CRÓNICAS DE LAS ZAPATILLAS ROJAS: WORLD WIDE WEB 4.
Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojasExpedientes X: el regreso de las zapatillas rojas, Alias: La invasión de las zapatillas rojas, Crónicas de las zapatillas rojas: la camarera Ivanka Trump: El imperio de las zapatillas rojas, antes de leer esta historia.
Una disculpa a los que siguen y disfrutan mis relatos, entiendo que tardé demasiado en continuar pero así es el trabajo, dedico este cuento a aquellos que han sido pacientes.
Por Sigma
Ariadna ondulaba sus caderas despacio mientras Cynthia, vestida con un minivestido negro y zapatillas de tacón alto, la masturbaba con maestría, dos dedos esbeltos de la morena entraban y salían lentamente de la ya húmeda vagina de la trigueña, complaciéndola y torturándola a la vez.
– Oooohh… esa ropa… ¿Es mía? -pensó la pálida joven, confundida e incapaz de recordar que esa era la misma vestimenta que usaba apenas minutos antes. Ella estaba recostada de espaldas en la gran piedra con su lindo torso y brazos inmovilizados, mientras su dominadora estaba recostada entre sus cooperativas piernas haciéndola gozar contra su voluntad.
Al principio la mujer había gruñido y gritado a todo pulmón en la mordaza, negándose a las sensaciones que la asaltaban, pero en pocos minutos la música y las zapatillas junto con las caricias y pellizcos a su cuerpo convirtieron sus lamentos en constantes suspiros y gemiditos lujuriosos.
– Mmmm… mmm… -gruñía suavemente, su cabeza se movía de lado a lado, sus ojos entrecerrados se veían brillantes y cristalinos por el deseo. Sus piernas traidoras se cerraban y abrían sin que pudiera controlarlas, tratando de apretar esos deliciosos dedos, aumentado involuntariamente su gozo.
– Disfruta… disfruta… -le decía su estudiosa compañera de apartamento cada cierto tiempo, mientras seguía dándole placer. De repente Baal, aún personificado como la morena, le retiró la mordaza liberando sus labios y dejándola hablar.
– Mmm… aaahhh… ¡Maldi… ción… déjame… en paz… zorra! -pudo al fin hablar entre jadeos luego de humedecerse los labios con la lengua.
– Oh… Ari… pero que lenguaje… -dijo fingiendo sorpresa su torturadora.
– ¡No me… llames Ari… sabes… aaahhh… que lo odio! -gruñó molesta la trigueña mientras se tensaba tratando de contener el placer que amenazaba con desbordarla.
– Pero Ari… ¿No te gusta? -le dijo Cynthia poniendo cara de inocencia a la vez que aceleraba la penetración de sus dedos- ¿No te gusto?
– ¡Nnngghhh…! no… ya sabes… ooohh… que no me… gustan las mujeres… mmm… y menos las lesbianas…
– Que lástima… pero no te preocupes, cambiaremos eso… muy pronto -le dijo sonriendo y con voz ronca mientras seguía torturándola al tiempo que le pellizcaba un indefenso pezón.
– ¡Aaaahhhh! ¡Maldita puta…! -trató de gritarle pero aprovechando esto Cynthia volvió a ponerle la mordaza de cuerda con rapidez y destreza- ¡Nnnnhh… nnnn… uuuhhaa…!
De inmediato esa personificación humana de Baal la hizo girar la cabeza y se acomodó para que las piernas de Cynthia quedaran frente a los ojos de Ariadna, casi como en un 69, luego siguió con sus caricias mientras las piernas abiertas y flexionadas de la chica la provocaban con sus dulces movimientos. En minutos la trigueña ya volvía a gemir y entrecerrar sus bellos ojos verdes.
– Oooohhh… mmm…
– Disfruta… -le decía de nuevo con voz acariciante entre sus piernas blancas, pero la indefensa mujer escuchaba la voz en su oído, como un amante al cogérsela desde atrás.
– Me encantan tus piernas… Ari. -le dijo la morena con toda intención mientras la seguía masturbando y con otra mano le acariciaba sus cremosos muslos- Son tan tersas y largas… mmm… ¿No te parece?
Entre el invasor placer en su sexo y las lánguidas caricias en sus piernas, Ariadna ya no pudo reprimir un sollozo de lujuria.
– Oooooohhhh… -chilló en su mordaza mientras sus piernas se extendían por completo y bien abiertas sobre la roca sin que pudiera evitarlo.
En su mente débil y confundida por el placer Ariadna lo aceptó, sus piernas le encantaban, sabía que con una falda o pantaloncillo cortos podía enloquecer casi a cualquiera, más con tacones altos. Con cruzar una pierna podía hacer que los hombres se tropezaran o fueran abofeteados por sus novias. Su único conflicto quizás era que fueran tan blancas, tenía que cuidarlas mucho del sol o podía sufrir quemaduras. Si… si solamente fueran un poco más morenas, más resistentes, para así lucirlas lánguidamente en la playa… como… como Cynthia, sus piernas eran tan naturales, tan apetecibles, torneadas y tersas… tan…
– …perfectas… y femeninas -le decía Baal al oído a Ariadna, alterando sus pensamientos poco a poco, aprovechando su vulnerable estado mientras la llevaba cada vez más cerca del orgasmo con sus diestros dedos- ¡Míralas! No tiene nada de malo… debes mirarlas… quieres…
– …mirarlas, son hermosas… me… me… gust… me… encant… ¡Ooohhh…! ¿Qué me estás… haciendo? ¡Déjame en paz! -se resistió Ariadna, descubriendo entonces que ya no llevaba la mordaza, que repetía las palabras que le implantaban y que ante su rostro se encontraban las morenas piernas de Cynthia que estaba recostada a su lado en la gran roca, eran torneadas, perfectas… y la ponían extrañamente nerviosa.
Pero lo peor era que por más que lo intentaba no podía apartar la vista de ellas mientras se extendían, se flexionaban y se cruzaban con elegancia. Incluso pareció olvidar que su captora aún la masturbaba… más y más de prisa.
– ¡Aaahhh…! ¿Qué me… pasa? -gimió suavemente mientras seguía mirando hipnotizada el movimiento de esas hermosas extremidades a la vez que el delicioso placer que le daba Baal la empujaba más y más hacia un punto sin retorno.
– ¡Nnnnhhhh… basta! ¡Basta! -logró gritar a la vez que apartaba su rostro de esas piernas, sólo para descubrir que seguía atada y a merced de la morena- Maldita… perra… ooohhh… aléjate de… mi…
Su compañera de apartamento sonrió malévola ante ese exabrupto. Era justo el tipo de resistencia que disfrutaba quebrantar, solamente así alcanzaba Baal su propio placer.
– Vamos, Ari… eres una niña mala y debes ser castigada -le dijo mientras se incorporaba para hacer un gesto con su mano, al instante el templo giró en un remolino, cuando se detuvo Ariadna se encontraba ahora de pie ante el altar de piedra y Cynthia estaba recostada de espaldas en la gran roca ante ella, la trigueña seguía atada igual que antes pero ahora unas cadenas en sus tobillos la forzaban a mantener sus piernas abiertas, mientras la sonriente morena levantaba en alto sus piernas y las apoyaba en el pecho de la cautiva, dejando reposar sus tobillos en los elegantes y cremosos hombros de Ariadna.
– No sé qué intentas zorra pero no funcionará -le dijo desdeñosa mientras volteaba al techo al notar como la punta del pequeño pie entaconado de la morena se deslizaba acariciante sobre su clavícula.
– Vamos Ari… relájate… no te resistas -le dijo sonriente la chica estudiosa mientras acariciaba sus propios senos con lujuria, el minivestido negro bajado casi hasta la cintura- ¿No hay nada que pueda hacer para que me dejes enseñarte a disfrutar?
– ¡No… déjame en paz…! -le dijo ya harta, mientras trataba de apartarse de esas perturbadoras caricias. – Mmm… yo no estaría tan segura… -le susurró la morena mientras se pellizcaba suavemente un pezón- ¿Ya conoces a mi amigo?
Al instante la forma masculina de Baal surgió tras Ariadna, con una mano-garra rodeó su cintura y con la otra la sujetó del cuello y la obligó a mirarlo antes de hablarle con voz baja e imperiosa.
– ¡Obedecerás! -le dijo para luego ponerle la mordaza y penetrarla profundamente desde atrás.
– ¡Nnngghhh! -gritó en la mordaza, al sentir un placer incomparable, ningún novio o amante la había hecho sentir así jamás… Luego la sombra obligó a la trigueña a girar la cabeza y mirar las piernas morenas entre las que era poseída, para luego tomar un poderoso y abrumador ritmo de embestidas que empezó a nublar su mente.
– Bueno… ¿No te gustan mis piernas Ari? Son tan tersas… –le empezó a decir la falsa Cynthia en tono sugestivo mientras ondulaba su piernas lentamente frente a ella a la vez que las potentes penetraciones de Baal empezaban a quebrantar su resistencia.
– ¡Aaaaaahhh… nnnnhhhh… aaahhh…! -empezó a gemir desesperada a ritmo con las embestidas y, sin que lo supiera, con la música de su cuarto mientras bailaba con las manos en su espalda sobre los altísimos tacones de las zapatillas demoniacas.
En su cuarto Mitzy despertó al escuchar unos suaves quejidos en la habitación junto a la suya.
– ¿Qué? -gruñó aún adormilada mientras escuchaba los gemidos atravesando el muro- ¡Oh… no Ariadna… por favor… es de madrugada!
Bien sabía la pelirroja que cuando su amiga no estaba satisfecha podía pasarse toda la noche en sesiones de autoplacer, a veces le parecía que la trigueña era adicta al sexo. Gemidos aún más fuertes interrumpieron sus pensamientos.
– ¡Dios… termina pronto…! -pensó desesperada mientras se daba la vuelta en la cama y se tapaba la cabeza con la almohada tratando de atenuar el sonido.
El viernes siguiente Cynthia llegó al apartamento por la tarde, entró en su cuarto, dejó sus libros en el escritorio y se recostó por un momento.
Llevaba un vestidito corto pero de buen gusto color turquesa adornado con patrones de flores, llevaba manga corta, el cabello en una cola de caballo y en sus pies unas zapatillas verdes de punta afilada y tacones bajos.
– Uff… vaya semana -susurró para sí misma, por un lado tuvo mucho trabajo en la facultad y apenas había visto a sus compañeras, por el otro se sentía orgullosa, avergonzada y confundida.
Orgullosa por que le había gustado cuánto llamaba la atención con su nuevo vestuario: minifaldas, pantaloncillos cortos, blusas escotadas y tacones altos, todos sus compañeros se distraían en las clases cuando ella llegaba y en la calle los chicos giraban la cabeza para verla bien.
Solamente lamentaba no poder usar más a menudo sus zapatillas de Scorpius, no quería abusar de ellas ni acabárselas por demasiado uso, pero debía admitir que ahora disfrutaba más de sus otras zapatillas de tacón alto, aunque no sabía por qué.
Avergonzada por que no estaba acostumbrada a tantas miradas, a tantas atenciones, en las clases sus compañeros revoloteaban a su alrededor listos para ayudarla en lo que deseara, los profesores le prestaban mucha más atención que antes, en las filas la dejaban adelantarse, y la atendían primero en los comercios.
Confundida por que todas esas atenciones y miradas primero la hacían sonrojar, luego sonreír por el cosquilleo entre sus piernas, finalmente se acaloraba y sentía como se humedecía, por lo que varios días había terminado en la cama metiendo la mano en sus pantaletas para desahogarse.
– ¿Ahora me excita que me miren? -pensaba extrañada mientras se quitaba su ropa y al final sus zapatillas, dejándolas a un lado de la cama con cuidado pues últimamente estaba muy despistada y se confundía a menudo en cuánto a donde dejaba su calzado. Se puso luego su amplia camiseta, sus pantuflas y salió para prepararse la cena.
En cuanto se cerró la puerta las zapatillas rápidamente cambiaron de forma y color, hasta convertirse en el calzado blanco y elegante de Scorpius, luego, tal y como estaban “programadas” por X, sigilosamente se introdujeron de nuevo en su caja y en la bolsa negra, la misma que Cynthia había usado ya varias veces como capucha al dar su espectáculo a los clientes de bailarinas-esclavas.com.
Horas más tarde la morena veía la televisión en su cuarto recostada en la cama, sus ojos se le cerraban de sueño pues había sido una semana pesada, luego creyó escuchar las voces de sus compañeras de apartamento riendo y platicando en la sala de estar. Finalmente apagó la televisión y se quedó dormida.
Un par de horas después la mujer ya bailaba en su habitación, apoyando sus manos en el escritorio mientras movía sus piernas y caderas con la música que X mandaba directamente a las zapatillas a la vez que disfrutaba viendo el cuerpo de Cynthia por la cámara de su computadora.
– Mmm… si… muy bien… -susurraba complacido al ver de cerca en el monitor como el amplio cuello de la camiseta de la chica no sólo formaba un lindo escote sino que casi dejaba asomar sus preciosos senos mientras seguía bailando inclinada ante la cámara- serás un maravilloso… recurso para Scorpius, eres perfecta…
En el sueño en que estaba atrapada la morena era perseguida mientras corría dentro de un extraño laberinto de piedra, sus manos estaban bien atadas sobre su cabeza y luego fijadas detrás de la nuca, vestía una extraña túnica blanca, en sus tobillos tintineaban pequeños cascabeles colocados en grilletes y en sus pies usaba unas delicadas sandalias color rojo.
-Tengo que salir… tengo que salir…
De algún modo ella sabía que el sonido de esos instrumentos atraía al demonio de la oscuridad para recibir su ofrenda de carne, sangre y sobre todo… de placer. Escuchaba gruñidos y aullidos apagados que parecían surgir de todas partes y de ninguna, acechándola, asustándola, como si jugaran con ella.
Y en efecto, segundos después sintió como dos enormes manos-garras la sujetaban desde atrás por la cintura, y en un instante estaba sentada de espaldas en el regazo tibio de una extraña figura negra que le pareció conocida, recordaba la dureza y a la vez suavidad, recordaba el aliento en su oído, recordaba… placer… y que la forzaban.
– ¡Déjeme… basta…! -empezó a retorcerse tratando de levantarse pero el atacante simplemente se apoderó de uno de los senos de la morena con una mano luego le sopló al oído y al instante sus piernas se abrieron ampliamente luciendo en toda su gloria al librarse de la tela que las cubría mientras sus pies se ponían de punta, dejando su sexo casi expuesto, apenas cubierto por la delgada túnica.
– Obedecerás… obedecerás… -empezó a susurrarle su atacante, a la vez que introducía su otra mano entre las piernas de la joven.
– Oooohhh… por favor… no de nuevo… -trató de resistir Cynthia al recordar el sueño que había tenido antes con Baal. Intentó controlarse pero su cuerpo también recordaba el erótico sueño…
En instantes había comenzado a jadear, sus pezones marcándose acusadores en la túnica… los dedos negros danzando en su vagina y clítoris cada vez estaban más húmedos, las caderas de la chica se movían en pequeños círculos.
– Aaaahh… aaaahh… -pronto gemía la joven al sentir que se moría de placer con el toque de esa sombra, pero esta vez Baal no tuvo que presionarla mucho para doblegarla- oooohh… si… si… está bien… oooohh… obedeceré… obedeceré…
La obscura entidad sonrió siniestra ante esa respuesta y entonces se escuchó la otra voz que a veces aparecía en sus sueños.
– Eres esclava de tu placer, esclava de tu cuerpo… nos perteneces…
– ¿Qué? Oiga no puede… -intentaba resistir la morena cuando las manos-garras la levantaron de la cintura y la chica sintió el duro miembro de su dominador acomodándose en la húmeda entrada de su sexo- ¡No… por favor… bastaaaaagggghhh…!
Baal la obligó a empalarse una y otra vez, poseyéndola cada vez de forma más salvaje y poderosa, arrebatándole poco a poco su razón e inhibiciones, su cuerpo moreno brillaba por la transpiración, sus manos atadas cerrándose y abriéndose ansiosas tras su cabeza.
– Eres esclava de tu placer, esclava de tu cuerpo… nos perteneces… -escuchó de nuevo la joven mientras el placer la abrumada con cada embestida, a la vez que las manos-garras la hacían subir y bajar, una y otra vez, dominándola, sometiéndola cada vez más al poder de las zapatillas rojas y a la voluntad de X.
– ¡Aaaahh… mmm… aaahhh…! -jadeaba Cynthia con los ojos cerrados y su rostro vuelto hacia el techo cuando intentó razonar con la criatura de su sueños- ¡Por favor… oooohh… basta…!
En respuesta el ente aceleró el movimiento de subida y bajada a un ritmo vertiginoso, llevándola al borde de la locura.
– ¡Aaahh… aaahhh… no pueden… aahh… obligarme a… ooohh… oooohh…! -intentó decir desafiante la morena cuando sintió como la sombra la liberaba sosteniéndola por un breve momento sobre la fuente de tortura y placer de la chica, pero acto seguido la adelantó sobre su regazo y apoyo la punta de su miembro en su zona anal- ¡Noooo… se lo suplico… eso nooo…!
Pero Baal esbozó media sonrisa y aprovechando la humedad que ya cubría su palpitante miembro dejó caer a su juguete, penetrándola profundamente, violando su femineidad y voluntad mientras rugía triunfante al poseer ese indefenso cuerpo a su merced.
– ¡Aaaaaarrrggg… ayudaaa… aaaaahhh… por favooooohh… ooohhh…! -empezó a gritar desesperada y confundida al subir y bajar siendo penetrada de esa forma que jamás imaginó que podría ser tan deliciosa, sacudía su cabeza salvajemente de lado a lado, sus senos bailaban y saltaban de forma hipnótica, sus piernas se flexionaron y levantaron facilitando su sometimiento sexual, sus pies en punta indicando la indeseada excitación que se apoderaba de ella.
En la realidad, ella seguía bailando ante la cámara a la vez que X seguía manipulándola para convertirla en su ideal de un empleada perfecta, una esclava a todos sus deseos…
– ¡Obedecerás… obedecerás…! -le gruñía Baal con voz insidiosa y acariciante al oído, una de sus enormes garras soltó la cintura de Cynthia para empezar a masturbarla con una delicadeza y destreza increíbles para su tamaño y apariencia, acariciaba su clítoris mejor de lo que ella misma lo había hecho nunca. Su otra poderosa garra la siguió sosteniendo de la esbelta cintura para seguir haciéndola suya.
– Eres esclava de tu placer, esclava de tu cuerpo… nos perteneces… -se escuchó insistente la voz en la oscuridad.
– ¡Ooohhh… Dioooos… no puedo… ooohh…! -casi lloraba al ser dominada de esa forma y sentir que su atacante aceleraba el ritmo- ¡Me… aaahhh… muero… ooohhh…!
Justo entonces Baal se detuvo por completo, dejando a la morena jadeante y confundida.
– ¿Qué… qué haces? -dijo la joven sin entender por qué lo preguntaba, mientras la antigua entidad veía dentro de su cuerpo y alma palpitantes, podía ver como ardía de deseo y esperó a que se sometiera a la lujuria. Después de unos segundos que parecieron interminables la chica al fin habló con voz ronca.
– Mmm… sigue… por favor… -dijo mientras cerraba los ojos avergonzada de su propia debilidad.
– Obedecerás… -le dijo la sombra con una sonrisa a la vez que la bajaba y subía un par de veces sobre su regazo, penetrándola hasta el fondo sin piedad.
– ¡Ooouuuhh…! ¿Pero qué…? ¡Aaahhh…! -gritó aterrada pero, muy a su pesar, complacida.
– Eres esclava de tu placer, esclava de tu cuerpo… nos perteneces…
– ¡Nooo… eso nooo…! -trató de negarse mientras la hacían cabalgar sobre placeres que nunca había conocido- ¡Ooohhh!
De nuevo Baal se detuvo, dejando a la joven en el aire y gruñendo ansiosa.
 – ¡Maldición… no me… dejes así…! -gritó al tiempo que se retorcía para tratar de obligarlo a darle más placer o al menos provocarlo para seguir, pero sus piernas no la obedecían, además Baal tenía una paciencia y resistencia eternas y esperó, disfrutando ver el conflicto interno de la chica que luchaba por no caer en la tentación del placer.
– ¿Obedecerás? -le dijo juguetón el ser obscuro mientras con dos dedos acariciaba la vagina de la chica, enviando una descarga eléctrica de gozo que la hizo arquear la espalda aún sostenida en el aire por la garra de su atacante.
– ¡Aaaaaahhh… siii… maldito… siii… tu ganas… por favor… tómame…! -gruñó al fin con voz gutural a la vez que volteaba al techo y apretaba los párpados.
– Dilo… -le ordenó Baal en un susurro, cálido e íntimo como un amante de toda la vida.
– Si… si… soy esclava de mi placer, esclava de mi cuerpo… les pertenezco… -aceptó al fin con voz ronca.
– Otra vez… – Soy esclava de mi placer, esclava de mi cuerpo… Ies pertenezco… -repitió mientras se humedecía los labios al borde de la locura- Por favor…
– Grita…
– ¡Soy esclava de mi placer, esclava de mi cuerpo… Ies pertenezcoooo!
En un instante Baal volvió a penetrarla retomando un poderoso ritmo, volviendo a masturbarla sin parar, al momento sus ataduras se desvanecieron y sus pequeñas manos totalmente libres se lanzaron sin dudar, una se aferró al muslo de la entidad, arañando y acariciando desesperada, la otra se sujetó tras ella al cuello de su conquistador, que sin detener sus atenciones la miró con sus ojos como brasas, al verlos la morena se quedó embelesada como un conejo ante una serpiente, su mirada brillaba de placer, sus labios rosas formaban una O mientras seguía gimiendo.
– ¡Oooohhh… siii… ooohhh… que delicia… aaaahh…!
– Has sido una buena esclava, muy bien. -escuchó la joven de la otra voz que intentaba dominarla- ¡Ya puedes venirte Cynthia…. goza… hazlo para mi… ahora!
– ¡Siiiiiiii… aaaaaahhh… siiii… nnnnhhhh…! -gritó al fin explotando de placer pero sin poder apartar la vista de la cautivante y ardiente mirada de Baal que entonces invadió una vez más su cuerpo con la tibia corrupción obscura que brotó de su palpitante masculinidad.
– ¡Raaaaarrrgggghhh! -gruñó satisfecho y orgulloso. Luego ella se derrumbó y quedó adormilada en el regazo del antiguo dios que sonrió complacido ante esa hembra en su poder, sus pequeños pies al fin colgaban relajados, los cascabeles de sus tobillos finalmente habían dejado de tintinear su libidinoso ritmo.
– Recordarás el placer… esclava, solamente el placer –le dijo al fin al oído en un ronco susurro. En la habitación del laberinto resonó de nuevo la voz de X.
– Bravo preciosa, lo has hecho muy bien… sin embargo aún falta imponerte algunos condicionamientos más… pero no muchos claro, después de todo… mañana tienes que trabajar para bailarinas-esclavas.com.
En ese momento la chica dormitaba mientras la sombra acariciaba su exquisito labio inferior entre sus dedos (o garras) pulgar e índice. Con media sonrisa la morena repitió en un susurro las palabras.
– Si… trabajar para… bailarinas-esclavas.com.
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