Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana…

AMOR EN YAVIN

Huyendo de la flota imperial Han Solo, Chewbacca, Luke Skyewalker y Leia Organa llegan a la base rebelde en Yavin.

DarthVader los persigue a través de la galaxia y gracias a un dispositivo buscador colocado previamente en el Halcón milenario localiza su destino.

La base rebelde se enfrenta a la batalla final por su supervivencia. Los X-Wing se preparan para un ataque desesperado sobre la estrella de la muerte fiándolo todo a la destreza de sus pilotos…

¿Qué demonios estaba pasando? Se encontraba de nuevo en la estrella de la muerte. Huyendo por aquel laberinto de pasillos, vistiendo un horrible mono que se ajustaba a su cuerpo haciendo que cualquier movimiento fuese una invitación a la lujuria.

De una esquina salió un soldado imperial apuntándola con su pistola láser. Como un relámpago echó mano a sus caderas, pero donde debía haber estado su cartuchera no había nada. Se dio la vuelta, preparada para volver por donde había venido, pero otros dos soldados más le cortaban el paso. Con un gesto contrariado levantó las manos en señal de rendición.

Uno de los soldados se acercó y antes de que pudiese decir nada le atizó con la culata de su pistola en la sien haciendo que todo se volviese negro.

Cuando despertó y abrió los ojos una intensa luz la deslumbró, los cerró con fuerza intentando concentrarse a pesar del intenso dolor que atravesaba todo el lado izquierdo de su cabeza. Tras respirar un par de veces profundamente, volvió a abrir los ojos. Intentó mover los brazos para protegerse de la intensa luz, pero estaba totalmente paralizada. Un par de soldados imperiales entraron en la sala y apagando el mecanismo paralizante que colgaba de su cuello la ayudaron a levantarse para tras maniatarla, colgar sus brazos del techo de manera que apenas podía tocar el suelo con la punta de sus delicados pies. Intentó librarse de las ataduras, pero descubrió que tenía los brazos firmemente atados . Forcejeó desesperada durante un par de minutos hasta que finalmente se dio cuenta de que no conseguiría liberarse, con lo que optó por volver a cerrar los ojos y tratar de no pensar en lo que le esperaba.

La puerta se abrió dando paso a Darth Vader, que entró acompañado por un acólito vestido totalmente de negro. Los movimientos y la constitución del acólito le resultaron familiares, pero al llevar la capucha echada sobre su rostro no logró identificarle.

—Bien. Querida hija. Estoy encantado de verte de nuevo.—dijo Darth Vader haciendo que su voz metálica reverberase por toda la estancia— La última vez que nos vimos quedaron algunas cosas pendientes.

—Cerdo. Ni te atrevas a acercarte a mí. Tú no eres mi padre. Mi padre era Anakin Skywalker un caballero Jedi. Como mi hermano…

Una risa bronca de la oscura figura interrumpió la contestación de la joven princesa. Vader se acercó a ella y con un gesto de su mano volvió a pulverizar sus ropas dejándola totalmente desnuda de nuevo.

Ya estaba empezando a mosquearse. Aquel hijoputa estaba empeñado en dejarla en pelotas cada vez que la veía. Poniendo la cara de mayor desprecio posible observó impotente como se acercaba y comenzaba a acariciar su cuerpo, utilizando la Fuerza para excitarla contra su voluntad.

Las enguantadas yemas de los dedos de aquel ser recorrían su cuerpo dejando rastros de helada lujuria sobre su piel. Leia forcejeó con sus ataduras solo para que el dolor que le infringían las ligaduras al resistirse contrarrestasen el intenso placer.

En ese momento la figura encapuchada se movió y se colocó a su espalda comenzando a acariciarla, besarla y mordisquearla con suavidad.

Leia no pudo con el nuevo ataque y se vio obligada a claudicar al fin soltando un largo gemido. El desconocido agarró su culo y hundió los dedos en el masajeándolo con fuerza y dándole dolorosos cachetes hasta que quedó rojo como la grana.

—¿Te gusta mi nuevo aprendiz? —preguntó Vader— Ya sé que es un poco brusco, pero ya sabes, el entusiasmo de la juventud.

Leia se sentía como una especie de objeto blando al que dos maníacos estaban acariciando y pellizcando. Pronto sintió como toda su piel ardía, sus pezones palpitaban y su sexo chorreaba. Ni siquiera la incómoda postura y la repugnancia que le causaba el contacto con aquellos dos cuerpos que exudaban maldad podía evitar que se sintiese profundamente excitada.

Darth Vader se apartó un instante y le hizo señas a su acólito para que se acercara . El aprendiz se colocó a la derecha de su maestro y a una señal ambos abrieron sus capas mostrándole sendas pollas.

La polla oscura y bulbosa del maestro contrastaba con el miembro rosado y palpitante de vitalidad de su acólito. Aquel miembro le resultó tan familiar como el de Darth Vader aunque no era capaz de recordar a quién podía pertenecer. Intentó estrujarse un poco más el cerebro, pero la forma en la que se acercaron los dos hombres a ella le hicieron olvidar sus elucubraciones.

Los dos hombres la rodearon y se aproximaron tanto que pudo sentir las puntas de sus miembros rozando sus muslos. Instintivamente intentó alejarse, pero solo logró atraerlos aun más con sus cuerpo tenso y el bamboleo de sus pechos.

Finalmente la abrazaron, uno por delante y el otro por detrás, frotando sus pollas contra su cuerpo y ensuciándolo con sus asquerosas secreciones.

Se sentía tan sucia como lujuriosa. A pesar del profundo asco no podía evitar sentir una tremenda excitación y cuando el acólito cogió uno de sus pechos y se lo metió en la boca deseo tener libres la manos para poder bajar aquella ominosa capucha y revolver el pelo de su violador.

Por detrás, Darth Vader se limitaba a acariciar su cuerpo emitiendo su metálica respiración muy cerca de su oído, recordándole que la polla que tanto le estaba excitando pertenecía al segundo ser más odiado de la galaxia…

Sin esperar más, el oscuro aprendiz se irguió y cogiendo una de las piernas de Leia, la puso sobre su hombro y la penetró. Leia se agarró a las ligaduras de las que colgaba e intentó que no se notase el intenso placer que sentía. El desconocido comenzó a moverse en su interior colmándola de un placer tan intenso que no pudo aguantarse más y terminó soltando un largo gemido.

Darth Vader soltó una risa cascada a la vez que frotaba la polla contra su culo y su espalda.

No había resistencia posible , sus últimas defensas cayeron y cuando se dio cuenta estaba gimiendo y disfrutando como una loca.

En ese momento Vader separó sus cachetes y cometió la humillación final. Extrañamente no sintió ningún dolor. Siempre había pensado que sería muy doloroso, pero a pesar de que aquel hijoputa le metió la polla hasta es fondo de su culo lo único que sintió fue placer.

Leia se dejó llevar jadeando y gimiendo mientras era empalada por aquellas dos fenomenales pollas una y otra vez llenándola y llevándole al éxtasis que no tardó en llegar arrasándola.

Cuando volvió a ser consciente de lo que pasaba a su alrededor alguien había cortado la cuerda que la mantenía unida al techo y se encontró tumbada encima del acólito que no paraba de moverse bajo ella mientras Vader la sodomizaba a un ritmo endiablado. De la máscara del hombre solo escapaba un risa profunda y cascada.

Durante unos minutos más estuvieron maltratando sus genitales hasta que no pudieron contenerse más y se corrieron llenando sus agujeros con su cálido semen. En ese momento el acolito retiró la capucha que cubría su rostro y con horror pudo ver la cara de su hermano… o lo que quedaba de él.

En su rostro estaba marcado el efecto del reverso oscuro de la fuerza. Había perdido casi todo el pelo y sus iris azules estaban rodeados de un cerco rojo y unas profundas ojeras.

—Sí, soy tu hermano, Leia. Ven y únete a mí, a nosotros y experimenta el poder del lado oscuro de la fuerza.

Leía se quedó quieta chorreando semen y cubierta por el sudor de aquellos dos terribles seres mientras Luke se acercaba intentando seducirla.

Leia quería negarse, pero la tentación era muy fuerte. Luchó con todas sus fuerzas, pero aquellos ojos fríos, llenos de ira y soberbia la tenía atenazada. Solo era cuestión de unos instantes y sería esclava del lado oscuro…

Se despertó con un gritó, totalmente desorientada hasta que se giró en la habitación y se dio cuenta de que estaba en la base rebelde de Yavin, justo el día previo a la batalla que decidiría el destino de la causa rebelde.

Estaba suspirando de alivio cuando la puerta se abrió y Han Solo entró con la pistola preparada.

—¿Te encuentras bien, princesa? —preguntó Solo exhibiendo su típica sonrisa de rufián.

—Sí, solo era una pesadilla.

—Sera mejor que te tapes. —dijo señalando con el dedo el vaporoso camisón de la joven que con la pesadilla había quedado a la vista—Las noches en este planeta son frescas.

La primera intención de Leia fue hacerle caso y despedirle, pero de repente se dio cuenta. Aquel inútil podía ser su salvación. A pesar de que no había hecho nada, se había llevado la fama del escape de la estrella de la muerte y había ganado cierta reputación entre el ejército rebelde.

Sabía que quería largarse para pagar un deuda con Jabba el Hutt que le tenía en el filo de la navaja, pero estaba convencida de que si insistía suficiente lograría que se uniese al ataque suicida que estaban preparando contra la estrella de la muerte para la mañana siguiente

Sí lo pensaba bien era perfecto, solo tenía que follárselo esa noche hacerle unos cariñitos delante de todo el ejercicio y despedirle para que con su habilidad a bordo del Halcón Milenario acabase desintegrado por alguno de los turboláser de la estrella de la muerte. Así ella sería una especie de viuda y no tendría que dar enojosas explicaciones sobre la criatura que crecía en su interior.

—Perdón. ¿Qué decías? —preguntó Leia volviendo a la conversación.

—Que en fin —tartamudeó el contrabandista señalando sus pezones erectos—Que estas cogiendo frío.

—¿De veras que esto es por el frío? —replicó Leia pellizcándose los pezones a través de la suave tela del camisón.

Solo hizo un gesto de indecisión. Era evidente que la deseaba, pero no se atrevía a dar el paso. Ocultando su exasperación la princesa dejó que resbalara uno de los tirantes mostrando al contrabandista un pecho grande cremoso y turgente rematado por un pezón rosado que le desafiaba erecto.

—Creí que era Luke el que te gustaba. —dijo Han acercándose.

—Vamos, no seas tonto. El chico es guapo, pero a mí me gustan hombres un poco más hechos, que tengan mundo. Él apenas acaba de salir de las faldas de su madre. —replicó Leia poniendo morritos.

Eso fue lo único que necesitó Solo para desnudarse y meterse en la cama con ella. En cuestión de segundos estaba sobre ella acariciándola y besándola.

Tenía que reconocer que todo lo que tenía de gañan lo tenía de buen amante y además estaba bastante bien dotado. Las manos del piloto resbalaron por su cuerpo acariciándolo con suavidad, excitándola y haciendo que olvidase la turbadora pesadilla que acababa de experimentar.

Con un empujón lo apartó y se puso en pie. Con lentitud se fue bajando el camisón hasta quedar totalmente desnuda. Han Solo se quedó observándola embobado y ella, consciente de que en cuestión de horas le pediría que arriesgase la vida por él, se esforzó al máximo. Se contoneó ante él mientras deshacía las trenzas dejando que una espesa mata de pelo que le llegaba hasta la cintura se derramase sobre su pálida piel.

Han Solo tragó saliva y se levantó. Su enorme erección le causó a Leia un escalofrío de placer anticipado. Quizás no fuera mala idea. Dándose la vuelta volvió a apartarse de él jugando con su deseo un poco más. Finalmente la atrapó por las caderas y la acercó hacia él. Pudo sentir como Han acariciaba su pelo mientras la dirigía contra la pared de la habitación.

Las manos del contrabandista se deslizaron por sus costillas, agarraron sus pechos y se los estrujaron. Leia suspiró mientras frotaba su culo contra la erección de Solo que sonreía satisfecho.

El hombre fue bajando poco a poco las manos a la vez que se arrodillaba. En pocos segundos sintió como tras acariciar su culo le separó los cachetes y comenzó a comerle el coño.

Leia gimió y retrasó el culo mientras sentía la lengua de Han evolucionando por su sexo acariciando su clítoris, la abertura de su ano y recogiendo los flujos que escapaban de su cada vez más anhelante coño.

No podía aguantar más, necesitaba polla. Con las mejillas ruborizadas Leia se dio la vuelta y tirando del pelo de aquel rufián le obligó a levantarse . Han se hizo el remolón y aun se quedó unos instantes besando y chupando sus pezones haciendo que su deseo fuese casi angustioso.

Con esa sonrisilla de triunfo que tanto detestaba separó las caderas de Leia de la pared y la penetró. Leia no se cortó deseosa de que toda la base se enterase y pegó un grito de placer al sentir como el miembro de Solo colmaba su sexo. La joven levantó una de sus piernas y la colocó sobre la cadera de él. Han comenzó a moverse con suavidad a la vez que le acariciaba la pierna y la besaba con suavidad.

Los movimientos se hicieron más rápidos y bruscos. Leia gimió y clavo las uñas en el peludo pecho de Solo sintiendo como cada embate la llevaba más cerca del orgasmo.

Agarrándola por el culo Solo la levantó en el aire y la posó con delicadeza sobre la cama antes de seguir follándola. Leia abrió las piernas y las estiró todo lo que pudo a la vez que alzaba las caderas para sentir los golpes del pubis de su amante en el suyo propio cada vez que le metía la polla hasta el fondo.

Agarrando a Leia por los hombros Han la folló con todas sus fuerzas hasta que se derramó en su interior. La princesa sintió un cálido torrente derramarse en su interior y no tardó en correrse también.

Instantes después Han se separó, pero Leia quería que aquella noche fuese memorable. De un empujón tumbó al hombre boca arriba y se colocó a cuatro patas sobre él. Con lentitud comenzó a retrasar su cuerpo procurando que su piel le rozase suavemente la polla. Cuando la tuvo a la altura de sus pechos comenzó a bambolearlos golpeando delicadamente aquel miembro haciendo que volviese a crecer poco a poco.

Los apagados gemidos de Han la animaron y tras demorarse unos instantes siguió bajando hasta que tuvo el pene a la altura de su boca. Tras besarlo un instante sonrió y apartó la cabeza dejando que su larga melena lo acariciara.

El contrabandista jamás había experimentado nada parecido. La suave y oscura melena de la joven acariciaba su miembro haciéndole sentir un placer desconocido. Bajo aquella espesa capa de pelo la princesa cogió su verga y comenzó a masturbarle usando su pelo como si fuese un suave guante.

Han tensó todo su cuerpo y soltó un ronco gemido. Satisfecha acercó su boca y le lamió y le mordisqueó la polla chupando con fuerza, sintiéndola palpitar en su garganta.

A continuación se apartó de nuevo y acariciándole de nuevo la polla con su melena le masturbó una vez más antes de subirse a horcajadas y meterse aquel miembro hasta el fondo de su sexo.

Solo se dejó hacer mientras la princesa saltaba con violencia y gemía y gritaba presa de un placer irrefrenable. En pocos minutos estaba jadeando y cubierta de sudor, pero no dejó de subir y bajar por la verga de él a un ritmo endemoniado hasta que no aguantó más y todo su cuerpo se crispó asaltada por un tremendo orgasmo.

El contrabandista, sin darle respiro, la puso a cuatro patas sobre la cama y la volvió a penetrar con fuerza, prolongando su orgasmo y corriéndose de nuevo en su interior con un grito de triunfo.

—¿Quién lo diría? —dijo Solo tumbándose a lado de una Leia aun jadeante— Mi madre siempre me dijo que jamás llegaría a nada y aquí me ves. Yo, un líder de la causa rebelde y follándome a una senadora imperial. ¡Chúpate esa doña perfecta!

—Creí que te irías a pagar esa deuda que tienes pendiente… —dijo Leia haciendo dibujitos con sus uñas en el pecho del contrabandista

—Verás cielo. Esa era mi intención, pero me lo he pensado mejor y creo que vais a necesitar mi ayuda. Ese chico, Luke, me cae bien y no me gustaría que le pasase nada allá arriba.

—¡Ah! ¡Qué bien! —dijo Leia cubriéndole de besos— Creo que voy a hacer que te nombren general del ejército rebelde.

Como esperaba, aquel gilipollas se hinchó como un pavo. A partir de aquel momento supo que lo tenía en el bote. Ahora solo tenía que cumplir e ir directo a una muerte segura.

Doce horas después en los alrededores de la estrella de la muerte…

—Grrr, buuf, grrr, guau, guau.

—Joder Chewbacca, ya sé que estamos en un lío. No hace falta que me lo digas. Calla y desvía la energía a los cañones de proa, tenemos que cargarnos esa torre laser si no queremos acabar convertido en una bonita bola de fuego.

—Brrr, buuuf, grrr, guau, guau.

—No soy ningún gilipollas encoñado. Soy un general rebelde y como sigas tocándome lo cojones te voy a montar un consejo de guerra que te vas a cagar, bola de pelo apestosa….

FIN

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