La espalda le dolía demonios y le costaba acomodarse en el sillón de su oficina. El comisario Riviere había tenido una discusión con su esposa la noche anterior, que terminó no sólo por sacarle el sueño, sino también le valió una noche en el sofá, causa principal del dolor mencionado.

Pero los problemas caseros había que dejarlos en casa, o al menos eso dictaban las normas de la jefatura, y es que por más que el afamado comisario se empeñaba en no recordar la fatídica noche con su mujer, no podía. Muy para su suerte, ese día, su dolor de espalda y el problema con su esposa, caerían al olvido.
De repente, tras un golpe de puerta, entró un hombre, no era un oficial de policía, se trataba del nuevo contratado en el departamento de delitos informáticos.
– ¡Comisario Riviere!
– ¿¡Entra sin golpear!?
– Es que… esto… no creerá lo que está sucediendo…
– La próxima vez trate de tener algo de educación, es lo que nos diferencia de esa escoria criminal – respondió con un gesto de asco, mirando el pizarrón de su pared, observando el montón caras de criminales famosos que había atrapado… todas estaban marcadas con una equis roja… todas excepto una; Charles Serge, quien cargaba crímenes por producción y tráfico de drogas. Probablemente ya se había marchado a otro país pero ni eso desmotivaba al comisario Riviere por si algún día osara de volver.
– Lo… lo siento, comisario, pero es que… ¡no lo podrá creer!
– Explíquese muchacho, vamos, que no tengo todo el día.
– Permiso entonces – dijo entrando, dirigiéndose hacia el ordenador del comisario.
– ¡¿Pero qué cree que hace?!
– Todas las computadoras de la jefatura están recibiendo la misma señal – dijo accediendo a una pantalla.
– ¿Señal? ¿Tiene un virus o algo así?
– No lo sabemos aún. Estamos intentando encontrar el origen de la señal pero… debería ver cómo la han encriptado… ¡es imposible saber de dónde proviene!
– Ya, ¿todo el barullo sólo por un virus de mierda?
– No es eso, Comisario… es un conteo regresivo. Mire, aquí está… joder, ya sólo faltan diez minutos.
– ¡¿Conteo?! – dijo buscando rápidamente un cigarro en su escritorio. La imagen de una bomba se le cruzó en la cabeza. Pero no, nadie pondría una bomba en la jefatura para luego poner un conteo. Si quisieran volarlos, ya estarían muertos sin necesidad de un previo aviso. Encontró el cigarro, lo encendió y lo llevó a su boca, viendo cómo el tiempo transcurría; 10 minutos 02 segundos.
– Comenzó con doce minutos. Aún no lo confirmé, pero es probable que todas las computadoras de la jefatura estén viendo lo mismo.
El comisario no podía arriesgarse a quedarse viendo cómo el conteo seguía, y lanzando el humo del cigarro al aire, ordenó al joven;
– Llama al escuadrón anti bombas…
El muchacho afirmó con su frente perlada del sudor. Repentinamente el conteo cesó, y la imagen de un hombre sonriente acaparó toda la pantalla. El cigarro cayó al suelo, el comisario, con la boca abierta, atajó al joven;
– No… no llames al anti bombas…
– Pero… ¿qué sucede? ¿Quién es ese hombre, comisario? –preguntó observando la repentina imagen.
“Buenos días Comisario Riviere, ¡tanto tiempo!, ¿eh? Si usted no está viendo esta transmisión… pues vaya, como que estoy pasando vergüenza al hablarle a la nada, ¿no? Pero sé que usted es de esos viejos idiotas, serios y responsables, por lo tanto sé que estará en su oficina viendo esta señal en vivo y en directo desde una de mis instalaciones. ¡No es joda!”
– Condenadas al Infierno 2 –
 

“Estoy seguro que me recuerda. Hace dos meses me llevé a las dos hijas del juez Saavedra por venganza. Ya ve, cosas que suceden cuando quieren cerrar mis instalaciones y ponerle precio a mi cabeza, ni qué decir de esa cadena perpetua de mierda a la que quiso condenarme. Que se joda el hijo de puta, por hijo de puta. Así que entenderá mi deseo de que se comuniquen con el Juez para que vea cómo le van a sus dos nenas. La transmisión comenzará en… menos de nueve minutos… estoy seguro de que su padre no querrá perdérselo.”

– ¿Comisario? ¿Quién… quién es él?
– Eso no importa ahora… ¿Eres de informática, no? ¡Pues comienza a rastrear la señal!
– ¿Pero no le he dicho sobre las señales encriptadas?
– Por algo te pagan, ¡pendejo! ¡Avisa a los de tu departamento, que vengan en mi oficina con sus equipos para comenzar el rastreo, no me importa cuánto tarden!
El joven salió veloz de la oficina mientras el comisario tomaba el teléfono de su escritorio;
– ¿Rebeca? Comunícame con el Juez Saavedra… y dile que es extremadamente urgente. – dijo mirando el pizarrón, viendo aquel rostro que aún no estaba marcado por la equis roja, mascullando con una sonrisa; “Charles Serge”
(Minutos después)
– ¡Juez Saavedra!

– Comisario Riviere – dijo el juez, entrando a la oficina, contemplando el montón de oficiales apostados frente a las varias computadoras que instalaron de manera repentina, más otro grupo, que intentaba localizar la señal con sus equipos. El pobre Juez estaba atravesando un divorcio, su esposa ya no le cruzaba palabra alguna tras aquel fatídico incidente en donde sus hijas fueron violadas y secuestradas por Charles Serge, por ello nadie se extrañó al verlo con un rostro impasible, casi irritante.
– Señor Juez, me dijo que le informara si había cualquier novedad sobre el paradero de sus hijas… – respondió el comisario. Un brillo se notó en los ojos del Juez. Dos meses, dos meses sin saber nada sobre sus adoradas Sofía y Marisol, y por fin parecía que encontraron el paradero de sus niñas, o al menos una pista decente.
– Pero… – el comisario prendió su cigarro, mirándolo con seriedad – he decido obviar la recomendación de su psicólogo…
– ¿Psicólogo? Psiquiatra, querrá decir.
– Sí, bueno, Señor Juez, él me recomendó que si surgía un acontecimiento similar al que vivió… pues lo mejor era mantenerlo al margen. Pero sé, como soy también padre de familia, cuán difícil es vivir día a día sin saber dónde pueden estar sus hijas… por eso, Señor Juez, decidí llamarlo.
– Le agradezco el gesto, Comisario… ahora dígame, ¿qué es lo que saben sobre mis hijas? ¿Y qué hacen estos equipos en su oficina?
– ¡Comisario! – interrumpió uno de los técnicos de informática, levantándose de su asiento – sólo quedan quince segundos…
– ¿Quince segundos? – preguntó el Juez – ¿Me puede decir qué sucede, Riviere?
– Juez Saavedra, será mejor que se siente y observe la pantalla de mi ordenador… – dijo el Comisario, levantándose para cederle el puesto. – ¡Y cierren la maldita puerta! – ordenó a uno de sus oficiales.
El juez Saavedra se sentó y quedó pensativo viendo el conteo regresivo; Seis… “¿Qué es esto?”, cinco… “¿será?” – pensó. Cuatro… “¿acaso el maldito va a transmitir otra señal como aquella vez?”. Tres… “No… no puede ser.” Dos… “¿Será?”… Uno…
“¡Hola otra vez Señor Comisario!, espero que el Juez esté con usted… ¡espero que sí, la vamos a pasar de fábulas!… bué, al menos nosotros la vamos a pasar de fábulas con sus hijas.”
– Me cago en la virgen – susurró el juez.
“Primero que nada, decirles que sus nenas se han portado muy bien. Han hecho todo tipo de guarrerías que antes ni se imaginaban hacer en sus vidas de niñas consentidas, ni mucho menos con sus noviecitos de colegio o facultad. Las drogas ayudaron muchísimo, de hecho Sofía ya se ha vuelto adicta a la coca y a un par de productos que aquí fabricamos… jo, y pensar que usted quería interceptar nuestra producción. Tal vez Marisol, por ser la menor, quiso tomar un camino diferente al de su puta y drogadicta hermana, hasta hoy día se rehúsa a consumir, masticar u aspirar los diferentes productos. Pero no se preocupe, nada que unos fuertes azotes con cuero mojado no puedan corregir, en el medio de la fábrica y a la vista de todos mis hombres.”
“Ahora quiero que se fije en lo que hay detrás de mí, una habitación mugrosa adyacente a la fábrica, como cualquier otra. Verá en el suelo un par de colchones desgastados, un par de platos… joder, ahora que lo veo parecen ser para comidas de perros… esto, nada, Señor Juez; éste es el calabozo de sus putas hijas, verá que hay varios dogales de sujeción en la pared, por si hay que azotarlas o humillarlas para que aprendan. Ahí en la esquina verá el hoyo en donde hacen sus necesidades, en la mesita tiene los diversos artículos eróticos… no se me preocupe, traerán enseguida a sus hijas, sólo le estoy acomodando en el ambiente de ellas. No creo que tarden, fueron con mis hombres al pueblo cercano para ser prostituidas, lo normal, vamos. Ellas suelen… ¿eh? ¡Ah, ahí las traen!”
– ¡Señor Juez! ¿Son ellas sus hijas?
– El juez estaba atónito, tardó en lanzar una respuesta que hizo hervir pieles a los hombres dentro de la oficina;
– Creo… sí… sí, ellas son. – respondió tocando la pantalla mientas los oficiales veían la misma imagen desde las otras computadoras de la oficina.
“Seguro que las nota distintas… muy distintas. A ver, tráigame a la más jovencita aquí, notará que apenas puede caminar, es que desde que vino aquí, le hemos encadenado los pies por una corta cadena que hasta entorpece su caminar, todo esto para que no se escape, además debe cargar esa bola de acero que está conectada a su collar para avanzar… anda, que me da penita su carita, toda cansada, lleno de mocos y lágrimas… ven, acércate más a la cámara para que tu padre vea. ¡Sí, papi está viendo, putita! Anda, que luego le mostrarás las cositas que sabes hacer… y no te atrevas a hablar, que ya sabes lo que Don Marcos te suele hacer cada vez que te haces de la pendeja.”
“Bué, comencemos, he aquí Marisol, muy flaquita, es porque está a dieta de agua y arroz, sí, aquí no hay nada de la comida de primer nivel que degustaba todos los días en su mansión. Está bien peladita de arriba para abajo, ¡qué bonita es así! Las calvas me dan morbo, total a nadie le gustaba ese peinado de sopocientos euros que usted costeaba cada dos por tres. Y no se preocupe por el vello púbico y demás… ya no le crecen… no señor, esto es full pelada, ¿increíble lo que puede hacer el depilado láser, eh? Ya está algo gastada, llena de marcas rojas por todo su cuerpo producto de los azotes… es que esta nena sigue dando problema… ah, y mire, chicos, enfoquen su coñito… mejor dicho, su coñote… joder, ¿ve cuán gastado lo tiene? Mis hombres entran y salen de allí todos los días… literalmente hablando… vamos, que se la follan con puño y todo, ya verá. Joder, lo tiene más destrozado que el de una actriz porno madura… y eso que la nena aún no llega a los dieciocho… mire, joder la almeja que se manda, no me cabe toda en la mano.”
– ¡Hijo de puta!
– No se preocupe Señor Juez, ¡atraparemos al mal nacido!
– ¿Cómo va el rastreo?
– Es un jodido laberinto, Comisario… no entendemos qué sucede…
“Y ahora le doy media vuelta… ¿Eh, estás llorando? ¿No quieres que papi te vea así de guarra?, ¿¡qué te había dicho sobre no obedecer!? ¡Don Marcos, venga, estamos necesitando de su cinturón!… ah, ya, mire don Juez, con decir “Don Marcos” la nena se pone a orinar… así de miedo le tiene… ah, qué marrana, luego limpiarás todo este charco que hiciste… ¡putamadre!, pero ya, mire su espléndido culito con el tatuaje de una hoja de marihuana en la nalga derecha, y el tatuaje de un perro follando a una mujer en su nalga izquierda, y observe, esto le llenará de orgullo, mire, “Putita Saavedra” en el cóccix… a ver, déjeme separar sus nalgas, muchachos, atájenla, quiero que su anito salga bien enfocado… aquí… esto… ah, ya está… joder, ¿ve que ya lo tiene bien ensanchado?¿Ve con qué facilidad entra mi dedo? Y mire, dos dedos… y por último… esto… ahí está; ¡tres dedos con total facilidad! El perro le suele dar por ahí dos veces por semana, solemos filmarla y posteriormente vendemos la película al mercado japo… es genial, debería ver cuando su hermana mayor chupa el semen del perro directo desde el culo de Marisol… y debería ver cómo se corre la muy cerda cuando su hermana le come el culo. A veces me pregunto si le gusta, o es simplemente la droga de turno.”
“Como en su mansión, aquí las dos niñas han aprendido el morbo del incesto lésbico. Costó adiestrarlas, pero valió la pena, porque hoy día ya se meten dedo frente a nosotros. En las primeras noches, uníamos sus piercings de lengua mediante una corta cadenilla… Juez, tendría que verlas a la mañana siguiente, llorando y babeándose una sobre la otra. Con el tiempo, la encontrábamos con caritas vencidas, como si ya entendieran que no podían hacer otra cosa que acostumbrarse… al cabo de estos dos meses, al visitarlas en las mañanas, mis hombres la encontraban echándose morreos jodidos”
“Marisol no la ha pasado tan genial aquí, para ser sincero. Es increíble ver que hasta hoy día da pelea a todo hombre que se atreva a tocarla, usa todo a su corto alcance… uñas, mordidas… claro que en un par de horas ya está cansadita y es más dócil, pero en comparación con la niña que moqueaba todos los días a la puta viciosa que es hoy día… vaya que hubo progreso. Bien, niña, anda, muéstrale a tu papito cómo te metes el puño completo en el coño y con la otra mano, tres dedos en el culo, tú solita, anda… ¿quieres que te droguen o que te azoten, o dejarás de llorar y lo harás tú solita? ¿No lo quieres hacer? … ¡Don Marcos!… Bien, bien, ésa es mi puta… ahí, mire Señor Juez, se está arrodillando, ¿no es increíble la cantidad de mocos y lágrimas que es capaz de echar la muy desgraciada?, mire, mire… ¡Ostras! ¡Observe qué viciosa es la nena! Mira a la cámara mientras te metes mano, nena… eso, eso… Señor Juez… no me va a decir que esa imagen tan tierna no le da morbo. Su hija llorando, mirándolo como el gatito de Shreck mientras se mete mano en sus dos agujeros… literalmente hablando.”
“Bien, creo que ya terminamos con Marisol Saavedra. ¡Hey, ya pueden traer a Sofía! Y para que usted no se aburra, porque a veces me dan ataques de verborrea, en el fondo de la habitación, pondré a follar a su hija con el Negro Nelson… un gordote nigeriano sexagenario… ¡es buen amigo, muy gracioso! Bien, allí la están llevando en la esquina… mire cómo se rehusa nuevamente, nadie quiere follar con el Negro Nelson… es que es tan grande… ¡auch! Ése fue Don Marcos y su cinturón, no muestra piedad a la hora de azotarla… joder, qué bruto, hombre… ¡auch! ¡auch! Vaya, que hasta ésa me ha dolido a mí. Bien, ahí viene uno de mis hombres… observe, le está forzando a masticar una hoja de coca con algunos agregados especiales… ya verá que pronto Marisol se convertirá en puta ninfómana con el Negro Nelson.”
“Ahí viene Sofía… sí señor, mírela, sonriente y toda, pese a cargar la bola de acero conectada al collar y pese a las cadenas que limitan sus movimientos, como su hermana. Le gusta la vida aquí, folla como quiere y cuando quiere, bué, incluso tambíen cuando no quiere, anda desnuda y sin vergüenza alguna. Lógicamente su sorprendente adicción por nuestras drogas ayudó bastante, mírela, anda babeando por la boca y chorreando jugo por su almeja… efectos secundarios de nuestros productos. Si bien el coño lo tiene depilado permanente con el láser, hemos decidido dejarle el cabello, y así de paso teñirla de rubia. Como plan a corto plazo, le aumentaremos las tetas… aunque si se embaraza antes, nos ahorrará el trabajo. Ah, sí, debo mencionarle… ¿sabía que Marisol es infértil? Buenas noticias para ella, no debe andar poniéndoles condones a medio mundo antes de que se la follen por el coñito… coñote, quiero decir. Así que la única quien podría resultar preñada es Sofía… ¿no le da morbo ver cómo su puta y drogadicta nena embarazada anda desnuda y peladita por mi fábrica en busca de sexo? Llámeme loco, pero a mí me pone, aunque de momentos prefiero que la sigan follando con protección… bueno, hasta el día de hoy… por eso el motivo de mi señal, quiero que vea cuando su hija está siendo llenada de lefa por mis hombres, así con suerte usted resultará un abuelito. Ande, ¿ve que somos considerados, Don Juez?”
“Por cierto, ¡mire detrás de mí! Marisol está de cuatro patas, chupándosela a Don Nelson, mientras mis hombres le meten dedo en el culo y coñote. A ver si pronto traen a nuestro perrote Bonzo para que completen la faena.”
 

“Continuemos, su adorada Sofía tiene un tatuaje hermoso justo encima de su coño; “I love dicks” Me dio mucha gracia cuando lo vi, es que cuando la trajimos aquí, la estúpida lloraba cada vez que la traíamos en la fábrica para follarla en grupo… ¿quién diría que al final le terminaría gustando los “dicks”? Debo decirle otra cosa, a Sofía le encanta comer su arroz dentro del coño de su hermanita, ¿verdad que sí, preciosa? Me encanta cuando sonríe su nena… ¿verdad que comes el arroz que metemos dentro de la almeja de tu hermanita?, arroz con jugo de coño… ¿Y te gusta también chupar el semen del perro dentro del culo de ella?, ¿te encanta, no?, hala, ¡ésa es mi puta!”

“Debió estar el gran día en que Sofía folló por el culo a su hermanita mediante un arnés… putamadre, hoy día es cosa común, pero no tiene idea de lo caliente que fue la experiencia de verlas esa primera vez. Sofía estaba volada de tanta cocaína y se ensañó terrible cuando le daba por el culito a Marisol… la pobre no paraba de llorar a cada embestida, pero no podía moverse porque estaba bien sujeta al suelo mediante cadenas. Luego se calmó cuando su propia hermana le chupó el culo a base de bien, para que vea que cariño se tienen.”
“Bueno Don Juez, no quiero robarle mucho tiempo, ahora pondré a Sofía a follar con mis hombres. La cámara a partir de ahora enfocará la cama donde ella estará acostada… le libraremos de la cadena de sus piernas, pero para sujetarlas a las patas de la cama para que no ponga resistencia… es que a veces el efecto de la droga termina a destiempo, por eso. Así que usted será testigo de cómo me la follo y la lleno de leche, y posteriormente lo harán el resto de mis hombres, aunque usted ya no verá eso. En el fondo de la imagen, Marisol estará siendo follada por Don Nelson y sodomizada por Bonzo, venga, que preparé muy bien todo esto, ¿no? Y lo que me causa risa es que todo el departamento policial está viendo esto… algunos hipócritas estarán haciéndose una paja viendo cómo son violadas sus nenas, pero que aprovechen, no todos los días tienen este tipo de servicios virtuales. Yo me callo y dejo que usted me vea en plena faena… haré gritar como una marrana a su hija… la transmisión se terminará en cinco minutos, así que desde aquí le mando un abrazo y un saludo cordial, Don Juez.”
Tras cinco minutos en los que sólo se oían chillidos provenientes de las dos hijas, y en los que los oficiales se la pasaban retorciéndose de dolor al ver las vejaciones a las que eran sometidas, la señal se cortó repentinamente. El juez Saavedra había caído desmayado hacía ratos y tuvieron que retirarlo entre un par de oficiales, aunque el comisario Riviere no se arrepintió de haberlo traído.
– ¿No pudieron rastrear la señal? – preguntó enfurecido.
– Es increíble, pero no pudimos hacer nada…
– ¿Tuvieron más de diez minutos y no lograron nada?
Otro de los varios informáticos interrumpió tras varios minutos de discusión;
– Señor… ahora que lo pienso… creo las computadoras fueron programadas para recibir, encriptar la señal y además, para entorpecer el desencriptado… es lo única explicación que encuentro. Alguien saboteó nuestros equipos desde un principio.
– Entonces – interrumpió uno de los oficiales de alto rango – ¿cómo consiguieron dañar nuestras computadoras? ¿Tenemos… tenemos un infiltrado?
– ¡Tú! – gritó el comisario, señalando al joven del departamento de informática – ¡tú fuiste el primero en notar la señal!
– ¿Yo? Esto… sí… pero…
– No había manera de que supieras que las computadoras no sabrían encriptar la señal… ¡salvo que tú ya lo hubieras sabido de antemano! ¡¿Y cómo sabías que todas las computadoras recibían la misma señal si aún nadie lo confirmó?!
– ¿Que qué? ¡Pero Comisario… se equivoca de sospechoso!
– Ya algo me decía tu actitud rara… además eres el nuevo de aquí… tú sólo te delataste, mal nacido.
– ¡Llévenlo, hijos de puta! – ordenó uno de los oficiales. El pobre muchacho fue molido a golpes a los ojos de sus compañeros de departamento, y luego lo llevaron hacia la sala de interrogaciones.
– Bien, creo que esto se está desmarañando poco a poco – dijo encendiendo nuevamente otro cigarro -… llévense todos los equipos de mi oficina. – ordenó a un grupo, quien enseguida se puso a la labor.
– No se preocupe, Comisario. Yo mismo me encargo de la interrogación – respondió el oficial más fortachón del grupo, empuñando ambas manos con una sonrisa.
Al cabo de cinco minutos todos habían abandonado la oficina del comisario. Los equipos, el juez, los oficiales, los informáticos… todos se habían esfumado y la “tranquilidad” había vuelto. El Comisario buscó su móvil, y tras encontrarlo, se dispuso a marcar;
– ¿Estás ahí? … Jodidos, se lo creyeron todo… un pobre muchacho de delitos informáticos quedó como principal sospechoso… ajá… sí, el Juez estuvo aquí… sí, bueno, ¿cuándo pedirás el monto, hijoputa? Mira que ya van dos meses… entiendo… ¡ah! esta noche paso por tu fábrica… joder, tengo ganas de follarme a lo bestia a la más chiquilla… ella me arañó el hombro la última vez que fui, y ayer mi esposa vio la marca… tuvimos una discusión fea… sí, dormí en el sofá y la espalda me duele hasta hoy día… sí… está bien… ajá… anda, cuenta… … bueno, lo de llevarlas a Asia para comerciarlas ya es pasarse de la línea… esto, no, no… entiendo, Serge… al final la condena la pagarán las nenas… pobrecillas… están como condenadas al infierno, ¿no?… Jeh, nos vemos más tarde.
– Condenadas al Infierno 2 –
 
 
 
Si quieres hacer un comentario directamente al autor: chvieri85@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *