A mi Diosa.
Lo nuestro es un amor en dos dimensiones, las marcadas por la superficie plana del monitor de la computadora. Nunca he tenido la oportunidad de estrecharla entre mis brazos, de sentir el aroma de su piel, de saborear la dulce esencia de su boca, pero aun así lo nuestro es auténtico, genuino.
He soñado con sus palabras escritas en la fría superficie del teclado. Palabras calientes, sensuales, que me han hecho recorrer en un instante los ocho mil kilómetros que nos separan, cayendo de improviso en su cama. .
Noche tras noche, mi amante con la luna como único testigo, se ha rendido a mis besos y caricias, sumisamente ha aceptado mis juegos y travesuras. He visto la alegría de sus ojos, cuando la he felicitado por su obediencia. La he acariciado como la bella cachorra que es, cuando lamiendo mis manos me ha demostrado que es mía.
Día tras día, he ido leyendo en el correo la evolución de mi ninfa, que como la crisálida evoluciona en una bella mariposa, ella se ha ido transformando en la perfecta sierva de su amo.
Todo es juego y realidad. Sus fotos, sus ruegos forman parte de ello. Cuando me suspira que la domine, sé perfectamente que quizás en ese momento esté regañando a su hijo, pero no importa por que horas mas tarde va a recordar con sus dedos torturando su botón, las cuerdas que ella misma se ha atado alrededor de su cuerpo y gimiendo calladamente para no perturbar el sueño del que tiene a lado, me alcanzará ansiosa en la breve muerte y resurrección del orgasmo.

Por eso es mi Diosa, ídolo de mis sabanas, señora de mis ordenes y esclava de mis deseos.

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