelva tu padre te vas a ir de patitas…

-¿Sabe papá que “Felipe V” no es el nombre de tu amante sino la dirección de un portal a través del cual contactas con diferentes personas?

Los nubarrones sobre la cabeza de Pilar desaparecen y su cara palidece. Abre los ojos como platos y se lleva las manos al estómago.

-Revisando tus correos –continúa Gabriel- he contado no menos de 14 personas, ¡14! Todos ellos contactados a través de “Felipe V”.

-¿Has estado husmeando…?

-Te gusta follar, ¿eh?

-No es lo que parece…

-Enséñame las tetas, venga. Que tienes unas peras de la hostia, igual que Nuria. Y el coño. También quiero verlo. Negro, peludito, mmm.

-Pero… ¿qué dices?

Pilar se sienta en una silla para no caerse desmayada.

-Digo que has estado follando con todo el mundo y que yo también quiero follar contigo.

-Pero… soy… tu madre.

-Más a mi favor. Si follas con los de fuera con mayor razón puedes follar con los de casa.

-Gabriel, por favor, ¿me estás haciendo chantaje para mantener sexo conmigo?

-Sí, eso es. Tú follas, yo callo.

– · –

Camino por la arena. Me siento feliz. Silbo una canción mientras saludo a la gente por la orilla del mar a la que, por otra parte, apenas conozco. Si alguno de ellos supiera mi secreto…

Suena una señal en mi móvil. Tengo un mensaje instantáneo. Es de Gabriel. ¿Qué querrá ahora este imbécil? Lo abro y veo una foto. Parece una foto porno o algo parecido. Se ve a una mujer madura de espaldas a 4 patas en una cama mientras alguien se la folla desde atrás. La foto la ha tomado el mismo que la está follando. Se ve la barriga del chico y parte de su polla entrando en el coño de la mujer. A ella solo se le ve la parte superior del culo y la espalda. Menuda mierda me envía este enfermo.

Sin embargo encuentro algo familiar en ella. Esa mesilla de noche es como la mía. La sobrecama sobre la que están también lo es. Y la chica… Reconozco su cabello. La última vez que la he visto ha sido hace 10 minutos.

¡Pilar!

No puede ser. Se me para el corazón. Este cabrón se la está follando, a mi mujer, a su madre. Me giro y alzo la vista hasta ubicar mi piso en el edificio justo detrás de mí. Lo identifico por el toldo que tengo en la terraza.

Allí mismo, en este mismo instante, el malnacido de Gabriel se está follando a su madre. ¡CABRON!

Si vuelvo corriendo les puedo pillar en el acto. Abrir la puerta de golpe y liarme a leches. Puto Gabriel y sus malditos teje manejes. Chanchullero, macarra.

Recapacito. Si él tiene un secreto capaz de obligar a su madre a dejarse follar por él quizás no me interese saberlo. ¿A caso no es mejor vivir en la ignorancia?

Conocer la infidelidad de Pilar pudo hacerme más sabio pero no más feliz. Cierro los ojos. Me seco el sudor de la frente. Me tomo el pulso e intento relajarme y pensar rápido. Apago la pantalla del móvil que tengo pegada a mi pecho y lo guardo en mi bolsillo.

Giro la cabeza y fijo la vista en la orilla de la playa. En el lado opuesto está mi piso con mi mujer y mi hijo dentro, follando. Doy un paso, luego otro y otro. Continúo mi camino hasta la punta opuesta de la playa, ignorante, feliz.

Antes de avanzar 20 metros suenan varios mensajes en el móvil. No me molesto en mirarlos. Ya sé de quién son y lo que envía. Ya basta de fotos por hoy.

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Nota: Comentarios, insultos y demas apostillamientos serán siempre bien recibidos.
SI QUERÉIS HACERME ALGÚN COMENTARIO, MI EMAIL ES boligrafo16@hotmail.com

Un comentario sobre “Relato erótico: “El liante” (POR RUN214)”

  1. Hacia mucho tiempo que no leia un relato tuyo… veo que eres todo un experto en el tema FILIAL…
    epero que no tardes tanto para hacernos otra entrega de tus relatos…
    sigue asi…Animo…
    y que sepas que seguro igual que yo… habra quien este deando leer mas relatos tuyos…

    recibe un cordial saludo

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