Viviana 11

De lo que pasó a continuación tengo sólo recuerdos borrosos, se que seguimos cogiendo, chupando whisky y mirando las películas, lo poco que recuerdo es que me desperté en su cama sin saber como había llegado hasta allí y ya era de día.

Ella estaba desparramada a mi lado, la desperté avisándole: “ ya es casi la hora de llevar a Maxi al colegio”, se levantó como pudo, se lavó la cara mientras yo me vestía, al irme le indiqué “ pasá por casa cuando vuelvas”

Llegué a mi departamento, me di una ducha, preparé café mientras ella llegaba. A los pocos minutos tocó timbre, su cara no podía ocultar la noche que habíamos pasado, estaba demacrada, más dormida que despierta, le serví un café que me agradeció como si fuera un elixir, “no tuve tiempo para nada, a duras penas alcance a prepararle algo al nene que bebió en su cuarto me puse lo primero que encontré y salimos”; “¿me acompañás a casa así traemos la video y las pelís?”

Subimos a su departamento y era zona de guerra, salvo en el cuarto del nene en toda la casa había evidencia de nuestra fiesta sexual, ropa tirada, manchas de semen, vasos con restos de diversos líquidos, un olor inconfundible, con razón Viviana quiso llevarse al nene al jardín cuanto antes.

Agarré la video y los filmes y le di un beso mientras le decía: “que te diviertas, vos te lo buscaste”

-“No me quejo, al contrario, me da placer, cada cosa que veo me hace revivir la joda de anoche y me vuelvo a calentar, si no te vas pronto te vuelvo a coger ahora mismo”

-“ Laburá que tenés mucho para poner en orden, me voy dormir un rato; te llamo a la noche”

Habré dormido un par de horas cuando sonó el teléfono, era Viviana, con voz triste me anuncia: “tenemos un problema: me acaba de llamar mi marido por radio Pacheco para avisarme que llega esta tarde…. “

Me quedé cortado, si bien sabía perfectamente de su existencia y que alguna vez vendría a su casa, la habíamos pasado tan bien este tiempo que parecía que nunca acabaría, como pude le respondí: “no te preocupes unos días de descanso te harán bien”

-“Todavía falta un rato para que tenga que ir a buscar al nene, ¿puedo pasar por tu casa?”

– “ Si, dale”

No pasó ni un minuto y estaba tocando el timbre, se había bañado, tenía olor a fresco y mejor cara, pero no podía ocultar su tristeza, ni bien entró se saco la ropa y si decir nada me llevó a la rastra a la cama, me desnudó y me chupó desde el pelo hasta los pies. Después de unas pocas lamidas en la pija ya estaba listo, se me subió encima y me estuvo cabalgando un buen rato, creo que me eche tres polvos.

Recién allí habló: “por varios días no creo que volvamos a coger, y si podemos será muy apurados, así que mejor aprovechar ahora todo lo que podamos”
– “¿Y que vas a hacer?” pregunté inocentemente, “¿le vas a contar?”

– “Ni en pedo, que siga siendo el cornudo que siempre fue”

Se me ocurrió algo: “me parece bien, pero cuando cojas con él no podés acabar”

– “De acuerdo, no me va a costar mucho, en realidad nunca supo cogerme, siempre que garcho con él tengo que pensar en otro para gozar”

– “Muy bien, entonces desde ahora con él sólo orgasmos fingidos, a lo sumo si no podés aguantarte te haces un paja a solas, así si podés acabar”

Se vistió rápidamente y se fue a buscar al nene, al irse me dio un terrible beso de lengua y dijo: “no me extrañes, divertite con otras, igual el retorno será para que no lo olvides nunca”

Me quedé medio triste, me había acostumbrado tanto a pasarla bien con ella y había aprendido tantas cosas nuevas que la posibilidad de estar con otras no me atraía demasiado.

Me acordé que tenía un par de temas pendientes que me había pedido, me ocupe de conseguir e instalar en el dormitorio unos sólidos ganchos de acero en el techo y en una pared que permitían colgar a una persona o inmovilizarla estando de pie, las películas que había visto resultaron muy instructivas.

También dediqué bastante tiempo a fabricar varios equipos para producir descargas eléctricas, uno que funcionaba con alta frecuencia que producía unas hermosas chispas azules muy vistosas aunque poco dolorosas, hice otro de tensión continua regulable que llegaba a quemar la piel y era insoportable puesto al máximo, por último armé uno con pulsos de amplitud y período variable, más parecido a una picana. Para todos preparé una serie de cables, pinzas cocodrilo, y algunos pedazos de tubos metálicos que se podían usar en distintas partes del cuerpo.

Fueron días extraños, me encamé con una amante que tenía de antes y con la que cogíamos cada tanto, sólo sirvió para que extrañara más a Viviana.

Devolví las películas que ella había alquilado y saqué otras, pero verlas solo no tenía gracia, a duras pena me provocaba hacerme alguna paja. Cuando las fui a llevar de vuelta el viejo del videoclub con cara de libidinoso me preguntó. “¿su novia no viene más?, “no es mi novia, es mi esclava sexual” aclaré, “no se preocupe que ya va a volver, estos días está con su marido” El viejo abrió los ojos como platos mientras se relamía, se me ocurrió preguntarle al viejo si vendía consoladores, dijo que él no pero me pasó el teléfono de una tal Verónica.

Fui al otro día a la dirección que esta me dio, un departamento en el centro de Buenos Aires, me atendió una mujer de unos cuarenta y pico con muchas carreras en su vida. Me miró medio feo y dijo algo así como que eso era un negocio y no quería perder tiempo con pajeros, le aclaré que yo tampoco quería perder tiempo y si había ido hasta allí era porque estaba interesado en comprar.

Cambió su ánimo y me hizo pasar a su ”oficina” , una habitación llena de repisas con todo tipo de artículos sexuales (en esa época no existían los sex shops) me preguntó si eran para mi, sorprendido le expliqué que eran para mi esclava, esto le gustó y me mostró lo que consideraba más apropiado.

Finalmente compré un vibrador a pilas de buen tamaño y un juego de muñequeras y tobilleras de cuero que servían para colgar a una persona sin riesgo de cortarle la circulación, quedé que en cuanto se fuera el marido de mi esclava iría con ella. Esto le gustó mucho a Verónica y prometió hacernos un buen precio agregando: “capaz que hasta pueden conseguir algún obsequio de la casa”, agregó enigmática.

Cuando llegué a casa había un papel que habían pasado por debajo de la puerta, al verlo estuve seguro de quien era. Decía simplemente: “Se va esta noche, te llamo” y tenía un beso marcado en rouge.

Habían pasado 10 días, para mi fueron una eternidad, me tiré en la cama a descansar un rato esperando que llegara su llamado.

Continuará

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *