“Yo, sentado sobre la bolsa de viaje llena de distintas prendas de tela, con las piernas juntas y la espalda apoyada en la parte más lisa de la roca y con un buen rollo de hamaca entre medias. Ella sentada sobre mi pelvis, las piernas abiertas, una a cada lado de las mías, su espalda sobre mi pecho, su cabeza junto a la mía y mis manos sobre su regazo, sujetándola, y ambos cubiertos por la hamaca. De esa forma intentamos dormir.”

No tardó mucho en hacer ligeros movimientos para conseguir que mis manos bajasen hasta su pubis. Yo la dejé hacer y seguí su juego, hasta que las coloqué sobre su coño, sobre la tela, pero sin mover absolutamente nada.

-John. ¿Duermes?

-Humm. ¿Qué pasa?-Disimulé.

-¿Tienes calor? Yo tengo mucho.

-No. Yo no tengo, estoy bien. Pero podemos abrir un poco la hamaca…

-Creo que sería mejor que me quite el vestido. Así tú no tendrás frío y yo estaré mejor. Si luego tengo frío me lo pondré por encima. –Me interrumpió.

Y así lo hicimos. Se puso de pie ante mí y se quitó el vestido, quedando su culo desnudo, su precioso culo, ante mis ojos, lo que hizo que mi polla se pusiese como una piedra, echando al traste todos los esfuerzos que había hecho hasta ese momento para que no ocurriese. Rápidamente volvió a sentarse y nos colocamos como al principio.

Sentir la piel de su espalda sobre mi pecho y la de su vientre bajo mis manos me la puso más dura si era posible, pero contuve mis deseos. Ella volvió a sus movimientos hasta que mis manos quedaron sobre su coño.

-¿Estás incómoda? –Le pregunté.

-No. Ya no.

-Como te mueves tanto…

-E… Estaba buscando la mejor posición, pero ya no me moveré más.

-El problema es que con tanto movimiento, me has excitado otra vez y me está molestando la polla.

-Lo siento… ¿Qué puedo hacer? ¿Lo mismo que antes?

-Casi mejor que no. No tienes ni idea, y para dejarme a medias, prefiero aguantarme hasta que volvamos al campamento. Haz el favor de no moverte tanto y evita frotar tu culo con mi polla.

-¡Pero… si no me enseñas! ¿Cómo voy a aprender? –Dijo entre sollozos.

-A ver si te aclaras. Quieres aprender pero yo no valgo porque quieres un hombre en exclusiva y yo estoy con todas, sin embargo quieres que te enseñe pero que no te haga nada. ¡Cuando sepas lo que quieres realmente, dímelo, pero no me hagas perder el tiempo con tantas tonterías! Tampoco tengo interés en estar con mujeres que no sepan complacerme. –Le respondí enfadado, aunque distaba mucho de estarlo.

-¡Tú sí que vales. Lo que no me gusta es compartirte! Enséñame por lo menos a hacer bien lo de esta tarde.

-¿Qué más te da? Si volvemos, que volveremos, te casaras con un idiota rico que te follará por compromiso y que al terminar se irá al club con su amiguita.

-Por favor, John. Yo no quiero eso. Quiero disfrutar y gritar como lo hacen mi madre, mi hermana o Rachel y quiero que lo hagas tú, no un idiota rico.

Yo hice como que me lo pensaba y acepté. Me puse de pie, ayudándola a levantarse y coloqué la bolsa delante de mí y le di las instrucciones.

-Arrodíllate y hazme una mamada hasta que me corra. Trágate todo y déjamela bien limpia cuando termine. ¿Lo has entendido? –Le dije.

-Sí. ¿Qué tengo que hacer? –Dijo mientras se arrodillaba sobre la bolsa.

-Coge mi polla y recórrela con la lengua, ensalivándola bien… Sí, eso es… Vas bien, muy bien.

-Lame también los huevos cuando bajes… Si, así… Vuelve a subir hasta la punta.

-Esa parte es el glande. Es muy sensible. Dale pequeños lengüetazos alrededor. Así no, abre la boca, saca la punta de la lengua y aproxímate más… Ahora muévela rápidamente… Eso es…

-Ve metiéndote la punta en la boca, rodeándola con tus labios… Sí… Recoge los dientes… Eso es.

-Ve metiendo y sacándola. Hazlo cada vez más profundo… Presiona con la lengua… Así… Acaricia con la lengua cuando tengas la punta entre los labios… Siiii. Aaasii…

-Acaricia con tu mano los huevos… Eso es, pero no dejes de chupar… Oooohhhhh… Asiiii

-Métetela entera en la boca.

-Es muy grande y no me cabe. Me dan arcadas

-Sigue y no te pares. Si te dan arcadas, aguanta.

Tuve que coger su cabeza y guiar sus movimientos, clavándola cada vez más.

-¿Ves cómo? Así lo tienes que hacer. Pero sigue acariciando mis huevos.

-Oooogggggg Puaaggg.

Le follaba la boca sacándola y metiéndola a fondo, mientras ella emitía sonidos de náuseas que acallaba al volverla a meter. Al rato ya se había acostumbrado y pudo dedicarse a hacerme gozar de la mamada.

-Me voy a correr. Quiero que te tragues todo y me la dejes bien limpia.

-Mmmmmiiiii.

-OOOOOhhhhhhh. Me corroo.

Y le solté todo dentro. Hizo mención de apartar la cabeza, pero se la estaba sujetando por detrás y no le quedó más remedio que tragar, aunque tosió y algo salió por la nariz y las comisuras.

Cuando solté su cabeza, se apartó rápidamente, dejando un hilo de saliva y esperma que colgaba desde su boca a mi polla.

Me costó un momento recuperarme, porque a pesar de todo, la corrida había sido muy buena, pues no en vano llevábamos mucho rato con las enseñanzas.

-Otra vez la has cagado al final. Creo que te va a costar mucho aprender. Cuando volvamos, pide a Rachel o a cualquiera de las otras que te enseñe bien. –Le dije solamente para herir su amor propio.

-La próxima vez lo haré mejor, te lo aseguro.

-Ya veremos. Vamos a colocarnos otra vez para ver si podemos dormir unas horas.

Volvimos a colocarnos en la misma posición, solo que esta vez mi polla ya no estaba dura.

-Yo… Yo… -Tartamudeó.

-Qué te pasa.

-Me da vergüenza decirlo. –Yo me imaginaba ya qué era.

-Es queeee… Tengo una sensación extraña.

-Qué sientes.

-Me da mucha vergüenza…

-Bueno… Si prefieres me lo cuentas mañana.

-Nooooooo… Creo que es mejor ahora… -Hizo una pausa.- Cre… Creo qqqque yo también estoy excitada.

-¿Cómo dices? –Había hablado muy bajo, pero yo me regodeé en su vergüenza.

-Queee… Cre… Creo qqqque yo también estoy excitada.-Repitió

-¿Cómo? –Insistí

-Que yo también estoy excitada.

-¡Ah! Bueno. Ya me había dado cuenta, pero como no quieres nada conmigo…

-¡Sí que quiero! –Dijo rápidamente y con voz exaltada. Luego continuó más flojito:- Me… Me podrías hacer como el día que me castigaste.

Yo llevé una mano a sus pechos, tomando uno y acariciándolo, mientras la otra la bajé a su coño, colocándola encima e imprimiéndole movimientos circulares.

-¿Te gustó que te castigase el culo?

-MMMMMMMM. Siii. Me excitó mucho, sobre todo las caricias.

-¿Disfrutaste? ¿Te corriste?

-AAAAHHHH. No lo sé. Solo sé que me gustó mucho y que desde entonces, estoy deseando repetir.

-¿Y ahora te gusta?

-OOOOOHHHHH. SIIIII.

-¿Qué te gusta que te haga?

-Lo que quieras, pero no pareees. SIIII

Disfruté acariciando sus preciosos pechos coronados por gruesos y largos pezones, consecuencia de su excitación.

Disfruté también de su excitación cuando pasaba los dedos recorriendo los bordes de su coño ya abierto y encharcado.

-Uffffff. AAAAAAHHHHHH.

Emitía sonidos que remarcaban su placer y me animaban a seguir con mis caricias. Pronto empezó a mover el culo para sentir más fuertes mis caricias, yo lo evitaba, pero el movimiento de ese precioso culo no me resultaba indiferente. Mi polla se puso morcillona, sin llegar a una erección importante.

La levanté lo suficiente y me moví para poder pasar mi polla hasta su coño, desde atrás y masturbarla con ella mientras me la masajeaba metida entre sus pliegues, en contacto directo con su clítoris.

Entre el tiempo que llevaba excitándola, la excitación anterior y el ataque directo a su coño, no tardó en correrse con un gran escándalo, mientras yo aceleraba la frotación sobre mi polla.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH. ¿QUÉ ES ESTOOOO?

Fue un orgasmo intenso, que la dejo desmadejada sobre mí. Apenas se recuperó, seguí con el masaje sobre mi polla que, a su vez, se transmitía a su coño y clítoris, volviendo a recuperar ella la excitación máxima y que a mí también me estaba gustando, hasta el punto de que poco después, ella tuvo otro escandaloso orgasmo y que me hizo alcanzar el mío, retirándola antes de su coño y echando todo sobre las piernas de ambos.

-Gracias. –Me dijo. Yo besé su cuello, recompuse nuestro abrigo, la abracé nuevamente como al principio y nos dormimos hasta entrada la mañana.

Recuerdo que casi no me pude levantar, anquilosado por la postura, sin embargo ella había dormido estupendamente y se levantó sin problemas. Cuando pude ponerme en pié, comprobé que el temporal había desaparecido, el sol brillaba de nuevo y anunciaba un día espléndido.

Buscamos y encontramos un poco de fruta que compartimos para calmar el hambre, pues llevábamos desde la mañana anterior sin comer nada, y partimos siguiendo nuestra ruta.

Estuvimos andando todo el día. De vez en cuando parábamos un momento para coger algo de fruta y comer, o para beber, incluso seguimos andando una vez anochecido, aprovechando la luna llena y la larga playa de varias millas en la que estábamos, hasta llegar a otro grupo de rocas, donde terminamos la noche durmiendo.

El amanecer del nuevo día nos encontró andando de nuevo y puesto que al igual que en días anteriores no encontramos nada importante, al anochecer estábamos ya en el campamento, donde reunidos alrededor del fuego y comiendo en condiciones, contamos la historia de las fuertes tormentas que habíamos encontrado, he hice el comentario de que tendríamos que salir pasada una semana o diez días para ver si había llegado algo.

Esa noche me fui a la cama con Rachel, que si bien no gritó tanto como las otras, empezaba a dejarse llevar y demostrar su placer con gemidos bastante más fuertes que al principio.

Al día siguiente y los sucesivos Jessy estaba totalmente distante. Cuando le tocó el turno a ella, fueron un día cada una de las otras las que repitieron, porque ella se encontraba indispuesta.

Quince días después tocaba el cambio de Rachel a Caitlin al día siguiente, y anuncié un nuevo viaje, lo que significaba que sería la madre la que me acompañase y por tanto le dije que estuviese preparada temprano.

-No puedes ir con ella, tienes que ir conmigo. Me lo dijiste. –Saltó Jessy.

-Yooo. Cuando te dije eso.

-Cuando me dijiste que me enseñarías y todavía no has empezado.

-También me dijiste que quieres dedicación exclusiva y aquí hay otras opiniones a tener en cuenta. De todas formas, aunque prefiero a tu madre, si ella no tiene inconveniente, yo tampoco. Habla con ellas y expón tus deseos, pero debes saber que si vienes, no volverás virgen y que seré de todas las que lo deseen. Poneos de acuerdo y mañana, que una de vosotras esté preparada.

Y le dije a Rachel que fuese con ellas a discutir el tema como interesada.

Las oí hablar durante mucho rato, hasta que me quedé dormido pensando que no volvería. Pero volvió y me despertó con una mamada y ambos impedimos el sueño de las demás durante un buen rato con los gemidos, suspiros y algún grito de la follada que nos pegamos.

Por la mañana no pregunté. Desayunamos y prepararé el equipaje con todo lo necesario, incluida un poco de manteca. Al terminar dije:

-¿Quién viene?

-Yo. –Dijo Jessy.

-¿Ya habéis solucionado todo?

-Sí. Hemos acordado que solamente yo pasaré la noche contigo. Cuando terminen de follar, se marcharán, y entonces entraré yo y pasaremos la noche juntos. Pasarás una noche con cada una y la siguiente conmigo. La noche que estés conmigo, no me iré de tu lado.

-Y por qué no lo hacéis de otra forma: En la cama cabemos tres y tú Jessy, puedes venir a la cama y estar a mi lado cuando venga alguna de las demás y luego dormimos los tres juntos.

-No sé si podré soportarlo.

-Verás como sí. A la vuelta lo probaremos y decides.

Después de eso partimos a una nueva ronda.

En ese viaje, había muchos restos de madera y telas. Anteriormente lo habíamos notado porque llegaban hasta nuestra playa, cosa que no era habitual, y habíamos acumulado gran cantidad. Ahora, al pasar a la siguiente playa, había más acumulación y pasamos mucho tiempo sacando madera y llevándola a la zona seca, así como prendas y algas. Yo saqué dos arcones de ropa, cuyo contenido pusimos a secar y de donde saqué una buena cantidad de monedas, junto a una caja de latón sellada, que guardé por si tenía algo importante.

Conseguí sacar varios toneles de agua, ron, harina y manteca que no se habían destrozado, como otros muchos cuyos restos aparecían diseminados.

Cuando terminamos, estábamos agotados y hambrientos, por lo que nos pusimos a la sombra de los árboles para comer y descansar. Durante el día no habíamos hablado otra cosa que no fuera: “ayúdame con esto”, “recoge aquello”, etc. Durante la comida no hablamos nada, por eso me extrañó que poco después de terminar dijese:

-¿Tenemos tiempo para que me enseñes algo más?

Yo, que me encontraba acostado sobre la hierba y con los ojos cerrados, le dije:

-Desnúdate, sácame la polla y demuéstrame lo que aprendiste la otra vez. A ver si me haces una buena mamada por fin.

Al sonido de deslizamiento, abrí los ojos y… Se me puso dura de golpe. Mientras trabajábamos n le había prestado la debida atención, pero ahora que se encontraba junto a mí…, no era una mujer que me ayudaba. Era ella. Su preciosa cara, sus hermosas tetas, ni grandes ni pequeñas, su cuerpo escultural, su coño cubierto por un ligero bello rubio…

Cuando agarró mi polla, se infló y puso como un duro mástil al que se aplicó a lamer con gran interés. Se repartía entre el recorrido en toda la longitud con lametones al glande o los huevos.

Cuando la tuvo bien ensalivada, se la metió en la boca. Al principio solamente le entraba hasta la mitad, pero ella misma se esforzó hasta que consiguió que le entrase entera. Había aprendido con rapidez. Puso todo su empeño y al poco tiempo, me tenía al borde del orgasmo.

-Me voy a correeerrr. Ooooohhhhh.

Ella forzó más la penetración y acarició mis huevos. De repente, hizo presión sobre mi perineo y…

-OOOOOHHHHH. ME CORRROOOOO.

Y solté toda mi carga directa a su estómago. Cuando terminé de soltarlo todo y se me bajó la erección, ella siguió chupándomela hasta que quedó totalmente limpia, y me la dejó con una media erección.

-¿Lo he hecho bien?

-Sí, muy bien. Pero has hecho cosas que yo no te había enseñado. ¿Quién te las explicado?

-Rachel. Durante todos estos días atrás me ha estado dando explicaciones de cómo hacer muchas cosas.

-Está bien. Lo iremos viendo estos días. Esta noche probaré tu culo.- Sólo de pensarlo se me puso casi dura otra vez.

-¿No me vas a hacer nada a mí ahora?

-No. Espera a la noche.

Me pareció observar un mohín de disgusto, pero no dijo nada más. Nos vestimos y seguimos la ronda.

Fue un viaje muy penoso. En la playa larga, la siguiente, nos encontramos muchos restos y cadáveres. La tormenta debió de ser horrible en alta mar, y debió afectar a algún barco grande o a más de uno. A ella le mandé recoger las telas y maderas, mientras yo me dedicaba a enterrar a los tres hombres y cinco mujeres, dos de las cuales eran muy jóvenes, probablemente hijas de los otros.

Procedí como siempre, recuperé las cosas que podían valernos y enterré sus cuerpos. Recuperamos todo lo que pudimos y lo almacenamos para recogerlo en otro momento y usarlo cuando hiciese falta.

Al anochecer tras organizar el campamento y comer algo, me senté en la hierba, con la espalda apoyada en un árbol y la manteca en la mano.

-Vamos a empezar dilatando tu culo, que es lo próximo que te voy a follar. Ponte a cuatro patas delante de mí y acerca bien el culo.

Así lo hizo. Colocó una pierna a cada lado mío y se arrodilló, dejando su maravilloso culo ante mi cara, incluso dejó la cara sobre mis piernas, con lo que, además, me ofrecía su coño. Yo tomé la grasa y fui untando mi dedo y metiéndosela por el culo, a la vez que con la otra acariciaba su raja, recorriéndola de una punta a la otra. Me sorprendió la facilidad de entrada y más tarde lo rápido que dilataba y lo que parecía gustarle.

-¿Te la han metido por el culo alguna vez?

-No, nunca. ¿Por qué?

-Porque mis dedos (tenía tres metidos ya) entran con mucha facilidad.

-Es porque… Rachel me lo ha dilatado estos días con una… una fruta gruesa y alargada. Mmmmmm.

El roce sobre su coño la estaba excitando, como demostraba su humedad, y mis dedos en su culo no le desagradaban. Cuando consideré que mi polla cabía en su culo, me deslicé un poco hacia abajo, le hice darse la vuelta y metérsela ella misma en el culo, al tiempo que seguía acariciando su coño suavemente.

Arrodillada frente a mí, subía y bajaba además de añadir algunos movimientos que estimulaban más su placer. Sus pechos, a la altura de mi boca, eran poseídos alternativamente por mis labios y mi lengua, que los chupaban y lamían con ganas.

Mi excitación iba en aumento rápidamente y mi orgasmo se encontraba a punto de saltar cuando ella anunció el suyo:

-Siiii. Siiii. Maaaassss.

-AAAAAAAAAAAAHHHHHHH

Agradecido de no tener que aguantarme más, la seguí con el mío, llenando su culo con mi leche.

En la posición en la que estábamos, la abracé durante largo rato, besé sus hombros, su cara y sus labios muchas veces. Mi polla perdió su vigor y se salió de su culo, dejando salir un continuo goteo que la fue cubriendo poco a poco. Por fin, nos separamos, fuimos de la mano hasta el mar, donde nos lavamos mutuamente y, tras secarnos, nos quedamos dormidos, abrazados sobre la hierba.

Al día siguiente fue más de lo mismo. La siguiente playa estaba plagada de todo tipo de cosas, que fuimos recogiendo y apartando del mar, para ponerlas a secar y enterrando algunos cadáveres esta vez, no solo de persona, sino también de algunos animales que su estado de putrefacción los hacía inservibles para comer.

Evité en todo lo posible que se acercase a los cadáveres, pero a pesar de todo, no comió nada. Por la tarde ultimamos la recogida de objetos y a la noche preparé una grande y cómoda cama a base de hojas y prendas secas, cubiertas por las hamacas.

-¿Por qué preparas esa cama y no dormimos colgados de las hamacas, como siempre?

-Porque hoy va a ser tu gran noche. Mañana ya no serás una mujer virgen, esta noche dejarás de serlo.

Antes de la cena, la invité a un baño en el mar, donde estuvimos jugando un rato. Yo la intentaba coger y ella que no lo hiciese, cuando lo conseguía, la besaba y acariciaba su cuerpo, mientras ella se resistía sin mucho interés, para luego permitir que huyese de mí y así volver a empezar.

Una vez estuvimos más relajados, cenamos y nos acostamos. Desde que le hice el comentario se la veía nerviosa, retorcía sus manos cuando no llevaba nada en ellas y, en contra de lo habitual, hablaba. Hablaba mucho. Sobre su infancia, su juventud, los vecinos que tenía, su hermana, su madre, su padre,… de todo.

Yo mantenía la conversación como podía, o simplemente la dejaba hablar.

Una vez acostados, estando ligeramente incorporado, comencé a besar su cara, sus labios, su cuello. Acaricié su cuerpo, desde el nacimiento de sus firmes tetas hasta su pubis. Ella no respondía a nada. No estaba receptiva.

-¿Qué te pasa?

-No lo sé. Estoy muy nerviosa.

-No te preocupes, no tengas miedo. Hoy solamente vamos a jugar como otros días y ya lo haremos cuando estés preparada. –En realidad, esperaba que no amaneciese virgen todavía.

Poco a poco se fue relajando y dejando paso a una ligera excitación. Aproveché y la hice ponerse de costado, de espaldas a mí, pasando un brazo bajo su cuerpo, otro por encima y, metiendo mi pierna entre las suyas, puse mi polla plana sobre su raja.

Ella volvió a tensarse, por lo que le dije

-Sujétala contra tu coño, quiero hacerme una paja rozándolo a lo largo. Tú controlarás que no te entre.

Más relajada, hizo lo que le pedía y así, mientras yo acariciaba uno a uno, sus pechos, ella presionaba mi polla contra su coño, y yo la movía atrás y adelante.

Poco a poco empezó a excitarse. Sus pezones fueron poniéndose duros. Mis manos se apropiaron de ellos para acariciarlos, presionarlos y estirarlos ligeramente.

– Mmmmmmmm. Mmmmmmmm. Mmmmmmmm.

Pequeños gemidos estimulaban mis avances, llegando incluso a acariciar su clítoris por encima cuando mi polla se retiraba en su roce continuo sobre su raja, mientras ella la acompañaba con su mano.

Al principio, la presión de su mano era muy suave, pero poco a poco fue aumentando, sobre todo, cuando el glande llegaba a la altura de su clítoris.

-Mueve tu mano a lo largo de mi polla, como si me hicieses una paja. –Le dije.

Ella lo entendió enseguida y en cada recorrido adelante o atrás me la frotaba por lo menos dos veces. Pronto todo esto empezó a surtir efecto. Lo noté porque levantaba su pierna para conseguir que su coño se abriese un poco más y sentir el roce más intenso, pero eso tuvo otra consecuencia: Empezó a mojarse hasta convertirlo en un manantial de flujo y eso facilitaba que mi glande, ayudado por su presión, puntease la entrada de su coño, entrando cada vez un poquito más, hasta que encontré su himen, al que daba también pequeños toques.

– MMMMMMMMM. MMMMMMMMM. MMMMMMMMM.

Sus gemidos empezaron a ser más fuertes. Yo alargaba el juego aumentando su excitación, pero sin dejarla llegar al orgasmo.

-Maaaaaassss. Quiero máaaaaaasssss. Por favooooorr.

Repetía ya constantemente. No le hice caso, y al final fue ella la que tomó la decisión. Una de las veces que estaba rozando su himen, me hice un poco para atrás con el fin de sacarla del agujero, aflojando ella la presión ligeramente, pero en el momento que inicié el avance de nuevo, presionó con fuerza para metérsela ella misma, rompiéndolo con ese gesto y dejando que mi polla entrase libremente.

Yo me detuve inmediatamente, primero por la sorpresa, luego para que se acostumbrase.

-Venga, sigue, Sigueee. –Me dijo varias veces.

Yo continué con las mismas acciones que antes, solo que ahora eran lentas entradas y salidas en su coño. Llevé mi mano entonces para acariciar su clítoris con suavidad, sin tocarlo.

-Ohhhhhh. Sigueeee. –Repetía.

Aceleré los movimientos de mi pelvis convirtiéndolos en un vaivén de viajes cortos pero rápidos. Al momento, sus fuertes gritos anunciaron su orgasmo.

-AAAAAAAAHHHHHHHH SIIIIIIII. AAAAAAAAHHHHHHHH.

Su orgasmo fue tan escandaloso como el de su hermana y madre. Debe ser algo que le viene de familia.

Estuvo unos segundos quieta, con la respiración fuerte y acelerada, al cabo de los cuales, fue ella la que comenzó a mover su pelvis para que mi polla, dura como una piedra y metida alrededor de una pulgada, rozase su interior.

Yo por mi parte, reanudé mis caricias sobre su clítoris y pechos, al tiempo que, desde atrás, mordía el lóbulo de su oreja y besaba su cuello.

– Mmmmmmm. Mmmmmmm. Mmmmmmm. Mmmmmmm. –Gemía de nuevo.

Cambié mis movimientos para poner la mano sobre su clítoris y presionar hacia mí al tiempo que introducía mi polla en su coño, dejando de hacerlo al sacarla para repetir la operación. Cada vez entraba un poco más y pronto tuve que hacer que se colocase boca arriba, quedando yo transversal y sus piernas por encima de mi cuerpo para poder acoplarme mejor y que le entrase más adentro, continuando con mis acciones, solo que ahora era mi dedo pulgar el que se movía en círculos sobre la zona de su clítoris

– Siiiiiiii. Siiiiiiii. Siiiiiiii. Siiiiiiii. Siiiiiiii. Siiiiiiii. No pareeeesss

Mis movimientos pausados y el roce contra su estrecho coño, unido al deseo que tenía por ella, me hacían disfrutar como nunca, como no había disfrutado con ninguna otra mujer. Pero era ella la que debía aprovecharlo más, porque empezó a mover su pelvis arriba y abajo, obligando a mí polla a que le presionase más contra la parte superior de su útero.

-Ooooooooh. ¡Qué gustoooo! ¡Qué gustoooo! ¡Qué gustoooo! –Repetía

Pronto cambió anunciando su inminente orgasmo.

-Me corroooo. Me corroooooooo.

-AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH AAHH AHHH AAAAAAAAAAAAHHHHHHH

Creo que su segundo orgasmo fue más fuerte que el primero, o por lo menos lo fue el grito que emitió.

Tras dejarla recuperarse un rato, saqué mi polla de su coño con un sonido “plof”, como cuando se destapa una garrafa de ron y esperé para ver su reacción.

-Tú todavía no has terminado, ¿verdad?

-No, todavía no.

-Lo siento, pero no podemos repetir. Ahora siento una molestia ahí abajo, pero ¿Quieres por detrás?

-Me has adivinado el pensamiento.

-¿Qué quieres que haga?

-Quédate así, bocarriba, que te voy a preparar.

Me puse de rodillas entre sus piernas, me incliné sobre su coño y empecé a lamer los bordes, subiendo y bajando desde su clítoris hasta el perineo. De su coño todavía encharcado, resbalaba un líquido denso, mezcla de su flujo y mi saliva. Fui mojando dedos en él y metiéndoselos por el ano para lubricarlo. Primero uno, luego dos y más tarde, tres.

A pesar de los dos orgasmos, enseguida se excitó, volviendo a gemir con fuerza ante mis ataques.

-Ooooooh ¡Que gusto me das! Me gusta cómo me preparas.

Le hice un recorrido de lengua entre su clítoris y la entrada de su coño, moviéndola con rapidez, pero sin tocar su botón u follándole el culo con tres dedos.

– Siiiiiii. Siiiiiii. Siiiiiii. Me gustaaaa. Siiiiiii. –Gritaba.

Seguí follándole el culo con los dedos, pero cambié mi boca poniendo los labios alrededor de su inflamado clítoris y le di unos lametazos y giros alrededor, retirándome después.

-Oooooooooh. Siiiiiii. Por favor, métemela ya. Quiero sentirla dentro.

La hice ponerse a cuatro patas y, tras frotar mi polla por la entrada de su coño para embadurnarla bien, la puse en la entrada de su ano y se la fui metiendo poco a poco.

Tras algún gemido de molestia, por no haberla dilatado bien, la metí hasta el fondo dejándola reposar un rato. Ella misma inició el movimiento, que yo continué, inclinándome sobre ella y acariciando con una mano sus tetas y con la otra su clítoris.

Después de la presión de su coño sobre la punta de mi polla, el meterla en el culo, más estrecho todavía, me estaba descontrolando. Sentía el orgasmo a las puertas y tenía que contenerme para no correrme antes que ella.

-Dame más. Más. No te pares. Sigue, sigue. –Eran sus frases repetidas.

Por fin, sus gemidos fueron gritos y se corrió nuevamente. Lanzó un grito largo, que se convirtió en un estertor, para volver a gritar cuando recuperó aire.

Yo ya no me retuve más. Me corrí en su culo, con la doble satisfacción de mi orgasmo propio y de haber hecho mía a la mujer que más deseaba.

Pasamos la noche durmiendo abrazados. Por la mañana la desperté con suaves besos por su cara, cuello y cuerpo.

-Mmmmmm. Buenos días. –Me dijo cuando abrió los ojos.

-¿Has dormido bien?

-Mejor que nunca. Aunque ha habido veces que me despertaba por una ligera molestia ahí abajo.

-¿Te hizo mucho daño?

-Prácticamente ni me enteré. Es ahora cuando siento un poco de escozor.

-Vamos a curarlo al mar.

Después de bañarnos, desayunamos y seguimos nuestro camino. Ya no hicimos nada hasta volver al campamento. No quise que se resintiera y preferí dejarla que cicatrizase todo bien.

Nuestra llegada fue a primera hora de la mañana, por lo que nos pusimos a trabajar en las tareas de cada día. Ella debía de haber comentado algo con las otras, o con su madre y se lo fueron transmitiendo de una a otra, el caso es que al anochecer, después de una buena cena todas estaban expectantes, hasta el punto de que no me quedó más remedio que afrontar el tema y hablarles. Más o menos les dije:

-Bien, como os habréis dado cuenta, Jessy y yo estamos enamorados y vamos a ser pareja hasta que podamos casarnos…

-BIEEEENNN. –Me interrumpieron.

-…Estamos enamorados y por tanto nuestras relaciones en común tienen que cambiar. A partir de ahora iréis a mi cama, que ya es la nuestra, una cada día, en días alternos, y siempre estará Jessy presente. Si alguna no quiere, se saltará su turno y lo ocupará Jessy. Bien, ¿Quién será la primera?

Ya debían haberlo hablado, porque todas miraron a Caitlin, la madre, y ella misma se señaló.

Nos fuimos todos a dormir. Jessy y yo solos. A su madre le quedaba algo por hacer y fue a terminarlo. En nuestra cama me puse en el centro y Jessy a un lado, dejando el otro para su madre.

No perdí el tiempo. La acaricie suavemente, besé y lamí sus pechos y fui bajando hasta su coño, donde me esmeré en una buena comida, jugando con la lengua por todos los rincones, pero sin tocar la parte que ella más deseaba.

En ningún momento busqué que alcanzase su orgasmo, a pesar de que hacía cualquier movimiento que le hiciese sentir más los excitantes roces. Por fin, vino la madre y se acostó al otro lado. Yo me dejé caer en el medio para dedicarle también mi atención.

La madre me puso enseguida la mano en el pecho, acariciándome. Yo me volví hacia ella y puse mi atención en su boca, cuello y pechos, para seguir luego con caricias por sus muslos ya separados por ella, deseosa de que alcanzase su sexo ansioso de placer después de tantos días de abstinencia.

Ella misma separó mi boca de sus pechos y empujó mis hombros para bajarla hasta su coño. Me coloqué entre sus piernas y me puse a pasar mi lengua por su empapada raja. Me detuve un momento para mirar a Jessy, en la que, a la luz de la luna, pude observar su ansiosa cara de deseo.

-Jessy. Pon el coño en la boca de tu madre y que te lo coma hasta que yo diga basta.

La madre enseguida dijo:

-Nooooo. Me da mucho asco. No puedo hacerlo.

-Todas decís siempre lo mismo. Estoy harto de oír que os da asco todo. Pero a ti bien que te gusta que te lo coma yo. ¿Verdad? Si no te pones a ello y le sacas dos corridas por lo menos, me la follaré yo hasta que las consiga y tú te irás a tu cama.

Tímidamente comenzó a besar el coño de su hija, mientras yo me colocaba entre sus piernas y le pasaba la lengua por toda su raja.

-MMMMMMM. –Gimió

-Quiero oír gemir también a tu hija, si no quieres que te eche.

No tardó la hija en empezar a soplar y emitir sus gemidos.

-Uffffssss Aaaaaahhhhhh.

Estaba ya excitada. Y yo también. Llevaba un buen rato comiéndole el coño y jugando para que no se corriese pronto, pero yo estaba a reventar. Así que, viendo su excitación, las hice cambiar de posición, quedando la hija acostada y la madre a cuatro patas. Le dije que siguiera comiéndole el coño a la hija, mientras que yo, la coloqué en la entrada de su coño y se la fui metiendo poco a poco.

-Oooooohhhhh.

Una vez dentro y tras una espera, empecé a meter y sacar, dando un suave empujón cuando la metía del todo. Eso hacía que la cara chocase con el coño de la hija. No podía ver si le hacía algo además, solo el coro de gemidos que surgió me hizo excitarme como nunca.

-MMMMMMM, MMMMMM, MMMMMM.

– AAAAAHHHH, AAAAAHHHH, AAAAAHHHH.

Jessy duró poco, pues la había dejado muy excitada. Se corrió con un fuerte grito, que proclamaba su intenso orgasmo.

-AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH

Cuando se recuperó, se giró, saliendo de debajo de su madre y quedando encogida a un lado.

Yo hice ponerse a la madre acostada boca arriba y me dediqué a machacárselo con fuertes envestidas hasta que se corrió con sus habituales gritos, llevándome a mí a mi propio orgasmo.

-SIIIIIIIIIII. AAAAAAAAAAAHHHHHHHHH. SIIIIIII.

Unos segundos después, me dejaba caer entre ambas, pudiendo observar que desde la entrada nos miraban Diana y Rachel. Esta última tocándose su sexo. Les hice una señal para que se marcharan.

Las escenas se repitieron con todas, aunque cada una de ellas tuvo sus diferencias. Yo disfruté mucho con todas ellas, pero cuando me encontraba más feliz era cuando me tocaba la noche a solas con Jessy.

Eran noches de caricias, de besos, de sexo suave. Llenas de ternura. Todavía las recuerdo y me emociono al hacerlo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *