CRÓNICAS DE LAS ZAPATILLAS ROJAS: LA CAMARERA 4.

Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojasExpedientes X: el regreso de las zapatillas rojas y Alias: La invasión de las zapatillas rojas antes de leer esta historia.
Gracias a Vaquita por su inspiración.
Por Sigma
Muñequita posó con las manos en la cintura y una de sus piernas frente a la otra mientras su Amo la fotografiaba. Lucía despampanante con un vestido blanco que recordaba a una túnica griega que llegaba hasta sus tobillos y su torneada pierna adelantada estaba casi completamente expuesta gracias a una de las aberturas del vestido que llegaban hasta la cadera. Sus atrayentes senos se destacaban al estar cubiertos únicamente por dos anchas tiras de tela que salían del vestido, subían por su torso y se ataban detrás de su cuello, llevaba su rojo cabello en un peinado alto dejando así sus hombros, espalda, escote y brazos a la vista. En sus piernas llevaba unas sandalias de tacón alto y cuadrado cuyas correas se ataban a los tobillos, la uñas de sus pies relucían en color coral.
– Más sexy… entrégate a la cámara…
– Si Amo… -dijo la camarera-modelo al poner las manos tras la cabeza y entreabrir sus labios pintados de un rico tono coral.
El sonido del obturador se repetía una y otra vez mientras X se movía alrededor de la pelirroja buscando los ángulos que hicieran lucir más su voluptuoso cuerpo.
– Ooooohhhh… me estoy… excitando… -pensó la joven al cerrar los ojos mientras se recostaba en un camastro de la alberca en la parte de atrás de las instalaciones de X.
Había dormido fabulosamente la noche pasada y se sentía mejor que nunca, tan segura, tan… fuerte. Miró a su Amo que le ordenaba inclinarse de perfil para lucir sus nalgas y sus ubres apenas disimuladas por la sedosa tela del vestido.
– Si Amo… -le dijo con voz acariciante mientras le obedecía, para después sonreírle de forma insinuante.
– Mmm… ya quiero terminar… -pensó mientras miraba a la cámara- Oh… necesito coger… tal vez pueda seducir a mi Amo…
De inmediato sacudió la cabeza con la sorpresa reflejada en el rostro.
– ¿Pero que me pasa? Cada vez estoy peor… yo no era… yo no soy así. Parezco una putita…
Al instante imágenes salvajes de sexo invadieron el ojo de su mente, sexo caliente en hoteles baratos, en residencias de lujo, en el asiento de atrás de un auto y ella siempre complaciente y obediente a su dueño.
– Ooooohhhh -gimió para luego sentir una mano cálida deslizándose por su muslo y pantorrilla hasta apoderarse de su esbelto tobillo- Siiiiii…
– Atención Muñequita.
De pronto se dio cuenta de que estaba soñando despierta y que su Amo colocaba su pie entaconado sobre un camastro para la foto.
– Oh… lo siento -dijo avergonzada, pensando para si- ¿Que va a pensar de mi? Debo comportarme.
En ese momento llegaron a la alberca Piernas y Nena, mantuvieron distancia pero seguían cerca para cualquier cosa que necesitara su dueño, la morena llevaba un diminuto bikini blanco que apenas cubría su cuerpo con tres pequeños triángulos, así como zapatillas cerradas y puntiagudas a juego.
Por su parte Nena llevaba puesto un vestidito rojo sin mangas ajustado y elástico, que se abrazaba a cada curva de la mujer, llegaban a la mitad del muslo pero con el movimiento se subía hasta dejar ver la punta de una tanga roja, unas altísimas zapatillas del mismo color con un pequeño moño sobre las puntas abiertas del calzado, enmarcando sus femeninos dedos con las uñas pintadas de rojo, y otro moño al costado de sus tobillos adornando la ancha pulsera de las zapatillas, llevaba el cabello en dos trenzas bien peinadas a la altura de la nuca y sus obligatorios labios rojo sangre se destacaban provocativos en su suave rostro.

X sonrió complacido, pero no por el sexy vestuario de sus esclavas, sino por la reacción de Muñequita, desde el momento en que aparecieron no pudo apartar la vista de ellas, sus labios se entreabrieron, luego se pasó la punta de la lengua por ellos y deslizó las yemas de sus dedos con largas uñas color coral por su gran escote.

– Vaya… que bien se ven las chicas hoy… -pensó casi como en trance- no se que se hicieron pero…
– Muñequita… te dije que te recuestes boca abajo… -le repitió X volviéndola a la realidad.
– ¿Que…? Oh, claro, perdón Amo.
La sesión continuó, pero la inicial sorpresa de la pelirroja se fue convirtiendo en fascinación por los cuerpos de sus hermanitas.
X empezó a pedirles que se acercaran a la modelo para ayudarle o simplemente darle indicaciones sobre lo que debía hacer.
El hombre gozaba al ver como su camarera-modelo empezaba a sonrojarse con la cercanía de sus compañeras de esclavitud. Recordaba complacido como había estado condicionando a Muñequita para apreciar al sexo femenino tanto como él lo hacía, mientras sus manos estaba encadenadas al techo él la poseía con vigor, penetrándola una y otra vez al sostenerla de sus respingadas nalguitas, susurrando su nuevo condicionamiento hacía sus hermanas. Ahora sus curvas, su suavidad, su aroma, su voz, se habían convertido en poderosos gatillos de la libido de la dulce camarera. Disfrutó intensamente al ver como sus pupilas se dilataban de deseo al ver las deliciosa piernas de la morena cuando se alejaba de ella entre fotos, su respiración se aceleraba cuando Nena se inclinaba ante ella para colocar un reflector dejando a su vista un maravilloso escote enmarcado en rojo.
– Mmm… Que bien se ve Piernas con ese bikini, me da ganas de… -pensó la pelirroja al ver a la mujer hablarle al oído al Amo- ¡Basta! ¡Pero si no me gustan las mujeres!
Sin embargo la camarera simplemente no podía apartar su vista de las delicias que sus hermanitas le mostraban a cada momento. Estaba como hipnotizada.
En ese momento Piernas le explicaba lo que X quería que hiciera, pero no la escuchaba, estaba perdida en sus morenos senos apenas cubiertos por el bikini.
– Oooohhh… que papayitas… se me antoja… -pensaba la pelirroja.
– …entendiste Muñequita? ¡Muñequita!
-…como? Ah si, te escucho.
– ¿Entendiste donde debes poner tus manos? -le dijo Piernas fingiendo enojo.
– Si… si claro, me paro aquí y las pongo en tus papayitas… -en una fracción de segundo se tapo la boca con la mano y se corrigió- ¡En la barra! ¡Las pongo en la barra!
La morena se alejó sacudiendo la cabeza pero sin que la modelo pudiera verlo le sonreía al Amo.

Mientras tanto Muñequita había puesto la palma de la mano en su sien, confundida.

– ¿Qué me está pasando? -pensó tratando de controlarse- cada día estoy más… cachonda y… cada vez por más tiempo… ooohhh… y ahora esto…
Justo entonces Nena se había puesto en cuclillas frente a ella para mover unos cables, casi con inocencia se inclinaba lo que podía en sus altos tacones, la blanca piel de su espalda descubierta parecía perfectamente tersa y su cortísima falda se había subido dejando entrever la redondez de sus paraditas nalgas, a pesar de que tímidamente se esforzaba por jalar el vestido para cubrirse. Un esfuerzo inútil.
– Mmm… casi veo su coñito… anda… inclínate más… -pensaba mientras la miraba fijamente, cayendo sin darse cuenta bajo el control de su instinto sexual.
– Bien, terminamos por hoy… Tómense un descanso en la alberca -las palabras de su Amo sacaron a la pelirroja de su ensoñación, parpadeó dos veces y vio que algunas jóvenes técnicos empezaron a recoger el equipo.
– Oh, que bueno, siento que me quemo por dentro… -entonces vio a X guardando la cámara en una pequeña maleta- mmm… quizás pueda atraerlo…
Decidida se acercó al hombre y empezó a hablarle con voz acariciante.
– Mmm… Amo ¿Podría habla contigo un momento? -le dijo mostrando una pierna y poniendo una mano en su cintura.
– Me temo que no tengo tiempo Muñequita, tengo una reunión importante y estaré fuera unos días. Pero hablaremos cuando vuelva ¿de acuerdo?
– Oh… claro… te espero Amo.
Decepcionada lo miró dirigirse al edificio principal.
– Dios… necesito desahogo ¿Ahora que voy a hacer? Me voy a volver loca -pensó por un momento.
En ese momento Nena se acercó y empezó a decirle algo, pero Muñequita se distrajo al mirar los labios rojos y gruesos de la rubia, brillantes como si estuvieran eternamente húmedos.
– …vamos hermanita, te hará bien. ¿Si?
– ¿Eh?… si, claro -respondió la pelirroja casi sin darse cuenta.
– ¡Perfecto! Entonces entra en el vestidor, yo te traigo tu traje de baño.
– ¿Qué? Pero… yo…
– Vamos… apúrate, el clima es perfecto, el Sol aun no es tan fuerte y te hace falta desahogarte…
– ¿Como? -pensó la excitada joven.
– Si, has trabajado mucho, necesitas relajarte -le dijo la rubia con una sonrisa mientras la llevaba hasta un vestidor blanco junto a la alberca.
– Bueno, creo que si necesito relajarme… – cedió finalmente Muñequita, pensando que el agua fresca calmaría su lujuria y podría apartar de la mente su extraño deseo por sus hermanitas.
Minutos después salía del vestidor ya cambiada en un bikini rojo, pequeño y sexy, contrastando con su piel como lo hacía el vestido de Nena.
Finalmente se acercó a la orilla y se quitó sus zapatillas antes de empezar a nadar, único momento en que ellas tenían permiso de llevar sus pequeños pies desnudos.
El agua sin duda fue un placer mientras la pelirroja nadaba, en especial con el calor que hacía en el ambiente, pero más con la abrazadora llama que sentía en la entrepierna.
– Uuufff… me… hacía falta -pensó mientras nadaba de lado a lado.
– Hola Muñequita, estoy lista… -escuchó la pelirroja por lo que se detuvo y entonces vio a Nena parada a la orilla, llevaba puesto un diminuto bikini rosa que era apenas una tira de tela sobre los pezones y un encantador pantaloncillo corto rosa rematado con infantil encaje, que dejaba expuesta la mitad de sus glúteos. Se quitó unas zapatillas rosa de tacón altísimo y se paró en la orilla.
– Mmm… que bien se ve… oooohhh… casi puedo imaginar su chochito -pensó lujuriosa la pelirroja.
En ese momento algo pasó en su mente, dejo de ver a la rubia como una compañera o como su hermanita, ahora pensaba en ella como una deliciosa hembra. Miró su cuerpo fijamente mientras entrecerraba los ojos.
– Tengo… tengo que tenerla… la quiero -pensó ya dominada por un nuevo y poderoso deseo que nunca había conocido.
La rubia saltó al agua y empezó a nadar en la alberca hasta detenerse a un metro de la pelirroja.
– Mmm… está deliciosa… -le dijo con una risita infantil, mientras se pasaba las manos por el cabello empapado y la modelo la miraba intensamente- hey… no pongas esa cara… despierta…
Riendo le arrojó una pequeña ola al rostro, tomándola por sorpresa.
– ¡Aaayy! ¡Ahora verás pequeña zorra! -le gritó juguetona Muñequita mientras le devolvía otro golpe de agua, pero sin dejar de pensar en el húmedo cuerpo de la rubia.
Tras lanzarse agua a la cara por un rato empezaron a perseguirse en la alberca para tratar de hundir sus cabezas ente si. En mitad de una maniobra la pelirroja tuvo una sabrosa idea, estando justo detrás de Nena sujetó una de las puntas del moño de su bikini, con lo que este se deshizo en un segundo dejando sus senos libres con sus rosados pezones erguidos. La joven se apoderó de la prenda y retrocedió dejando a la rubia sorprendida y cubriéndose con las manos.
– ¡Nooo! Eso no es justo muñequita… devuélvemelo… -dijo con aniñada indignación la rubia.
Normalmente no sería un problema estar así, pues las esclavas de X disfrutaban lucir sus cuerpos para él pero Nena había sido condicionada para sentir una tremenda timidez y vergüenza a descubrir sus senos o su sexo, eso la hacía una víctima más apetecible y sensible, además de que se excitaba terriblemente al estar expuesta así.
– Oh… no lo creo… mejor me lo voy a quedar como recuerdo -le dijo la pelirroja sonriendo malévola mientras jugaba con la pequeña prenda en la mano.
– ¡Dámelo! -gimió tratando de alcanzar a la ladrona con una mano y cubriéndose con la otra. Pero ella fácilmente la evadía. En un momento clave en que Muñequita vio que Nena se lanzaba con todas sus fuerzas tras ella se hizo a un lado y tras sumergirse aprovechó la confusión para tomar la cintura de su pantaloncillo corto y bajárselo en un súbito y veloz movimiento, haciéndola caer hacia atrás…. dejándola completamente desnuda en la alberca.
–  ¡Nooooo! ¡No me hagas esto hermanita! -logró gritar en cuanto salió del agua, pero entonces vio como Muñequita ya estaba saliendo de la alberca y antes de que pudiera llegar a la orilla se había puesto sus zapatillas y había salido corriendo hacía el edificio principal, llevándose no sólo el conjunto de baño sino también las toallas y las batas de la alberca.
– Ja ja, creo que me quedaré la colección completa -se rio mientras se alejaba.
La rubia se quedó observando entre molesta, avergonzada y francamente excitada.
– ¡Oh! ¿Por que me hace esto? Mmm… lo estoy disfrutando… me odio -pensó esperar pero si alguna sirviente la encontraba así no sabía que podía pasar.
– ¡Carambolas! Quizás si me apuro… – pensó la sonrojada rubia mientras salía de la alberca cubriéndose pudorosamente los senos con un brazo y su sexo con la otra mano.
En ese momento deseó poder maldecir e insultar, pero Bombón había eliminado esa parte de su vocabulario.
Sin embargo antes de huir al edificio tuvo que ponerse sus zapatillas rosa, pues su condicionamiento para usarlas en todo momento era más poderoso que su vergüenza o su enojo.
Corrió a toda velocidad hacía el edificio esperando no encontrarse con nadie, rogando que nadie la viera, pero de hecho ya era vigilada por las cámaras de seguridad del complejo y X observaba divertido lo que ocurría en sus monitores.
Al llegar a la puerta trasera que daba a la alberca se encontró con que estaba cerrada.
– ¡Oh… caracoles! -pensó desesperada mientras daba un pisotón como una niña encaprichada- Muñequita me las va a pagar… aunque ahora no puedo pensar en como lo hare…
Su creciente excitación entorpecía su razón.
Cautelosamente empezó a rodear el edificio mientras seguía cubriendo su desnudez como podía. Tuvo suerte, pues una ventana de la planta baja estaba abierta.
– Ah… que bien -pensó mientras se introducía por ella al ver que no había nadie adentro- quizás ahora…
Empezó a introducirse de frente, pero no se había dado cuenta de que la juguetona pelirroja observaba sonrojada, desde un escondite, los movimientos de Nena, sus largas piernas entaconadas asomando provocativamente de la ventana, antes de que terminara, Muñequita ya se dirigía a otro lugar dentro del complejo.
Una vez dentro Nena corrió buscando la protección de su cuarto, aprovechando que solamente a unos pocos elegidos se les permitía estar dentro de ese edificio.
Era una visión maravillosa ver a la esbelta rubia corriendo desnuda ágilmente por el edificio, parecía  una ninfa salida del bosque encantado, excepto por sus altísimos tacones rosa, su piel blanca brillando por el sudor, su rostro deliciosamente sonrojado, su cabello revuelto y sus labios entreabiertos respirando agitadamente.
X sonrió ampliamente ante ese juego del gato y el ratón que no era de su autoría, sino de la pelirroja. Era todo un triunfo, sus primeras esclavas eran lideres y fuertes, por eso eran excelentes agentes, de hecho Dana tenía una veta dominante muy oculta, pero era demasiado para dejarla actuar libremente. En cambio, Muñequita era una joven dulce y sensible, quizás incluso era naturalmente sumisa, por eso para X había sido todo un reto tratar de convertir a esa amable camarera pelirroja en un dominante depredador sexual de otras mujeres.
Y que mejor primera presa que la ya vulnerable y debilitada Dana.
– Esto será muy interesante -pensó X con una mirada expectante ante los monitores de su cuarto- a ver que tanto pude condicionar a mi Muñequita para convertirla en algo opuesto a su propia naturaleza.
Nena llegó al fin a las habitaciones del personal de confianza, en el piso inferior al estudio de X, sonriendo se acercó a su alcoba y trató de abrir la puerta. Pero no pudo abrirla.
– ¡Nooo! Ooooohhh… caracolitos… -dio otro pisotón en el suelo pero de inmediato se arrepintió- oh, espero que no escuchara nadie.
Aun cubriendo sus senos y vagina se detuvo un momento a pensar en sus opciones.
– Oh… ¿Que puedo hacer? No puedo molestar a Papi… podría buscar algo de ropa con mis hermanitas pero si me encuentran así, y con lo excitaaaaaada que estoy, no se que me harán. En especial Bombón… no se por que es tan malosa conmigo… Mmm… ni por que disfruto tanto sus abusos…
En ese momento escuchó pasos por el pasillo y apenas logró ocultarse tras unas cortinas cuando por el pasillo apareció Bombón, iba vestida con una blusa negra sin mangas y un profundo escote, una minifalda de cuero negro y unas botas al tobillo de punta abierta a juego, sus labios también estaban pintados de negro. Llevaba tras ella a la cocinera de largas piernas, tenía las manos encadenadas a su espalda y la boca amordazada mientras sus piernas la forzaban a avanzar bailando tras la chofer. Solamente llevaba puestas una tanga, unas medias con liguero y sus zapatillas altas de punta redondeada, todo el conjunto era de un color blanco casi virginal y la lencería estaba rematada de un precioso encaje.
En ese momento en las bocinas comenzó a sonar una rápida melodía que hizo que la oculta rubia se aferrara con fuerza al marco de la ventana tras ella, mientras sus piernas comenzaban a pulsar siguiendo la música.
– Nnnnnggghhh -Nena apenas pudo reprimir un gemido de placer mientras sus manos se soltaban de la ventana para levantarse sobre su cabeza y sus piernas que se habían abierto en V se ponían de puntas- no… por favor… ahora no.
Bombón volteo hacia las bocinas frunciendo el seño.
– ¿Y eso? Que extraño, en este momento mi señor está solo en su estudio -dijo como para si misma- bueno, debe haber encontrado algo… o alguien con que entretenerse, igual que yo ¿Verdad mamacita?
Volteó a ver a su cautiva mientras decía esto, la joven sacudió la cabeza con fuerza y gruñó.
– Mmnnnng… mmnngg…
Tras las cortinas, detrás de Bombón, la desnuda rubia comenzó a ondular sus caderas y mover su cuerpo con la música.
– No… no… alto… -pensaba Nena desesperada a punto de salir bailando de su escondite.
La trigueña sonrió y activó un control en su bolsillo provocando que la cocinera arqueara su espalda y entrara bailando al cuarto de la chofer, la siguió y cerró.
Justo entonces la rubia salió dando giros sobre las puntas de sus pies, pero agradecida de que la trigueña no la viera.
Pero en ese momento se abrió al fondo la puerta de la alcoba de Piernas, en su umbral Muñequita le hizo un gesto a la desnuda rubia y esta no pudo evitar acercarse dando gráciles pasos de baile.
Apenas entró, le pelirroja le dio un azote en sus sonrosadas nalgas.
– ¡Aaaaayyyy! -chilló medio de dolor, medio de placer mientras la puerta se cerraba tras ella.
En su habitación Bombón se detuvo un instante al escuchar un sonido en el pasillo, pero de inmediato continuó divirtiéndose con su cocinerita, penetrándola con dos delicados dedos mientras con la otra mano apartaba la virginal tanga.
Boca abajo, la joven solamente gemía a través de la mordaza, siguiendo el ritmo que la trigueña le marcaba, pero el tono era muy diferente, casi invitante.
En el cuarto de la doncella Muñequita observaba la sensual danza de la rubia con una mirada hambrienta que la hizo sonrojarse.
– Mmm… que bien bailas Nena… -le dijo la pelirroja después de humedecer sus labios.
– Ooohhh… no… por favor Muñequita… -susurró la desnuda hembra con las manos apoyadas en la cama mientras movía sus piernas nalgas y caderas para ella.
– Ssssshhhh… solamente baila -le dijo con voz acariciante a la rubia.
– Pero no entiendo… tu no eres así… ¿Y como supiste la música que me vuelve loca?
– No estoy segura… lo único que me importa es que te deseo, tengo que poseerte -respondió Muñequita sin recordar las horas de condicionamiento a las que X la había sometido para aprender que tono afectaba a cada una de sus hermanas.
La pelirroja se acercó a la cautiva mujer que bailaba incontrolable y desnuda, llevando únicamente sus altas zapatillas rosa.
De reojo Nena notó que la pelirroja se había cambiado de ropa, ahora llevaba un ajustado corset rojo de la época victoriana que le daba una cintura de avispa y un hipnótico escote. Una diminuta tanga del mismo color apenas protegía su sexo dejando expuestas sus generosas nalgas y unas medias de seda negras con elástico en el muslo convertían sus piernas en perfectas esculturas de deseo. Sus piernas se estilizaban con zapatillas de punta abierta y altos tacones negros atados con cintas hasta sus pantorrillas. Su rojo cabello rizado estaba suelto enmarcando sus delicados rasgos, sus labios rojo rubí aumentaba el efecto, haciéndola parecer a la vez una lujuriosa dominatrix y un juguete para niñas del siglo pasado, de hecho por eso X le había dado su nombre, pues le recordaba una primorosa muñeca antigua.
Tras colocarse tras su cautiva, Muñequita empezó a acariciar el expuesto sexo y clítoris de Nena mientras ella, sin poder evitarlo, empezaba a acoplar sus movimientos al ritmo que le imponía la pelirroja.
– Ooohhh… no… hermanita…
– Mmm… que húmeda estás…tu coñito y tu chochito relucen cariño… ¿Es por mí? -le susurró acariciante al darle un suave azote en las nalgas a la rubia, provocándole un pequeño orgasmo.
– Aaaahhh… -gimió de nuevo, odiándose a si misma por su ninfomanía y debilidad, sin sospechar que había sido condicionada para ello desde un tiempo atrás independientemente de su voluntad. Simplemente no podía resistirse a nadie que quisiera  dominarla.
Minutos después había empezado a penetrarla con sus dedos, llevándola cada vez más cerca del éxtasis, mientras con la otra mano le acariciaba, las piernas, las nalgas y los senos.
– Oooohhh… ooohhh… -sollozaba gozosa Nena ante la sonrisa satisfecha de la pelirroja, retorciéndose sensualmente sin despegar las manos de la cama- si Piernas… nos encuentra… Papi nos…
– Oh, no te preocupes por ella, en este instante se encuentra muy ocupada… atada de manos se podría decir -la interrumpió Muñequita mientras se apartaba momentáneamente de Nena, que siguió bailando con la música.
En el cuarto de baño de esa habitación, retorciéndose en el piso sobre una gruesa toalla, se encontraba Piernas, tenía las muñecas encadenadas tras la cabeza y sus increíbles piernas bailaban en el aire, sus pies entaconados dibujando formas al ritmo de la música. La diminuta falda de su uniforme se había subido dejando ver no solamente sus magnificas extremidades sino también un vibrador bien metido en su coñito, mientras que unos audífonos fijados en sus oídos con cinta la dominaban con una poderosa y rápida música que le impedía todo pensamiento excepto el placer de estar sometida y forzada a alcanzar el orgasmo, mientras un pequeño reproductor de mp3 descansaba en el apetecible escote de la morena.
– Bueno, estoy lista… querida hermanita -le susurró Muñequita a su cautiva cuando volvió a acercarse a ella.
Nena alcanzo a mirarla de reojo y de inmediato empezó a suplicarle.
– No… por favor… Muñequita… -le decía desesperada al ver que se había puesto un consolador doble con el que podría poseerla a la vez que se daba placer a sí misma.
– Te va a gustar, ya lo verás… -la tranquilizó mientras acariciaba sus piernas dulcemente- Voy a someterte.
– Pero Papi es…
– ¡Silencio! -le ordenó la pelirroja mientras en un rápido movimiento la penetraba, penetrándose a si misma a un tiempo.
– ¡Mmmmm…! -gimió Muñequita mientras se apoderaba de las caderas de su cautiva.
– ¡Aaaaahhhh! -respondió ella a la vez, impactada no solamente por lo brutal de la posesión, sino por lo intenso de su placer.
– Aaaahhh… eres más… deliciosa de lo que… pensaba -le dijo la pelirroja al oído.
Nena solamente gruñía mientras con su cuerpo provocaba más aun su captora.
De pronto, mientras Muñequita acariciaba los brazos de la rubia se apoderó de ellos y los fijó a su espalda aprovechando sus grilletes que la marcaban como esclava, a la vez que la música terminaba en la bocinas.
– ¡Aaahhh! ¡Suéltame!… ¡Déjame!… -empezó a gruñir la rubia débilmente al verse libre del poder de las zapatillas.
Pero rápidamente la pelirroja la sujetó de las muñecas y empezó a penetrarla con renovado entusiasmo para aplastar su pobre resistencia.
– Vas a ser mía… linda zorrita… -le susurró mientras usaba ambas manos para sujetarla de sus encadenadas muñecas y apretarla contra ella, penetrándola y penetrándose.
– Oooohhh… nooo… nooo… -trataba inútilmente de resistir la rubia, aunque sentía como se humedecía su entrepierna con cada penetración.
– Si… si… cada vez que… te penetro… ooohhh…  me perteneces más -le dijo en tono dominante la irreconocible joven pelirroja.
– Aaaahhh… le pertenezco… aaahhh… solamente a… Papi…
– Ya no… aaahhh… Nena… te vamos a compartir…
Al estar cada vez más excitada, la rubia no pudo evitar que sus piernas se pusieran derechas y sus pies en punta, incluso sin música las zapatillas ya se habían apoderado de un trozo de su alma.
Al ver esto, Muñequita aprovechó para salir de su cautiva un momento, la hizo recostarse de espaldas, colocó sus extendidas piernas contra sus hombros y volvió a embestirla fácilmente debido a lo húmedo de su vagina.
– Oooooooohhhh… -sollozó Nena ya al borde de la locura, mientras la pelirroja seguía dándole un tremendo e irresistible placer.
– Vamos… no te resistas… aaaahhh… Nenita… entrégate a mi… -la manipulaba mientras le apretaba los pezones con sus sedosas manos enguantadas o le acariciaba el clítoris- entrégate a… tu Mamita…
La rubia ya no podía aguantar más.
– ¡Aaaahhhh! ¡Papi! ¡Paaaaaapi! -gritó al fin a todo pulmón al tener su orgasmo, casi a la vez que Muñequita.
– ¡Siiiiiii! -gritó salvaje la pelirroja aprovechando el momento para obligar a Nena a mirarla a los ojos, forzándola a compartirle su orgasmo y apropiándose así de otra parte del alma de la vulnerable rubia gracias al poder de las zapatillas rojas.
– Ahora también me perteneces… -le susurró, todavía hambrienta de placer, a la rubia mientras yacía recostada sobre ella, sonriendo complacida por su respuesta.
– Si… Mamita… -le dijo ya dominada por el sopor que sigue al placer.
En su estudio, frente a los monitores, X aplaudía satisfecho mientras reía a carcajadas ante el espectacular cambio de personalidad al que había condicionado a la dulce camarera. Y ahora que Muñequita había descubierto que también podía alcanzar el orgasmo por medio de sus hermanas, todo se volvería más interesante.
Horas después, Muñequita dormía a pierna suelta en su habitación, con su rostro reflejando gran satisfacción, se encontraba boca abajo vistiendo únicamente una tanga negra con femeninos moños en las caderas manteniéndola unida y unas zapatillas puntiagudas de charol y tacón alto a juego.
Sin embargo, su placido sueño se interrumpió cuando de golpe le quitaron las cobijas y fijaron sus muñecas en su espalda.
-…pero qué? -alcanzó a decir antes de que la mordaza que ya conocía se adueñara de su boca y sus labios.
– ¡Mmmnnn… Mmmnnnngg…! – gruñó aun confundida por el brusco despertar, hasta que finalmente pudo mirar sobre el hombro y vio a Piernas, en su provocativo uniforme, al pie de la cama, colocándole unas zapatillas de metal de esclavitud.
– ¿Gnnmmm? -trató de hablar mientras la morena terminaba su labor enganchando los grilletes de sus tobillos entre sí, dejándolos cruzados e inmovilizados.
– ¿Sorprendida Muñequita? -dijo una voz en la cabecera de la cama, al voltear la pelirroja se encontró con la chofer de su Amo, estaba vestida con una translúcida bata negra hasta medio muslo, unas pantaletas de corte francés y unas sandalias a juego de altísimo tacón con cintas al tobillo- Debes saber que es deseo de nuestro señor que como hermanas debemos pertenecernos unas a otras… ahora es tu turno.
– ¡Nnnnnnnn!… ¡Nnnnnn!… –balbuceó la pelirroja al retorcerse salvajemente, antes de que Bombón la inmovilizara presionando con su tacón fuertemente sobre la espalda desnuda de la joven a su merced, que solamente la miró llena de furia.
– Mmm… ¡Que desafiante!… ¡Que fuerte! –le dijo la trigueña a la joven aprendiz de X mientras le sonreía de forma perversa- Nena era igual que tú… y ya sabes en que la convertí. Me pregunto si podrás resistir más que ella, en especial ahora que nuestro señor no estará en casa por un par de días…
 – ¡Mmmmgggghh!… ¡Nnnmmmhhhgg!… –gruñó desesperada, sacudiendo la cabeza frenéticamente de lado a lado al ver como las dos esclavas se le acercaban con una mirada entre lujuriosa y amenazadora.
CONTINUARÁ
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